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D贸lares, bonos del Tesoro y cleptocracia internacional

OPINI脫N de Jorge Majfud

La estrategia del secuestro del esfuerzo ajeno y la acumulaci贸n de sus r茅ditos no se reduce s贸lo a los inventos y a las nuevas tecnolog铆as sino a casi cualquier otro aspecto de la vida social, desde (1) el econ贸mico (2) el pol铆tico hasta (3) el narrativo. “Con nuestro 茅xito y nuestra riqueza, nosotros aportamos a la prosperidad de los pa铆ses mientras los vagos de abajo nos roban con los impuestos”, etc. M谩scaras narrativas que, por supuesto, se cultivan en los medios masivos y germinan siempre en una buena porci贸n de los de abajo, porci贸n suficiente para ganar elecciones o mantener el statu quo cuando se pierde alguna.



De la manipulaci贸n pol铆tica para incrementar los beneficios econ贸micos nos detuvimos hace a帽os cuando analizamos la corrupci贸n legal, sobre todo en potencias hegem贸nicas como Estados Unidos, por la cual las corporaciones evaden impuestos en los para铆sos fiscales, presionan a pa铆ses pobres a trav茅s de los bancos mundiales y de sus propias inversiones vol谩tiles (“hot money”) por la cual determinan las “pol铆ticas correctas” de desregulaci贸n, desprotecci贸n de trabajadores y destrucci贸n de la soberan铆a de los pa铆ses a trav茅s de tratados de “libre mercado”―aparte de escribir casi a su antojo las leyes en los pa铆ses centrales, imperiales o como quieran llamarlos.

A trav茅s del control pol铆tico de los gobiernos, de los parlamentos y hasta del sistema judicial, el gremio del Uno Porciento controla las instituciones capitalistas e imperiales como el ej茅rcito de Estados Unidos, los bancos nacionales e internacionales como el FMI, el Banco Mundial y la Organizaci贸n Mundial del Comercio establecen leyes que se aplican seg煤n el poder econ贸mico y militar de cada pa铆s. Gobiernos como el de Washington, administran la divisa global y su fuerza militar para continuar y acelerar la transmisi贸n de riqueza de las clases trabajadoras hacia el Club del Uno.

Un ejemplo m谩s es la din谩mica impuestos-bonos del tesoro. En los 煤ltimos cien a帽os, las organizaciones populares como los gremios de trabajadores han sido demonizados por los grandes medios (caso de William R. Hearst a principios del siglo XX, entre otros) hasta desmovilizarlos y casi anularlos. Este proceso, que a partir de los 80 produjo un crecimiento de la diferencia entre producci贸n y salarios, y un distanciamiento entre el Club del Uno y el resto de la poblaci贸n, se aceler贸 con el aumento del d茅ficit del gobierno de Estados Unidos.

Los gastos de las guerras siempre fueron a las arcas de El Uno. Para eso est谩n. Tambi茅n los sacralizados “recortes de impuestos para estimular la econom铆a”. En 2017, por ejemplo, el gobierno de Donald Trump aprob贸 un recorte de impuestos para los ultra millonarios por billones de d贸lares, mientras sus votantes y los votantes del partido Dem贸crata estaban distra铆dos en una disputa sobre racismo, el patriotismo y el peligro de los inmigrantes pobres de Am茅rica Central. Este recorte para estimular la econom铆a, como muchos otros, no tuvo ning煤n efecto en la econom铆a, pero todos los estudios posteriores confirmaron lo m谩s obvio: el 煤nico efecto, aparte de crear un abismo en el d茅ficit p煤blico, fue que quienes menos necesitaban de una ayuda del Estado incrementaron sus fortunas de forma notable.

Es decir, a m谩s capitales acumulados, m谩s poder pol铆tico y medi谩tico de El Uno y, consecuentemente, m谩s conflictos entre los de abajo: blancos pobres contra negros, negros contra indios, indios contra mujeres, mujeres contra inmigrantes, inmigrantes legales contra inmigrantes ilegales, j贸venes contra viejos, viejos contra chinos, destra contra sinistra… Bueno, as铆 es como ha funcionado desde siempre y en casi todos los pa铆ses.

