OPINI脫N de Sergio Ortiz

MUCHAS MENTIRAS Y OCULTAMIENTOS SOBRE LA II GUERRA MUNDIAL
LAS CAUSAS DE LA GUERRA
En la historia que fabrican los pa铆ses capitalistas se adjudica la II Guerra Mundial s贸lo al af谩n del dictador Adolfo Hitler, de dominar el mundo. La verdad es mucho m谩s compleja. Por supuesto que ese nacional-socialista buscaba adue帽arse de zonas fronterizas y expandirse much铆simo m谩s all谩. En este punto, y no para justificar de ning煤n modo a semejante personaje, hay que dejar constancia que las potencias dominantes de aquel entonces fueron responsables de un castigo desproporcionado a Alemania, tras la I Primera Guerra. Le impusieron el pago de reparaciones de guerra y la p茅rdida de territorios, luego del Tratado de Versalles. Estas humillaciones dieron pie al discurso revanchista y luego el avance militar de Alemania.
Aquel mundo estaba dominado sobre todo por el Reino Unido de Gran Breta帽a e Irlanda del Norte, Estados Unidos como potencia en ascenso y otras menores como Francia. Aquel conflicto b茅lico a punto de estallar era interimperialista: los ingleses, franceses y norteamericanos, por un lado, y Alemania y sus aliados italianos y japoneses por el otro. En vez de dirimir ese conflicto entre ellos, Londres y sus aliados quer铆an empujar a Alemania a una guerra contra la Uni贸n Sovi茅tica. Por eso en 1938 el premier brit谩nico Neville Chamberlain y su colega franc茅s Edouard Daladier, fueron sumisos hasta Munich y firmaron un acuerdo con Hitler, entreg谩ndole la regi贸n checa de los Sudetes. Volvieron exultantes a sus capitales agitando un papel de paz firmado por el nazi.
Les dur贸 poco porque Hitler, vi茅ndolos tan d茅biles y concesivos, decidi贸 ocupar Polonia. Antes, el 23 de agosto de 1938, firm贸 un acuerdo de no agresi贸n con la URSS: el tratado Molotov-Von Ribbentrop, los cancilleres de Mosc煤 y Berl铆n. No es que Jos茅 Stalin hubiera sellado una alianza con Hitler, como se dijo en ese momento y tambi茅n despu茅s. Desde 1935 el Partido Comunista de la Uni贸n Sovi茅tica (PCUS) ven铆a planteando un frente 煤nico antifascista. Fue la propuesta central del VII Congreso de la Internacional Comunista realizado aquel a帽o bajo la presidencia del b煤lgaro Jorge Dimitrov. Como ese ofrecimiento de unidad antifascista fue rechazado, el l铆der sovi茅tico no tuvo m谩s remedio que firmar ese compromiso de no agresi贸n con Alemania. Su prop贸sito fue ganar tiempo. ¿Para qu茅? Para organizar mejor a su pueblo, armar m谩s al Ej茅rcito Rojo, depur谩ndolo de quintacolumnistas; impulsar su econom铆a, etc. Sab铆a que en poco tiempo m谩s los alemanes vendr铆an por la URSS.
La invasi贸n alemana a Polonia el 1 de septiembre de 1939 fue “too match” para Inglaterra y su bloque. Tuvieron que declarar la guerra a Alemania y empez贸 esa contienda interimperialista, en tanto la URSS se replegaba sobre s铆 misma, para pertrecharse mejor antes que la subieran al ring. Mientras los dos bandos imperialistas se atacaran entre s铆, buscando el dominio mundial, y la dejaran en paz para armarse en autodefensa, tanto mejor.
LA BLITZKRIEG SE ROMPI脫 LOS DIENTES
Para los ej茅rcitos de la Wehrmacht su paso por Polonia fue un paseo y en pocos d铆as fue ocupada. La ofensiva militar tuvo la modalidad de la Blitzkrieg, u “ofensiva rel谩mpago”, con sincronizaci贸n de bombardeos previos y el r谩pido avance de los tanques, artiller铆a y la infanter铆a, sin dar tiempo a las defensas. No s贸lo Polonia sino tambi茅n los Pa铆ses Bajos, B茅lgica y Francia, cayeron bajo el dominio alem谩n en semanas.
