Por Sergio Ortiz
Comentario del libro “La Revoluci贸n rusa” (De Lenin a Stalin, 1917-1929)
Autor, Edward H. Carr. Brit谩nico. Publicado en 1977.
DISPAREN CONTRA STALIN
Ya desde las primeras p谩ginas era evidente que el autor brit谩nico era un feroz cr铆tico de Stalin. La primera expresi贸n expl铆cita calificando su gobierno de “dictadura de Stalin” est谩 en la p谩gina 65. Luego se repite en las p谩gs. 155, 218, 220, 239 y 240, seg煤n mi racconto incompleto.
Sus conceptos e interpretaciones de la revoluci贸n sovi茅tica, bajo los liderazgos de Lenin y Stalin, son claramente trotskistas. Sin casarse ciento por ciento con Trotsky, apoya sus planteos principales en todo este per铆odo, y de parecido modo a otros opositores a Stalin como Zinoviev, Kamenev y Bujarin. Supongo que este historiador, Carr, debe haber sido alguien trotskizante cercano al laborismo brit谩nico porque despu茅s google茅 y figura que hab铆a trabajado en la canciller铆a inglesa.
De todos modos, como siempre digo, hay que leer de todo. Y se pueden tener informaciones y datos que uno no ten铆a. Por ejemplo, me enter茅 que el mal llamado “Testamento de Lenin”, motiv贸 estas opiniones de Trotsky: “no hubo testamento de Lenin sino cartas de este y ninguna fue ocultada al Comit茅 Central” (p谩g. 109). En general los trotskistas han dicho lo contrario, aunque ese texto tambi茅n dejaba mal parado a Trotsky.
Sobre este tema, el autor indica que el mal llamado “testamento” fue publicado en Occidente en 1926 por The New York Times y que “no carec铆a de fundamentos que Trotsky pudo haberlo dado (al peri贸dico), a partir de 茅l o de fuentes pr贸ximas a 茅l” (p谩g. 159).
ANTECEDENTES V脕LIDOS DE FRENTES
Vista la pol铆tica actual del Partido de la Liberaci贸n (PL), favorable a formar un Frente Antiimperialista y Antifascista, anot茅 que ya en el II Congreso de la Internacional Comunista, 1921, Lenin plante贸 la unidad de la revoluci贸n socialista rusa con la lucha antiimperialista y anticolonial de los pueblos de Oriente. La naciente URSS (1922) tendi贸 lazos con China, con Sun Yat Sen y el Kuomintang, que se cortan en 1927 con el ascenso del golpista y fascista Chiang Kai shek que masacr贸 a los comunistas.
Otro intento de “Frente 煤nico” fue promovido entre los comunistas brit谩nicos y los sindicatos dirigidos por el laborismo. Esos intentos frentistas estaban inspirados por el trabajo de Lenin, de 1920, “El izquierdismo enfermedad infantil del comunismo”. Sin superar el sectarismo era imposible mejorar el trabajo de masas y ganar aliados para determinados frentes pol铆ticos.
Otras iniciativas en el mismo sentido fueron el congreso de la Liga contra el imperialismo, realizado en Bruselas en 1927, con representantes de China, India, Indonesia y Am茅rica Latina (p谩g. 121). Y tambi茅n hubo un Congreso Antifascista en Berl铆n en 1929 (p谩g. 230)
Esos son valiosos antecedentes en nuestro planteo frentista, que por supuesto deber谩 tener en cuenta la realidad actual del pa铆s, la regi贸n y el mundo. No hay recetas…
NEP PRIMERO E INDUSTRIALIZACI脫N DESPU脡S
Para los que critican a China por su econom铆a de mercado socialista desde 1978 les comento que fue Lenin quien propuso la NEP (Nueva Pol铆tica Econ贸mica) al X Congreso del PCUS, en marzo de 1921. Eso permiti贸 no s贸lo a los campesinos, incluso a los campesinos ricos o kulaks, vender su producci贸n (tambi茅n sol铆an ocultarla para venderla a precios m谩s altos) sino en general tambi茅n a las f谩bricas de las ciudades. Eso tuvo de bueno que hubo mejores cosechas y no s贸lo para paliar el hambre al ser vendida a las poblaciones urbanas sino tambi茅n para que la industria tuviera un mercado donde vender, y el Estado acumulara fondos para aplicar a sus diversos planes, por ejemplo a la posterior industrializaci贸n.
En esos tiempos de la NEP fue Lenin quien foment贸 acuerdos con petroleros norteamericanos, negocios con inversores alemanes y brit谩nicos. El grupo yanqui Harriman tuvo la concesi贸n de una mina de manganeso en el C谩ucaso (p谩g. 126). Ya muerto Lenin, en 1929 se firm贸 un acuerdo con Ford de Detroit para poner una planta que fabricara 200.000 autos al a帽o (p谩g. 190). El socialismo no es incompatible con ese tipo de acuerdos y negocios con pa铆ses capitalistas, imperialistas y empresas multinacionales. La condici贸n es que haya un gobierno revolucionario socialista en el poder, y el Estado tenga un rol dominante en la econom铆a.
Eso depende de las necesidades, las correlaciones de fuerza y las tareas. En el partido sovi茅tico se abri贸 un debate para restringir y terminar con la NEP, y pasar a una etapa de colectivizaci贸n del campo y a la industrializaci贸n, bajo direcci贸n de Stalin. Y eso hizo posible la elaboraci贸n del primer Plan Quinquenal (entre 1929 y 1932). El avance de la URSS fue impresionante. Eso requiri贸 primero la derrota total de Trotsky en 1927 y la posterior de sus ex aliados Zinoviev, Kamenev y Bujarin.
Hasta un cr铆tico alevoso del stalinismo como el autor, Carr, admite que “el plan dio un poderoso impulso a ambiciosos proyectos para el desarrollo de la industria pesada” (p谩g. 188). Y que “el sector privado que era el 50 por ciento de la renta nacional hasta 1926/1927 cay贸 a dimensiones insignificantes hacia el final del I Plan Quinquenal” (p谩g. 196). O sea que los elementos capitalistas y de mercado, presentes en la NEP, como hoy lo est谩n en la modernizaci贸n de China socialista, son necesarios en determinadas etapas de la construcci贸n del socialismo, pero no lo son para toda la vida.
Como este libro de Carr llega hasta 1929 no abarca el per铆odo de mayor desarrollo del socialismo bajo la direcci贸n de Stalin ni el tiempo dram谩tico de la lucha contra el nazismo y la derrota del III Reich por parte de la URSS conducida por el georgiano. El rol decididamente positivo y decisivo del PCUS, Ej茅rcito Rojo y pueblo sovi茅tico, con aquella direcci贸n, es una patada en la parte inferior de la espalda para el autor brit谩nico (l茅ase tujes), en sus diatribas contra “Pepe”.
Nobleza obliga, el p谩rrafo final del libro tuvo que admitir el valor de la revoluci贸n rusa: “su trayectoria fue imperfecta y ambigua, pero ha producido repercusiones m谩s profundas y m谩s duraderas en todo el mundo que cualquier otro acontecimiento de los tiempos modernos” (p谩g. 243).
A Carr le falt贸 precisar qui茅nes hicieron posible esa revoluci贸n, a nivel de pueblo, organizaciones y dirigentes.