Por V铆ctor Arrogante*
A mediados de la d茅cada de 1950 hab铆a en Madrid unas 50.000 infraviviendas, m谩s de la mitad de ellas chabolas, lo que equival铆a al 10% del parque total de vivienda. Pero no todas eran chabolas. Much铆simas eran cuevas horadadas en la tierra, como las cientos que hab铆a en Ventas del esp铆ritu Santo y a lo largo del arroyo Abro帽igal, hoy M-30. Esta situaci贸n vuelve a proliferar, lo que muestra que la pobreza extrema hay que eliminarla. Erradicar el chabolismo se puede y se debe.
Desde el paleol铆tico y hasta muy avanzado el siglo XX, ha habido madrile帽os viviendo en cuevas. La configuraci贸n arenosa o yes铆fera del terreno facilitaba la excavaci贸n de las cuevas-vivienda. Las m谩s antiguas pertenecen al Paleol铆tico y se hallan en los cortados de Perales de Taju帽a, o en zonas pr贸ximas a Vallecas y Villaverde. Por lo que respecta al casco urbano madrile帽o, hay referencias a las cuevas vivienda en muchos barrios de Madrid a lo largo de los siglos.
Algunos domingos, de la mano de mi madre, baj谩bamos por la calle de Alcal谩, cruz谩bamos el puente de Ventas, y por un terrapl茅n nos adentr谩bamos en el mundo de cuevas y chabolas. Mi t铆o, un hermano de mi padre, con su mujer y cinco hijos viv铆an en una aut茅ntica cueva troglodita. Polvo, tierra, barro y ladridos de perros, muchos perros. Siguiendo el cauce del arroyo, enfrente del parque de la Fuente del Berro, chatarreros y traperos cubr铆an otro asentamiento, con sus mulas y carros recog铆an la basura por los barrios de Madrid. Tambi茅n recuerdo visitar, con chicos del colegio, a alg煤n enfermo, en las cuevas de la prolongaci贸n de O’donnell, donde hoy se encuentra el Pirul铆.
La ocupaci贸n traperil de los a帽os 70 era ya una actividad residual y testimonio de una 茅poca en la que los 煤nicos responsables de la retirada de residuos fueron los traperos. Era una fuente de ingresos para muchas familias, que se lo distribu铆an de acuerdo al grado de acceso al deshecho; sacaban mayor provecho quienes primero hac铆an la busca, eligiendo lo mejor de la basura, dejando lo peor para la rebusca. El mundo por estos pagos de la Busca es sucio y huele mal: es el reino del desperdicio y su recuperaci贸n. Patean d铆a a d铆a, durante muchos a帽os, lass Ventas del esp铆ritu Santo, el pueblo de Canillas. El viejo Barrio de la Alegr铆a, con la procesi贸n de los traperos por Santa Engracia, hacia la Glorieta de Cuatro Caminos.
Hoy la palabra troglodita suena prehist贸rica, pero nuestras ciudades siguen mal cobijando vecinos que viven en huecos m铆seros. Frecuentemente, tras la valla de un descampado o en las llanuras que se divisan tras las ventanas de un tren de Cercan铆as camino del sur, divisamos tiendas quechua en medio de la nada o fr谩giles estructuras conformados por materiales de esta 茅poca. Nuestras cuevas y nuestros trogloditas habitan de nuevo los m谩rgenes de la sociedad. Entre los a帽os 40 y 60, 茅poca dura y dif铆cil de la posguerra, varios miles de madrile帽os vivieron en cuevas por no poder alojarse en otro tipo de viviendas.
