7/11/2023 - 3/3/2024
Hasta el 3 de marzo de 2024, el Museo del Prado y la Fundaci贸n AXA emprenden un viaje que atraviesa la superficie brindando la contemplaci贸n de una fascinante realidad: la cara oculta de las obras de arte, su reverso.
Junto a obras de la colecci贸n del Prado, que descubren el resultado de un largo proceso de investigaci贸n sobre sus reversos, se exponen generosos pr茅stamos de instituciones nacionales e internacionales como Assemblage i graffiti, 1972 (Assemblage y graffti) de Antoni T脿pies procedente de la Fundaci贸n Telef贸nica; Cosme I de M茅dici de di Cosimo, il Bronzino, de la Colecci贸n Abell贸; el Autorretrato como pintor de Van Gogh procedente del Van Gogh Museum de 脕msterdam; Artista en su estudio de Rembrandt, del Museum of Fine Arts de Boston; o La m谩scara vac铆a de Magritte del Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de D眉sseldorf, alcanzando casi el centenar de obras expuestas.
La exposici贸n
En Las meninas, Vel谩zquez nos mira desde detr谩s de un gran lienzo del que solo vemos la trasera y que ocupa buena parte de la super铿乧ie pict贸rica. Con esa tela clavada a un bastidor de madera el pintor nos habla de la imagen como arti铿乧io y nos abre una puerta hacia una dimensi贸n secreta.
Esta exposici贸n va m谩s all谩 de la simple acci贸n de girar los cuadros. El Museo del Prado hace con ella una reevaluaci贸n integral de los reversos de sus colecciones e identi铿乧a en otros grandes museos elocuentes ejemplos que demuestran c贸mo se enriquece la apreciaci贸n de las obras de arte cuando no nos limitamos a mirarlas de frente. Contempla cuestiones que nunca se hab铆an hecho con铿倁ir y en las que tienen cabida tambi茅n interpretaciones imaginativas: la aparici贸n del env茅s como motivo pict贸rico en dos subg茅neros, el del autorretrato del artista tras el lienzo y el de la representaci贸n del reverso en trampantojo; la lectura po茅tica del bastidor como cruz; las pinturas a doble cara; la trasera como campo de pruebas y de expresi贸n subjetiva; la valoraci贸n est茅tica de la materialidad de las obras, o el asunto del espectador mostrado de espaldas, que nos hace tomar conciencia de las particulares relaciones espaciales que se generan en la interacci贸n con el arte.
Al voltear las obras, pervirtiendo as铆 su frontalidad convencional, y al obligarnos a rodearlas asumiendo como espectadores un rol m谩s activo, insertamos en el museo experiencias contemplativas que reivindican ese lado de la pintura al que no llega la luz.
El artista tras el lienzo

Vilhelm Hammersh酶i. Interior con el caballete del pintor, 1910. 脫leo sobre lienzo. Copenhague, SMK, National Gallery of Denmark, KMS7444
En las d茅cadas centrales del siglo XVII se consolida una forma de autorretrato que pervive hasta hoy: el pintor se presenta en el taller, detr谩s de un cuadro en el que est谩 trabajando y del que vemos solo su reverso. La reproducci贸n fiel de la trasera de Las meninas que hace Vik Muniz nos invita desde la entrada a un giro f铆sico y conceptual, y se pone en relaci贸n con la in茅dita presencia escultural del reverso sobre el caballete en las pinturas de Rembrandt y de Barent Fabritius, en las que no faltan elementos del atrezzo habitual del taller, como el tiento, la paleta en un clavo y los lienzos contra la pared, a los que aqu铆 pres-tamos especial atenci贸n.
Aunque sea un elemento elocuente, el reverso puede quedar en el margen: Francisco de Goya, Vincent van Gogh, Ignacio Pinazo y Jos茅 Villegas se sit煤an junto a 茅l, en sencillos formatos de medio cuerpo; m谩s complejos son los juegos espaciales que propone, inspir谩ndose en Las meninas, Max Liebermann. Pero, en soledad y sobre el caballete, el reverso puede llegar a sustituir la imagen del artista –hasta tal punto se asocia a ella–, como alter ego. Es lo que sucede en las obras de Carl Gustav Carus, Vilhelm Hammersh酶i y Michelangelo Pistoletto.
