Por María M.Mur |Santiago de Chile (EFE).- Al poco de iniciarse la dictadura de Francisco Franco, en un Madrid destrozado por las bombas, ocho republicanos asilados en la Embajada de Chile se “salvaron” del horror fundando la primera revista cultural del exilio español, una joya bibliográfica que estuvo años desaparecida y que hoy homenajea una exposición en Chile.
Como si fuese un minucioso trabajo de orfebrería, Antonio Aparicio, Edmundo Barbero, José Campos, Pablo de la Fuente, Antonio de Lezama, Santiago Ontañón, Aurelio Romeo del Valle y Julio Romeo del Valle confeccionaron LUNA con los pocos materiales con los que contaban en la delegación chilena.
Escrita a lo largo de 18 meses, entre noviembre de 1939 y junio de 1940, LUNA es una publicación artística sobre literatura y poesía, pero también reflejó sus decepciones, sus miedos, sus planes fuera de la embajada y sus vivencias en el frente de guerra, ya que la mayoría provenía del mundo de las humanidades, pero cogieron las armas para defender la II República española.
Soledad García Saavedra, curadora de la exposición “LUNA: Refugios de nocturnidad forzada”. EFE/Elvis González“La revista es una muestra de sobrevivencia y constituye un refugio para estos intelectuales que volcaron sus noches en escribir sobre la Guerra Civil española (1936-1939) y reflexionar sobre el presente y el futuro”, explica a EFE Soledad García, una de las tres curadoras de “LUNA. Refugios de nocturnidad forzada”, que se inauguró esta semana en el Centro Cultural de España en Santiago (CCESantiago).
En el ostracismo en Chile
LUNA fue escrita de noche, en medio del sigilo y en la más absoluta clandestinidad porque en 1939 aún no se había firmado el Convenio de Viena sobre relaciones diplomáticas, que establece la inviolabilidad de las embajadas, y los franquistas podían entrar en cualquier momento.
“Se podría pensar que la embajada era un espacio de protección y seguridad, pero todo lo contrario, era constantemente amenazada por allanamientos y asaltos”, indica la curadora.
El asilo de los republicanos, en ese sentido, “fue un enorme acto de solidaridad del Gobierno chileno de entonces”, liderado por Pedro Aguirre Cerda, comenta a EFE Paula Palicio, directora del CCESantiago.
La revista permaneció décadas desaparecida, pero hay dos figuras que fueron clave para sacarla del ostracismo: el diplomático chileno Germán Vergara Donoso, que guardó los 30 números cuando los republicanos abandonaron la embajada y los donó posteriormente al Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile; y el español Jesucristo Riquelme, el primer director del CCESantiago.
Riquelme llegó a Chile a principios de la década de 1990 en busca de la revista, de la que había oído hablar investigando al escritor Miguel Hernández, amigo de los fundadores de LUNA y quien estuvo a punto de asilarse también en la Embajada chilena, pero finalmente se echó para atrás.
Paula Palicio, directora del Centro Cultural de España, posa para EFE durante la exposición “LUNA: Refugios de nocturnidad forzada”, en Santiago (Chile). EFE/ Elvis González“A pesar de tener esta historia tan emocionante, de ser la primera revista del exilio español, de tener esta historia de solidaridad entre España y Chile, ha estado olvidada y por eso decidimos hacerle un homenaje este año, que cumplimos 30 años como centro cultural”, agrega Palicio.
“Resistir al fascismo”
Unos versos de Federico García Lorca, amigo también de muchos de los refugiados, dan la bienvenida a esta exposición colectiva, donde el teatro y las artes visuales juegan un rol fundamental y en la que han participado artistas de distintas disciplinas.
“Es una traducción emocional y sensorial de lo que es la revista, La exposición busca habitar LUNA a través de distintas estaciones y ambientes”, apunta García, curadora de la muestra junto a Fernanda Aránguiz y Ana Corbalán.
Durante el recorrido, los visitantes pasarán por unas trincheras, escucharán el sonido de una máquina de escribir que emula múltiples disparos y podrán ver una adaptación en un teatro en miniatura de una obra que Ontañón, uno de los refugiados, escribió para ser interpretada en el frente.
También podrán sentarse en una mesa que recrea la habitación donde trabajaba el grupo, que se autodenominó “Noctambulandia” y que terminó disgregándose en el exilio, entre México y Chile.
“LUNA -concluye García- es una muestra de unión, de hermandad y de fuerza para resistir al fascismo”.