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Hacia el fascismo que viene

OPINI脫N de Carlos Tundidor Diaus*

Parto de un deseo: de mi propia equivocaci贸n en ese futuro que se aproxima a una velocidad de crucero y sin demasiadas pausas.





El fascismo que viene no ser谩 solo el espa帽ol. En varios pa铆ses europeos se asoma con poca timidez o mucha arrogancia. En Hungr铆a, Polonia, Ucrania, Italia o Austria la insolencia es tan grande como su irrupci贸n en la sociedad y en la vuelta a mirar “a otro lado” del resto de ella. En otros pa铆ses: Francia, Holanda, Suiza, Estado espa帽ol, est谩 anclado. A la espera del momento adecuado en “colarse” en las estructuras y a partir de ah铆…

En nuestro pa铆s el neo-fascismo, o el peculiar post-franquismo, est谩 progresando de manera adecuada con las pautas prefijadas que Vox, y sus disc铆pulos del Partido Popular, van encajando en una sociedad lo debidamente pasota para aceptar cualquier noticia sin contraste o sin debate, para aceptar bulos con resignaci贸n, aceptar una desigualdad tan absoluta con la 煤nica esperanza del quiz谩. Quiz谩 exista un d铆a que ese ciudadano pase de los desarraigados al estado civil de rico gracias a la suerte, a un hipot茅tico “pelotazo” o a una deseada corruptela.

El caldo de cultivo lo tienen. Las crisis son momentos ascendentes de las corrientes totalitarias siempre disfrazadas de cordero. En nuestra 茅poca, es un neoliberalismo que atufa a capitalismo salvaje adornado de las libertades cerveceras de Ayuso, quien encubre al lobo post-franquista listo para saltar a la yugular. Y crisis de ese capitalismo salvaje hemos tenido demasiadas en los 煤ltimos 15 a帽os. La crisis mundial de Lehmon Brothers y del resto de los bancos, nuestro genuino pinchazo del ladrillo, la crisis de la globalizaci贸n y de componentes, la pandemia, la guerra en Ucrania comenzada por Rusia pero provocada y avivada con gasolina por la OTAN y por los Estados Unidos…

En estos 煤ltimos 15 a帽os los fen贸menos totalitarios, disfrazados por el eufemismo de “populismo” en las grandes cadenas de desinformaci贸n, como el trumpismo, los fascismos enunciados al principio, el nacionalismo de un Putin tan err谩tico como Trump en su mandato, han crecido, desarrollado y esperan la ocasi贸n para entrar, v铆a democr谩tica y para cesarla, en las estructuras de varios estados de la Uni贸n Europea.

Dos aspectos generales apoyan la irrupci贸n de estos movimientos totalitarios. Por una parte, el apoyo y la connivencia con estos movimientos de los grandes grupos inversores, de la gran banca, de los lugares en donde se concentra el dinero. La concentraci贸n de dinero en muy pocas manos es la m谩s alta de la Historia. El gran capital se apoya en estos movimientos para cercenar, poco a poco, las libertades, los derechos sociales, para encauzar, poco a poco, a los ciudadanos hacia posturas alejadas de medidas progresistas. Hoy, en algunos pa铆ses, el nuestro por ejemplo, la connivencia entre las grandes fortunas, el partido Popular y Vox es tan alta, tan evidente, tan interrelacionada, que muchas veces, a pesar de declaraciones, parecen tres en uno en la pr谩ctica.

Por otro lado, los partidos socialistas en Europa, tambi茅n en el Estado espa帽ol, van abandonando su barniz socialista de la d茅cada de los cincuenta y sesenta, el social-dem贸crata de los 70 y 80, para confundirse, demasiadas veces, con una derecha centrista. En el Estado espa帽ol, el PSOE, al menos la c煤pula del partido, es una especie de corriente dem贸crata del conservadurismo en el pa铆s. Por mucho que las invectivas entre ambos sigan de manera formal, en las cuestiones b谩sicas y pr谩cticas, en aquellas que afectan a los grandes movimientos ideol贸gicos de las gentes, la uni贸n de ambos partidos es algo tan evidente que una buena parte de los llamados “barones” socialistas podr铆an sentirse tan a gusto en los 贸rganos del Partido Popular.

