OPINI脫N de Jorge Majfud
Las investigaciones psicol贸gicas sobre narcisismo en las 煤ltimas generaciones no han llegado a una conclusi贸n clara. Tal vez porque todas, aunque buscan entender un fen贸meno colectivo, se centran en el estudio de individuos.
La discusi贸n es menos ambigua cuando, por ejemplo, consideramos los nuevos medios de comunicaci贸n que se benefician econ贸micamente de “la globalizaci贸n del yo”, aunque sea tan fugaz como una pompa de jab贸n, representada en pr谩cticas obsesivas como las selfies y la publicaci贸n de hechos personales e irrelevantes, algo ausente en las generaciones anteriores a excepci贸n de las vedettes y de algunas pocas celebridades. Si antes un hecho ocurrido en el barrio no era real si no aparec铆a en la televisi贸n, hoy la experiencia de felicidad por un viaje o por el nacimiento de un hijo no es real (o no es completa) si el individuo no se lo cuenta al mundo entero. As铆, al mismo tiempo que las relaciones comunitarias desaparecen, el ego narcisista se disuelve en el espejo de una comunidad an贸nima, inexistente.
Existe un entendido popular de que tanto en el comunismo como en el fascismo el individuo desaparece. Parad贸jicamente, la narrativa es la contraria cuando se refiere al individualismo capitalista. Pero individuo e individualismo, como libertad y liberalismo no son equivalentes sino opuestos. El neofascismo tiene m谩s que ver con los segundos. Veamos.
En El miedo a la libertad, Erich Fromm adelant贸 en 1941 la idea de que el individuo escapa de la incertidumbre renunciando a su libertad y poni茅ndola en manos de una autoridad o de una creencia. Por ejemplo, la predestinaci贸n calvinista como soluci贸n a la inestabilidad creada por el capitalismo. Esta ha sido una pr谩ctica com煤n por milenos: el individuo pone su fe en un profeta o en un sistema religioso y calma as铆 su ansiedad ante la posibilidad de cometer un error capital, sea en este mundo como en el m谩s all谩 (nos detuvimos en esto en Cr铆tica de la pasi贸n pura, 1998). De la misma forma, el ritual, opuesto a la festividad, es la necesidad de poner orden y predictibilidad en un mundo impredecible y fuera de control. Tambi茅n la obsesi贸n fascista sobre el pasado es el miedo al futuro de un presente inestable.
Los estudios psicol贸gicos actuales no consideran el narcisismo colectivo, tribal (el neofascismo) que, en cualquier caso, no trasciende nunca las fronteras nacionales porque se define en su necesidad de combatir un antag贸nico que supone una amenaza a la existencia de su tribu. De ah铆 su recurrente obsesi贸n a los s铆mbolos y rituales: banderas, escudos, esl贸ganes, juramentos, tatuajes, ceremonias de iniciaci贸n, de salvaci贸n, gritos, gesticulaciones y todo tipo de lenguaje primitivo, no verbal. Al fin y al cabo, no dejamos de ser primates ca铆dos de los 谩rboles.
La mayor expresi贸n de narcisismo colectivo en la historia es el nacionalismo. En sus or铆genes no estaba tan definido por fronteras como por una etnia. Luego, como colecci贸n de etnias, por una religi贸n. Todos los pueblos fundados en el nacionalismo se definieron como elegidos por sus dioses. El m谩s conocido por la tradici贸n occidental es el pueblo hebreo y, m谩s recientemente, los imperios modernos, desde el ingl茅s hasta el Destino manifiesto del Estados Unidos en plena expansi贸n territorial durante el siglo XIX.
Este narcisismo colectivo se agrava en tiempos de crisis, como ocurri贸 en Europa hace un siglo: la inestabilidad econ贸mica, el orgullo herido y la propaganda de los nuevos medios conformaron la tr铆ada perfecta y necesaria para el resurgimiento c铆clico del fascismo. El fascismo necesita mirar hacia el pasado y ver hechos mitol贸gicos que nunca existieron o fueron magnificados como santos, heroicos y grandiosos. Es la psicolog铆a de la inestabilidad y del miedo en b煤squeda de la solidez de un pasado f谩cil de manipular por el deseo y la propaganda.
Hoy la propaganda de la radio ha sido sustituida por la propaganda de los medios digitales, de las redes sociales. Si bien como principio el fascismo no es ideol贸gicamente consistente con el capitalismo y menos con el liberalismo cl谩sico, ambos, capitalismo y liberalismo se han casado, una vez m谩s, con el fascismo como lo hicieron antes con el imperialismo. Es la conciencia de la decadencia nacional, de la p茅rdida de los privilegios simb贸licos, como la de un trabajador empobrecido o de un mendigo orgulloso de su imperio.
Ahora, si consideramos qu茅 relaci贸n tienen los dos datos m谩s duros de la realidad actual, por un lado (1) el surgimiento de la extrema derecha fascista y nacionalista y (2) la hiper concentraci贸n de los capitales y del poder financiero en grupos e individuos que se cuentan con los dedos de una mano, creo que es razonable concluir que la popularidad del fascismo no es necesariamente consistente con la hiper acumulaci贸n econ贸mica del capitalismo, pero es la mejor forma de bloquear cualquier cuestionamiento a esa realidad, demonizando y aplastando cualquier cr铆tica y, sobre todo, cualquier opci贸n pol铆tica o social que la amenace.
La concentraci贸n de capitales no solo es una caracter铆stica fundacional del capitalismo desde el siglo XVII sino que, como cualquier otro sistema anterior, es concentraci贸n de poder. El dinero no es inocente y mucho menos cuando acumulado en el centro hegem贸nico global suma m谩s riqueza que muchos pa铆ses enteros.
Esta riqueza debe protegerse y expandirse, y para ello necesita del poder pol铆tico. Necesita administrar las leyes y los ej茅rcitos m谩s poderosos del mundo a nivel internacional y los ej茅rcitos criollos a nivel nacional. Pero este poder pol铆tico, tanto en las democracias, en las semi democracias y en dictaduras tradicionales necesita controlar la opini贸n p煤blica, tanto para elegir candidatos obedientes detr谩s de una m谩scara histri贸nica, como para evitar masivas protestas sociales.
Es aqu铆 donde se establece la relaci贸n entre fascismo y medios de comunicaci贸n. La dictadura es perfecta. Mientras las plataformas de “redes sociales” dedican el uno por ciento al pago de salarios y hacen que mil millones de personas trabajen gratis para unos pocos se帽ores feudales, los usuarios–usados lo hacen felices, sintiendo que tienen libertad y publican lo que quieren. Sienten que sus h谩bitos e ideas son espont谩neas, no inoculaciones de un sistema dictatorial.
La ra铆z del problema est谩 en la estructura de acumulaci贸n de riquezas, de consecuente y conveniente producci贸n de miedo, deseo e insatisfacci贸n, una de las industrias m谩s prol铆ficas del actual sistema capitalista.
Las opciones a este orden son dos: (1) se revierte de forma progresiva la hiper acumulaci贸n y el paisaje pol铆tico, social e ideol贸gico cambia radicalmente o (2) se llega a una crisis total de la civilizaci贸n (econ贸mica, social, ecol贸gica) y los humanos son obligados a adaptarse y sobrevivir sobre las ruinas de un sistema hasta que encuentren otra forma de volver a empezar.
La primera opci贸n, la gradualista, es demasiado racional para una mentalidad autocomplaciente. Es decir, es la m谩s improbable. La segunda, la m谩s dolorosa, es la m谩s com煤n en la historia de la humanidad. Es decir, la m谩s probable.
JM, mayo 2023
