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El biogás, el arma secreta de la ciudad de Pikine para combatir el cambio climático

El matadero, el mercado de pescado y dos grandes puntos de venta de ganado generan suficientes desechos para alimentar una planta industrial rentable, capaz de generar electricidad y fertilizantes

José Naranjo y Marta Moreiras/Senegal.aecid.-  Junto a una enorme cesta de pescado, Moustapha Diatta trabaja con enorme destreza y de manera casi automática cuchillo en mano. A un lado va tirando el producto útil; al otro, cabezas y escamas que no sirven para nada. ¿O sí sirven? Un fuerte olor emana de todos los rincones del mercado de pescado de Pikine, el más grande de África occidental, al que llegan capturas desde todos los países vecinos y que genera una media de tres toneladas al día de desechos orgánicos.

El sueño de producir electricidad y fertilizantes a partir de estos residuos, más los generados en el matadero y en el mercado de ganado, es más que posible gracias a la iniciativa de poner en marcha una planta industrial de producción de biogás, cuyo estudio de viabilidad ha sido impulsado por el Pacto de los Alcaldes para África Subsahariana (CoMSSA, por sus siglas en inglés), con el apoyo y financiación de la Unión Europea, el Ministerio Federal de Cooperación de Economía y Desarrollo (BMZ) y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).




LAS CIUDADES AFRICANAS CRECEN A UN RITMO ACELERADO. Se calcula que en 2025 nada menos que 1.400 millones de personas vivirán en ellas, una cifra que podría aumentar en 950 millones para 2050. Para responder a los desafíos que plantea este boom demográfico en materia de resiliencia frente al cambio climático nace, en 2015, el Pacto de los Alcaldes para África Subsahariana, integrado por más de 350 ciudades a lo largo de 38 países y dentro del marco del Pacto Mundial de los Alcaldes que lo componen más de 12.000 aglomeraciones urbanas. Pikine, que forma parte de la citada convención, es un ejemplo perfecto de los retos que plantea una fuerte tasa de crecimiento.

Nacida en 1952 a partir de pequeños asentamientos de pescadores lebous a pocos kilómetros de Dakar, apenas 20 años después Pikine ya superaba el medio millón de habitantes. El fuerte éxodo rural del joven Senegal y el elevado coste de la vida de la capital llevaron a decenas de miles de personas venidas del interior a instalarse en esta zona. El proceso se ha mantenido estable hasta la actualidad, elevando la población de la ciudad a los 1,5 millones de habitantes. Su peculiar geomorfología y su rápida urbanización hacen que Pikine se enfrente a numerosos problemas que sobrepasan la capacidad de las autoridades municipales a la hora de ofrecer unos servicios adecuados y unas condiciones de vida de calidad, como las recurrentes inundaciones.

CONSCIENTE DEL RETO DEL IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO, la ciudad integró el CoMSSA, iniciativa que cuenta con el apoyo de la Unión Europea con el objetivo de acompañar a estas aglomeraciones urbanas en su lucha contra las consecuencias del calentamiento global y en sus esfuerzos por garantizar a su población energías limpias. Con este apoyo, que en el caso de Senegal ejecuta la AECID, el Ayuntamiento ha elaborado su propio Plan de Acción para el Acceso a una Energía Sostenible y por el Clima (PAAEDC), en cuyo marco se propusieron diversos proyectos y se seleccionó el de llevar a cabo un estudio de viabilidad para la construcción de una planta de biogás en la zona, dado el potencial existente.

