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La “Generación Diezmada” no luchaba por renegociar la Dependencia

OPINIÓN de Sergio Ortiz

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Wado de Pedro distinguido por Mario Montoto, de la Cámara Empresaria Argentino Israelí y por el embajador de Israel, Eyal Sela.

CFK EN 2020 ACEPTÓ AL FMI Y AHORA QUIERE SER COREA DEL SUR

LA SEMANA POLÍTICA

ERA LIBERACIÓN O DEPENDENCIA, NO MALASIA Y COREA DEL SUR

La mayoría del Frente de Todos, menos Alberto Fernández, excluido de las invitaciones, se dio cita el 25 de mayo en la histórica Plaza, para escuchar a Cristina Fernández de Kirchner. El motivo alegado era recordar los 20 años transcurridos desde la asunción de Néstor Kirchner. Sin negar ese aspecto, el motivo central fue tratar de amalgamar un desperdigado peronismo alrededor de la “Jefa”. Y a pesar de que ella ya había hecho oído sordo dos veces en forma expresa al “operativo Clamor” de “Cristina 2023”, muchos asistentes tenían la esperanza que revisara esa negativa. O al menos, en plan B, que dijera algo concreto sobre las candidaturas. Error. Nada de eso ocurrió.

Esas carencias no le quitan mérito al acto. Para la oposición y los críticos, no fueron más de 60.000 los asistentes. Para los K fueron muchísimos más, con el plus de un tiempo lluvioso, que requirió un aguante mayor de los mojados con tal de mostrar su cariño a la dirigente de un gobierno en crisis. La elección de las fechas es una opción política e ideológica. La del 25 de mayo es muy buena porque coincide con la formación del primer gobierno patrio en 1810. En cambio el peronismo no hizo nada por el 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, ni por el 29 de mayo, a 54 años del Cordobazo, una preinsurrección que abrió una situación revolucionaria, para decirlo en términos leninistas. Esa rebelión con los trabajadores mecánicos y lucifuercistas al frente, dio nacimiento a la Generación del ‘70, que luchó por la Segunda y Definitiva Independencia, y por el socialismo (a secas en la nueva izquierda y con el aditamento de “nacional” en el peronismo revolucionario).

Cristina planteó cuatro propuestas programáticas, de cara a las elecciones y para quien gobierne a partir de diciembre.

El primer punto fue renegociar el acuerdo con el FMI porque “va a ser imposible pagarlo”. ¡Tarde piaste vicepresidenta! Cuando ese acuerdo de cogobierno se firmó en marzo de 2020, las tres patas del gobierno, ella incluida, dijeron que no contenía ajuste y era positivo. Ahora sugirió pagar pero que “en todo caso que lo aten a un porcentaje de exportaciones pero, que dejen de querer dirigir la política y clausurarnos la industrialización del país y convertirnos únicamente en proveedores de materia prima”. Aclaración: el modelo agrosojero, minero, extractivista y exportador no es sólo del FMI sino del gobierno de Frente de Todos, en especial de Fernández y Sergio Massa. CFK le adiciona algún elemento “industrialista”, en onda con Techint y otros monopolios.

El segundo elemento propuesto fue “una alianza entre lo público y lo privado” para regular recursos estratégicos como el gas de Vaca Muerta y el litio. Esto no es nuevo. Es reafirmar el servicio del Estado para con Chevron, Panamerican, Petronas, Vista y Tecpetrol en Vaca Muerta, y también con el resto del monopolio de Paolo Rocca, al que adjudicaron la obra de construcción del “gasoducto Néstor Kirchner”, los caños y la ingeniería.

El tercer punto fue “el pacto democrático”. La clave sería evitar la violencia política. Obvio, evitarla entre los partidos patronales, del gobierno y oposición, entre “los de arriba”. Porque para “los de abajo”, hay pistolas Taser acordadas para usar por unos y otros. Hay represión policial de gobiernos provinciales de diferente signo: en CABA, Córdoba, Salta, Río Negro, Mendoza, etc. Además la oradora estaba igualando la violencia política como si fuera siempre repudiable. ¿Se olvidó del apotegma peronista de que, en manos del pueblo, no es violencia sino justicia?

El cuarto aspecto fue “hay que volver a darle al país un Poder Judicial porque este se ha evaporado entre las tramoyas de una camarilla indigna”. Coincidimos y reconocemos que CFK, en su segundo gobierno, impulsó reformas positivas luego bloqueadas por la Corte Suprema. Para cambiar el Poder Judicial se necesita una reforma a la Constitución. Y el kirchnerismo nunca se lo planteó. Cuando sectores internos más avanzados lo intentaron en 2011, Cristina en persona los desautorizó y retó. Y chau reforma...