Con esas victorias, el canciller alem谩n pas贸 a la letra chica de su plan contra la URSS. Ese ataque apuntaba a destruir el comunismo, el gran demonio para los nazis. El objetivo econ贸mico era quedarse con los granos de la zona de Ucrania y el petr贸leo del C谩ucaso, ambos bajo jurisdicci贸n de la URSS. De acuerdo con el plan de Himmler “Ost” (julio de 1941), en 25 a帽os deb铆an ser deportados y aniquilados 85% de los polacos, 85% de los letones, 75% de los bielorrusos, 65% de la poblaci贸n de Ucrania Occidental, de los rusos, lituanos y estonios. Un total de 45 millones de personas. Una parte de los rusos ser铆a deportado m谩s all谩 de los Urales y Siberia. Semejante plan de exterminio, que empez贸 a verificarse con el “Operaci贸n Barbarroja”, la invasi贸n a Rusia el 22 de junio de 1941, explica el ardor patri贸tico de la resistencia de todas las nacionalidades componentes de la URSS.
Los ej茅rcitos alemanes entraron a territorio sovi茅tico sin declaraci贸n previa de guerra. Despu茅s de consumado el hecho, el embajador germano en Mosc煤 entreg贸 a Molotov una declaraci贸n. Fue un ataque a traici贸n, aunque no una sorpresa total para Stalin, quien ten铆a informaci贸n de que eso iba a ocurrir. Adem谩s un par de sargentos alemanes en la madrugada de aquel 22 de junio se presentaron por separado en la frontera rusa y dieron aviso de lo que estaba por comenzar.
Se ha criticado a Stalin por lo r谩pido que entraron las tropas germanas en los primeros 150 kil贸metros de tierra rusa. Generales sovi茅ticos, incluso Gueorgui Zhukov, le hab铆an planteado al jefe de Estado en la previa al 22 de junio que era conveniente movilizar tropas hacia la frontera, para prevenir la agresi贸n y pararla desde el vamos. En sus memorias ese general admiti贸 que los argumentos de Stalin eran valederos para rechazar su propuesta. El georgiano le dijo que si se mov铆an tropas a la frontera alemana iban a ser acusados de desencadenar la guerra. Y que adem谩s ser铆a una t谩ctica in煤til porque las tropas alemanas, que ya ven铆an haciendo la guerra, iban a pasar igual, frente a un Ej茅rcito Rojo entonces inexperto. Lo m谩s aconsejable era ir desgastando a los invasores, pero sin pretender pararlos de entrada. Que entraran a la URSS, que extendieran sus l铆neas log铆sticas, que se debilitaran ante la resistencia militar y de las guerrillas en retaguardia. Con esa nueva experiencia, los defensores iban a estar mejor fogueados para los grandes combates y rechazar la invasi贸n hasta finalmente derrotar a los ej茅rcitos de la Wehrmacht y la Luftwaffe, la fuerza a茅rea. Stalin tuvo raz贸n.
HERO脥SMO DE LOS RUSOS
El 3 de julio de 1941, el jefe nazi del Estado Mayor del Ej茅rcito de Tierra, general Franz Halder, escribi贸 en su diario: “No es una exageraci贸n afirmar que la campa帽a contra Rusia podr谩 terminar con la victoria dentro de 14 d铆as”. Las cosas no sucedieron as铆 porque la resistencia del Ej茅rcito Rojo y la poblaci贸n fue muy fuerte. Los ej茅rcitos alemanes eran uno que atacaba por el Norte, hacia Leningrado (hoy de nuevo San Petersburgo); otro por el Centro, que apuntaba a Mosc煤, y otro en el Sur, hacia Stalingrado (hoy Volgogrado).