Al concluir la Guerra, se produce el gran 茅xodo desde las zonas rurales a la capital de Espa帽a. Estas familias, ante la imposibilidad de conseguir una vivienda asequible, comenzaron a construirse sus propias chabolas, hasta el punto de que durante los a帽os sesenta, Madrid era la capital europea con mayor porcentaje de poblaci贸n chabolista. Entre 1940 y 1970 las grandes urbes multiplicaron su poblaci贸n a partir del 茅xodo de los pueblos en busca de oportunidades de trabajo. Madrid triplic贸 su poblaci贸n, pasando de poco m谩s de 1 mill贸n de habitantes a m谩s de 3.146.000 a finales de los a帽os 60. El crecimiento explosivo provoc贸 la suburbanizaci贸n extensiva.
Pese a la aprobaci贸n del Plan de Erradicaci贸n del Chabolismo en 1961, la urbanizaci贸n marginal fue una realidad en ciudades como Madrid hasta finales de la d茅cada de 1970, cuando la acci贸n del movimiento vecinal y las nuevas din谩micas econ贸micas de la Transici贸n a la Democracia acabaron con la apreciaci贸n de este fen贸meno como una lacra social. En 2008 se derribaron cada a帽o en Madrid unas cien chabolas. Pero la existencia de asentamientos chabolistas no ha pasado a la historia el chabolismo sigue siendo una realidad; la Ca帽ada Real en Madrid es un ejemplo.
Durante siglo y medio, la geograf铆a del chabolismo en Madrid se ha localizado en barrios suburbiales de los distritos m谩s perif茅ricos de la capital: Vallecas, San Blas, Villaverde, Carabanchel, o Latina. Barrios con nombres propios en el catastro de la miseria, de las condiciones tercermundistas en muchas 茅pocas y de la pobreza extrema siempre; como el Pozo del T铆o Raimundo, el Cerro del T铆o P铆o, Palomeras, Entrev铆as, Puente de los Tres Ojos, La Celsa, Los Focos, las Barranquillas, el Pozo del Huevo, Orcasur, el Rancho del Cordob茅s, la Ventilla, San Petronila, Alto de San Isidro Pan Bendito o las cuevas del Tejar de Luis G贸mez. El informe elaborado en 1960 por la Guardia Civil, se censaban 819 cuevas que se encontraban sobre todo en Entrev铆as, el Pozo del T铆o Raimundo, el Cerro del T铆o P铆o, y todas barriadas de Vallecas.
Madrid estaba rodeado de asentamientos de cuevas y chabolas como las que se encontraban en la monta帽a del Pr铆ncipe P铆o. Antiguas tierras del Real Sitio de la Florida, donde hoy se halla el templo de Debod. Los trogloditas eran un caso extremo de la criminalizaci贸n de la pobreza, com煤n en estos a帽os en la prensa, la literatura o las ciencias del comportamiento, que tend铆an a considerar esta condici贸n social una patolog铆a relacionada con la moral que se manifestaba en los golfillos, prostitutas o dem谩s gentes de la mala vida.
Entre el puente de Costa Rica de la M-30 y el punto limpio fijo de Chamart铆n, gestionado por el Ayuntamiento de Madrid, hay instalado un improvisado poblado chabolista. All铆, entre la basura, enseres de todo tipo y restos de algunas hogueras resisten unas cuatro o cinco improvisadas construcciones. En esa zona, que se encuentra justo al lado de la plaza de Jos茅 Mar铆a Soler y a pocos minutos a pie de la calle Arturo Soria, se han detectado en los 煤ltimos a帽os varios asentamientos de este tipo.
Durante las d茅cada de los cincuenta y sesenta, el fen贸meno chabolista se dispara. La carest铆a del mercado inmobiliario, la escasez de vivienda de promoci贸n p煤blica y la continua llegada de familias del campo a la ciudad, son las causas de este desarrollo desaforado. Se consolidan y crecen n煤cleos como la Meseta de Orcasitas, Orcasur, Entrev铆as, la Ventilla, San Pascual, la Alegr铆a, el Ventorro de la Pu帽al谩, Pozo del Huevo, La Celsa o Pitis, y surgen otros con vocaci贸n de ser importantes en un futuro inmediato: Los Focos, las Barranquillas, Santa Petronila, las Mimbreras, el Salobral, el Gallinero o el Ca帽averal.