Esos cuatro puntos programáticos confirman que su objetivo es renegociar la dependencia actual. Al criticar a los vasallos semicoloniales que no quieren definir al litio como “material estratégico” (en ese caso sería administrado por Nación), CFK expresó: “¡Pero qué vocación de colonia, hermano! ¡Qué vocación de volver a ser Potosí, ponete en la cabeza ser Malasia, ser Corea pero, no volver a ser Potosí por favor!”.

El objetivo kirchnerista es ser Malasia o Corea del Sur, capitalistas dependientes. El segundo es decididamente anticomunista y proimperialista, con bases militares y 30.000 soldados de EE UU, más armas nucleares apuntadas a Beijing. ¿Eso quiere Cristina? No es el país liberado por el que peleaba la “Generación diezmada” de los ‘70. El discurso y la práctica de Cristina, en cambio, es la renegociación de la dependencia. Embellecerla sin romperla.

CUATRO AL HILO

Aunque la oradora no bendijo formalmente a ningún candidato, es un secreto a voces el cuarteto que más le gusta. Y no fue casual que detrás de ella, en la Plaza de Mayo, ubicara esos cuatro preferidos: Axel Kicillof, Máximo Kirchner, Wado de Pedro y Sergio Massa. De ahí van a salir los candidatos a presidente, a gobernador de Buenos Aires, a primer senador y primer diputado por esa provincia. El orden de los factores, como en la matemáticas, no altera del producto de renegociar la dependencia, sin romperla. Habrá matices porque esos personajes no son exactamente iguales; el peor de todos es Massa, viejo y asiduo visitante a la embajada de Estados Unidos donde iba a hablar pestes de Néstor y Cristina. Su prontuario sigue igual hasta nuestros días, como aliado del embajador Marc Stanley, y aceitados contactos con Jane Sullivan y Juan González, altos funcionarios de la administración Biden.

Desde que es súper ministro de Economía y pilotea el ajuste junto con FMI, se tutea con Kristalina Georgieva y Gita Gopinath, las número 1 y 2 de esa entidad. Por momentos regatea el precio del ajuste, en línea con la renegociación de la dependencia, pero solo para reunir dólares y seguir pagando la ilegítima deuda externa que araña los 400.000 millones de dólares.

Massa rompió el Frente para la Victoria en 2013 para armar el Frente Renovador. Fue aliado de Francisco de Narváez y Mauricio Macri, acompañó a éste al Foro de Davos, votó junto al Frente Renovador muchas leyes de ajuste al gobierno macrista, etc. Al igual que Alberto Fernández en 2015, fue de los críticos al gobierno de Cristina mintiendo que asesinaron al fiscal Alberto Nisman, un delincuente y suicida. Massa lleva el cartel de hombre de la Embassy pegado en la frente. No puede ni quiere ocultarlo. Los gobernadores de su agrupación, como el de Salta Gustavo Sáenz y el de Chubut Mariano Arcioni, entregan nuestros recursos, pagan sueldos de hambre, reprimen a docentes y personal de Salud, y aprueban leyes “antipiquetes”.

La carátula de Wado de Pedro luce diferente. Lo favorece ser hijo de desaparecidos durante el terrorismo de Estado. De ahí que se interpretó sería el presidenciable cuando Cristina planteó que deben tomar la posta los hijos de la “Generación diezmada”. Como viene de una familia asesinada, el ministro del Interior cumple el requisito. No así desde lo político, que es mucho más importante que el apellido y la procedencia.

En abril de 2022 Wado y varios gobernadores, entre ellos Rodolfo Suárez, de Juntos por el Cambio, de Mendoza, y Arabela Carreras, de Juntos Somos Río Negro, visitaron Israel. Los llevó la entonces embajadora Galil Ronen. Así anudaron los convenios que entregaron el agua de siete provincias a la israelí Mekorot. Además de la empresa beneficiada, esos arreglos provocaron alegría en Guillermo Yanco, esposo de Patricia Bullrich, y coequiper de Mario Montoto, presidente de la Cámara de Comercio Argentino Israelí. El primer fruto podrido de ese viaje se vio en septiembre de 2022 cuando firmaron el acuerdo con Mekorot las provincias de San Juan y Mendoza, una oficialista y otra opositora, en ceremonia con Wado, Montoto y la embajada. En reconocimiento, el 2 de diciembre de 2022, en el evento anual de la Cámara de Montoto, Wado fue distinguido por el actual embajador Eyal Sela.

La segunda entrega acuífera fue en febrero de 2023 cuando firmaron los gobernadores de Catamarca, Formosa, La Rioja, Río Negro y Santa Cruz. Otra vez, bajo la batuta de Wado, peronistas y macristas, de rodillas ante Tel Aviv.