La p茅rdida de ideolog铆a del PSOE, su p茅rdida de posturas en asuntos tan importantes como en los de la monarqu铆a, la laicidad y el concordato, el repudio de las “puertas giratorias”, el abandono del sector p煤blico, de las medidas que mejorar铆an la desigualdad tan enorme existente, la identidad tan acusada de estos l铆deres con aquellos que manejan el dinero y los gobiernos, con los repartos del dinero p煤blico en un c铆rculo vicioso y corrupto, ha logrado has extremos incre铆bles, el desencanto, la desmovilizaci贸n, el pasotismo de sus bases. No solo eso: este “trapicheo” de ideolog铆a consigue que parte de sus bases generacionales, cansadas de un espect谩culo donde siempre son distintas las cosas prometidas de las realizadas una vez se alcanza el poder, sean caldo de cultivo para pasarse con armas y bagajes a las mentiras, a la demagogia de la extrema derecha.

El abandono de posturas ideol贸gicas en la c煤pula del PSOE es casi total: compadrean, suben a la borda de la corrupci贸n, bromean con las grandes fortunas, les r铆en las gracias, se suben, encantados, a las puertas giratorias, regalan beneficios sin cuento (hoy mismo, Repsol ha declarado 5.000 millones de beneficios en un solo trimestre) a las oligarqu铆as energ茅ticas, bancarias, petroleras, legislan timoratamente, sin perjudicar demasiado a los poderosos y, en el fondo, para engrandecer sus desvergonzados beneficios. Son ineptos y creen que, si hacen esto, seguir谩n en la cresta de las votaciones. Que, de esta manera, los medios informativos de la derecha le pasar谩n la mano por la espalda y seguir谩n con el “establishment” existente.

Pero no es as铆. Hace poco, escuch茅 en La Base la idea de que la extrema derecha no hace prisioneros nunca. Es cierto. Hist贸ricamente, la extrema derecha, el fascismo, una vez que se instala en el poder, bien por medio de un golpe de estado, bien por medios electorales como en la Rep煤blica de Weimar, no hace prisioneros, solo muertos o exilados. El PSOE, con su condescendencia, con su abandono ideol贸gico, tan solo est谩 fabric谩ndose el lecho de dolor, quiz谩 el de muerte. Llegado el neo-fascismo al poder, las p茅rdidas de libertades de todo tipo, de derechos sociales, comenzar谩n. A estas alturas, el PSOE, y otros socialismos europeos, no se quieren enterar de ese poema que populariz贸 Bertolt Brech: “Cuando ya no queden ni jud铆os, ni negros, ni comunistas, vendr谩n a por m铆”.

Y luego est谩n los medios informativos. Unos medios concentrados en tan pocas manos y todas tan parecidas, que es insultante que se autocalifiquen como tales. No es informaci贸n lo que dan. Son noticias sesgadas, ama帽adas, desfiguradas, falsas incluso, noticias en donde no se cuenta lo esencial o noticias en donde se remarca lo que les interesa a los due帽os. Due帽os integrantes de los grandes capitales mundiales. Empresas anunciantes que son, en realidad, las que dictan, informativamente, las noticias. Noticias uniformadas, dichas de la misma manera, con parecida intenci贸n, con parecidas palabras. En las formas pueden ser distintos, en lo esencial, la guerra de Ucrania, por ejemplo y muchos otros temas, el parecido entre El Pa铆s y La Raz贸n es insultante, mayor que el existente entre una manzana fuji y otra verde doncella. Incluso por quien deber铆a ser ejemplo de objetividad, la televisi贸n p煤blica. Noticias sesgadas, incompletas, amarillistas, art铆culos en los que faltan las causas, los beneficiarios de la guerra, el porvenir de Europa, una guerra en la que hacen aparecer a los buenos y a los malos cuando es una guerra provocada por la OTAN aunque fuera Rusia la invasora, guerra en la que hay, ganadores (industria del armamento y la industria energ茅tica) pero el resto, son perdedores.