El trasiego de camiones que llegan al mercado de pescado, hasta un centenar en unas pocas horas de la mañana, no deja lugar a dudas de la importancia de este emplazamiento. Proceden de los diferentes puntos de descarga de Senegal, desde Saint Louis en el norte hasta Cap Skirring en el sur, pero también de Guinea-Bisáu, Gambia, Guinea, Mauritania e incluso las más lejanas Costa de Marfil y Sierra Leona. Con unas 57 toneladas de pescado entrante al día y unas 10.000 personas que lo transitan para comprar o vender, el Mercado Central de Pikine (MCP), construido por los japoneses en los años ochenta del siglo pasado sobre una superficie de cinco hectáreas y regalado al Estado de Senegal, es el corazón de la distribución de productos pesqueros de esta parte de África

Hasta ahora, esas tres toneladas de desechos orgánicos que genera de media el mercado cada día son compradas por inversores privados para producir harinas de pescado, utilizadas como pienso para el ganado, a unos 30 euros la tonelada. Pero, ¿qué otra utilidad podría darse a esos 30.000 kilogramos de residuos? “Producir biogás para generar electricidad que permita cubrir al menos una parte del consumo eléctrico del propio mercado”, responde Lamine Ndiaye, autor del estudio de viabilidad. En la actualidad, el MCP dispone, entre otras infraestructuras, de dos fábricas de hielo y cuatro cámaras frigoríficas. Todo ello genera un consumo eléctrico enorme, de unos 500 euros al día.

A pocos cientos de metros del mercado de pescado, una decena de vacas hace cola en un estrecho pasillo delimitado por postes de hierro. En unos minutos todas estarán muertas.




EN EL MATADERO DE PIKINE, EL MÁS GRANDE DE TODO SENEGAL, se sacrifican unos 1.770 animales cada día, de los que 1.500 son cabras y corderos, 250 bovinos y unos 20 cerdos. Esta incesante actividad genera unas 15 toneladas de residuos sólidos cada día, que en gran parte es recogido en camiones por un privado que los compra a unos 9 euros la tonelada para hacer compost, además de unos 200 metros cúbicos de agua contaminada que se emplea en las diferentes fases de la extracción de la carne del animal. Esta enorme cantidad de residuos líquidos se vierte, mediante un sistema de canalizaciones, directamente al mar en la bahía de Hann. De hecho, el matadero es uno de los grandes responsables de la contaminación en dicha zona de Dakar.

La empresa que gestiona esta instalación pública, Sogas, es consciente y le preocupa el problema, por lo que está muy abierta a la búsqueda de soluciones. Es aquí donde el proyecto de biogás puede jugar un papel decisivo. De hecho, el matadero ya tuvo su planta industrial de metanización entre 2011 y 2015, una de las primeras experiencias piloto en Senegal. “Funcionaba muy bien, pero la construcción de la infraestructura necesaria para el Tren Expres Regional (TER), que pasa justo por los terrenos colindantes, acabó con la iniciativa”, asegura Lamine Ndiaye, “las 13 toneladas de residuos sólidos diarios que se pueden recuperar sumadas a una parte de los desechos líquidos convierten a este matadero en el lugar idóneo para una planta de biogás”, añade el experto.

ADEMÁS DE LA REDUCCIÓN DE LA CONTAMINACIÓN de la castigada bahía de Hann, que alberga uno de los polos industriales más poblados de Dakar, el aspecto más atractivo de la futura planta de biogás es su capacidad para hacer que el propio matadero sea autosuficiente en materia energética. “Contamos con tres cámaras frigoríficas que se llevan el 70% de nuestro consumo eléctrico, así como con agua que tenemos que calentar para la esterilización”, asegura Amadou Sarr, técnico de Sogas. La enorme cantidad de residuos orgánicos disponibles permitiría que toda esa electricidad se pudiera extraer de la planta de biogás, lo que hace el proyecto muy atractivo para la empresa.




El tercer vértice de esta iniciativa es un lugar tan animado como sorprendente. Junto a la carretera que conecta Dakar con su extrarradio, a la altura de Diamaguène Sicap Mbao, hay un laberinto de vallados y pequeñas estructuras de madera que alberga el corazón de una de las principales actividades económicas del país, la cría de ganado. Sobre una superficie de 4,5 hectáreas estamos ante el mercado de compraventa de bovinos más grande de todo Senegal al que llegan animales desde todos los rincones del país y de las vecinas Mali y Mauritania para abastecer a la capital. Además de los 140.000 animales que pasaron por este inmenso abrevadero en 2022, un millar más son criados cada año, lo que da una media de 1.500 cabezas de ganado presentes cada día.

