
Las elecciones éstas son las más fáciles porque está descartada para la gente decente esa vieja guadaña conocida que sigue cara al sol. Está claro que no somos un Lucien, el de la película Lacombe Lucien, esa “carne con ojos” que dice un amigo que me la recomendó y que sirve para hacernos consciente de cómo el fascismo, el nazismo (y con quiénes), se abre paso. No, no somos ese ser sin identidad que necesita al fascismo para ser alguien. ¡Pero hay tantos así…! Si ganan, el rey se hará la foto cara al sol, con ellos, y ya tenemos el completo de recuperación del Régimen. Estos engendros no se pueden votar.
Pero estas elecciones son las más difíciles porque el poder imperial que nos coloca desde la Transición entre la espada y la pared, esta vez está feroz: usa una espada que aún chorrea sangre de españoles, de demócratas. ¡Y eso, lo tenemos claro! Tenemos memoria. Pero usa una pared que es un muro con apariencia de inamovible y fin de la historia, donde lo que arañemos está bien, y cómo y hasta donde (perdón) nos follen, está divino. Y ahí es donde quieren que estemos. Política de cada vez más mínimos y bájate tú solito el listón.
Piden el voto explícito los militantes más incondicionales de ciertos partidos. Así, del PCE pactista desde Carrillo. Desde antes. En realidad hay que remontarse a lo pactado tras la Segunda Guerra Mundial, independientemente de que aquí se tomara a un don Santiago como cara del eurocomunismo acordado y dale a él las hostias; independientemente de que éste fuera un protagonista terrible, convencido del papel y las hostias que se le dieron fueron merecidas. Sí, lo pactado que dividió el mundo en tanto para la URSS y a no pisar callos, guapos, y tanto para los EE.UU. básicamente. Y que aquí acabó con camaradas arrancando de las manis la bandera democrática republicana (como se prohibió también por los muchachos “modernos” y “nada discriminatorios” en el 15-M, ojo, que asomara).
Naciones solo en apariencia, absolutamente absorbidas, sin soberanía real en cuestiones tanto internas como de política exterior, económica, etc. se auto fagocitan desde entonces, por eso, mientras al pueblo soberano, único dios, única ley, único derecho que puede sacar adelante al pueblo, lo mantienen en coma.
Los robos aquellos de soberanía fueron la siembra de lo que cosechamos y se coronaron con la OTAN, gran aparato ofensivo y no de Defensa, y una UE, no de los hombres sino de los mercaderes, y con el Euro hecho a medida de los más fuertes, arruinador de las economías de los más vulnerables.
Estas “cesiones” dejaron una migaja de margen de maniobra monitorizada por los de arriba para que cumplieran sus gestores en sus colonias con los pobres que iban a morir en la arena desangrados poco a poco, y concurrieran con programas de engaños puros en aparente pugna electoral; para que su electorado creyera votar a la izquierda anticapi, anti OTAN, anti guerras, socialista con mayúsculas. La que hace las leyes de Memoria democrática que siendo más que light, no se cumplen tampoco.
Porque lo cierto es que aquí siguen las burlas a las víctimas del franquismo. La última un cambio repentino del juez que frustra-impide la primera declaración de un torturado del franquismo, crueldad innecesaria, cuando iba a ser la primera vez… que “la justicia” española escuchara…
A la izquierda, incluso a la que ya no sabe ni lo que es, la intentan disolver, la intentan dejar sin tarea de transmisión: de su memoria, de su herencia, de su ser innovador sensato; sin uso de su razón, de su corazón… Le abren más puertas grandes al individualismo, al egoísmo y, así, para que lo viole todo la derecha aprovechada, falta de escrúpulos, que ahora tiene, tan torticeramente pero eficazmente para engaño de bobos y fanfarrones, discursos tan elaborados que hasta se roban a Gramsci y dicen que son gramscianos de derechas.
