MANIFIESTO en defensa del territorio
¿D贸nde estamos?
Atravesamos una crisis ecosocial muy profunda. A nivel ecol贸gico nuestros campos se empobrecen por el monocultivo, nuestros r铆os contaminados fluyen menos caudalosos y la nieve se retira del Gorbea y los Pirineos. A nivel social son cada vez m谩s las personas que tienen dificultad para llegar a fin de mes, que pasan fr铆o, calor y viven en penumbras porque no pueden afrontar las facturas de la luz y el gas. Mientras tanto, la guerra se extiende por el mundo. Miles de personas en busca de refugio mueren en el Mediterr谩neo. La extrema derecha y el militarismo adquieren fuerza en toda Europa. El modelo de sociedad de Euskal Herria est谩 en tela de juicio. Lo inconcebible se ha hecho cotidiano y la crisis es ya nuestra nueva normalidad.
¿C贸mo hemos llegado hasta aqu铆?
La apuesta por el crecimiento econ贸mico, por la mercantilizaci贸n de todo bien y servicio, por los combustibles f贸siles y por la globalizaci贸n capitalista ha fracasado. Adem谩s, ha constituido un modo de vida estructuralmente injusto e insostenible. Hego Euskal Herria hoy es un enorme digestor f贸sil e industrial. Su buena salud depende de una circulaci贸n incesante de mercanc铆as a nivel global y de una distribuci贸n desequilibrada de los beneficios. Nuestra riqueza, monopolizada y desigualmente repartida, ser铆a imposible sin el extractivismo y la opresi贸n en el Sur global, sin la log铆stica y el transporte a nivel internacional basado en combustibles f贸siles baratos y contaminantes, sin la destrucci贸n ecol贸gica causada por los procesos industriales y sin la exportaci贸n permanente de bienes de consumo como el autom贸vil (protagonista en la crisis clim谩tica y que representa algo m谩s del 25% del PIB de nuestro Pa铆s).
Todo lo expuesto nos hace a la vez dependientes y vulnerables. Dependientes porque este modo de vida es imposible sin todas esas personas y todos esos territorios a los que expoliamos. Y vulnerables, ya que cualquier desestabilizaci贸n de todas esas gigantescas cadenas impedir铆a sostener las demandas, que no necesidades, de nuestro territorio y de sus habitantes. A su vez, este modo de vida es injusto e insostenible. Injusto porque nunca podr谩 generalizarse a nivel global ni sostenerse sin una relaci贸n jer谩rquica entre mujeres y hombres, ni con el resto de pueblos del mundo; por no hablar de una explotaci贸n y desigualdad social intramuros cada vez m谩s grande. E insostenible, ya que nuestra obsesi贸n por el crecimiento no es separable de una necesidad voraz de cada vez m谩s energ铆a, ni a una destrucci贸n ecol贸gica cada vez m谩s acelerada (clim谩tica, pero no solo).
¿Qu茅 soluciones se nos ofrecen?
Por todas partes escuchamos hablar de transiciones verdes y digitales, cambios tecnol贸gicos que dejar铆an intactos estos modos de vida y, al mismo tiempo, nos sacar铆an del atolladero en el que nos encontramos. Al ritmo de esta m煤sica, en Hego Euskal Herria entramados empresariales, oligopolios energ茅ticos y partidos pol铆ticos han puesto a punto su propio plan de adaptaci贸n y lo han plasmado en Leyes auton贸micas de Cambio Clim谩tico. Primero en el parlamento de Navarra y recientemente, en el de Vitoria-Gasteiz. Partiendo de un diagn贸stico que hasta cierto punto podr铆amos compartir, nos proponen soluciones parciales, reduccionistas y enga帽osas, al establecer como punto de partida mantener unos niveles de consumo que sobrepasan de largo la biocapacidad de nuestro planeta. Nos hablan de descarbonizaci贸n cuando en realidad se refieren a la electrificaci贸n de la econom铆a y a la externalizaci贸n de las emisiones contaminantes a otras latitudes donde no se perciban sus consecuencias. A poco que rascamos, vemos que los compromisos de reducci贸n del consumo energ茅tico no son tales, no vienen acompa帽ados de mecanismos concretos y el objetivo de descarbonizaci贸n se reduce a las emisiones netas, limitadas al 谩mbito auton贸mico o estatal. Todo queda reducido en la pr谩ctica a una carta blanca para el desarrollo de macropol铆gonos renovables y su infraestructura asociada por parte de los poderes econ贸micos.
Este desarrollo alimenta el mito de que las renovables industriales permiten sustituir otros usos energ茅ticos, a la vez que mantener los niveles de consumo actuales. Por ahora, funcionan m谩s como una extensi贸n de la producci贸n f贸sil que como una sustituci贸n real de las fuentes de energ铆a primaria. Queda as铆 fuera del debate y de los planes de transici贸n toda menci贸n expl铆cita a los cambios estructurales que deben de acompa帽ar el desarrollo tecnol贸gico, as铆 como toda menci贸n a las palancas m谩s poderosas para poder materializar sus objetivos: los modelos de alimentaci贸n y de transporte; s贸lo este 煤ltimo responsable de m谩s del 40% del consumo energ茅tico de nuestro territorio.
