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Ann Radcliffe, la madre del terror g贸tico

 file-20230331-20-nkisrp.png?ixlib=rb-1.1Emily descubre un cad谩ver en 'Los misterios de Udolfo' (1794), de Ann Radcliffe. The Trustees of the British MuseumCC BY-NC-SA


Por Daniel Nisa C谩ceres*

El terror es un instinto primario del ser humano. Est谩 ligado a su supervivencia. Pasar miedo, adem谩s, es placentero. Y se presta sobremanera a la creaci贸n art铆stica. De eso da fe la narrativa g贸tica, un veh铆culo expresivo de primer铆simo orden que explora complejas ideas o emociones que no tienen cabida en un formato m谩s expl铆cito.

Como madre del g茅nero, la brit谩nica Ann Radcliffe (1764-1823) fue una best-seller de su tiempo, una aut茅ntica celebridad. Su imaginaci贸n caus贸 furor en ambientes cultos y populares, en una 茅poca de escasa alfabetizaci贸n y sin internet. En el bicentenario de su muerte debemos reivindicar sus logros literarios.

Numerosas escritoras siguieron su estela. Eliza ParsonsRegina Maria Roche, Eleanor Sleath, Mary ShelleyEmily y Charlotte Bront毛Elizabeth GaskellEmilia Pardo Baz谩nDaphne du Maurier y Margaret Atwood est谩n indisolublemente ligadas al g贸tico radcliffeano.

Una mujer se asusta tras leer un libro. Ilustraci贸n de La Abad铆a de Northanger, Artista desconocido, 1833 Edici贸n Bentley de las novelas de Jane Austen. Wikimedia Commons

Ni siquiera Jane Austen pudo contenerse y la parodi贸 sin ambages en su p贸stuma La abad铆a de Northanger (1817). Austen reivindica aqu铆 algo fundamental: cualquier mujer debe ser libre para leer lo que se le antoje. La obsesi贸n de la protagonista Catherine Morland no son los libros de caballer铆as. Tampoco los populares –y machistas– manuales de conducta femenina de la 茅poca. Prefiere los escalofriantes misterios de Radcliffe. Ve gigantes y no molinos. Esto era pura transgresi贸n soterrada marca de la casa Austen. Sorprende as铆 la simplificaci贸n impl铆cita en la advertencia de una universidad inglesa a su alumnado sobre los preocupantes niveles de “masculinidad t贸xica” en dicha novela.

G贸tico que libera

La mayor铆a de las jovenc铆simas hero铆nas de Radcliffe sufren en alg煤n momento de la trama persecuci贸n e incluso cautiverio f铆sico. Lo mismo les ocurre a muchos personajes femeninos secundarios, que pasan parte de sus vidas bajo llave, literal y figuradamente. El 谩mbito dom茅stico dominaba a la mujer y ella lo denunci贸 con oblicua correcci贸n pol铆tica.

En Los misterios de Udolfo (1794), Radcliffe narra el aprendizaje y la transici贸n a la edad adulta de Emily St. Aubert. Esta demuestra su superioridad frente a todos los que la intentan someter, que no son pocos: desde Montoni, su cruel t铆o pol铆tico que la secuestra en su castillo para quedarse con su herencia, hasta sus pretendientes, unos acosadores de libro. Su fortaleza moral ante variopintas adversidades infunde esperanza.

La paradoja radica en que este terror g贸tico es edificante. Ofrece libertad para decidir y actuar. Apartarse de caminos transitados ayuda, como hacen la fantas铆a y la s谩tira, a conciliar el pensamiento cr铆tico con las realidades m谩s mezquinas.

Portada de la primera edici贸n de El italiano de Ann Radcliffe. Portada de la primera edici贸n de El italiano de Ann Radcliffe, publicada por T Cadell and W Davies, Londres, 1797. Wikimedia Commons

En su distintiva conciencia feminista –antes de que eso fuese un concepto– el g贸tico de Radcliffe desaf铆a la autoridad masculina. Castillos imponentes, conventos de clausura y l煤gubres mazmorras encriptan y liberan miedos de 铆ndole sexual. Son sutiles met谩foras del cuerpo femenino. Tambi茅n expresan angustia social. Las tramas dibujan raptos, extorsi贸n psicol贸gica y violencia econ贸mica.

Con Los castillos de Athlin y Dunbayne (1789), Un romance siciliano (1790), El romance del bosque (1791) y El italiano, o el confesionario de los penitentes negros (1797), Radcliffe permite atisbar visos de liberaci贸n emocional y social.

Para se帽alar indirectamente las desigualdades de su tiempo, Radcliffe prioriza el pasado sobre el presente. Tambi茅n los escenarios rurales sobre los urbanos. Igualmente, el sugerente imaginario de tierras ex贸ticas es m谩s propicio –y menos comprometido– para la transgresi贸n que el suelo patrio. Vemos adem谩s en dichas decisiones elementos propios del Romanticismo, cuyo c茅nit en Gran Breta帽a se situ贸 precisamente en esos a帽os.

