Enriqueta de la Cruz.- Comenzado apenas el experimento Wagner de hace unos días en Rusia, la intentona de ese mercenario, que no sabemos qué intentona fue en realidad, corrieron las redes, los medios, a interpretar, a querer salirse con la suya (con la versión más conveniente para los belicistas ansiosos por colgar a Putin de un pino y extender la OTAN sin más). Ya era un paseo militar de los mercenarios, ya llegaban a las puertas del Kremlin, ya había huido el gobierno, Putin desde luego que sí; ya la población sacaba bocatas a los valientes “golpistas” y toda clase de barbaridades sin contrastar, vídeos incluidos.
La chiquillería mental (hay cada vez más adultos niños, juguetones… incluso en nuestras televisiones que trata incluso un tema tan serio como la guerra y la muerte de otros cual discusión de barra de bar sobre fútbol o bachata), expandió, se espantó, y dio por hecho. Luego, lo que llamamos Occidente, EE.UU. la pulcra Inglaterra del té a las cinco, se asustaron, pensaron por un momento qué podría haber pasado si realmente hubiera sido un golpe de Estado triunfante el de ese ex cocinero o fontanero de Putin ahora venido a más.
Qué hubiera sido de la guerra, su curso, del propio Occidente acosador, y qué ventajas va teniendo acabar con el conflicto, dejar de alentarlo, dejar de enviar armas, dejar de los absurdos boicots económicos que solo sirven para echar sobre la espalda de los más débiles la enorme carestía de la vida, por primera vez provocada a propósito, no fruto de una necesidad real, de escasez de alimentos y energía, sino fruto de tener que obedecer, por narices, a un imperio, a un estado que vive la guerra sin quemarse, por cuenta de otros, debilitando a sus socios (con esos amigos no hace falta enemigos…). Me refiero, claro está, a Estados Unidos de América, donde la mitad de los ciudadanos, como los de Francia, como los de Alemania, como los de España se preguntan por qué tiene que pagar el pato el pueblo y por qué deben morir soldados que oyen la misma música que aquellos a quienes disparan, aquellos que les disparan; cómo es que hay derecho a enviar a jóvenes de veinte a morir en estos tiempos de desarrollo de inteligencias incluso artificiales.
Occidente tiene miedo y Europa, en lugar de encarar cómo unirse a quienes territorialmente y también culturalmente son también Europa, es decir a la gran Rusia, incorporarla de una vez, se enreda en dispararse al pie por mandato de un amo que la esclaviza y la hace añicos, la hace nada, polvo, ceniza…
Mentes ya están ideando las nuevas fronteras, el nuevo reparto del mundo rapiñador y, en lugar de ello, debíamos aprovechar para nuevas asociaciones fructíferas en pro del desarrollo y el bienestar de la humanidad. Que eso es posible, se puede. Abandonar de una vez por todas el lavado de cerebros, la irracionalidad, el embotamiento a que dan lugar esos críos subidos como buenos gestores del Imperio capitalista a los tronos del poder de Europa, con apariencia democrática de votos que terminan siendo nulos todos, pues estos malos gestores no representan al pueblo sino a intereses de más arriba y si no se representa al pueblo, éste acaba por tomar su sitio, por rebelarse. Es lo que nos enseña la historia. A la fuerza hay un tope, no se puede gobernar en contradirección a los deseos de la mayoría. No por mucho tiempo más. No por siempre.
La propaganda, el brillo, está hoy a favor de tontainas y títeres, de futbolistas y otros famosos y no a favor de hombres del conocimiento, de mujeres verdaderamente relevantes.
Nos gobiernan y son nuestros patronos mentes mercenarias infantilizadas ascendidas a más por los amos, cortijeros de sus cortijos llamados aún naciones, colonizadas completamente, no soberanas.
Google, por ejemplo, ese inventazo, pone a currar a jóvenes voluntariosos que se pasean por Europa con un regalito debajo del brazo que es una taza de esas decoradas con cualquier chorrada de frase que llevan todos los abducidos en la manita a su curre de mil horas mal retribuidas de trabajos que caen de un día para el otro y te quedas en la calle. Y así, con poco gasto, se presentan en países y les chupa el poder hasta las bibliotecas para supuestamente dar acceso global y universal y gratis al conocimiento para luego, al poco, cobrar por los libros a los usuarios, hacer negocio.