El bastidor como cruz
Los bastidores son uno de los componentes esenciales de los reversos, reales y representados. En las obras peque帽as forman rect谩ngulos, reforzados en las esquinas; en las m谩s grandes, se necesita una cruz para robustecerlos. As铆, figuradamente, la cruz sustenta la imagen pict贸rica. La tela se sujeta con clavos al bastidor, se crucifica, y para transportar los cuadros los agarramos por el bastidor, portamos la cruz. Fran莽ois Bunel el Joven, Georgia O’Keeffe o Mark Rothko interpretan esa modalidad de viacrucis laico y art铆stico, y comparten as铆 la condici贸n penitencial del cuadro El alma cristiana acepta su cruz, de un an贸nimo franc茅s. La acumulaci贸n de maderas que vemos en este se repite en la fotograf铆a de Douglas Duncan del taller de Picasso, de cuyo Guernica –escena sacrificial– traemos parte del bastidor original, que es quiz谩 el m谩s castigado de la historia: un aut茅ntico Ecce Homo.
Las circunstancias b茅licas, como ilustran las fotograf铆as del Louvre y del Prado en acciones de protecci贸n patrimonial, propician el movimiento y el volteo de obras, que desvelan su alma cruc铆fera. Esta queda enfatizada asimismo en Antoni T脿pies, quien pervirti贸 a menudo el concepto y el uso de bastidores y cruces, y en Joan Mir贸, quien, en sus “telas quemadas”, dej贸 al descubierto la estructura oculta del cuadro.
Esto no es una trasera

Bernard van Orley. La Sagrada Familia / Trampantojo (reverso), 1522. 脫leo sobre tabla. Madrid, Museo Nacional del Prado
Tambi茅n en el siglo XVII se instaura la representaci贸n del reverso en trampantojo, ya no como atributo del pintor sino como motivo protagonista. Francisco Gallardo se adhiere poco despu茅s a esa tradici贸n con sus enga帽os metart铆sticos, dentro del subg茅nero del “rinc贸n de taller”, y nos muestra parcialmente los reversos de las estampas o lienzos clavados sobre tablas que representa, en los bordes levantados o en desgarros. Este 煤ltimo recurso es utilizado por Louis-L茅opold Boilly, que introduce una nota humor铆stica y transgresora –a trav茅s de ese gato hambriento y ese le帽o que ha atravesado el cuadro– en un serio ejercicio de ficci贸n. Nos sorprende igualmente que cuando Andr茅-Jacques-Victor Orsel dibuj贸 el cart贸n preparatorio para su cuadro m谩s exitoso se tomara la molestia de representar, detallando las vetas de la madera y los clavos, el bastidor al que habr铆an de sujetarse las telas proyectadas, quiz谩 como parte de la planificaci贸n de la ejecuci贸n.
El t铆tulo de este cap铆tulo rinde homenaje a Ren茅 Magritte, cuya presencia en 茅l resulta imprescindible. Las palabras sustituyen a las im谩genes en una enigm谩tica obra que podemos entender como un reverso (en un bastidor irregular) que se apoya, como en tantas im谩genes de talleres de artistas, sobre el suelo.
Caras B

Martin van Meytens. Monja arrodillada (anverso y reverso), h. 1731. 脫leo sobre cobre. Estocolmo, Nationalmuseum, NM 7036
El paragone, o duelo renacentista entre la pintura y la escultura, impuls贸 la realizaci贸n de cuadros a doble cara en los que una o varias figuras eran vistas por detr谩s y por delante. Encontramos ecos tard铆os de esa f贸rmula en la licenciosa obra de Martin van Meytens el Joven, pero tambi茅n en las acad茅micas, relacionadas con la ense帽anza de la Anatom铆a, de Juan Bernab茅 Palomino y Jos茅 L贸pez Engu铆danos, que “resume” esa perspectiva desdoblada en una sola imagen.