Las 谩vidas lectoras de Radcliffe pose铆an gracias a la ficci贸n un grado vicario de movilidad espacial inusitado en sus vidas. Pod铆an adentrarse en lugares prohibidos y rebasar umbrales de acceso restringido. Escuchar y ver sin ser o铆das ni observadas. Adem谩s sus protagonistas le铆an, lo que les brindaba un espejo en el que reflejarse.

El terror eleva el esp铆ritu

Curiosamente, Radcliffe distingui贸 entre terror y horror. En un breve ensayo p贸stumo titulado Sobre lo sobrenatural en la poes铆a (1826), afirma que el terror eleva el esp铆ritu. El culto a la raz贸n favorec铆a el sentido com煤n y censuraba las emociones. Radcliffe encuentra un punto intermedio. El detonante psicol贸gico del terror es la incertidumbre que presagia lo inexplicable. Sus hero铆nas despliegan una marcada sensibilidad intuitiva, pero acaban racionalizando todo lo que les ocurre. En cambio, la contemplaci贸n del horror produce, en su car谩cter expl铆cito e intr铆nseca sordidez –m谩s propio por tanto de los practicantes masculinos del modo g贸tico–, el efecto inverso. Es decir, una sobredosis emocional que anula la imaginaci贸n.

¿D贸nde quedan entonces los fantasmas y aparecidos? Contrario a la creencia popular, lo sobrenatural suele ser una intuici贸n desaforada m谩s que una presencia real. Cierto es que los derroteros del g茅nero generan una galer铆a de seres del m谩s all谩, pero no en el caso de Radcliffe.

Como Virginia Feito en La se帽ora March, prefiere sugerir mediante obsesiones paranoicas. No escasean las pesadillas, los estados febriles ni el extra帽amiento que provocan las sombras. Tampoco la inquietante presencia de dobles, los secretos familiares inconfesables o la ausencia de figuras maternas funcionales.

De Radcliffe a Shelley

Con Frankenstein, o el moderno Prometeo (1818) de Mary Shelley, la genealog铆a g贸tica se bifurca. El protagonista en este caso es un hombre y lo femenino queda oculto tras una tupida y oscura cortina de masculinidad.

Sobre la criatura sobrenatural de este turbador relato escrito con apenas dieciocho a帽os, Shelley proyecta traumas como el fallecimiento de su madre, la combativa Mary Wollstonecraft, y de su primera hija. Es su respuesta adem谩s a las tensiones de la revoluci贸n industrial, as铆 como al ostracismo social que sufri贸 a causa de su fuga sentimental con el poeta Percy Bysshe Shelley.

La novela g贸tica femenina se nutre de la ambientaci贸n simb贸lica de tenebrosas mansiones, pasadizos secretos, cementerios, sublimes cumbres de v茅rtigo y vastas extensiones de arboleda, hielo o agua. Sus autoras arrojan as铆 luz –u oscuridad, seg煤n se mire– sobre sus preocupaciones m谩s 铆ntimas. Dichas im谩genes resaltan de forma encubierta horrores cotidianos fruto de las actitudes sexistas predominantes, como la reclusi贸n de la mujer a la esfera dom茅stica o todo tipo de extorsiones y violencias de g茅nero.

Una mujer vestida de 茅poca con sombrero. Retrato de Ann Radcliffe. Wikimedia Commons

En definitiva, subvert铆an sutilmente lo que H茅l猫ne Cixous llam贸 la “escritura masculina” y c贸mo esta sustentaba los discursos hegem贸nicos del patriarcado. Este proceso ahora equivaldr铆a a integrar la perspectiva de g茅nero en la creaci贸n literaria.

No sorprende que, para definir el legado de Ann Radcliffe, la cr铆tica Ellen Moers acu帽ara en los 70 la etiqueta “g贸tico femenino”. Junto a otras cr铆ticas feministas abord贸 cabalmente la marginaci贸n hist贸rica de la mujer. Vislumbr贸 as铆 el tremendo potencial reivindicativo de estas ficciones g贸ticas escritas por mujeres en su objetivo de reformular el canon literario y hacerlo m谩s inclusivo.

Prueba inapelable de ello es que, desde toda clase de posicionamientos acad茅micos, se han seguido invocando las tramas de Radcliffe y su decisiva influencia en el modo g贸tico para clarificar las desigualdades de g茅nero pasadas y presentes.

El terror de estas autoras fue, y sigue siendo, inspirador.

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*Daniel Nisa C谩ceres. Profesor de Filolog铆a Inglesa, Departamento de Filolog铆a y Traducci贸n, Universidad Pablo de Olavide

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