OPINI脫N de Jorge Majfud
Recetas viejas; renovados fracasos
Ministra de Seguridad de la Naci贸n argentina, Patricia Bullrich: “El Plan Bandera va a liberar a Rosario de los narcos y a ponerlos de rodillas de una vez y para siempre”.
Sra. Bullrich:
La historia indica que la “guerra contra el narcotr谩fico”, desde Nixon hasta el M茅xico actual, pasando por G. W. Bush, nunca funcion贸. Por el contrario, dejaron m谩s muertos y acrecentaron el poder de las mafias de los carteles, sobre todo luego de un tiempo, con la corrupci贸n masiva de los mismos “combatientes contra el narcotr谩fico”.
Claro que si Argentina hubiese aprendido algo de la historia ustedes tampoco estar铆an en el gobierno otra vez.
Nada nuevo. El triunfo en las 煤ltimas elecciones presidenciales y el golpe artero a las necesidades m谩s b谩sicas de millones de ciudadanos no les ha calmado la necesidad patol贸gica de vender el Para铆so en base a creencias inoculadas por repetici贸n. Todo lo contrario. Contin煤an ejerciendo el mismo optimismo del vendedor de preservativos recauchutados. Las mismas afirmaciones absolutistas («ponerlos de rodillas de una vez y para siempre«), las mismas vanas promesas. Las mismas excusas de las pol铆ticas neoliberales que, en nombre de la libertad, siempre recurren a la represi贸n, a la militarizaci贸n de la polic铆a, a la intervenci贸n de los ej茅rcitos en las sociedades… En fin, la vieja f贸rmula de saqueo de las sociedades: primero la violencia social y moral; luego la violencia policial.
Los asesores de Nixon que inventaron la Guerra contra las drogas reconocieron m谩s tarde que se hab铆a tratado de una coartada para criminalizar negros y latinos y a los inc贸modos hippies que protestaban contra la Guerra en Vietnam. La maldad tiene muchos recursos, algunos contradictorios, pero en su ra铆z es siempre muy consistente.
La tendencia a confundir deseo con realidad es universal, pero s贸lo los pol铆ticos sin escr煤pulos y las corporaciones que los compran se benefician de esa debilidad ancestral. El resto, tarde o temprano, la sufre como borracho con resaca.
Por supuesto que hay soluciones mejores: la reducci贸n de las crecientes y obscenas brechas econ贸micas y sociales es la primera. Est谩 harto demostrado que es 茅sta, sobre todo en las sociedades capitalista-consumistas (Postcapitalistas) de nuestro tiempo, la mayor f谩brica de violencia de todo tipo. Pero ¿qui茅n se atreve a reducir la concentraci贸n de capitales y de poder medi谩tico cuando una gran parte del poder pol铆tico depende de sus donaciones o temen sus represalias?