En mayo de 1945, el Institut fran莽ais d’opinion publique revel贸 que el 57 por ciento de los franceses entend铆an que la Uni贸n Sovi茅tica hab铆a sido la potencia que hab铆a derrotado a la Alemania de Hitler. S贸lo el 20 por ciento consideraba que se deb铆a a la intervenci贸n de Estados Unidos. Para 2004, los franceses pensaban exactamente lo contrario: s贸lo el 20 por ciento atribu铆an un rol relevante a los sovi茅ticos y sus 27 millones de muertos.
El caso de los alemanes no es muy distinto. Aunque Alemania enfrent贸 la historia del nazismo con m谩s coraje y m谩s 茅xito que lo hicieron los estadounidenses con la esclavitud, la confederaci贸n y la Guerra Civil, tambi茅n pec贸 de amnesia programada con respecto al rol jugado por la Uni贸n Sovi茅tica en su liberaci贸n.
En marzo de 1952, el malo y ex aliado de Gran Breta帽a y Estados Unidos, Joseph Stalin, le envi贸 a Washington, Paris y Londres una propuesta para resolver la nueva escalada militarista. La propuesta consist铆a en unificar Alemania, no obligando que la parte occidental se convirtiese al comunismo sino que la Alemania comunista adoptase el sistema de democracia liberal de la Alemania capitalista. A cambio, Stalin propon铆a el retiro inmediato de todas las fuerzas de ocupaci贸n de la nueva Alemania unificada, el establecimiento de un ej茅rcito propio, independiente, pero neutral y libre de alianzas. El acuerdo de paz tambi茅n aliviar铆a a una Uni贸n Sovi茅tica degastada por la guerra y con desventaja militar.
La propuesta fracas贸 cuando Bonn y Washington aceptaron el regalo de la Alemania comunista pero no lo que demandaba Mosc煤 a cambio, es decir, la neutralidad de la Alemania unificada y el enfriamiento de la escalada armamentista. El Plan A de Occidente era integrar a la Alemania occidental al sistema militar del bloque capitalista antes de cualquier otra negociaci贸n. A lo largo de ese a帽o, Stalin envi贸 tres propuestas m谩s, con el mismo resultado.
En los a帽os 80s, los archivos desclasificados mostraron que las propuestas de Stalin iban en serio, pero en 1952 se acus贸 a Mosc煤 de proponer un imposible con fines propagand铆sticos. El m谩s que razonable plan de paz del mayor aliado de Occidente contra los nazis pocos a帽os antes, fracas贸. El objetivo de Washington, Bonn y Londres era continuar expandiendo su maquinaria militar a cualquier precio. Todo en nombre de la democracia y la libertad.
En 1961, la OTAN nombr贸 al general Adolf Bruno Heusinger como jefe de su poderoso Comit茅 Militar en Washington. Heusinger hab铆a sido uno de los m谩s cercanos oficiales de Hitler (el tercero en la l铆nea de mando) que nunca fueron condenados por las potencias vencedoras de Occidente, sino todo lo contrario: como fue el caso de otros miles de nazis menos conocidos, fueron premiados a cambio de su pasi贸n y conocimiento en “la lucha contra el comunismo”. El nombramiento de Heusinger se produjo cuando la Uni贸n Sovi茅tica lo reclam贸 para ser juzgado por sus cr铆menes de guerra, sobre todo durante la invasi贸n nazi a los pa铆ses de la Europa del Este y de la misma Rusia a comienzos de la Segunda Guerra Mundial.
