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Siete semanas y media

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OPINI脫N de Felipe Alcaraz*

Lo 煤nico que demuestran las elecciones del 28M es que somos pocos todav铆a. No est谩 en juego la construcci贸n de una candidatura para julio, sino la elaboraci贸n, a trav茅s de una suma llena de equilibrios interiores, del nuevo sujeto hist贸rico, la forma con que va a comparecer la izquierda espa帽ola ante las urnas, en las calles, en los barrios, representando a la gente, siendo gente. Y se trata, claro est谩, de una comparecencia estable, articulada, estrat茅gica, de largo aliento. Solo as铆 es posible aceptar nuestro nuevo papel.

Siete semanas y media que, superando el marbete de la posmodernidad referido a uno de sus valores especiales (la rabiosa actualidad), es el tiempo de la coyuntura pol铆tica que ahora debemos atender. Siete meses y medio que van a estremecer nuestras posibilidades de futuro. Y, m谩s all谩, del futuro de la izquierda espa帽ola en su conjunto.

Si no hay alternativa transformadora al trumpismo hisp谩nico, a la yihad hisp谩nica; si solo existe frente a este proyecto involucionista el social-liberalismo, habr铆a que proclamar desde ahora mismo que hemos sido derrotados. Que hemos sido derogados dentro de la larga lista que espera en la cola derogatoria a que tome posesi贸n el gobierno PP-VOX: Do帽ana, reforma laboral, reforma de las pensiones, ilegalizaciones varias…

Frente a ello no hay m谩s salida que la unidad (en todo su complejo proceso), que el programa, que la organizaci贸n, que la mirada larga, que la independencia de un proyecto rojo, verde y violeta dirigido por sus militantes y no por ning煤n gabinete de marketing. De un proyecto realista, pero atrevido, que se disponga, como dice Silvio, a hablar de las cosas imposibles, porque “de lo posible se sabe demasiado”.

Hablemos un poco de unidad. Es decir, la alternativa no es un solo partido, no son exclusivamente los partidos y, desde luego, la alternativa no es una persona. El m茅todo y el objetivo es la unidad. ¿Unidad para qu茅? Es la unidad para una lucha transformadora, de cambio de estructuras, por mucho que sean importantes los logros parciales que, aunque se vendan a bombo y platillo, no agotan el sentido program谩tico de una alternativa de cambio real. Y ya que ha pasado hace muy poco el tercer aniversario de la desaparici贸n de Julio Anguita (se fue hace tres a帽os, qued谩ndose para siempre), citemos la concepci贸n que 茅l presentaba y representaba, pero en cita completa: Programa-programa-programa, e inmediatamente, como la otra cara de la moneda: Organizaci贸n-organizaci贸n-organizaci贸n.

La ideolog铆a dominante, la que ampara la rabiosa actualidad, sataniza el concepto de organizaci贸n, y caracteriza este momento como algo cerrado, militar, que disminuye la libertad. Es cierto que sin organizaci贸n aumenta la libertad, pero de unos pocos, no de todos. Por eso es importante construir estructuras, que son, siempre, la condici贸n de posibilidad de un sujeto democr谩tico, participativo, capaz de cambiar el fondo de las cosas.

Por lo tanto, parece que lo conveniente no es construir simplemente una plataforma electoral, sino un proyecto organizativo que siga teniendo sentido despu茅s de las elecciones, aunque seamos derrotados, es decir, no sumemos a la hora de parar al neofascismo. Y precisamente por esto: la lucha por las libertades, por el “bienestar”, no termina con las elecciones. Sobre todo si ganan “ellos”. La lucha, entonces, no ser谩 desde un gobierno compartido, sino desde otras trincheras y barricadas, que habr谩 que reforzar sumando a la gente. Ya lo dijo Brecht: Nuestras derrotas lo 煤nico que demuestran es que somos pocos todav铆a. Y mal organizados.

Lo que quiere decir, en general, que el debate no es solo pr谩ctico, 煤til con respecto a las necesidades m谩s cercanas. Este debate es muy importante, pero no tiene impulso de cambio si a la vez no se realiza una lucha cultural e ideol贸gica que vaya creando otra hegemon铆a, un impulso de cambio en la gente, la imagen de un mundo diferente, de una ideolog铆a “otra”, antidominante, que nos permite aguantar y reforzarnos ante la fuerza creciente del neotrumpismo (en mi 煤ltima novela, “Siberia”, intento una autopsia de la lucha ideol贸gica fracasada).

Solo entonces, pienso yo, podremos proclamar ante la peor de las circunstancias, que seremos derrotados, pero no vencidos. Es decir, que tras cualquier tipo de derrota no querremos parecernos a los vencedores, no nos someteremos a sus principios ni a su forma de concebir la vida. Como ya dijo Marcelino, con otras palabras, aludiendo a la estrategia Ni-ni-ni: No podr谩n con nosotras.


*Mundo Obrero. PCE

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