No pocas de las obras bifaces m谩s antiguas fueron tablas port谩tiles de devoci贸n o formaron parte de d铆pticos plegables. Triunf贸 la tipolog铆a de los retratos con reversos que “adjetivaban” al sujeto a trav茅s de figuras o escenas religiosas o simb贸licas, ilustrada aqu铆 por los pintados por Wolfgang Beurer, un an贸nimo veneciano y el Maestro de la Leyenda de la Magdalena. Y la de las im谩genes dobles de devoci贸n, como las de Adriaen Isenbrandt, el Maestro de la Leyenda de Santa Catalina, un an贸nimo quiz谩 espa帽ol y un taller mexicano de enconchados, que nos muestran c贸mo pod铆an “darse la espalda” representaciones con diferentes c贸digos (figuraci贸n pict贸rica convencional y escultura fingida), lenguajes (narraci贸n e icono) o g茅neros (religioso o hist贸rico y paisaj铆stico), estableciendo relaciones entre ellas en ocasiones enigm谩ticas.
El lado oculto

Alumnos de Annibale Carracci. El 脡xtasis de la Magdalena / Apuntes de figuras (reverso), 1585-1600 y antes de 1585. L谩piz negro, carboncillo, tinta sepia y 贸leo sobre tabla. Museo de Bellas Artes de La Coru帽a, dep贸sito del Museo Nacional del Prado
Muchas de las im谩genes que quedaron escondidas en los reversos por ser parte del proceso creativo y carecer de relevancia para la interpretaci贸n del anverso nos hablan sin embargo del m茅todo y la personalidad del artista. A veces se trata de composiciones acabadas o muy avanzadas que por una raz贸n u otra este descart贸, aprovechando el otro lado del lienzo. Las cuatro obras que ejemplifican esta costumbre –de Gregorio Fosman y un autor an贸nimo, Fernando 脕lvarez de Sotomayor, Ernst Ludwig Kirchner y Dar铆o de Regoyos– tienen, casualmente, algo en com煤n: de formato rectangular, la orientaci贸n de la imagen principal es distinta a la de la secundaria y, con excepci贸n de la de Kirchner, cada cara corresponde a un g茅nero pict贸rico diferente.
Otro grupo de obras da testimonio del uso de los reversos para probar ideas o hacer anotaciones de un tipo u otro. En dos de las elegidas –de un an贸nimo italiano y de Rafael Hidalgo de Caviedes– tenemos, en dibujo, la misma imagen que protagoniza el anverso, quiz谩 para testar la composici贸n. Pero lo habitual es encontrar im谩genes diferentes y hasta disonantes: Annibale Carracci esconde tras su pintura un palimpsesto de dibujos burlescos, Vicente Palmaroli pone de espaldas apuntes de paisaje y de figura, y Juan Antonio Benlliure reaprovecha un boceto de cuerpo femenino, ferozmente tachado, para autorretratarse.
M谩s informaci贸n al reverso: inscripciones

Tiziano. La Dolorosa con las manos cerradas (reverso), 1554. 脫leo sobre tabla. Madrid, Museo Nacional del Prado
En este cap铆tulo realizamos un ejercicio de radicalidad, al poner gran parte de las pinturas con su anverso contra la pared. Subrayamos as铆 las cualidades est茅ticas de las impremeditadas composiciones que forman marcos, bastidores, etiquetas, caligraf铆as…, y la frustraci贸n que, como espectadores, nos provoca la ocultaci贸n de la imagen que Las meninas anunciaba.
Las inscripciones m谩s “pict贸ricas” apostillan las im谩genes del anverso, como vemos en La Sagrada Familia de Bernard van Orley, en Tiziano o en un copista an贸nimo del siglo XVII, cuya obra, al igual que La Virgen de Lovaina de Van Orley, muestra la importancia que en ocasiones ten铆a preservar lo escrito, por ejemplo cuando se hac铆a una copia o se acomet铆an tareas de conservaci贸n. Estas inclu铆an el forrado de los lienzos, y a veces las notas de quienes ejecutaron esa labor han ayudado a trazar la procedencia de una obra, como en el caso de la de Orazio Gentileschi.
Tenemos sencillos testimonios de amistad de Ant贸n Rafael Mengs a Nicol谩s de Azara y de Alejandro Ferrant a Francisco Pradilla, o m谩s prolijos datos biogr谩ficos de autores, modelos y benefactores en las obras de Vicente L贸pez, Francisco Javier de Urrutia y Ricardo Balaca. Y corrosivos comentarios de Eugenio Lucas Vel谩zquez, que demuestran que no solo emul贸 el estilo pict贸rico de Goya.