En definitiva, mientras se perpet煤an los privilegios de una 茅lite econ贸mica, nos prometen falsas soluciones sin asumir lo que 茅stas requerir铆an: poner radicalmente en cuesti贸n a la oligarqu铆a empresarial energ茅tica, romper con el imperativo de crecimiento econ贸mico, transformar rotundamente nuestro modelo productivo y energ茅tico, y profundizar en la democratizaci贸n de nuestros territorios.
¿Qu茅 proponemos?
Necesitamos dejar de enga帽arnos y poner en marcha con urgencia un proceso de decrecimiento organizado de abajo a arriba. Solo as铆 seremos capaces de hacer simult谩neamente tres cosas que necesitamos: a) frenar la crisis clim谩tica a trav茅s de una descarbonizaci贸n y desfosilizaci贸n real de nuestra producci贸n; b) trabajar por la regeneraci贸n ecol贸gica a la par que reintegramos nuestra econom铆a en la biosfera; y, c) garantizar vidas justas, igualitarias y aut贸nomas para nuestro pueblo y todos los pueblos del mundo.
Entendemos que nuestra responsabilidad no es preguntarnos c贸mo vamos a garantizar que las empresas sigan consumiendo energ铆a y materiales y acumulando capital. O c贸mo vamos a sostener los consumos energ茅ticos y de materiales de grandes aglomeraciones urbanas que, de forma insostenible, concentran cada vez mayor poblaci贸n, consecuencia de las decisiones pol铆ticas que silenciosamente se van tomando. La responsabilidad principal que tenemos como movimiento popular las habitantes de Euskal Herria es otra: defender la vida y el territorio.
Consideramos que la 煤nica posibilidad de hacer frente a la actual destrucci贸n capitalista es reorganizarnos socialmente para salir de la trampa en la que hemos ca铆do. Tenemos que reconstruir modos de vida que dejen de pensar cu谩nto territorio es necesario para cubrir los actuales deseos capitalistas y entender que lo que necesitamos es cambiar esos deseos para hacer que quepan en nuestra tierra. Por ello, al desarrollo ciego de megaproyectos renovables corporativos, proponemos un modelo en defensa de la vida, un modelo de decrecimiento para Euskal Herria que se realice en base a los siguientes ejes de intervenci贸n:
1. Debemos partir de las capacidades de nuestro territorio para despu茅s pensar en qu茅 tipo de vidas puede sostener. La base de nuestra econom铆a deben ser el aprovechamiento de los flujos renovables y la producci贸n de alimentos, escapando de la actual dependencia f贸sil y mineral. Debemos concertar estrategias de transformaci贸n de nuestros modos de vida que hagan efectiva la reducci贸n de nuestro consumo en claves de justicia redistributiva, de un impulso fuerte de la agroecolog铆a y de una apuesta por garantizar y priorizar el autoconsumo universal, comunitario, democr谩tico y a peque帽a escala. Eso supondr谩 necesariamente poner en cuesti贸n el actual modelo urbano e industrial y comenzar a trabajar por su transformaci贸n.
2. El actual desarrollo renovable no persigue reemplazar el papel de las f贸siles. Los megaproyectos renovables saturan los nodos de la red y requieren de grandes tendidos el茅ctricos para desalojar la energ铆a producida. Ello, a su vez, contribuye a generar un gran mercado energ茅tico para dar cabida a toda tecnolog铆a que pueda competir en coste, desde las nucleares francesas a los ciclos t茅rmicos de Marruecos. Frente a ello, para abandonar los combustibles f贸siles proponemos una relocalizaci贸n productiva en equilibrio con los recursos locales, pero diversificando las estrategias energ茅ticas m谩s all谩 de la electrificaci贸n. La electricidad jugar谩 un papel clave en la descarbonizaci贸n de algunos sectores, pero el actual plan de desarrollo no es capaz de dar soluci贸n a la urgente y necesaria descarbonizaci贸n de sectores como el alimentario, el industrial y el transporte.
3. Cualquier nuevo marco energ茅tico que se plantee debe ser compatible con una urgente y rotunda regeneraci贸n ecol贸gica, un pilar base para enfrentar los efectos de la crisis clim谩tica. Esta tarea sigue pendiente. A pesar de discursos ambivalentes que se帽alan la necesidad de cubrir esta doble vertiente, los planes energ茅ticos actuales se reducen acr铆ticamente al desarrollo de grandes megaproyectos. As铆, la actual transici贸n energ茅tica queda reducida a la promoci贸n de enormes extensiones fotovoltaicas y torres e贸licas de m谩s de 200 metros coronando nuestros montes. Esto supone una afecci贸n directa en la avifauna y una amenaza a la biodiversidad causada por la fragmentaci贸n directa de los ecosistemas.
