OPINI脫N de Samuel Schmidt
No hay duda que es imperativo emparejar el terreno econ贸mico, social, cultural y pol铆tico entre los g茅neros, ya son demasiados siglos de desplazamiento y sovajamiento de la mujer en un arreglo de dominio masculino que llega al extremo de obligarlas a no trabajar, a cubrirse, salir a la calle acompa帽adas y en el extremo a manejarlas como objeto sexual que puede ser forzado y violado; hay qui茅n dice que es la inseguridad de los hombres, o el apetito de poder para dominarlas o la barbarie como hicieron los terroristas de Hamas con las mujeres isral铆es que fueron violadas tumultariamente. En el mejor de los casos, ya no se trata ni siquiera de la divisi贸n del trabajo como suced铆a en las comunidades “primitivas” sino el dominio puro y duro.
No repito los argumentos a favor de la mujer porque son de sobra conocidos, y aunque hay casos destacados de mujeres que han roto el techo de cristal, la posici贸n destaca de la mujer es la excpci贸n; tal vez en el mundo del arte la mujer tiene su espacio, pero no es el caso en el mundo ejecutivo, deportivo y mucho menos en el pol铆tico donde la mujer no tiene garantizado su espacio y hasta es necesario legislar para romper con los atavismos. Aunque es notable y ya era hora de que en 2024 una mujer ser谩 presidenta de la Rep煤blica en M茅xico, eso no significa que el terreno se emparej贸.
En la pol铆tica se han aprobado normas para emparejar el piso, hay leyes que obligan a garantizar el espacio de las mujeres y poco a poco se cierran los espacios de argucias con los cuales las mujeres son nominadas en distritos pensados para perderse, a que ganen la elecci贸n y le dejen el lugar a los hombres, o a que sean nominadas para posiciones secundarias, como peque帽os municipios.
Aunque soy partidario de ampliar las v铆as de liderazgo femenino, me sorprendi贸 la determinaci贸n del INE para que los partidos nominaran a cinco mujeres y cuatro hombres para las eleciones de gobernadora del 2024.
En t茅rminos aritm茅ticos, si las mujeres son m谩s que los hombres, debe haber m谩s gobernadoras, por lo menos en la misma proporci贸n si no es que m谩s, pero no hay nada que lo garantice. Vamos a suponer que no coinciden las nominaciones de mujeres por cada partido haciendo que la competencia para gobernadora sea entre mujeres, luego entonces no hay ninguna garant铆a de que el resultado sea de 5 gobernadoras, con lo cual no se cumple el deseo del INE.
Enmedio del debate est谩 el hecho de que obligar a nominar mujeres aunque es correcto para ampliar su representaci贸n, puede ser anti democr谩tico. V谩se el caso de Morena. El partido decidi贸 seleccionar candidatas por medio de encuestas y en varios lugares ganaron los hombres, pero siguiendo una f贸rmula oculta para cumplir con la determinaci贸n del INE, alguien determin贸 que en ciertos estados se hiciera a un lado al ganador para poner a la mujer que hab铆a quedado en segundo lugar, manch谩ndose de anti democr谩tica la elecci贸n y violentandose la voluntad popular.
El INE otra vez se sobre limita en sus funciones; porque su funci贸n es y debe ser, contar votos, y si administra el proceso, debe realizar la log铆stica para que el proceso sea limpio y honesto, cosa que no garantiza, no logra evitar la entrada de dinero ilegal a las campa帽as ya sea p煤blico, dinero criminal, o dinero de origen legal que viola la ley, tampoco logra evitar que se compren candidaturas, y compren votos, pero se entromete en los procesos de selecci贸n de candidatas en los partidos.
El tribunal electoral que est谩 para revisar la judializaci贸n de las quejas pol铆tico-elecorales, tambi茅n de la mano del INE se sobre gira y entromete en los procesos partidistas.
Las mujeres en M茅xico, por fortuna, han avanzado mucho. Han presidio los partidos pol铆ticos, han presidido las c谩maras legislativas y la Suprema Corte de Justicia, instancia que con frecuencia en lugar de generar justicia genera l谩stima. M茅xico es un pa铆s que destaca por la presencia de mujeres en el poder legislativo y en las gubernaturas y est谩 casi garantizado estad铆sticamente que una mujer ser谩 presidenta, as铆 que tal vez va siendo tiempo de democratizar las leyes y no obligar a cumplir con cuotas.
Si la democratizaci贸n falla y se desplaza a la mujer, siempre se puede regresar al sistema que impone emparejar el piso a favor de la mujer. Y ojal谩 as铆 como en la pol铆tica se ha avanzado, tambi茅n se avance en lo econ贸mico, social y cultural.