La poblaci贸n de Leningrado pas贸 un a帽o y medio cercada, sin aprovisionamiento; un mill贸n de personas murieron de hambre. La de Mosc煤 tambi茅n la pas贸 muy mal, cuando las tropas alemanas estuvieron a pocos kil贸metros. En ese momento de mayor riesgo, Stalin movi贸 las industrias bien al este e incluso parte de su gobierno, aunque 茅l se qued贸 en sus oficinas del Kremlin, como se帽al combativa de que el jefe estaba all铆 y se iba a ganar lo que fue bautizada como “Gran Guerra Patria”. El Ej茅rcito Rojo no era solo ruso: a principios de 1941 estaba formado por 61% de rusos, 19,6% de ucranianos y 4,1% de bielorrusos. Esa batalla de Mosc煤 fue una primera victoria sovi茅tica y no la gan贸 primordialmente el “general Invierno”.
M谩s decisiva fue la resistencia en Stalingrado, con combates dur铆simos entre agosto de 1942 y enero de 1943, contra los agresores del VI Ej茅rcito del mariscal Friederich Von Paulus. Se combat铆a casa a casa y los sovi茅ticos armaron una maniobra de pinzas donde qued贸 encerrado el grueso de la tropa invasora. Aunque Hitler hab铆a prohibido rendirse a sus generales, Von Paulus fue el primer mariscal de campo tomado prisionero, vivo. M谩s de 300.000 de sus hombres se rindieron y en las siguientes batallas otros 90.000 murieron. Ese fue un punto de inflexi贸n de la Gran Guerra Patria y de la II Guerra Mundial. Despu茅s de esa derrota nazi vinieron otras y las tropas sovi茅ticas conducidas por los generales Zhukov, Konstant铆n Rokossovski e Iv谩n Konev empezaron su contraataque que ten铆a como objetivo la capital alemana.
Despu茅s de liberar Polonia, Austria, Hungr铆a y Checoslovaquia, las columnas sovi茅ticas llegaron a las cercan铆as de Berl铆n, que finalmente tomaron. Un s铆mbolo de eso fue el 30 de abril de 1945 cuando tres soldados pusieron la bandera roja a flamear en los techos de la Reichstag, el parlamento.
Hitler y su mujer se suicidaron en esos d铆as, igual que su ministro de propaganda Joseph Goebbels y su esposa, luego de envenenar a sus seis hijos. Era el final del r茅gimen nazi. Los restos de sus ej茅rcitos, con el mariscal Wilhem Keitel, se rindieron entre el 7 y 8 de mayo ante Zhukov y Rokossovski. Muchos otros jerarcas trataron de huir en direcci贸n a tropas estadounidenses e inglesas, buscando protecci贸n. Sab铆an que sus cr铆menes mayores los hab铆an cometido en el frente sovi茅tico. Otros capos nazis fueron protegidos por el Vaticano porque el Papa P铆o XII fue bastante filofascista, para huir hacia otros pa铆ses. Por caso a Argentina, gobernada por el general Per贸n, donde recalaron muchos de esos nazis, como Adolf Eichmann y Erich Priebke.
EL MUNDO DEBE DAR GRACIAS A MOSC脷
Hollywood y m谩s modernamente los medios de desinformaci贸n audiovisuales y las redes digitales insisten en que el protagonista de la victoria sobre Alemania habr铆an sido EE UU y los aliados. Falso, de falsedad absoluta.
Los hechos reci茅n rese帽ados demuestran que entre 1939 y 1941 los germanos no tuvieron desgaste ni guerra en serio. Esta comenz贸 reci茅n con la “Operaci贸n Barbarroja” en 1941, en el frente ruso, que fue el principal desde all铆 hasta 1945, durando 1.418 d铆as. El “Segundo Frente”, que Stalin reclam贸 tantas veces a los aliados, reci茅n se concret贸 en Normand铆a, en junio de 1944, al a帽o siguiente de la sufrida victoria de Stalingrado que dio vuelta la taba de la guerra. Es verdad que desde 1942 los norteamericanos e ingleses hac铆an llegar algunos suministros y ayuda a la URSS. Esta soportaba el peso fundamental de la contienda en su territorio, a diferencia de los estadounidenses que se sumaron a la guerra despu茅s de ser atacados por Jap贸n en Pearl Harbour, en diciembre de 1941, pero nunca pelearon en su pa铆s. Esta fue una de las razones por las que, luego de la contienda, pudieron subir en el podio imperialista y suplantar al Reino Unido.
