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Judith Gómez: “¿Un Gobierno de godos? No, no”

Hija de Paulino Gómez, el último ministro de la Gobernación de la República española, se fue de España con 13 años

Por Irene Escudero |Bogotá (EFE).- Judith Gómez, hija del último ministro de la Gobernación de la República española, dice que no habla de política porque no quiere pelear.

Se fue con 13 años de España y aún desde el exilio en Colombia, después de votar para las elecciones generales del 23 de julio, mira con cierto desdén la posible entrada de un partido de ultraderecha de nuevo al Gobierno.

“¿Un Gobierno de godos? No, no”, dice Gómez. Después de 80 años en Colombia adopta el término popular colombiano para los conservadores, los de derecha o extrema derecha, pero explica con una sonrisa: “yo llamo godos a los fachis”.

La ciudadana española Judith Gómez (d) saluda al embajador de España en Colombia, Joaquín María de Arístegui (i), a su llegada el 17 de julio de 2023 al Consulado General de España en Bogotá (Colombia). EFE/ Carlos Ortega

Acompañada de su sobrina, la última exiliada en Colombia acude a votar al consulado de España en Bogotá y, aunque no selecciona ella misma las papeletas pues la vista a los 95 años ya le falla, dice orgullosa: “Soy liberal aquí en Colombia, pero en España soy socialista”.

Es hija de Paulino Gómez, el último ministro de la Gobernación (Interior) de la República, durante el Gobierno de Juan Negrín, el gobierno republicano que resistió en España hasta la victoria de Francisco Franco.

Fue una “niña de la guerra”, los decenas de miles de menores a los que embarcaron solos fuera de España para ponerlos a salvo de los enfrentamientos. A Judith y sus hermanos, Paulino y Eduardo, les enviaron primero al Reino Unido y luego se reunieron con su madre, Judit Basterra, en Francia desde donde partieron a América; primero México y por fin Colombia.

Una vida en ele exilio

La ciudadana española Judith Gómez posa para fotos durante una entrevista con EFE en Bogotá (Colombia). EFE/ Carlos Ortega

“No nos expulsaron, nos salimos”, dice con la voz firme y una memoria brillante a pesar de la edad y de algunos descuidos que le llevan a repetir lo que está más orgullosa: no sabe apenas escribir, pues no pudo ir a la escuela por la guerra y el exilio, pero sabe hablar inglés y francés de su paso por los dos países europeos.

Llegó a Colombia, un país que tuvo cierta reticencia a acoger a republicanos exiliados. Los gobiernos colombianos siempre han sido muy de derechas y tenían miedo que se llenara el país de comunistas, explica de forma espontánea Judith, aunque reconoce el buen trato del entonces presidente Eduardo Santos, quien les dio el asilo a ella y a centenares de españoles que huyeron del franquismo.

Por eso, con un fuerte acento español, se considera orgullosamente colombiana, alega desde su salón en una casa de Teusaquillo, un barrio residencial de Bogotá, ubicada en un edificio con nombre vasco que construyó su hermano, el arquitecto Paulino Gómez Basterra. Y nunca volvió a España porque cuando Franco murió ella ya había construido toda su vida en su nuevo hogar.

La ciudadana española Judith Gómez (i) vota el 17 de julio de 2023 en el Consulado General de España, en Bogotá (Colombia). EFE/ Carlos Ortega

Gracias a su dominio del francés trabajó con el agregado comercial de Suiza en Colombia y dedicó su esfuerzo a la comunidad española, erigiendo la Fundación Española para la Salud para dar cobertura sanitaria a los españoles que no la tenían y el Centro Vasco.

Las veces que ha vuelto a España lo ha hecho como turista y sin hablar de política. “¿Para qué? Si iba a pasar un buen rato, no a ponerme a pelear”, esgrime.

La vuelta de la extrema derecha

Ahora, tras casi 50 años de la muerte de Francisco Franco, las elecciones del próximo domingo podrían dejar un panorama en que la extrema derecha, que defienden valores similares a los de la dictadura, pueda llegar a gobernar si el conservador Partido Popular (PP) los necesita para llegar a la mayoría absoluta en el Congreso y formar gobierno.

Sin embargo, Gómez no se amedrenta e incluso mira con optimismo. “Yo creo que ya se han civilizado un poco, ya no son tan… tan como eran”, dice y da sus razones: “Europa está muy cerca y en Europa no gusta mucho esos partidos que hacen lo que les da la gana”.

Además, se cansó de pelear; “uno no puede vivir peleando con el compatriota por una cuestión política de hace 30 años”, repite. No habla de política porque sabe que quien no quiere ser convencido, no entra en razones.

Así que con una copa de vino en la mano reivindica algo que ella no pudo hacer en España durante décadas: “Hay que ser libre para votar”.

EFE Noticias





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