Este Primero de Mayo se celebra en un contexto de profunda crisis económica, social y política que afecta duramente a la clase trabajadora. Las consecuencias de la guerra interimperialista en Ucrania siguen haciéndose notar en todo el mundo. La quiebra de bancos que hemos visto en los últimos meses es sólo un ejemplo de una situación que va a más, con graves consecuencias para las condiciones de vida y trabajo de la mayoría de la población.
Este año, además, nos encontramos en un contexto electoral especialmente preocupante. Por un lado, la izquierda reformista, que no ha sido capaz de dar respuesta a las necesidades y demandas de la clase trabajadora, aparece débil, desunida y dispersa. Y por otro el avance del fascismo es cada vez más preocupante, con la posibilidad cierta de que entren al gobierno en multitud de ayuntamientos, comunidades autónomas e incluso el gobierno central. Ante estas circunstancias, es más importante que nunca fortalecer el movimiento obrero y popular, la única fuerza capaz de defender los derechos y conquistar nuevas mejoras.
En este sentido, no podemos obviar el papel que está jugando la aristocracia sindical, fuertemente asentada en la dirección de los principales sindicatos, que prioriza la unidad con el gobierno y la paz social con la patronal, en detrimento de los intereses de la clase obrera.
Así, circunscriben la lucha a mesas de negociación o a actos simbólicos en los que no se implica a las masas trabajadoras. De hecho, desmovilizan a nuestra clase que no se siente representada por las que deberían ser sus organizaciones en la primera línea de combate contra el gran capital y sus matones fascistas.
Esto, sin embargo, no nos debe hacer caer en la actitud infantil de rechazo a los sindicatos. Desde Francia nos llega una experiencia de la que debemos aprender. Frente al intento del gobierno liberal de Macron de empeorar el acceso a las pensiones, el pueblo francés ha dado una contundente respuesta.
Los sectores más concienciados de la clase obrera y la juventud han sido capaces de movilizarse y empujar a los sindicatos, incluso a los más acomodaticios, a la unidad y a la lucha en la calle, sin concesiones contra un gobierno cada vez más despótico. Este movimiento nos enseña el camino a seguir y debemos tomar nota para aplicarlo en nuestras luchas. En este sentido, el PCE (m-l) constata que para construir una alternativa real a las políticas neoliberales, a la amenaza fascista y al callejón sin salida al que nos aboca el capitalismo agonizante a escala global necesitamos ahondar en la movilización y, a través de ella, en la unidad.
Este Primero de Mayo, llamamos a toda la clase obrera y a la juventud a salir a la calle, a organizarse, a participar en las manifestaciones y fortalecer el movimiento obrero y popular. Solo así podremos hacer frente a los retos que se nos presentan y construir un futuro digno para todas y todos.
¡Viva el Primero de Mayo! ¡Viva la lucha obrera y popular!