Has de saber, Marcos Ana, cómo ha habido compatriotas tuyos vigilando siempre. Deberías conocer a las mujeres llenas de coraje para el amor al prójimo, cómo responden cuando el sufrimiento las necesita.
Hubieras debido verlas ir de aquí para allá, repitiendo verdades simples con su mano tendida, protegiendo de lejos vuestras noches encarceladas. Pedían y pedían luz para vuestros ojos, justicia y todo eso a que parecen tener derecho los hombres cuando están en libertad.
Así tu nombre pasó de boca en boca desde la universidad hasta la pequeña reunión de vecinos. Eras para estas mujeres el hijo que le salió poeta, tal vez el amante encadenado.
(Carta de Rafael Alberti y María Teresa León a Marcos Ana)