La clave del triunfo fue subrayada por Stalin: “La confianza del pueblo sovi茅tico a su gobierno fue el momento decisivo que asegur贸 la victoria hist贸rica sobre el enemigo de toda la humanidad, el nazismo”.
La bandera sovi茅tica flameando en el Reichstag es una prueba de qui茅n venci贸 a qui茅n. La otra demostraci贸n es el n煤mero de muertos: 27 millones de sovi茅ticos, entre su poblaci贸n civil, militares y milicianos. El total de v铆ctimas en esa contienda fue de 60 millones aproximadamente y, casi la mitad los puso la URSS. Es que los soldados del Wehrmacht recibieron estas instrucciones: “Mata a cualquier ruso, sovi茅tico, no te detengas si es un anciano, una mujer o un ni帽o – mata. As铆 te salvar谩s de la muerte, asegurar谩s el futuro de tu familia y te cubrir谩s de gloria para siempre”.
EE UU tuvo 298.000 muertos, en tanto las p茅rdidas de Gran Breta帽a y Francia se estimaron en 450.000 y 600.000 respectivamente. Son cifras dolorosas, pero muy inferiores a los 27 millones de sovi茅ticos, 6 millones de alemanes y 6 millones de polacos. O sea que en ese frente oriental muri贸 el 60 por ciento de todas las v铆ctimas de la II Guerra. El 80 por ciento de las bajas alemanas se produjeron all铆, frente a los sovi茅ticos. Esta es la historia real, por m谩s que las pel铆culas y series tengan otros h茅roes.
Lo peor es que esto no es un pasado de 78 a帽os. Hoy Washington y la OTAN hacen la guerra contra Rusia desde Ucrania, con apoyo del r茅gimen ucronazi de Volodimir Zelenski. La agresi贸n yanqui sanciona a Mosc煤 en lo econ贸mico y financiero, en pol铆tica hace otro tanto y env铆a armamento, con la Uni贸n Europea sigui茅ndolo como un perro faldero. Ellos expanden la rusofobia por todo el mundo. Quiere decir que Goebbels muri贸 f铆sicamente con su esposa e hijos en 1945, pero su “miente, miente” dej贸 prole y descendencia pol铆tica.

MUCHAS MENTIRAS Y OCULTAMIENTOS SOBRE LA II GUERRA MUNDIAL
LAS CAUSAS DE LA GUERRA
En la historia que fabrican los pa铆ses capitalistas se adjudica la II Guerra Mundial s贸lo al af谩n del dictador Adolfo Hitler, de dominar el mundo. La verdad es mucho m谩s compleja. Por supuesto que ese nacional-socialista buscaba adue帽arse de zonas fronterizas y expandirse much铆simo m谩s all谩. En este punto, y no para justificar de ning煤n modo a semejante personaje, hay que dejar constancia que las potencias dominantes de aquel entonces fueron responsables de un castigo desproporcionado a Alemania, tras la I Primera Guerra. Le impusieron el pago de reparaciones de guerra y la p茅rdida de territorios, luego del Tratado de Versalles. Estas humillaciones dieron pie al discurso revanchista y luego el avance militar de Alemania.
Aquel mundo estaba dominado sobre todo por el Reino Unido de Gran Breta帽a e Irlanda del Norte, Estados Unidos como potencia en ascenso y otras menores como Francia. Aquel conflicto b茅lico a punto de estallar era interimperialista: los ingleses, franceses y norteamericanos, por un lado, y Alemania y sus aliados italianos y japoneses por el otro. En vez de dirimir ese conflicto entre ellos, Londres y sus aliados quer铆an empujar a Alemania a una guerra contra la Uni贸n Sovi茅tica. Por eso en 1938 el premier brit谩nico Neville Chamberlain y su colega franc茅s Edouard Daladier, fueron sumisos hasta Munich y firmaron un acuerdo con Hitler, entreg谩ndole la regi贸n checa de los Sudetes. Volvieron exultantes a sus capitales agitando un papel de paz firmado por el nazi.