Entre los políticos creídos de lo más de la izquierda que no quiere hablar de izquierda (es lo cool) pero cobran pasando por tal (piden el voto como tal), impera la chochez de los infantes prematuramente viejunos y la falta absoluta de escrúpulos para venderse al mejor postor. Y eso está cundiendo entre jóvenes majos pero con pocos referentes sólidos o a los que se obliga a llevar cadenas, a tener una vida en vilo y a comprar cualquier imposición como normalidad o modernidad incluso. Si gente se da cuenta y abandona Podemos y otros “emos” y el PSOE, definitivamente desengañados y hasta horrorizados, y no vota o lo hace en blanco, si hay discusión interna, el problema es que hay mucho trepa y también gente que no despierta de su complejo de ser ellos mismos, o hijos de la mismísima Transición. Y no se rompe con este lastre.
Nos predican esos instaladillos de “supuesto abajo” con el ejemplo de la precariedad y el trabajo gratis con “voluntarios” en sus mismos partidos que les hacen las campañas mientras los contratadores (esos trepas) se llenan los bolsillos; predican con la impostura, nos predican con la competitividad predadora y que ahoga (incluso en las relaciones personales donde se está peleando desde muy arriba porque se rompan los lazos más humanos y elementales, para que predomine el egoísmo feroz, la soledad y para que en lugar del amor haya que estar siempre pendiente de estar a todo, de no fallar, de estar mu guapo, mu súper, destacar, dar lo más, en una palabra: de la productividad, del plus… como en las empresas; para un caso de amor libre pactado y molón que se da, hay cien mil de impostura: casos que son los cuernos de toda la vida, disfrazados de aceptación por el-la ninguneado-a, formas de las que se aprovechan los aprovechados, pero que hay que aceptar con una sonrisa cínica, que dañan igual que si no fueran moda, pero que hay que aceptar, sí, porque si no nos cancelan por nuestras opiniones, percepciones, atrevimientos…, por no encajar en la dictadura de estos chiflados y gestores del Sistema que nos quiere así, hechos una mierda, que quieren echarnos sus culpas y que nos sintamos culpables de “no llegar” de “haber no dado el cien por cien”, disculpando el daño que nos hagan).
Predican con políticas que no dejan vivir a nuestros jóvenes, con leyes que con apariencia de liberalidad, de apoyo a la diferencia, hunden a la infancia en la crisis de identidad en los años de mayor vulnerabilidad (como han hecho siempre los curas alienantes, antes) poniendo de moda lo que ya hubo y rechazamos; dando pasos más peligrosos: haciendo moda y apología de la mutilación y hormonación venenosa de la pubertad, del sadismo, de la aberración incluso, de la práctica del lavado de cerebro. Contaminan y buscan en nosotros contaminadores; funcionan como los pedófilos. Les interesa propagar, tener propagadores. Funcionan como las sectas. Funcionan como mentes enfermas que nos programan.
Predican y practican la censura, la no presunción de inocencia, el apartamiento y la lista negra inquisitorial, las orejas de burro y la quema de todo aquel que piense diferente. Se constituyen en nueva religión, laica, pero descaradamente componedora, hacedora de procesos irreversibles y contaminantes que de haberlos propagado la derechona o El Vaticano abiertamente estaríamos con el grito en el cielo, como es la pedofilia, el decir, que los chavales púberes o de cualquier edad pueden tener sexo con quienes quieran….
Y todo ello sin que se rebele aún la calle, los que tienen la patria potestad de los críos, por ejemplo, y los paren a esos locos aquellos que cuidan a los críos, y les dan de comer más allá de los treinta años porque este sistema cabrón del que esos cabroncetes son gestores, sencillamente pone así las condiciones: que no se pueda vivir, tener un proyecto, un trabajo, un techo, un apoyo real, sólido, todo lo que de boquilla se dice, sí, que es un derecho y se escribe en las leyes, leyes que terminan siendo papel mojado, cero, desde el minuto uno, desde antes de hacerlas.
Se ríen de nosotros gente ni siquiera mínimamente preparada sino para poner el cazo al poder más cutre y destructivo, el que abre casinos a las puertas de nuestros colegios, el que financia con ludopatía sus vicios, el que ha matado a miles de obreros y obreras, a la clase trabajadora desde siempre…
Las palabras aquellas de aquel profesor que una vez se dijo anarquista y soñador y luego fue chantajeado, comprado con el terror y el miedo, pillado por las pelas por los chicos de la red Gladio española, aquellas palabras de “a colocarse” en tiempos de crecimiento escandaloso del paro y del alarmante subidón de la heroína que acabó con barrios enteros de jóvenes de padres obreros, sencillos, humildes… Ese asqueroso llamamiento aún resuena entre quienes nos hemos criado en esos barrios y hemos visto morir a nuestros amigos, exterminar una generación entera, anularla.
