MANIFIESTO FEMINISTA ANTIIMPERIALISTA
El mundo est谩 cambiando. La unipolaridad ejercida por el Occidente capitalista desde la ca铆da del muro de Berl铆n, mediante la subyugaci贸n pol铆tica, el saqueo econ贸mico y la guerra imperialista, se est谩 derrumbando. Varios pa铆ses de Asia, 脕frica y Am茅rica Latina se est谩n empezando a levantar contra el dominio de EEUU, la Uni贸n Europea y otras potencias del Occidente colectivo. Ante estas transformaciones, el feminismo occidental enfrenta un reto hist贸rico.
Con la desaparici贸n de una izquierda y movimientos sociales sujetos a la racionalidad m谩s b谩sica, las feministas nos hemos enfrentado, en total soledad y sufriendo la censura, al delirio posmoderno transgenerista seg煤n el cual ser hombre o mujer no es una realidad biol贸gica, sino una identidad innata cuya expresi贸n se materializa en las mesas de quir贸fano de las cl铆nicas del g茅nero. Esta soledad ha supuesto un repliegue ideol贸gico del feminismo que lo hace vulnerable ante la propaganda de la guerra imperialista, y completamente desprevenido ante las enormes transformaciones que est谩 viviendo el mundo.
De este modo, sin comprender dichas transformaciones, el feminismo occidental corre el riesgo de convertirse 茅l mismo en parte de la maquinaria propagand铆stica de la guerra imperialista, en arma contra todos aquellos pa铆ses que socavan el dominio occidental.
En los 煤ltimos tiempos, se han vertido en los medios de comunicaci贸n una gran cantidad de bulos que se han probado falsos, o de informaciones oportunamente difundidas, con el 煤nico objetivo de generar animadversi贸n contra pa铆ses como China, Rusia, Ir谩n o Siria. Este objetivo responde a la necesidad de dirigir la opini贸n p煤blica y crear un ambiente propicio para que las sociedades occidentales aceptemos o apoyemos, por acci贸n u omisi贸n, las guerras imperialistas llevadas a cabo por nuestros gobiernos.
Sean reales o inventadas, la falta de derechos y la situaci贸n de las mujeres y ni帽as en los pa铆ses del sur global son empleadas de forma espuria para crear una imagen del mundo donde el jard铆n occidental emerge como el adalid de la civilizaci贸n, los Derechos Humanos y la democracia. Y el resto de pa铆ses, la mayor parte de la Humanidad, como una jungla de violencia, atrocidades, integrismo religioso y ataques a los derechos de las mujeres. Una jungla que debe ser civilizada, a golpe de bombazos si hace falta, porque ese salvajismo es su naturaleza.
As铆, viejos discursos coloniales sobre los “blancos civilizados” son reeditados en la nueva contienda entre Occidente y el resto de regiones del mundo, las mismas regiones a las que durante m谩s de cinco siglos hemos colonizado, esquilmado y sumido en la pobreza, financiando golpes de estado y grupos terroristas para asegurarnos de que esa jungla jam谩s levante cabeza. S贸lo con el empobrecimiento del mundo se ha podido producir el enriquecimiento desmesurado de Occidente. Siendo las potencias ricas del mundo, hemos podido permitirnos el nivel de vida necesario para poder luchar por los derechos sociales, de las mujeres o de las personas homosexuales. Y en un colosal ejercicio de cinismo, ahora acusamos al resto del planeta de ser unos salvajes, convirtiendo esas mejoras en parte del discurso supremacista occidental y legitimador del imperialismo.
Las mujeres y nuestros derechos no podemos convertirnos en arma de guerra imperialista. El feminismo no puede colaborar con ese c铆nico ejercicio de justificaci贸n del dominio de los pa铆ses occidentales que mantiene sometido al resto del planeta, que finalmente ha dicho basta y se est谩 uniendo contra el norte global. Si la superioridad moral, abstra铆da de todos los condicionantes socio-hist贸ricos que nos han tra铆do hasta aqu铆, es lo 煤nico que las feministas occidentales tenemos que ofrecer al mundo, perderemos toda clase de legitimidad para unirnos a la lucha de nuestras compa帽eras feministas del resto del mundo.
El salvaje ataque de Israel contra Palestina a principios de octubre, uno entre tantos otros con o sin pretextos inmediatamente anteriores, ha puesto de manifiesto la desorientaci贸n del feminismo en relaci贸n con todas estas cuestiones. Si bien en todas partes se suced铆an las manifestaciones de solidaridad internacionalista con Palestina y contra el genocidio que Israel lleva a cabo desde hace siete d茅cadas, la pr谩ctica totalidad el feminismo occidental guard贸 un llamativo silencio, salvo honrosas excepciones. Cuando no ha sido as铆, se ha dado veracidad a informaciones falsas contra la resistencia armada, legalmente reconocida, del pueblo palestino. Se ha esgrimido que las guerras son “cosas de hombres”, algo contradictorio con la idea de que no existen cosas intr铆nsecamente de hombres ni de mujeres, para situarse en la equidistancia ante un genocidio evidente y televisado. En casos todav铆a peores, se ha aprovechado que Palestina era noticia por estar siendo exterminada para se帽alar que es una sociedad muy machista.
A medida que el conflicto ha ido escalando y mantener ese silencio era cada vez m谩s insostenible, han ido apareciendo nuevas posturas matizadas que, si bien se帽alan con mayor o menor medida la agresi贸n brutal contra Palestina por parte de Israel, vuelven a situarse en la equidistancia esgrimiendo que la violencia ejercida por cualquiera de las partes debe ser condenada, o que el dolor de las mujeres palestinas e israel铆es es el mismo. Se utiliza as铆 a las mujeres para equiparar veladamente al agredido con el agresor en un conflicto entre un pueblo masacrado y su verdugo, una potencia militar imperialista del Occidente colectivo. Todas esas posturas bienintencionadas que condenan toda violencia por igual, sin tener en cuenta el contexto hist贸rico y que han aparecido justamente cuando un pueblo se revuelve contra su agresor, sirven en 煤ltima instancia a Israel, Estado que profesa la ideolog铆a inequ铆vocamente fascista del sionismo, y al imperialismo occidental.
Como feministas, sabemos la importancia de la paz en el mundo para las mujeres. Como antiimperialistas, sabemos que son nuestros pa铆ses occidentales los primeros en fomentar guerras y genocidios para mantener su ya maltrecha hegemon铆a unipolar. Como un animal herido, Occidente tratar谩 de morir matando, y debemos se帽alarlo sin ambages, y sin discursos de c铆nica superioridad moral o equidistancia interesada hacia el resto de la humanidad, que necesita poner fin al dominio occidental para poder desarrollarse en sus propios t茅rminos y en funci贸n de cada contexto sociohist贸rico. Tambi茅n en cuanto a la lucha de las mujeres.
Es por esto que hacemos un llamamiento a construir un feminismo antiimperialista que no se deje manipular por la propaganda de guerra imperialista ni se convierta en colaboracionista de la misma en ninguna de sus m煤ltiples formas. Se lo debemos a todas las mujeres y pueblos del mundo de cuya desgracia hemos vivido hasta ahora.
Marina Pibernat Vila, N谩sara Iahdih Said, Elena de la Vara, Gemma Bravo Encabo, Luc铆a Guti茅rrez P茅rez, Blanca Gonz谩lez Marc贸, Mar铆a Augusta Rodrigues Ribeiro, Gacela P茅rez Adame, Marife Garc铆a Elena, Cynthia Duque Ordo帽ez, Mari谩ngeles Payas Serra, Isabel L贸pez Bl谩zquez
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