Les dur贸 poco porque Hitler, vi茅ndolos tan d茅biles y concesivos, decidi贸 ocupar Polonia. Antes, el 23 de agosto de 1938, firm贸 un acuerdo de no agresi贸n con la URSS: el tratado Molotov-Von Ribbentrop, los cancilleres de Mosc煤 y Berl铆n. No es que Jos茅 Stalin hubiera sellado una alianza con Hitler, como se dijo en ese momento y tambi茅n despu茅s. Desde 1935 el Partido Comunista de la Uni贸n Sovi茅tica (PCUS) ven铆a planteando un frente 煤nico antifascista. Fue la propuesta central del VII Congreso de la Internacional Comunista realizado aquel a帽o bajo la presidencia del b煤lgaro Jorge Dimitrov. Como ese ofrecimiento de unidad antifascista fue rechazado, el l铆der sovi茅tico no tuvo m谩s remedio que firmar ese compromiso de no agresi贸n con Alemania. Su prop贸sito fue ganar tiempo. ¿Para qu茅? Para organizar mejor a su pueblo, armar m谩s al Ej茅rcito Rojo, depur谩ndolo de quintacolumnistas; impulsar su econom铆a, etc. Sab铆a que en poco tiempo m谩s los alemanes vendr铆an por la URSS.
La invasi贸n alemana a Polonia el 1 de septiembre de 1939 fue “too match” para Inglaterra y su bloque. Tuvieron que declarar la guerra a Alemania y empez贸 esa contienda interimperialista, en tanto la URSS se replegaba sobre s铆 misma, para pertrecharse mejor antes que la subieran al ring. Mientras los dos bandos imperialistas se atacaran entre s铆, buscando el dominio mundial, y la dejaran en paz para armarse en autodefensa, tanto mejor.
LA BLITZKRIEG SE ROMPI脫 LOS DIENTES
Para los ej茅rcitos de la Wehrmacht su paso por Polonia fue un paseo y en pocos d铆as fue ocupada. La ofensiva militar tuvo la modalidad de la Blitzkrieg, u “ofensiva rel谩mpago”, con sincronizaci贸n de bombardeos previos y el r谩pido avance de los tanques, artiller铆a y la infanter铆a, sin dar tiempo a las defensas. No s贸lo Polonia sino tambi茅n los Pa铆ses Bajos, B茅lgica y Francia, cayeron bajo el dominio alem谩n en semanas.
Con esas victorias, el canciller alem谩n pas贸 a la letra chica de su plan contra la URSS. Ese ataque apuntaba a destruir el comunismo, el gran demonio para los nazis. El objetivo econ贸mico era quedarse con los granos de la zona de Ucrania y el petr贸leo del C谩ucaso, ambos bajo jurisdicci贸n de la URSS. De acuerdo con el plan de Himmler “Ost” (julio de 1941), en 25 a帽os deb铆an ser deportados y aniquilados 85% de los polacos, 85% de los letones, 75% de los bielorrusos, 65% de la poblaci贸n de Ucrania Occidental, de los rusos, lituanos y estonios. Un total de 45 millones de personas. Una parte de los rusos ser铆a deportado m谩s all谩 de los Urales y Siberia. Semejante plan de exterminio, que empez贸 a verificarse con el “Operaci贸n Barbarroja”, la invasi贸n a Rusia el 22 de junio de 1941, explica el ardor patri贸tico de la resistencia de todas las nacionalidades componentes de la URSS.
Los ej茅rcitos alemanes entraron a territorio sovi茅tico sin declaraci贸n previa de guerra. Despu茅s de consumado el hecho, el embajador germano en Mosc煤 entreg贸 a Molotov una declaraci贸n. Fue un ataque a traici贸n, aunque no una sorpresa total para Stalin, quien ten铆a informaci贸n de que eso iba a ocurrir. Adem谩s un par de sargentos alemanes en la madrugada de aquel 22 de junio se presentaron por separado en la frontera rusa y dieron aviso de lo que estaba por comenzar.