Perdida la identidad y los recuerdos de muchos (antes luchadores intachables incluso), en la nebulosa del trágala, del acomodo que anquilosa los músculos, esta izquierda desnortada o que termina creyéndose sin fuerza, se pliega a otra película donde crecieron como setas creyentes de la nueva religión de canceladores y descubridores de la rueda. Y esta es la penúltima componenda donde gente maja y bien formada, aunque también podemita espera poder algo más hasta la debacle final. Y esta componenda es ya apenas nada. ¡Qué gran saco han formado (el Sistema) para su agenda 2030 y su particular recuento de anarquistas que pudieran quedar en este país!. Han sacudido la rama y tantos ha caído en la trampa…
Este saco es tal que ya parece La Fiesta de Blas, o el banquete pantagruélico de La piel de Zapa con resonar de tambores y pinchada de globos, algunos avances, que tanto cuestan (como resaltan mis colegas periodistas entregadotes), mucho retroceso y bastante de utilización de los bien intencionados. Coste ridículo para el Sistema: unos cuantos sueldos más, sillones en Moncloa apaciguadores de la indignación, micros y teles, y alguna concejalía. Gran rentabilidad incluso si hay que ascender gente tan contenta de haberse conocido lo mucho que manejan sin saber apenas na de na. Pero bueno, eso en la derecha ha sido una constante y no digamos en la extrema y no ha pasado nada.
Quiero decir que, seguramente sin querer, bastantes han entrado de lleno en el juegazo y se han cubierto de gloria como apalancadores de políticas super capi los anticapi. De momento. A ello se viene a sumar la última: “Sumar”. ¿Otro peazo coche escoba de próximas ilusiones perdidas? Ojalá no sea así.
Esto es como una cucaña. Los electores de izquierda se van agarrando al palo que queda que cada vez resbala más y nos rompemos la crisma en inventos que engordan a la élite en el poder y nos amodorran más ante un planteamiento eficaz que pide paso. Seguir escuchando Barrio Sésamo, argumentos tipo cuento de Caperucita y otras cuestiones de parvularios o para lelos no va a hacer más que ponernos la cabeza como un bombo. Y está pasando. Ninguna performance más, por favor, ningún sermón más de la montaña, ningún artículo más chorra y simplón. Aquí están sucediéndose y exponencialmente creciendo monstruos graves que duelen y hay que acometerlas como personas de una pieza, sin ridiculeces. La precariedad, sin ir más lejos, no es ya ni noticia de prensa y dicen que avanzamos…
Desde la caída del Muro y el acabose de la Unión Soviética, es verdad, los derechos han caído en picado y los locos mansos que creen revertir el proceso con sonrisas y revoluciones líquidas han crecido barbaridad. Y es verdad que como dicen algunos camaradas en los medios, en artículos que se reenvían muchas veces, el derechódromo ruge, tienen miedo pese a todo a que votemos, nos manifestemos, estemos ocupando lo que creen sus sillones. Pero es verdad también que los hijos de los trabajadores y los trabajadores de los que los parieron, jamás calientan sillones. Trabajan por su pueblo. Y es lo que se va a tener que exigir de una vez por todas desde el 23.
Es verdad lo de algún avance para una minoría y ¡también lo de una gran mierda que nos comemos la mayoría! porque es momento histórico muy pero que muy delicado de los que piden otra cosa, otra cosa…
También piden el voto expreso para sí los socialistas intervenidos completamente desde Suresnes (y aún ha arreciado más desde el máster chef de Felipe). Aunque aparecen espíritus críticos que esperemos crezcan, se multipliquen y hagan algo, que no se dejen dormir tras el 23 (que mira que es feo ese número desde que nos recuerda como espada de Damocles a Tejero. ¡Ay si es que afinan mucho los subliminales!).
¿Pero dónde está la izquierda de razón y acción, que no nos venda burras ni infantilismos, que nos ocupe los sillones para ganarse el sueldo y ser los representantes nuestros representantes, esa izquierda a la que nos apetecería votar?
Está presa en Alcatraz, me dicen algunos amigos. Pero de Alcatraz también se sale y es cuestión de ahondar, de entender este momento, de estar. Y de unir y querer salir de verdad. De coadyuvar todos en esa dirección.
La izquierda debe reaccionar, lo va a hacer, lo hace, nunca pereció ni dejó de hacerlo, pero ha sido tanto gili el que habita este país, y tanto ingenuo y tanto el engaño…
El último que se prepara es el que yo llamo “La revolución líquida” para frenar la inevitable revolución. Pero de eso hablaré en próximo artículo.
¡Salud y República!
*Enriqueta de la Cruz es periodista, analista política y económica; escritora, autora de las novelas “Despertando a Lenin”, “El testamento de la Liga Santa”, “Nada es lo que parece”, “Memoria Vigilada”, “El amor es de Izquierda” y de los ensayos: “César Navarro, vida y testimonio de un Francmasón. El hombre enamorado de la Libertad” y “Tiempos de Plomo y Ceniza”.
Federación de Republicanos (RPS)