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La guerra secreta de Kissinger en Angola


De Elizabeth Schmidt

Henry Kissinger estaba convencido de que los africanos eran incapaces de tener un gobierno responsable, por lo que luch贸 contra los movimientos de liberaci贸n nacional que buscaban la independencia.

El legado de Henry Kissinger, quien falleci贸 en noviembre a los 100 a帽os, ha destacado en la prensa internacional. El antiguo secretario de Estado, consultor de seguridad nacional y estadista veterano fue admirado en vida por ser el hombre que abri贸 las puertas a China, llev贸 a cabo una diplomacia de lanzadera en Oriente Medio y termin贸 la implicaci贸n de EE. UU. en la guerra de Vietnam. Tambi茅n fue demonizado por ser el hombre que dirigi贸 una guerra secreta en Camboya, que dio paso al r茅gimen asesino de Pol Pot, el cual result贸 en millones de civiles muertos. Adem谩s, facilit贸 un golpe militar contra el gobierno chileno elegido democr谩ticamente, que llev贸 a un brutal dictador al poder. No se suelen mencionar la colaboraci贸n de Kissinger con el r茅gimen del apartheid de Sud谩frica para derrocar el gobierno de Angola ni el apoyo que ofrecieron a una insurgencia armada que destruy贸 las posibilidades del pa铆s de establecer una democracia exitosa y un plan de desarrollo progresivo.

El desastre de Angola comenz贸 en 1975, durante la ca贸tica y humillante evacuaci贸n de EE. UU. de Vietnam. Al saber que el Congreso y el p煤blico estadounidense se opondr铆an a otra lejana guerra, la de Kissinger en el sur de 脕frica fue cubierta, escondida del Congreso y de la ciudadan铆a, y llevada a cabo por los representantes de EE. UU.

A diferencia de Asia y Am茅rica, a Kissinger no le interesaba mucho 脕frica, pues lo ve铆a como una zona estancada de la geopol铆tica. Las colonias dirigidas por colonos blancos de Sud谩frica y Rodesia y las colonias portuguesas vecinas de Angola y Mozambique eran claras excepciones. Angola era la colonia portuguesa del sur de 脕frica m谩s valiosa. La gran productora de petr贸leo, diamantes industriales y caf茅 fue un lugar de grandes inversiones por parte de empresas estadounidenses. Adem谩s, hac铆a frontera con el Congo (por aquel entonces llamado Zaire), rico en minerales, y con Namibia, ocupada por los sudafricanos; ambos eran firmes aliados de EE. UU.

Kissinger estaba convencido de que los africanos eran incapaces de tener un gobierno responsable, por lo que consider贸 que eran objetivos f谩ciles para la propaganda sovi茅tica. Seg煤n su plan, los colonos blancos y los reg铆menes imperialistas portuguesas actuar铆an como polic铆a regional y as铆 se mantendr铆a a la poblaci贸n africana controlada y servir铆a como defensa ante la expansi贸n sovi茅tica. Las acciones de Kissinger entre 1975 y 1976 hicieron de esta regi贸n otro campo de batalla de la Guerra Fr铆a.

Como otros territorios africanos, Angola hab铆a sufrido durante mucho tiempo los brutales efectos del colonialismo. Cuando los vientos de cambio llegaron al continente tras la Segunda Guerra Mundial, los angole帽os se unieron a la demanda del fin del dominio colonial. Una vez fallaron los intentos no violentos, comenz贸 el desaf铆o armado. Durante el tiempo que Kissinger fue consultor de seguridad nacional y secretario de Estado en el gobierno de Ford (1974-1977), tres organizaciones angole帽as lucharon por el dominio: el Frente Nacional para la Liberaci贸n de Angola (FNLA), el Movimiento Popular para la Liberaci贸n de Angola (MPLA) y la Uni贸n Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA).

En 1974, un golpe militar en Portugal llev贸 a que se mantuviesen negociaciones para la independencia, lo cual culmin贸 con el Tratado de Alvor en enero de 1975. Lo firmaron los tres movimientos de liberaci贸n y Portugal, y en 茅l se estipulaba que un gobierno transicional que representase a los tres movimientos tendr铆a elecciones para formar una asamblea constituyente en octubre de 1975. La asamblea elegida escogi贸 a un presidente y se garantiz贸 la independencia el 11 de noviembre de 1975.

Sin embargo, el Tratado de Alvor se romper铆a casi de inmediato. El FNLA, apoyado por EU. UU., era el movimiento militar m谩s fuerte, pero el MPLA estaba mucho m谩s establecido entre la poblaci贸n civil que el FNLA y la UNITA (otro beneficiario de EE. UU.). La guerra beneficiar铆a al FNLA y a la UNITA, mientras que el activismo pol铆tico pac铆fico beneficiar铆a al MPLA.

Kissinger consider贸 que el MPLA representaba a la Uni贸n Sovi茅tica y estaba decidido a desafiarlo. Rechaz贸 las advertencias de los expertos africanos del Departamento de Estado y promovi贸 un plan de la CIA para debilitar a la organizaci贸n. Con el apoyo p煤blico de Washington al Tratado de Alvor, en menos de una semana despu茅s de haber sido firmado, la CIA retom贸 un apoyo encubierto al FNLA, proporcionando cantidades cada vez mayores de ayuda militar y econ贸mica.

Mosc煤 respondi贸 de mala gana al aumento de la presencia estadounidense. En marzo de 1975, envi贸 armas que permitieron que el MPLA expulsara al FNLA de la capital, donde el MPLA ten铆a un gran apoyo del p煤blico. Con Mosc煤 en la partida, la inteligencia de Sud谩frica inform贸 de que una victoria del MPLA solamente podr铆a impedirse si Sud谩frica se implicase. Juntos, Washington y Pretoria suministraron armas y veh铆culos valorados en decenas de millones de d贸lares al FNLA y a la UNITA.