Ahora ¿c贸mo hace un gobierno para cerrar la brecha entre gastos e ingresos? Una soluci贸n es imprimir dinero. Los pa铆ses del Sur Global no pueden hacerlo, porque producen hiperinflaci贸n casi inmediatamente. Washington tiene un margen mucho mayor, porque el dinero que imprime est谩 distribuido por cada rinc贸n del planeta y sus efectos inflacionarios tambi茅n. Claro que todo tiene un l铆mite. As铆 que para no imprimir tantos cientos de miles de millones por a帽o la otra opci贸n es emitir “Treasury securities”, t铆tulos, notas y bonos del Tesoro, dependiendo del tiempo de maduraci贸n de cada uno. Se llaman seguros porque se asume que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos siempre tendr谩 capacidad de pago―es decir, capacidad de imprimir cada vez que est谩 al borde del default. Otra raz贸n para entender los peligros que acarrea la dolarizaci贸n de las econom铆a de los pa铆ses vampirizados por el BM y el FMI, otros dos instrumentos imperialistas de Washington que les exige e impone a las neocolonias una responsabilidad fiscal que Washington nunca, jam谩s ha practicado.

¿Quienes compran estos bonos? Los millonarios y las corporaciones ultra millonarias. No los trabajadores. ¿Alguien conoce un compa帽ero de trabajo que ha decidido poner, por decisi贸n propia, sus ahorros en bonos del tesoro de Estados Unidos o de sus propios pa铆ses? No es algo imposible ni est谩 prohibido por ninguna ley, pero en la pr谩ctica son rarezas. Los trabajadores pagan impuestos. Es decir, cuando un trabajador asalariado o el due帽o de un peque帽o negocio, sea una pizzer铆a o una f谩brica de baldosas paga sus impuestos, le est谩 entregando el cien por ciento de ese dinero al Estado. Si recibe algo a cambio ser谩 de una forma muy indirecta y a trav茅s de un servicio p煤blico que no es de su propiedad. Diferente, cuando un capitalista o sus corporaciones compran notas o bonos del Tesoro, lo que est谩n haciendo es prestarle al Estado el dinero que no han pagado en impuestos. Los bonos suelen ser de varios tipos; unos maduran en un a帽o, otros, en quince o en treinta a帽os. En cualquier caso, el prestamista del gobierno no s贸lo se asegura que su capital estar谩 bien guardado, sino que recibir谩 el cien por ciento de regreso m谩s intereses. Estos bonos en realidad son Deuda del Estado, las que, llegado el momento de honrar sus compromisos con los inversores, deber谩n pasarla a los trabajadores en forma de impuestos o de reducci贸n de servicios b谩sicos como salud y educaci贸n. Todo en nombre del sinceramiento y la responsabilidad fiscal, “como la de cualquier hogar decente”.

El negocio es redondo y pr谩cticas como estas, legalizadas por las mismas instituciones nacionales y globales, s贸lo incrementan el poder de los de arriba a costa del sudor de los de abajo, al tiempo que los convence de que si hoy est谩n algo mejor que ayer (en el mejor de los casos), si hoy textean desde un tel茅fono de 煤ltima generaci贸n mientras que sus abuelos ten铆an que escribir cartas a mano, todo se debe a las bondades del capitalismo y de que el Club del Uno ha sido protegido de los destructivos y fracasados cr铆ticos de siempre que quieren que los pobres y los vagos vivan del Estado sin trabajar―castigando el 茅xito de los ricos e impidiendo que la Rep煤blica X no se convierta en un pa铆s desarrollado como aquellos que saben c贸mo hacer las cosas, que tienen “otra cultura y otra mentalidad”, como Inglaterra o Estados Unidos. 

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