Aparte de su nombramiento como jefe militar de la OTAN, Heusinger fue condecorado por Estados Unidos con la medalla Legion of Merit, creada por Franklin D. Roosevelt. Heusinger la colg贸 junto con la Cruz de Hierro y la Cruz Nazi al M茅rito de Guerra, otorgadas por Hitler, entre otros ornamentos que los militares importantes se cuelgan en las fiestas de sociedad. En 1971, Johannes Steinhoff, tambi茅n honrado con una Cruz de Hierro nazi, fue nombrado jefe militar de la OTAN. Ernst Ferber, condecorado con la Cruz de Hierro fue nombrado jefe de las Fuerzas Aliadas de Europa Central de la OTAN en 1973. Karl Schnell tambi茅n recibi贸 la Cruz de Hierro nazi y tambi茅n sucedi贸 al General Ferber como jefe de las Fuerzas Aliadas de la OTAN en Europa Central en 1975. Franz Joseph Schulze tambi茅n recibi贸 una Cruz de Hierro nazi y fue nombrado jefe de las Fuerzas Aliadas de Europa Central de la OTAN en 1977. Entre otros…
Nada de esto debe sorprender si consideramos que la misma idea de una OTAN hab铆a surgido en la Alemania nazi como una forma de alianza con el bloque capitalista contra los sovi茅ticos. Alianza que, a nivel empresarial, pol铆tico y econ贸mico, ya exist铆a mucho antes de que estallara la guerra. Heinrich Himmler, uno de los principales organizadores del ahora llamado Holocausto jud铆o, fue uno de los primeros en proponer esta idea. Reinhard Gehlen, Hans Speidel, Albert Schnez y Johannes Steinhoff, otros de los militares nazis m谩s poderosos, protegidos y premiados por Occidente, tuvieron m谩s suerte y fueron empleados por Washington y la CIA, todos unidos por un nuevo enemigo com煤n (el exaliado en tiempos de guerra) y con un plan claro de alianza militar que se llam贸 OTAN.
Exist铆an dos razones a la luz del d铆a para la negativa de las potencias occidentales a la propuesta de Stalin de 1952. Como desarrollamos en otros libros, las palabras crean la realidad que creemos es independiente de las palabras. La primara raz贸n era puramente militarista, resumida en lo que el presidente Eisenhower consider贸 uno de los mayores peligros para la democracia y, en 1961, llam贸 el “complejo industrial militar”. La segunda raz贸n tambi茅n procede de las profundidades de la historia: en solo treinta a帽os, la Uni贸n Sovi茅tica hab铆a realizado una de las proezas econ贸micas y sociales m谩s impresionantes de la historia moderna, todo a pesar de haber sido el pa铆s que m谩s sufri贸, social y econ贸micamente, en su lucha contra el nazismo.
El objetivo era, a cualquier precio, evitar el mal ejemplo del 茅xito ajeno. Aunque la propaganda de “los medios libres” insistieran en lo contario, la inteligencia de los pa铆ses occidentales no ve铆an ninguna posibilidad de alguna invasi贸n militar sovi茅tica. Que Stalin confirmase dichos informes con una propuesta que apuntaba a reducir la tensi贸n belicista del mundo capitalista era inaceptable.
Cuando la Uni贸n Sovi茅tica cometi贸 suicidio en 1991 (en condiciones mucho peores, Cuba mantuvo su sistema comunista), Rusia cay贸 en una crisis econ贸mica y social al mejor estilo capitalista, empeorando casi todos los indicadores sociales; una especie de regreso a la Rusia zarista, pero los poderosos medios lo vendieron como una “salida de la crisis” festejando la apertura de un gigante McDonald’s en Mosc煤 como s铆mbolo de libertad y de alimentaci贸n democr谩tica.
Toda esta historia, como otros casos, fue olvidada. Seg煤n Stephane Grimaldi, director del Museo Caen Memorial, “En 1945, el gran aliado era Stalin y la Uni贸n Sovi茅tica; su papel estaba absolutamente claro para los franceses”. Pero el efecto Guerra Fr铆a y la masiva propaganda cultural de Hollywood, el mayor creador de mitos modernos del siglo XX, dio vuelta el juicio sobre un hecho relevante del pasado. Lo mismo hizo Hollywood con la mitificaci贸n de la guerra contra M茅xico en 1845 con pel铆culas como The Alamo. Lo mismo con el lavado moral del rol de la Confederaci贸n en la Guerra Civil. M谩s recientemente, lo mismo hizo con la invenci贸n de un triunfo moral (similar al del Sur durante la “reconstrucci贸n”) en la Guerra de Vietnam con innumerables pel铆culas, aparte de libros, del apoyo de una prensa funcional y un periodismo mayoritariamente obediente.
Ahora que Rusia no es m谩s comunista, queda clara la paranoia calvinista por mantener al resto de la humanidad bajo control moral y productivo, a cualquier precio y en nombre de la libertad y la democracia.