WADO ES EXPOAGRO DE CLARÍN Y LA NACIÓN

Al firmar esos acuerdos tan poco nacionales y populares, el ministro elogió a Israel aludiendo a dos logros: la baja de la inflación y el manejo del agua. De los crímenes contra los palestinos y agresiones a Siria y El Líbano, ni una palabra. La “Generación diezmada”, además de defender nuestros recursos naturales, era solidaria con Palestina y muy crítica del sionismo.

Por otro lado Wado se dedica a anudar vínculos con Estados Unidos. Eso se lo debe haber enseñado Massa porque la Generación del ‘70 cantaba “Qué lindo que va a ser, el Hospital de niños en el Sheraton Hotel”. En septiembre del 2022 presidió una delegación de 9 gobernadores del “Grupo Norte Grande”, que fueron a Washington a ofrecer negocios y pedir inversiones. Estaban los oficialistas Gildo Insfrán de Formosa, Ricardo Quintela de La Rioja, Raúl Jalil de Catamarca, Gerardo Zamora de Santiago del Estero, Jorge Capitanich de Chaco, Gustavo Sáenz de Salta; y el vicepresidente de la Legislatura de Tucumán, Regino Amado. También Gerardo Morales de Jujuy y Oscar Ahuad Herrera de Misiones. Actuaron sin grietas pasando la gorra por el Banco Mundial, el BID y el Departamento de Estado, siempre con Wado a la cabeza.

También tiene apoyos internos, además de Cristina. Algunos de sus avalistas no le suman mucho, como Hugo Yasky, de la inmóvil CTA que hace muy poco por los trabajadores. Y otros directamente restan, como el corrupto Luis Barrionuevo (alias “si dejamos de robar dos años”), que también apoyó la candidatura.

Otros asuntos deberían dejar pensando a los votantes honrados que tienen expectativas en Wado. El 7 de marzo pasado participó del tradicional corte de cintas dejando inaugurada la Expoagro en San Nicolás, muestra organizada por Clarín y La Nación. También estuvieron dueños, directivos de Clarín y La Nación, José Aranda y Fernán Saguier, y los de Exponenciar, Martín Schvartzman y Alberto Marina. Luego de su recorrida, De Pedro dio una conferencia de prensa, donde planteó que “el campo es parte esencial de la vida de los argentinos. Es necesario volver a unir al peronismo con el campo”. Se reivindicó como productor agropecuario en Mercedes y se ufanó de los convenios de siete provincias y la empresa de agua de Israel.

Obviamente todos y todas tienen derecho a votarlo si Wado, pero no es sinónimo de la Generación que luchó contra la oligarquía y el imperialismo. Fuera del apellido no tiene nada en común con los 30.000 desaparecidos.

Por supuesto que los programas propuestos por la derecha de Juntos por el Cambio, de devaluar el primer día, de anular conquistas sociales y la reciente moratoria previsional, hacer reforma laboral en sentido antiobrero, amplificar el gatillo fácil policial, volver a endeudarnos con el FMI y hacer de furgón de cola de EE UU, es bastante peor que lo que oferta el Frente de Todos. Peor programa y candidatos como Bullrich y Rodríguez Larreta. Ni hablar del fascista Javier Milei, que quiere dolarizar, dinamitar el Banco Central, entregar el país como su admirado Domingo Cavallo, eliminar la Educación Sexual Integral, comerciar “libremente” órganos, decretar la libre portación de armas, etc.

Esa oposición de derecha y el facho libertario Milei proponen una colonia yanqui y vestirnos de naranja como presos de Guantánamo. Sería funesto. Sin embargo, como continuadores y sobrevivientes de la Generación del ‘70, tampoco nos resignamos a ser víctimas del ajuste del actual gobierno y el FMI. No queremos que el pueblo muera bajo la línea de pobreza y el peso de la deuda externa, con inflación del 130 por ciento anual y ganancias extraordinarias de Techint, Arcor, Cargill, Molinos, Ledesma, Mercado Libre y demás monopolios y bancos.

Volver a la colonia sería un traición a Moreno, Belgrano, Monteagudo, Azurduy, Güemes y San Martín. Convertirnos en Malasia y Corea del Sur sería una traición a esos patriotas y también a los revolucionarios como el Che Guevara, Rodolfo Walsh, Mario R. Santucho, Roberto Cristina, Armando Croatto, Domingo Menna, Norma Arrostito, Elías Semán, Alicia Eguren, Agustín Tosco, los Mártires de Trelew, Miguel Ragone, Miguel H. Vaca Narvaja, Beatriz Perosio, los 12 de la Santa Cruz, Luis Aredez, Haroldo Conti, Raymundo Gleyzer, Jorge Weisz, obispo Enrique Angelelli, los curas palotinos, Víctor Hugo Paciaroni, jóvenes de la Noche de los lápices y los 30.000 compañerxs. Ojo. De la traición no se vuelve. Bullrich y Montoto son dos casos flagrantes.





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