Se ha criticado a Stalin por lo r谩pido que entraron las tropas germanas en los primeros 150 kil贸metros de tierra rusa. Generales sovi茅ticos, incluso Gueorgui Zhukov, le hab铆an planteado al jefe de Estado en la previa al 22 de junio que era conveniente movilizar tropas hacia la frontera, para prevenir la agresi贸n y pararla desde el vamos. En sus memorias ese general admiti贸 que los argumentos de Stalin eran valederos para rechazar su propuesta. El georgiano le dijo que si se mov铆an tropas a la frontera alemana iban a ser acusados de desencadenar la guerra. Y que adem谩s ser铆a una t谩ctica in煤til porque las tropas alemanas, que ya ven铆an haciendo la guerra, iban a pasar igual, frente a un Ej茅rcito Rojo entonces inexperto. Lo m谩s aconsejable era ir desgastando a los invasores, pero sin pretender pararlos de entrada. Que entraran a la URSS, que extendieran sus l铆neas log铆sticas, que se debilitaran ante la resistencia militar y de las guerrillas en retaguardia. Con esa nueva experiencia, los defensores iban a estar mejor fogueados para los grandes combates y rechazar la invasi贸n hasta finalmente derrotar a los ej茅rcitos de la Wehrmacht y la Luftwaffe, la fuerza a茅rea. Stalin tuvo raz贸n.
HERO脥SMO DE LOS RUSOS
El 3 de julio de 1941, el jefe nazi del Estado Mayor del Ej茅rcito de Tierra, general Franz Halder, escribi贸 en su diario: “No es una exageraci贸n afirmar que la campa帽a contra Rusia podr谩 terminar con la victoria dentro de 14 d铆as”. Las cosas no sucedieron as铆 porque la resistencia del Ej茅rcito Rojo y la poblaci贸n fue muy fuerte. Los ej茅rcitos alemanes eran uno que atacaba por el Norte, hacia Leningrado (hoy de nuevo San Petersburgo); otro por el Centro, que apuntaba a Mosc煤, y otro en el Sur, hacia Stalingrado (hoy Volgogrado).
La poblaci贸n de Leningrado pas贸 un a帽o y medio cercada, sin aprovisionamiento; un mill贸n de personas murieron de hambre. La de Mosc煤 tambi茅n la pas贸 muy mal, cuando las tropas alemanas estuvieron a pocos kil贸metros. En ese momento de mayor riesgo, Stalin movi贸 las industrias bien al este e incluso parte de su gobierno, aunque 茅l se qued贸 en sus oficinas del Kremlin, como se帽al combativa de que el jefe estaba all铆 y se iba a ganar lo que fue bautizada como “Gran Guerra Patria”. El Ej茅rcito Rojo no era solo ruso: a principios de 1941 estaba formado por 61% de rusos, 19,6% de ucranianos y 4,1% de bielorrusos. Esa batalla de Mosc煤 fue una primera victoria sovi茅tica y no la gan贸 primordialmente el “general Invierno”.
M谩s decisiva fue la resistencia en Stalingrado, con combates dur铆simos entre agosto de 1942 y enero de 1943, contra los agresores del VI Ej茅rcito del mariscal Friederich Von Paulus. Se combat铆a casa a casa y los sovi茅ticos armaron una maniobra de pinzas donde qued贸 encerrado el grueso de la tropa invasora. Aunque Hitler hab铆a prohibido rendirse a sus generales, Von Paulus fue el primer mariscal de campo tomado prisionero, vivo. M谩s de 300.000 de sus hombres se rindieron y en las siguientes batallas otros 90.000 murieron. Ese fue un punto de inflexi贸n de la Gran Guerra Patria y de la II Guerra Mundial. Despu茅s de esa derrota nazi vinieron otras y las tropas sovi茅ticas conducidas por los generales Zhukov, Konstant铆n Rokossovski e Iv谩n Konev empezaron su contraataque que ten铆a como objetivo la capital alemana.
Despu茅s de liberar Polonia, Austria, Hungr铆a y Checoslovaquia, las columnas sovi茅ticas llegaron a las cercan铆as de Berl铆n, que finalmente tomaron. Un s铆mbolo de eso fue el 30 de abril de 1945 cuando tres soldados pusieron la bandera roja a flamear en los techos de la Reichstag, el parlamento.