Luego llegó el bromazo de que todos los que no fueran hijos de golpistas (bien situados desde la cuna aunque no valieran una mierda pese a los colegios de pago), tuvieran que buscarse la vida fuera, en el extranjero, chupados por proyectos de miseria, por oenegés arrambladoras de recursos públicos detrás de las cuales en muchos casos la misma mano de los chupadores de recursos de siempre. Chicos que no tenía retorno como otros pijitos que lo hicieron por snobismo sí tenían, porque sus papis tenían de reserva reservada aquí colocaciones para ellos, para cuando sentaran un poco la cabeza y regresaran de ver mundos, y pisos grandes en las mejores zonas de nuestras ciudades porque para eso los abuelos lo pelearon el 18 de julio, matando rojos.
Sigue el bromazo y después se exterminó a los chicos con la anorexia porque unos gilis nos hicieron ver que no se podía pasar de la talla de los escuálidos mentales de la moda. Y esa lacra afectó de nuevo, hirió de muerte a miles de familias proletarias. Y principalmente a mujeres niñas porque las mujeres son el blanco predilecto de tanto enfermo… El capital siempre gana.
Ahora aumentan alarmantemente las mutilaciones y hay gilis de abuelos y padres que no se dan cuenta de lo que está pasando, de la cantidad de enfermedades que están haciendo germinar y suicidios que están preparándose, y muertes mil, que no se dan cuenta de que ya directamente se meten mano a nuestros infantes, a sus hijos y nietos, descaradamente, por la cara, a la vista de todos, en plan físico y mental y se está propagando la pandemia de las dudas de identidad, arropados en la falsa pero eficaz creencia de que lo que se está haciendo es defender a los gays, lesbianas, etc., la diversidad. Olé con la diversidad, cero discriminación, eso se suscribe, es lo correcto, pero no metáis mano a la infancia, la infancia no se toca y hay que plantarse.
Los mismos ricachos que tienen empresas, bancos, instituciones, ¿por qué no se atreven a aceptar empleados que vayan travestidos o se manifiesten en sus horas de trabajo como son en realidad?, ¿por qué? Eso sí se debía imponer, ser cada cual todas las horas del día, en el curre, en cualquier lado, no solo el día del orgullo, pero eso no, de eso nada; nada de leyes contra la no discriminación real por razones de identidad. Solo otras cosas, porque son otros los objetivos reales los que hay ahí y se engrasan con dólares. No se quiere integrar la diversidad, se la quiere sumisa y moldeable, débil y guerrera solo en el ámbito doméstico y en los días que toca, no en el ámbito del capital. Se la quiere vigilada y monitorizada. Abramos los ojitos.
El patriarcado capitalista una vez más se impone modelando la sociedad a sus intereses, siguiendo con su destrucción y utilizando los mismos verdugos que aquí, desde el pacto traidor del 78 del pasado siglo, se ha apoderado (con complejo de subyugados, de miedosos, de vendidos), de nuestra supuesta izquierda. No es izquierda, son cooptados, son sin escrúpulos, s.a.; no son la clase obrera, no son hijos del pueblo de verdad, no tenemos que engañarnos más. Y los que haya que los sean, que conformen verdaderos proyectos, que se salgan de la estafa y recuperen su fuerza. Los esperamos de corazón.
Ahora que se etiqueta todo se han inventado esa palabreja de woke, los canceladores. Nada nuevo bajo el sol. La delación, el apartamiento de quien no comulga con la rueda de molino atragantadora, asfixiadora del gran capital tío Gilito, es matado, anulado. Nada nuevo. La novedad: hemos dejado que los nuevos acusicas de cole, los que valen menos de nuestra sociedad, ocupen los puestos de poder y está en nuestras manos bajarlos de ahí, crear otro mundo posible sin impostores ni imposturas, con una verdadera izquierda igualadora, fraternal, solidaria, con un nuevo proyecto alternativo, creador, que impulse la razón y la fuerza creadora, el verdadero amor a la humanidad toda.
Pero para llegar al sueño de Proudhon de hermanos fraternales hay que tener claro primero que la lucha de clase existe como las guerras y que son propiciadas no por el pueblo y la clase proletaria, sino por los asesinos que quieren todo para ellos y casi nada para los demás: solo dan al esclavo lo que les permita reproducirse para que ellos cuenten con más esclavos en silencio de corderos a los que cortarles el pene o las tetas, y el cerebro, mutilarles a conveniencia igual que antes se miraban los dientes y los músculos al robar esclavos para meter en los barcos y violarlos y explotarlos. Nada nuevo, salvo que tenemos que despertar y dejar de decir tontería seguidistas y de pensar de acuerdo con el lavado de cerebros que nos hacen con esa lobotomía robótica. Tenemos que dejar de dejar espacio al fascismo, a la extrema mierda capitalista, a los falso liberales, dejar de dar carnaza a esos tipos, porque la verdadera denuncia de nuestra aniquilación debe de partir de la izquierda reseteada, puesta a serlo de veras, reorganizada, consciente, viva, vitalizadora, creadora de vida, constructora y no matadora.
