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El dogma capitalista y sus f贸siles

OPINI脫N de Jorge Majfud


Caminando por el Ca帽贸n del Colorado no es raro encontrarse con un trozo de 谩rbol que se petrific贸 millones de a帽os atr谩s. Petrificar significa inmovilizarse, pero, para inmovilizarse, ese trozo de madera debi贸 dejar de ser madera para convertirse en piedra. Lo mismo cuando vemos una hoja estampada en una roca que ha sido abierta, un caracol, un pez o una abeja fosilizada 70 millones de a帽os atr谩s. Esos f贸siles ya no son madera, no son huesos, no son carne sino, b谩sicamente, roca. Lo que vemos es la forma, el reflejo de un pasado lejano, no su naturaleza original.




El mismo proceso ocurre con las ideas fundadoras, desde las religiosas hasta las ideol贸gicas. Pero el dogm谩tico no es el radical (aquel que va a la ra铆z), ni el original (aquel que va al origen), sino aquel que transforma una forma original, una idea viva, en un fetiche fosilizado. En tiempos de Jes煤s, por ejemplo, el conflicto con los maestros de la ley y los fariseos que administraban la religi贸n desde el poder, como hoy lo hacen los legisladores de una rep煤blica bananera, eran quienes hab铆an conservado la forma pero no el contenido.

Lo mismo ocurre con la constituci贸n de Estados Unidos y de muchos otros pa铆ses, sobre todo aquellos orgullosos que lograron someter a otros pueblos por la gracia de Dios. La obsesi贸n radica en deducir e interpretar correctamente la intenci贸n original de quienes vivieron hace 250 a帽os, hablaron un ingl茅s bastante diferente al actual y, sobre todo, vivieron en un mundo que ha desaparecido. Una obsesi贸n b铆blica por alcanzar a trav茅s del texto la intenci贸n divina de gente que no ten铆a idea de la realidad y de los problemas de diez generaciones posteriores.

Un ejemplo cl谩sico es la discusi贸n que rodea la Segunda Enmienda: esa simple l铆nea ¿se refiere al derecho de portar armas de una “milicia regulada” o de individuos desconectados, ejerciendo el dogma del derecho individual, como el derecho a la propiedad, por encima de cualquier otro derecho? El vers铆culo sagrado dice: “Siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, no se violar谩 el derecho del pueblo a poseer y portar armas” (A well regulated Militia being necessary to the security of a free State, the right of the people to keep and bear Arms, shall not be infringed”). Est谩 de m谩s recordar que tanto en la constituci贸n como en las leyes la palabra “gente” o “pueblo” (people) se refiere a hombres blancos. Por entonces ni siquiera era necesario aclararlo. Tambi茅n se ha echado al olvido que por d茅cadas, la “milicia bien organizada” fue la polic铆a original, y su derecho a portar armas era consistente con su casi 煤nica funci贸n: mantener a los esclavos felices y produciendo en paz, seg煤n del principio de “la ley y el orden”.

La interpretaci贸n conservadora y literal de la Asociaci贸n Nacional del Rifle y de los evangelizados defensores de las armas consiste en ignorar lo de “milicia regulada” e interpretar “people” no como pueblo sino como “individuos”. Si aplicamos el an谩lisis de la estructura profunda del lenguaje (la UG de Chomsky) las interpretaciones conservadoras se desarman como un castillo de naipes. Sin embargo, aun dejando de lado estos detalles lig煤sticos, lo m谩s objetivo que podemos decir es que, m谩s all谩 de la interpretaci贸n del texto sagrado, es que ha sido la interpretaci贸n neoconservadora de la derecha republicana la que ha dominado en los congresos y en la altamente politizada y conservadora Suprema Corte, logrando que Estados Unidos sea un arsenal de armas en nombre de una seguridad que nunca ha llegado debido a las masacres diarias.

¿Es necesario leer esa l铆nea de una constituci贸n o de una ley como un fan谩tico religioso lee un texto sagrado que asume fue escrito por la mano de Dios? ¿O podemos entender que los llamados Padres fundadores no s贸lo eran hombres mortales sino, adem谩s, poderosos due帽os de esclavos que organizaron una constituci贸n, sus enmiendas y casi todas las leyes a su imagen y conveniencia―en nombre de principios universales?

Lo mismo podemos ver en las interpretaciones ideol贸gicas que se convierten en dogmas. Todas las grandes ideas, aquellas que se han expandido a distintos pueblos y distintas generaciones, sufren un observable proceso de fosilizaci贸n―que, como un f贸sil, tambi茅n es un proceso de simplificaci贸n y transmutaci贸n en otra cosa. Con esto no me refiero s贸lo a una fijaci贸n e incapacidad para el cambio, sino lo contrario. Es un lugar com煤n acusar a los marxistas de ser dogm谩ticos, a pesar de que es una de las corrientes de pensamiento m谩s abiertas a correcciones y nuevas interpretaciones de su propia ideolog铆a o interpretaci贸n del mundo. No por casualidad, la izquierda ha estado hist贸ricamente m谩s fragmentada pol铆ticamente que la derecha. La raz贸n, entiendo, radica en que, pese a la multiplicidad de recursos tradicionales (religi贸n, patria, orden, capital, propiedad) a la derecha la unen los intereses econ贸micos, que son los que dominan el mundo, mientras que la izquierda ha pasado la mayor parte de su historia deliberando diferentes estrategias de resistencia a ese poder.

Por lo general, las acusaciones sobre el dogmatismo de la cr铆tica marxista proceden del otro extremo del espectro pol铆tico, los liberales de cart贸n de la extrema derecha. Sus f贸siles suelen ser profetas como Adam Smith o Milton Friedman―un radical, pero versi贸n moderada de Friedrich von Hayek. Sus lecturas est谩n fosilizadas y s贸lo mantienen la forma, como las ideas de la “libertad de mercado”, la “libre competencia”, “las empresas privadas lo hacen mejor”, “la mano invisible del mercado” o el principio del “ego铆smo como motor del progreso”, cuando el mismo Smith nunca alcanz贸 este grado de simplificaci贸n f贸sil. Por no seguir con Peter Schumpeter, que dos siglos despu茅s tambi茅n advirti贸 sobre la contradicci贸n liberal que lleva a la concentraci贸n de las grandes corporaciones privadas.

Por no seguir con la palabra y la idea de “libertad”, secuestrada, violada, fosilizada, triturada, vaciada de sentido y arrojada a las cloacas discursivas de pol铆ticos que si por algo se identifican es con sus socios de la extrema derecha, de las viejas y nuevas dictaduras, de los viejos y nuevos empresarios dedicados a exterminar cualquier competencia y la libertad humana de cualquiera que no pertenezca a sus reducidos c铆rculos de intereses feudales.  

Este fanatismo capitalista que madur贸 en el siglo XVII y que ya se encuentra en el CTI, no s贸lo fosiliz贸 sus propias ideas sino la misma existencia humana, simplific谩ndola al extremo de la esclavitud voluntaria del individuo-masa, del individuo-cosa que se cree libre por el solo hecho de gritarlo con fuerza y con toda la ira que procede de su propia frustraci贸n.

En una entrevista de setiembre de 2022, analizando los graves problemas presentes y el problema del futuro de Estados Unidos, el economista Nicholas Eberstadt, fue categ贸rico: “lo que realmente necesitamos en lugar de un Premio Nobel de econom铆a es un Premio Nobel de literatura, porque el problema es el Zeitgeist, el coraz贸n humano, de todas las cosas que dan sentido a la humanidad”.

jorge majfud, junio 2023





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