4. Desde muchas instancias se plantea que el desarrollo de un modelo de grandes instalaciones renovables en manos de empresas transnacionales es compatible con el autoconsumo de base comunitaria. Si bien se puede dar una coexistencia anecd贸tica, las necesidades de infraestructura el茅ctrica y las inversiones que requieren, as铆 como las instituciones para su gobernanza, son incompatibles en el medio plazo. En la actualidad la palpable asimetr铆a en el desarrollo del modelo megaproyectos respecto al comunitario, nos hace denunciar ese discurso como funcional al modelo de megaproyectos corporativos, suponiendo la primac铆a de los intereses del capital sobre los de la ciudadan铆a.
5. La urgencia por la descarbonizaci贸n est谩 llevando a asumir que no podemos priorizar entre la reducci贸n del consumo, el desarrollo de instalaciones renovables de gran escala y fomentar el autoconsumo. Consideramos que esto supone un gran error. En ausencia de un programa pol铆tico de prioridades, los actuales mecanismos de planificaci贸n energ茅tica y los recursos a disposici贸n de los distintos actores reducen la transici贸n a un desarrollo ilimitado de los megaproyectos corporativos. De esta manera, el desarrollo del autoconsumo queda limitado a la iniciativa individual y la necesidad de reducir el consumo, a mero discurso. Frente a esta evidencia, defendemos la necesidad de nuevos mecanismos de planificaci贸n que partan de una limitaci贸n territorial del consumo y de un fomento del autoconsumo de distintas escalas como eje vertebrador de la pol铆tica energ茅tica en nuestro pueblo.
6. Es importante que la transici贸n ecol贸gica no se haga, como en la actualidad, a costa de la democracia, sino que sirva para impulsarla. En vez de negar las voces de los municipios y concejos, como hace la Ley Tapia, los PSIS en Navarra o la Directiva europea de aceleraci贸n de proyectos, debemos de ponerlas en el centro. La democracia no puede ser un arreglo cosm茅tico a unos desarrollos a gran escala que vienen impuestos en forma y n煤mero. Frente a ello, proponemos una consulta previa libre e informada de las comunidades afectadas como medio vinculante; as铆 como aplicar de manera efectiva el principio de precauci贸n frente a cualquier desarrollo.
7. Nuestro actual modo de vida imperial se encuentra en la base de la situaci贸n actual, pero no podemos olvidar que la responsabilidad no se encuentra igualmente repartida. Mientras muchas personas se esfuerzan por llegar a fin de mes (siendo las mujeres uno de los grupos no hegem贸nicos m谩s afectadas), las energ茅ticas o la banca acumulan beneficios record y siguen acaparando la deuda futura con la financiaci贸n del European Green New Deal. Ante este reparto desigual de responsabilidades, toca poner en cuesti贸n esta organizaci贸n estructural y las relaciones asim茅tricas que la sostienen y frenar en seco la destrucci贸n del territorio, base de la vida, a manos de actores pol铆ticos y empresariales.
8. La transformaci贸n socioecon贸mica que nos impone la actual situaci贸n de crisis, debe entenderse como una oportunidad para poner a la ciudadan铆a en su base. Este potencial democratizador no puede ser un a帽adido sobre el actual modelo energ茅tico, sino que 茅ste tiene que ser transformado para que sea un principio rector del mismo. Esto nos debe llevar a cuestionar la pertinencia de los actuales actores, procedimientos e instituciones del sistema energ茅tico. Apostamos por una relocalizaci贸n de la producci贸n que acerque la producci贸n al consumo. Se trata de algo fundamental para responsabilizar y empoderar a la ciudadan铆a en relaci贸n al modelo energ茅tico que quieren para sus territorios.
9. El impacto medioambiental est谩 condicionado por el tipo de desarrollos: distintas tecnolog铆as tienen impactos diferenciados. A esto hay que a帽adir que los desarrollos corporativos a gran escala tienen un impacto cualitativamente distinto y que, adem谩s, concentrado en partes del territorio supone su sacrificio. Los desarrollos a menor escala permiten distribuir los impactos acerc谩ndolos a los modos de consumo que los justifican siendo una base mucho m谩s sensata y eficiente para una transici贸n energ茅tica justa.
10. El desarrollo de megaproyectos renovables corporativos viene a veces justificado en clave de soberan铆a energ茅tica. Es fundamental no olvidar que los megaproyectos imponen el papel vertebrador de las l铆neas de alta tensi贸n para su desalojo. Estas l铆neas de alta tensi贸n son operadas de forma externa por Red El茅ctrica de Espa帽a, que impone las condiciones de operaci贸n; mientras que el MIBEL (Mercado Ib茅rico de la Electricidad) establece las condiciones de explotaci贸n econ贸mica. La explotaci贸n, control y gesti贸n es ejercida externamente con el objetivo de maximizar el beneficio econ贸mico de la energ铆a, que queda reducida a mera mercanc铆a. Cualquier proyecto de transici贸n energ茅tica que busque construir soberan铆a, requiere impulsar redes de baja tensi贸n que permitir铆an una gesti贸n local de la energ铆a y contribuir a la desmercantilizaci贸n de la misma.
*https://megaproiektumanifestua.blogspot.com/2024/03/manifestua-manifiesto-manifeste_54.html