Hitler y su mujer se suicidaron en esos d铆as, igual que su ministro de propaganda Joseph Goebbels y su esposa, luego de envenenar a sus seis hijos. Era el final del r茅gimen nazi. Los restos de sus ej茅rcitos, con el mariscal Wilhem Keitel, se rindieron entre el 7 y 8 de mayo ante Zhukov y Rokossovski. Muchos otros jerarcas trataron de huir en direcci贸n a tropas estadounidenses e inglesas, buscando protecci贸n. Sab铆an que sus cr铆menes mayores los hab铆an cometido en el frente sovi茅tico. Otros capos nazis fueron protegidos por el Vaticano porque el Papa P铆o XII fue bastante filofascista, para huir hacia otros pa铆ses. Por caso a Argentina, gobernada por el general Per贸n, donde recalaron muchos de esos nazis, como Adolf Eichmann y Erich Priebke.
EL MUNDO DEBE DAR GRACIAS A MOSC脷
Hollywood y m谩s modernamente los medios de desinformaci贸n audiovisuales y las redes digitales insisten en que el protagonista de la victoria sobre Alemania habr铆an sido EE UU y los aliados. Falso, de falsedad absoluta.
Los hechos reci茅n rese帽ados demuestran que entre 1939 y 1941 los germanos no tuvieron desgaste ni guerra en serio. Esta comenz贸 reci茅n con la “Operaci贸n Barbarroja” en 1941, en el frente ruso, que fue el principal desde all铆 hasta 1945, durando 1.418 d铆as. El “Segundo Frente”, que Stalin reclam贸 tantas veces a los aliados, reci茅n se concret贸 en Normand铆a, en junio de 1944, al a帽o siguiente de la sufrida victoria de Stalingrado que dio vuelta la taba de la guerra. Es verdad que desde 1942 los norteamericanos e ingleses hac铆an llegar algunos suministros y ayuda a la URSS. Esta soportaba el peso fundamental de la contienda en su territorio, a diferencia de los estadounidenses que se sumaron a la guerra despu茅s de ser atacados por Jap贸n en Pearl Harbour, en diciembre de 1941, pero nunca pelearon en su pa铆s. Esta fue una de las razones por las que, luego de la contienda, pudieron subir en el podio imperialista y suplantar al Reino Unido.
La clave del triunfo fue subrayada por Stalin: “La confianza del pueblo sovi茅tico a su gobierno fue el momento decisivo que asegur贸 la victoria hist贸rica sobre el enemigo de toda la humanidad, el nazismo”.
La bandera sovi茅tica flameando en el Reichstag es una prueba de qui茅n venci贸 a qui茅n. La otra demostraci贸n es el n煤mero de muertos: 27 millones de sovi茅ticos, entre su poblaci贸n civil, militares y milicianos. El total de v铆ctimas en esa contienda fue de 60 millones aproximadamente y, casi la mitad los puso la URSS. Es que los soldados del Wehrmacht recibieron estas instrucciones: “Mata a cualquier ruso, sovi茅tico, no te detengas si es un anciano, una mujer o un ni帽o – mata. As铆 te salvar谩s de la muerte, asegurar谩s el futuro de tu familia y te cubrir谩s de gloria para siempre”.
EE UU tuvo 298.000 muertos, en tanto las p茅rdidas de Gran Breta帽a y Francia se estimaron en 450.000 y 600.000 respectivamente. Son cifras dolorosas, pero muy inferiores a los 27 millones de sovi茅ticos, 6 millones de alemanes y 6 millones de polacos. O sea que en ese frente oriental muri贸 el 60 por ciento de todas las v铆ctimas de la II Guerra. El 80 por ciento de las bajas alemanas se produjeron all铆, frente a los sovi茅ticos. Esta es la historia real, por m谩s que las pel铆culas y series tengan otros h茅roes.
Lo peor es que esto no es un pasado de 78 a帽os. Hoy Washington y la OTAN hacen la guerra contra Rusia desde Ucrania, con apoyo del r茅gimen ucronazi de Volodimir Zelenski. La agresi贸n yanqui sanciona a Mosc煤 en lo econ贸mico y financiero, en pol铆tica hace otro tanto y env铆a armamento, con la Uni贸n Europea sigui茅ndolo como un perro faldero. Ellos expanden la rusofobia por todo el mundo. Quiere decir que Goebbels muri贸 f铆sicamente con su esposa e hijos en 1945, pero su “miente, miente” dej贸 prole y descendencia pol铆tica.