Debemos dejar de engañarnos, dejar atrás el miedo paralizante que en este país representó y asentó la dictadura con sus cuarenta años, con sus días y noches, sombras perpetuas, y la posguerra y la postransición, hija de un espíritu del 18 de julio, que dura y perdura un siglo después del siglo pasado. Va para el siglo todo esto, el bromazo.
Ya es hora de empoderarse de verdad, de decir las verdades, de defender a nuestra infancia, que esto no les corresponde precisamente a los que antes también les metieron mano al cuerpo y al cerebro y lo siguen haciendo pese a sus manifestaciones cínicas: los robadores de niños, la iglesia, la derecha, el capital, los guapetes de esta tierra de ignominia donde los señoritos tenían y tienen sus matarifes que le hacen el trabajo sucio, que se manchan las botas y las manos de sangre inocente, y su derecho de pernada.
Dejemos de comprar la Inquisición nueva o vieja, de comprar mentiras, engaños, de comprar censura, capación de la libertad de expresión, recorte de derechos, circo pseudo-democrático de los que se han repartido la tarta desde el pacto del 78 y desde el falso proceso constituyente, que no lo fue, porque fue un pacto, un apaño de silencio y olvido, una siembra de que aquí sigan arraigadas instituciones y rey, modos de operar del franquismo, de los poderes fácticos golpistas, de las falsas discusiones sobre si Vox o si PP. ¡Son lo mismo!, aunque la de Extremadura no se entere (ya se lo ha explicado la “liberal Esperanza Aguirre”, amiga de la monarquía británica, exquisita de no sé qué entre los peores hijos de la Gran Bretaña, representante de la cutrez con su sonrisa de pellizco de monja -sonrisa de la que hace poco hablaba el magnífico periodista Juan José Millás a propósito de otra mujer de la derechona).
Sí, son la misma cosa: es lo que Fraga unió para hacernos el lío de la normalidad democrática y de que ya la derecha no iba a ser lo que nunca ha dejado de ser aquí, y que ahora, el capital desdobla para meternos en cintura, para chantajearnos con que si no queremos una falsa izquierda mutiladora, aberrante, tendremos que tragar con el fascismo, un fascismo que de todas formas el Imperio anglo norteamericano impondrá si le da la gana en este cortijillo suyo. Lo impone ya en toda Europa, financiándolo como es su costumbre, como hizo antes de que Hitler se les fuera de las manos un poco (a saber…) y tuvieran que pararle los pies rusos, americanos, europeos, haciendo caja luego los norteamericanos con las miles de pelis de Hollywood que no lo contaron todo, haciendo caja también con los nazis que rescataron y atesoraron elevándolos a los mejores puestos y poniéndolos a trabajar al tiempo que a demoledores kissingers, a trabajar con este supuestamente enemigo de los otros por ser judío, que según aclaran los analistas de prensa de investigación rigurosos, es el tal Henry Kissinger el constructor de todos los peores edificios, de los golpes de Estado y represiones más crueles en todo el mundo, especialmente en Latinoamérica. En fin, esos nazis (y algunos judíos exterminadores) con los que hicieron nuevamente experimentos con humanos hasta llegar a depurar esa ingeniería social con que moldean naciones, personas, destrozan familias, pulverizan hasta nuestra identidad, nos destruyen.
Todo esto no se vota, hay que botarlo de nuestras vidas. Sea quien sea quien cometa el delito, hay que botarlo, no se trata de si lo comete mi primo o mi hermano o mi enemigo pues quien lo comete es mi enemigo, me mata igual, y no podemos amparar la impunidad, caer en contradicciones, cagarnos vivos, seguir en el miedo y la parálisis. Apostemos por la vida que merece la pena, no por la cultura de la negatividad y la muerte, sino por la creatividad y la vida.
Pero es lo cierto que hay que empezar a contrastar opiniones y no dejarse llevar por la corriente.
Salud y República.
*Enriqueta de la Cruz es periodista, analista política y económica; escritora, autora de las novelas “Despertando a Lenin”, “El testamento de la Liga Santa”, “Nada es lo que parece”, “Memoria Vigilada”, “El amor es de Izquierda” y de los ensayos: “César Navarro, vida y testimonio de un Francmasón. El hombre enamorado de la Libertad” y “Tiempos de Plomo y Ceniza”.
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