M谩s informaci贸n al reverso: etiquetas y sellos
En casi todos los reversos de esta exposici贸n se acumulan etiquetas y sellos, pero en este cap铆tulo queremos llamar la atenci贸n sobre ellos. Incluso en una obra tan peque帽a como la de Fra Angelico pueden sumarse inscripciones, lacres de la Casa de Alba, varias etiquetas de inventario o el sello de incautaci贸n de la Guerra Civil, tambi茅n visible en el retrato an贸nimo de Alonso Cano, que lleva adem谩s estampillas de antiguas exposiciones en las que podemos seguir su historial de atribuci贸n.
Los coleccionistas m谩s ambiciosos marcaban sus posesiones: vemos sellos o iniciales de Isabel de Farnesio en la copia de la obra de Bernardino Luini; del Pr铆ncipe de Asturias (el futuro Carlos IV) en el cuadro de Francisco Bayeu –con vestigios de sus viajes– y de Gaspar de Haro en el del Greco, que conserva adem谩s marcas de sus avatares en el mercado del arte. Pero las etiquetas que testimonian las existencias m谩s accidentadas son las adheridas al cuadro de Salomon Koninck –con un obituario de prensa y se帽as de su inclusi贸n en la famosa Stafford Gallery de Londres o de su posterior pertenencia a un marchante jud铆o cuya colecci贸n fue confiscada por los nazis– y las que dan cuenta de los da帽os por fuego que sufri贸 el de Andries van Eertvelt en el domicilio de un ministro franquista.
Pliegues, cortes y recortes

Zacar铆as Gonz谩lez Vel谩zquez. Dos pescadores, uno con ca帽a y otro sentado (reverso), 1785. 脫leo sobre lienzo. Madrid, Cuartel General del Ej茅rcito, dep贸sito del Museo Nacional del Prado
Las traseras esconden, en forma de recortes y pliegues, evidencias de operaciones de conservaci贸n o de adaptaci贸n de las pinturas a nuevas ubicaciones. Las tablas de madera rajadas se “cosen”, como vemos en la de Andrea del Sarto, mediante travesa帽os y colas de milano en las que hoy vemos composiciones impremeditadas. Lo mismo cabe decir –y as铆 lo subraya la resonancia visual que introduce el cuadro de Pablo Palazuelo– de los dobleces y recortes guardados al dorso de los frescos de Francesco Albani para las pechinas de la iglesia romana de Santiago de los Espa帽oles, producto de la recuperaci贸n de su original forma oval a partir de los lienzos rectangulares a los que se trasfirieron cuando fueron arrancados.
Al dar la vuelta a un cart贸n para tapiz de Zacar铆as Gonz谩lez Vel谩zquez descubrimos una franja de pintura que se pleg贸 en alg煤n momento sobre el bastidor para encajar la obra en un lugar m谩s estrecho. Lo contrario se hizo en otro modelo para tapiz, en este caso de Rubens: a帽adir a la tabla, por sus cuatro lados, un engatillado con ornatos arquitect贸nicos que se retir贸 hace poco y ahora enmarca la ausencia de la imagen. Y sobre otra ausencia de representaci贸n, el monocromo, Lucio Fontana ejecuta un acuchillamiento de la pintura que abre una grieta al espacio tenebroso detr谩s del cuadro.
De espaldas, frente a la pintura

Wallerant Vaillant. Joven copiando un cuadro en su estudio, h. 1670. 脫leo sobre tabla. Londres, Guildhall Art Gallery, City of London, bequeathed by Lord Samuel, 1987, 3765
Cuando el espectador (o el artista) se sit煤a frente a un cuadro, olvida la realidad circundante y le da la espalda: exhibe su propio “reverso”. Ya en el taller se produce esa situaci贸n, como reflejan Wallerant Vaillant cuando esp铆a a un aprendiz que copia una pintura, o Manuel Fern谩ndez Carpio, que observa a los marchantes que participan en la almoneda del estudio de un pintor del siglo XVIII. Pero el gran protagonista de este cap铆tulo es el p煤blico convertido en asunto art铆stico, que no se nos muestra de frente sino mirando al fondo, enfrascado en la contemplaci贸n de las obras.