Supongo que la gran banca, las grandes fortunas, los grandes grupos de presi贸n, los que controlan los hilos de las marionetas gubernativas, creen que, llegado el caso, manejar谩n a quienes desbarran hacia gobiernos totalitarios.

Se equivocan. Llegado el caso, los depositarios del “paso de la oca” saltar谩n por encima de todos. Aquellos que sean buenos compa帽eros de cama y de viaje ser谩n mantenidos y quienes se sorprendan, entonces, de la bestia fascista, ser谩n barridos, puede que con terciopelo, pero barridos. Quienes se hayan resistido, los comunistas o los dem贸cratas, los inmigrantes o los anarquistas, los de la izquierda exquisita o los intelectuales, habr谩n muerto o exilado otra vez. Como siempre, su estulticia, su avaricia, su torpeza, no entender谩 que no, que la meta hacia un neo-fascismo, una vez pasado su Rubic贸n, puede ser imparable.

Si se tuviera que jugar con porcentajes, es cierto que la mayor responsabilidad de esta situaci贸n ser铆a, a mi juicio y hoy, la del PSOE, despu茅s la inexistencia de un partido conservador dem贸crata, que no flirteara con la derecha extrema. La cerrilidad de las cuatrocientas familias que detentan el poder medi谩tico, financiero, econ贸mico, pol铆tico en el Estado espa帽ol, que solo piensan en acrecentar sus caudales abusivos, en su avaricia y estulticia, que, ni siquiera, tienen en cuenta a sus cachorros, en la creencia de que ese barro universal lo podr谩n modelar, a su vez, tienen su parte al铆cuota en la situaci贸n y no peque帽a.

Igualmente, hay un cierto factor de responsabilidad en las organizaciones, no en la misma medida, es cierto, a la izquierda del PSOE por no dejar caer del cesto la fruta podrida. Quienes compadrean desde altos cargos sindicales, agradecen tarjetas black o defienden sus sillones antes que sus ideolog铆as, aquellos que boicotean posibilidades y objetivos de uni贸n y prefieren mil cabeceras de rat贸n siempre que una de ellas les pertenezca, son culpables. Es verdad que no son todos, que la inmensa mayor铆a de quienes luchan y trabajan por esos objetivos ut贸picos de libertad, fraternidad, justicia y derechos sociales, son honestos y pertenecen a la mejor parte de la sociedad. Pero hay fruta podrida que contagia y deber铆a estar en la basura antes de que lo haga.

Siempre he pensado que el mejor l铆der pol铆tico es el que no quiere serlo. Aquel que se resiste, que, pasado un tiempo l贸gico, quiere abandonar la responsabilidad p煤blica y lo hace como Anguita, Marcelino Camacho o Gerardo Iglesias: iguales caudales antes que despu茅s.

En la tarta responsable hay un gran pedazo llamado pasotismo, irresponsabilidad de las nuevas generaciones que viven con una alegr铆a cargada de carencias. Y quienes bendicen, en silencio, esa falsa libertad cervecera, se resignan al salario marginal, creen que el estatus quo es inamovible o quedan en casa cuando pueden, con su voto, intentar diez, cien veces, mover el decorado, tambi茅n son responsables. Un d铆a no habr谩 ya tiempo y ser谩n sus hijos, o nietos, los que recojan sus testigos abandonados y volver a batallar por los derechos perdidos.

No, no es solo Vox el animador del neo-fascismo.

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