Pese al aparente caos, este inmenso mercado que vio la luz en 1946 está muy bien organizado. Bajo la gestión de una federación de 61 asociaciones de ganaderos procedentes en su mayor parte de la región de Fouta Toro, en el norte del país, la dirección está reservada a un comité de ancianos que toma las decisiones estratégicas. Tras una larga batalla por conseguir el título de propiedad de la tierra, que culminó de manera positiva en 2022, la federación se ha embarcado en un proyecto de modernización que incluye la construcción de establos bajo techo, un pequeño matadero, oficinas comerciales y, como iniciativa estrella, una planta de biogás.

Como es fácil deducir, el abrevadero de Diamaguène Sicap Mbao cuenta con grandes cantidades de un recurso fundamental que es percibido por los ganaderos como un problema porque hoy apenas se utiliza: las heces de vaca. El estudio de viabilidad del proyecto de biogás llevó a cabo una pequeña investigación y concluyó que cada vaca produce una media de 8,17 kilogramos de residuos cada día, lo que representa 12,25 toneladas de materia prima diaria para producir metano. El interés de los ganaderos en explorar la vía del biogás, que les permitirá alimentar en energía las nuevas infraestructuras y producir un excedente en fertilizante, juega a favor de este emplazamiento.




LAMINE NDIAYE HA IDENTIFICADO UN CUARTO LUGAR DE INTERÉS, el mercado de ganado de Seras, en Dalifort, ubicado a escasos metros del matadero y el mercado de pescado. Con una generación de 3,4 toneladas diarias de heces de vaca, la proximidad a las otras instalaciones permitiría un fácil traslado de este recurso. La puesta en marcha del Plan Nacional de Biogás por parte del Estado de Senegal refleja la apuesta del Gobierno por esta tecnología en la búsqueda de soluciones a dos problemas: el ahorro energético en línea con las recomendaciones para combatir el cambio climático y el aprovechamiento de recursos. Hasta ahora, el plan ha tenido un éxito relativo en cuanto a instalaciones domésticas, el reto ahora es el biogás industrial.

Sumando los cuatro emplazamientos se hace evidente, a juicio de Ndiaye, que el proyecto de construcción de una planta industrial de biogás en la ciudad de Pikine dispone de suficiente materia prima para ser rentable. “En total estamos hablando de 230 toneladas de residuos orgánicos cada día, de los que el 93% están disponibles inmediatamente porque ya son recogidos por las diferentes estructuras, tanto en el mercado de pescado como en el matadero. En cuanto al resto no deberían presentar problemas de accesibilidad”, comenta el experto.




Con el estudio de viabilidad ya realizado, una de las grandes cuestiones a resolver por las autoridades de Pikine es dónde ubicar la planta industrial de metanización. Dos posibilidades están sobre la mesa. La primera sería la construcción de una sola unidad de biogás alimentada por residuos procedentes de estos cuatro emplazamientos y cuya ubicación propuesta es, precisamente, el matadero, de donde procede el 92% de los desechos que alimentarían la producción. Para ello habría que superar ciertas resistencias que permitan la colecta y traslado de todos los residuos al matadero, un lugar especialmente sensible porque allí se produce carne para consumo humano.

“Esta es la opción más rentable desde una perspectiva financiera”, asegura Ndiaye. Incluso usando solo los desechos procedentes del matadero valdría muchísimo la pena. “Además de la producción de energía, la idea es tratar de encontrar una solución al vertido. La planta de biogás aprovecharía una cuarta parte de las aguas contaminadas, para el resto proponemos una planta de depuración”, añade. Las otras instalaciones podrían contar también con su unidad de biogás, aunque serían menos rentables de la perspectiva financiera según el estudio de viabilidad. “Eso sí, valdrían la pena en cuanto a su impacto ambiental y la creación de empleo, así como en la generación de electricidad a su escala”, concluye el experto.





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