COMUNICADO de Internacional Progresista
Líderes y lideresas mundiales están sumidxs en una grave disonancia cognitiva.
A medida que llegan a sus despachos más informes alarmantes —calor récord, deshielo, agricultura trastornada, incendios forestales, inundaciones, etc.— hablan de la necesidad de una acción climática urgente. Pero, ¿quién llevará a cabo lo que se necesita, una transformación que exige mayor escala y velocidad de lo que la humanidad ha logrado nunca? ¿Serán los gobiernos de los países más ricos del mundo los que se encarguen de abordar la cuestión de primer orden: la producción de combustibles fósiles y todos los sistemas que se derivan de ella? No lo harán. Dicen que carecen de dinero.
Por el contrario, nos dicen que los mercados, las mismas grandes petroleras, encontrarán la solución: las mismas fuerzas que nos metieron en este lío. Ya en 1977, lxs principales científicxs de Exxon advirtieron de que las emisiones de CO2 provocarían un calentamiento de 2-3 grados, un análisis que coincide con el consenso científico actual. Ahora, las clases dominantes pretenden convencernos de que estas empresas, que sabían lo que estaban haciendo al planeta y ocultaron la verdad, darán un deslumbrante giro de 180 grados y cambiarán de rumbo, "haciendo el bien por hacer el bien".
A finales de este año se reunirán en Dubai para la COP28, la cumbre anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, bajo el liderazgo del Sultán Al Jaber (más sobre él en breve). Allí deben negociar para reducir las emisiones de CO2. En 28 ediciones de la Conferencia, nunca han conseguido una disminución. Las únicas reducciones notables se debieron a conmociones económicas: la crisis financiera mundial de 2008 y la pandemia del Covid-19.
Tal vez, bajo la dirección de Al Jaber, lxs líderes y lideresas de los países más ricos del mundo podrían actuar en interés de nuestro planeta y sus habitantes. El único problema es que eso implicaría un plan claro y vinculante de reducción gradual de la producción de combustibles fósiles; Al Jaber es el director ejecutivo de una empresa petrolera.
El trabajo diario de Al Jaber no es una aberración. Es un ejemplo de la estrategia que siguen lxs ricxs y poderosxs en relación con el colapso climático y la transición energética, y de por qué está fracasando tan estrepitosamente.
El año pasado, las cinco mayores empresas petroleras del sector privado —o las grandes petroleras, si se prefiere: Chevron, ExxonMobil, Shell, BP y TotalEnergies— acumularon casi 200.000 millones de dólares en ganancias. A principios de este año, Shell redujo sus inversiones en energía verde y estimó internamente que no se alcanzará el cero neto hasta el siglo XXII. TotalEnergies ha invertido sus ganancias en la expansión de nuevos proyectos de combustibles fósiles incluso más rápido que las otras cuatro.
Están redoblando su bonanza sin importar las consecuencias. ¿Y por qué no iban a hacerlo? El orden mundial existente privilegia a quienes pueden explotar las crisis que nos afectan para obtener ganancias. ¿Una crisis energética? Récord de ganancias para las grandes petroleras. ¿Una pandemia mundial? Récord de ganancias para las Grandes Farmacéuticas. ¿Guerra y aumento de las tensiones geopolíticas? Precios desorbitados de las acciones de las empresas armamentísticas. Todo ello mientras millones de personas se enfrentan a la pobreza, la indignidad, la explotación y la violencia.
Lxs verdugxs del mundo no soltarán la soga de nuestros cuellos voluntariamente. En lugar de suplicar a las grandes petroleras y a los Estados del Norte Global que las apoyan, tenemos que construir un contrapoder tan extraordinario que pueda dictar las condiciones de la restauración planetaria y del florecimiento humano. El capitalismo y el imperialismo no pueden resolver las crisis que han creado.
En solidaridad,
El Secretariado de la Internacional Progresista