El dispositivo callejero del mondo nuovo sirve a Giandomenico Tiepolo para caracterizar el ansia de espect谩culo de la masa ciudadana moderna, que no tiene rostro. Tampoco vemos el de la visitante del Isabella Stewart Gardner Museum que, a petici贸n de Sophie Calle, se sit煤a ante el marco de uno de los cuadros robados all铆 y describe lo que ve en ese vac铆o. Ni los del p煤blico de Versalles y el propio Museo del Prado, que Elliott Erwitt fotograf铆a en tono humor铆stico, revelando las din谩micas espaciales y las actitudes caracter铆sticas que desplegamos en los museos.
Ornamentos y fantasmas

Atribuido a Orazio Borgianni. Reverso de Autorretrato (?), 1600-10. 脫leo sobre lienzo. Madrid, Museo Nacional del Prado
Ciertos reversos presentan adornos significativos. Los hay que imitan otros materiales, seg煤n comprobamos en las tablas de Quinten Massys, con un hermoso marmoleado, o de Alejo Fern谩ndez, con una emulaci贸n m谩s inhabitual de una piel, y los hay que complementan la imagen al otro lado, como en la puerta de tabern谩culo de Juan de Juanes, en la que el cristograma que hoy queda de cara a la pared fue la cara siempre visible para los fieles.
La propia tela pod铆a tener cualidades est茅ticas. Lo acreditan el “mantelillo veneciano” con figuras utilizado por Eugenio Caj茅s o, en clave geom茅trica, la “tela de colch贸n” sobre la que pint贸 Jos茅 Mar铆a Estrada. Y los tejidos menos densos, seg煤n los materiales y las condiciones de conservaci贸n, hacen emerger bellos fantasmas. Los aceites, en particular, se infiltran en el lienzo a trav茅s de la preparaci贸n y dibujan en los reversos, con perfiles inciertos, las figuras que vemos en los anversos. El m谩s impresionante caso de fantasmagor铆a lo hallamos en la obra atribuida a Orazio Borgianni, y no le va a la zaga la de Vicente Palmaroli. Pero tambi茅n en la escultura puede el reverso ser espectral: en el interior de la armadura de Carlos V fundida por Leone Leoni se dibuja un chorreante cuerpo 铆gneo.
Naturaleza de fondo
Las traseras nos descubren el ecosistema del museo: por doquier madera, fibras vegetales, hierro, aceites, resinas, biodeterioro,... pero tambi茅n materiales inusuales –todos del reino natural– que los pintores usan a menudo propiciando su interacci贸n con la imagen. As铆, los soportes v铆treos o p茅treos que emplean Ciro Ferri (venturina), Agnolo Bronzino (p贸rfido rojo) y Francesco Pieri (pizarra) quedan a la vista en el anverso y funcionan como fondos de la pintura o de las ceroplastias de este 煤ltimo; y los soportes m谩s transparentes permiten iluminar las miniaturas de Karl August M眉ller sobre porcelana o de Francisca Ifigenia Mel茅ndez y Heinrich Friedrich F眉ger sobre marfil, ambas ornadas con cabello humano.
Uno de los materiales m谩s raros en el museo, tambi茅n biol贸gico, es el corcho, que emple贸 como soporte Alonso S谩nchez Coello, y uno de los m谩s usados el cobre, en peque帽as planchas que Jan van Kessel pint贸 por el anverso y, en un n煤mero de ellas, abocet贸 por el reverso, y donde las oxidaciones dibujan adem谩s una geograf铆a espectral. Este adjetivo se adec煤a a la “puerta” especular de Jos茅 Mar铆a Sicilia, un homenaje a Goya que cierra el recorrido iniciado a trav茅s de otra apertura dimensional, el reverso de Las meninas.
Miguel 脕ngel Blanco pone firma art铆stica a la muestra con tres obras que transmutan el elemento m谩s abundante en los reversos de los cuadros: el polvo. Cuando el Museo del Prado descolg贸 la copia de la gigantesca Transfiguraci贸n de Rafael, recogi贸 el acumulado durante d茅cadas de oscuridad en sus travesa帽os para convertirlo, haciendo eco al asunto de esta pintura, en luz.