Mosc煤 respondi贸 de nuevo proporcion谩ndole al MPLA m谩s armas y consejeros militares. En septiembre, Alemania oriental aprovech贸 la demanda facilitando armas, entrenadores, pilotos y m茅dicos. Para finales del mes, el MPLA dominaba nueve de las diecis茅is provincias de Angola, incluida la capital, la costa desde Luanda hasta Namibia y el interior costero. Los cinco puertos m谩s grandes de Angola, el Enclave de Cabinda con abundante petr贸leo y la mayor铆a de los distritos con diamantes de Luanda tambi茅n estaban bajo el control del MPLA.

En octubre, la Fuerza de Defensa de Sud谩frica lanz贸 una invasi贸n masiva para impedir el ascenso del MPLA. Para finales del mes, se estima que 1000 soldados sudafricanos estaban atrincherados en Angola. Otros 2000 efectivos, adem谩s de aviones, helic贸pteros y veh铆culos armados, se posicionaron en la frontera. Junto con los soldados del FNLA y de la UNITA, las tropas de Zaire y los mercenarios europeos, el contingente sudafricano (con el apoyo de la CIA) empez贸 a avanzar hacia la capital. As铆, gan贸 velozmente territorio que el FNLA y la UNITA no pudieron conquistar por su cuenta.

Hasta este punto, la respuesta de Cuba a las peticiones del MPLA hab铆an sido modestas. La invasi贸n de Sud谩frica en octubre provoc贸 que Cuba respondiera a las peticiones de tropas del MPLA. Mosc煤, reacio a alterar la tenue distensi贸n con EE. UU., se neg贸 a suministrar tropas sovi茅ticas (o a transportar por aire soldados cubanos) hasta el D铆a de la Independencia de Angola el 11 de noviembre. Al desintegrarse el acuerdo, qued贸 claro que quien controlara la capital ese d铆a determinar铆a el gobierno.

Convencida de que Sud谩frica tomar铆a Luanda antes del 11 de noviembre salvo que lo impidiesen fuerzas exteriores, La Habana no estaba dispuesta a esperar. El 23 de octubre, los soldados cubanos participaron por primera vez en la lucha. El 10 de noviembre, el MPLA y las fuerzas cubanas defendieron Luanda del ataque de 2000 soldados del FNLA, 1200 de Zaire, m谩s de 100 mercenarios portugueses y consultores proporcionados por Sud谩frica y la CIA.

El 11 de noviembre, el embajador portugu茅s garantiz贸 de manera ambigua la independencia para el «pueblo angole帽o», en vez de transferir poder a alguno de los movimientos en conflicto. El MPLA, que controlaba la capital, anunci贸 la instauraci贸n de la Rep煤blica Popular de Angola.

Tras la independencia, llegaron a Angola miles de tropas extranjeras. La Uni贸n Sovi茅tica esper贸 hasta el 11 de noviembre para intervenir directamente. Luego, realizaron un gran transporte por aire y por mar en el que se desplazaron m谩s de 12 000 soldados cubanos entre noviembre de 1975 y enero de 1976. Mientras tanto, miles de tropas sudafricanas y cientos de mercenarios europeos, reclutados y financiados por la CIA, llegaron para asistir a los rivales del MPLA.

A finales de noviembre, el Fondo de Reserva para Imprevistos de la CIA se redujo. En diciembre, el periodista de investigaci贸n Seymour Hersh llev贸 la historia de la operaci贸n encubierta al New York Times, lo que caus贸 furor en el Congreso. Avergonzados por el altercado, sobre todo por la colaboraci贸n de EE. UU. con el gobierno blanco de Sud谩frica, el Congreso aprob贸 la Enmienda Clark a la Ley de asistencia a la seguridad internacional y control de exportaci贸n de armas de 1976, que prohib铆a la financiaci贸n de actividades encubiertas en Angola. El presidente Ford la firm贸 a su pesar.

Abandonada por sus aliados, Sud谩frica se retir贸 de Angola durante los primeros meses de 1976. Sin el respaldo de Pretoria, el FNLA y la UNITA colapsaron r谩pidamente. Para febrero de 1976, el MPLA, con el apoyo de Cuba, controlaba todo el norte de Angola.

Asqueada por la colaboraci贸n entre los rivales del MPLA y el apartheid de Sud谩frica, la Organizaci贸n de la Unidad Africana y la gran mayor铆a de las naciones africanas reconocieron el gobierno del MPLA. Para principios de la d茅cada de los 80, solamente EE. UU. y Sud谩frica segu铆an negando el reconocimiento internacional.

La guerra de Kissinger se detuvo, pero no hab铆a terminado. Tras una breve pausa, la UNITA continu贸 con la lucha. En 1985, la administraci贸n de Reagan convenci贸 al Congreso para que se revocase la Enmienda Clark, y en 1986, el Congreso restaur贸 la ayuda militar estadounidense a la UNITA. Les suministr贸 a las fuerzas rebeldes algunas de las armas estadounidenses m谩s sofisticadas del mercado, incluidos misiles antia茅reos con detecci贸n t茅rmica «Stinger». La guerra contra Angola continu贸 hasta 2002, cuando el jefe de la UNITA Jonas Savimbi fue asesinado en combate.

Angola a煤n no se ha recuperado del devastador desequilibrio que causaron las guerras durante m谩s de un cuarto de siglo; guerras que destruyeron la infraestructura del pa铆s, arrebataron alrededor de un mill贸n de vidas y llevaron a cuatro millones de personas a perder sus hogares. Eso tambi茅n es el legado de Kissinger.

Umoya





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