Por Teodoro Renter铆a Arr贸yave
CIUDAD DEL CONOCIMIENTO, UNIVERSIDAD AUT脫NOMA DEL ESTADO DE HIDALGO. As铆, sin adjetivos, hemos recibido una lecci贸n de periodismo del maestro, licenciado Luis Manuel Arce Isaac, a punto de jubilarse con la categor铆a de director general de la agencia de noticias cubana, Prensa Latina, PL, en M茅xico, perge帽ada a sus 82 a帽os de plenitud intelectual; por considerar que es un valioso aporte para las actuales y venideras generaciones de periodistas lo reproducimos 铆ntegro, lo titula “EL PERIODISMO, LA EDAD Y EL TIEMPO”:
“Hoy cumplo 82 a帽os, 60 de ellos en el periodismo revolucionario, y eso me hace feliz. El periodismo me ense帽贸 algo muy importante: la voluntad de luchar, la capacidad de so帽ar, y que el tiempo es oro.
La principal dimensi贸n del periodismo es el tiempo, sin el cual el espacio no significar铆a nada. Pero a la vez es su negaci贸n, entendiendo a la profesi贸n como lo eterno y al periodista lo continuo en su renovaci贸n generacional.
Para m铆, es plat贸nico creer en una divisi贸n entre el mundo sensible, el mundo de las ideas y el mundo de los sue帽os. El periodista es quien mejor expresa esa simbiosis. Si no la presiente como su Santa Trinidad, que abandone la profesi贸n.
El tiempo es lo m谩s valioso de todo y no admite derroche, pero la ansiedad indomable que nos acompa帽ar谩 toda la vida hace que lo gastemos sin remordimientos, aunque nos acorte su goce y la vida, y se nos vaya entre los dedos como la arena de mar. Para el periodista, ah铆 radica la poes铆a, y tambi茅n la 茅pica y la magia del tiempo.
No obstante, a esa belleza de atributos, para el cronista el tiempo tiene fauces con dientes de tibur贸n y casi todos llevamos alguna cicatriz de su mordida porque siempre estamos en batalla. Dejarse ganar por el tiempo para nosotros es peor que letal, es lapidario.
Hablo del periodista que tiene tinta en las venas en lugar de sangre. Del incorruptible. De aquel que no es como el ca帽贸n de 谩nima lisa que otros alimentan por la boca y luego escupe fuego. Me refiero a quien se alimenta a s铆 mismo de la verdad y de sus entra帽as brotan rosas blancas martianas.
El periodista no solo documenta la historia, sino que participa de ella y, al mismo tiempo, contribuye a ense帽arle al lector que 茅l, como ser social y pueblo a la misma vez, es su principal protagonista.
Para el ser com煤n, el tiempo es dom茅stico, como una mascota, lo cuidan, lo ahorran, lo disfrutan y lo gozan m谩s que nosotros, pero solo en su dimensi贸n hedon铆stica, la de menor valor. Ellos van a la superficie de la dimensi贸n, nosotros a la sustancia, que es lo bello y lo docente, por eso lo valoramos tan intensamente.
La vejez nos alerta de su merma irreversible -lo m谩s dram谩tico-, y nos ense帽a, aunque tarde, que el tiempo es como la brisa del mar, no se ve, pero se siente.
Tambi茅n el tiempo nos ense帽a algo complejo de comprender en la juventud: mirar atr谩s 煤nicamente cuando es 煤til al presente, y no medir la vida por lo que nos queda por vivir sino por lo que podemos darle en cada momento.
Una recomendaci贸n a los viejos: Sin complejos, poner los pies en la tierra sin pensar que hay desventaja an铆mica con los dem谩s que la pisan. Las canas no marcan la diferencia. Es el esp铆ritu. ¿Qu茅 es el pasado sino pret茅ritos de un presente lejano cubierto por la p谩tina del tiempo, no para ocultarlo, sino preservarlo?
¿Y el futuro? Una batalla interna para que no languidezca la capacidad de amar, so帽ar y crear. Amor y sue帽o son los pilares del alma y el est铆mulo a la creaci贸n.
La mayor fortuna a nuestra edad: haber re铆do, llorado, sufrido, amado y peleado por la realizaci贸n de los sue帽os en el momento exacto. ¿La satisfacci贸n? recoger sus frutos, asimilar los fracasos, y lograr una franca conexi贸n entre mi yo de adentro y el de afuera, sin simulaciones ni autoenga帽os.
Podr谩 haber premios de connotaci贸n social que, como profesionales, quiz谩s nunca alcancemos. Pero les aseguro que haber tenido el privilegio de vivir y escribir la historia es el mayor galard贸n que podemos recibir.
Pero tan importante como ello, ser due帽os de esa experiencia tan exclusiva del reportero, es la forma inequ铆voca de comprender, y admitir, que la infinitud del tiempo solo lo es para el espacio, no para nosotros, aunque cada periodista seamos la pauta imprescindible de la l铆nea que da la continuidad a la profesi贸n para que sea eterna dentro de esa fascinante dimensi贸n temporal”.
Simple y llanamente, en toda su magnitud es una lecci贸n de periodismo y de vida.