En Madrid ha habido un esfuerzo significativo; desde 2007 a 2015 se redujo en un 50% el total de chabolas. Es dif铆cil hacer estimaciones sobre la poblaci贸n madrile帽a que reside actualmente en chabolas, porque no hay datos p煤blicos, aunque se calcula que solo en los poblados de la Ca帽ada Real y Las Sabinas pueden residir unas 7.000 personas. La mayor铆a son gitanos y extranjeros, en especial portugueses y de pa铆ses del este como Ruman铆a.
El 煤ltimo informe del Servicio de Disciplina Urban铆stica detalla que durante el pasado a帽o se desmantelaron 301 chabolas en la capital, que estaban ubicadas en 12 distritos diferentes. La Ca帽ada Real es el primer n煤cleo de infraviviendas que viene a la mente al pensar en poblados chabolistas en Madrid; es uno de los dolores de cabeza sociales en Madrid. Tras m谩s de veinte a帽os de personas viviendo en chabolas, la situaci贸n se complica cada vez m谩s. Viven cerca de 7.000 personas, de las que 1.800 son menores. Han sido muchos los intentos para tratar de realojar a las familias que all铆 residen, pero la complejidad de la situaci贸n provoca que se alargue en el tiempo m谩s de lo calculado. No es el 煤nico lugar en el que existe este tipo de construcci贸n en la ciudad. Est谩n tambi茅n presentes en los distritos de Fuencarral-El Pardo, Villaverde, Chamart铆n, en Nuevo Legazpi o el entorno de la M-30.
Todos los espa帽oles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada, dice el art铆culo 47 de la Constituci贸n Espa帽ola. Para los poderes p煤blicos promover谩n las condiciones necesarias y establecer谩n las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilizaci贸n del suelo de acuerdo con el inter茅s general para impedir la especulaci贸n. Sin embargo, haciendo una radiograf铆a de c贸mo viven muchas personas, puede comprobarse que todav铆a queda mucho trabajo por hacer.
El derecho a una vivienda digna es fundamental para favorecer los procesos de inclusi贸n social y la igualdad de oportunidades. Son los poderes p煤blicos los responsables de garantizarlo. Erradicar el chabolismo, es defender un derecho social (Manifiesto @gitanos_org). Los fondos europeos de reconstrucci贸n y de cohesi贸n deben ir dirigidos tambi茅n a los barrios m谩s vulnerables y servir para acabar con el chabolismo. La cuarta econom铆a europea no se puede permitir dar la espalda al chabolismo en Espa帽a.
Vivir en una chabola tiene un grave impacto. Tiene consecuencias para la vida y la salud de las personas; para encontrar un empleo, recibir una educaci贸n de calidad, formarse, acceder a servicios b谩sicos o poder salir de la pobreza. El chabolismo est谩 proliferando. Es necesario que los desalojos vayan acompa帽ados de unos servicios p煤blicos coordinados y un acompa帽amiento. Esto deber铆a traducirse en pol铆ticas de viviendas, medidas educativas y de empleo. La ausencia de pol铆ticas de seguimiento provoca que los desalojados vuelvan a construir sus chozas en otras zonas.
Erradicar el chabolismo debe ser una cuesti贸n de Estado. Urge un Plan Nacional para la Erradicaci贸n del Chabolismo. El chabolismo vulnera los derechos fundamentales de las personas y tiene un gran impacto sobre los valores y principios democr谩ticos. El chabolismo es un fen贸meno persistente y discriminatorio en nuestro pa铆s y genera situaciones de pobreza y exclusi贸n. Erradica el chabolismo, se puede y se debe, como as铆 la eliminaci贸n de la pobreza extrema.
*V铆ctor Arrogante, profesor y analista pol铆tico