Por Fabi谩n Scheidler*
El periodista de investigaci贸n m谩s importante de su 茅poca est谩 siendo criminalizado y privado de libertad. Si EE.UU. consigue condenarlo, ser谩 m谩s dif铆cil y peligroso sacar a la luz la s贸rdida realidad de las guerras.
“Los que dicen la verdad necesitan un caballo r谩pido”, reza un proverbio estadounidense. O necesitan una sociedad que proteja la verdad y a sus mensajeros. Pero esta protecci贸n, que deber铆an ofrecer nuestras democracias, est谩 en peligro. Como periodista, Julian Assange ha publicado cientos de miles de archivos que documentan cr铆menes de guerra cometidos por Estados Unidos y sus aliados en Afganist谩n, Irak, Guant谩namo y otros lugares. La autenticidad de los documentos es incuestionable. Sin embargo, ninguno de los responsables ha sido llevado ante la justicia ni condenado. En cambio, el mensajero lleva cinco a帽os encarcelado en una prisi贸n de alta seguridad en Londres, con problemas de salud que ponen en riesgo su vida, tras haber pasado siete a帽os encerrado en la embajada ecuatoriana. No ha sido acusado de ning煤n delito en el Reino Unido, en ning煤n pa铆s de la Uni贸n Europea ni en su pa铆s de origen, Australia. El 煤nico motivo de su rigurosa privaci贸n de libertad es que el Gobierno de Estados Unidos ha iniciado un proceso de extradici贸n al acusar al periodista de espionaje, apelando a una ley que se remonta m谩s de cien a帽os, a la Primera Guerra Mundial: la Ley de Espionaje.
Nunca se hab铆a acusado a un periodista al amparo de esta ley. El proceso de extradici贸n, por lo tanto, sienta un precedente peligroso. Si sale adelante, todos los periodistas del mundo que revelen cr铆menes de guerra de Estados Unidos habr铆an de temer que les depare el mismo destino que a Assange. Eso supondr铆a el fin de la libertad de prensa tal como la conocemos. Porque se basa en poder sacar a la luz el lado oscuro del poder sin miedo a represalias. Si se acaba con esta libertad, no solo muere la libertad de los periodistas, sino la libertad de todos nosotros: la que nos libra de la arbitrariedad del poder. PUBLICIDAD
Solo por este motivo, los tribunales de un sistema jur铆dico funcional nunca deber铆an aceptar el proceso de extradici贸n. Julian Assange no hizo de esp铆a en modo alguno, sino de periodista, y como tal, est谩 sujeto a protecci贸n especial. Casualmente, el testigo clave en la acusaci贸n de espionaje era el conocido estafador y ped贸filo convicto Sigurdur Ingi Thordarson, que admiti贸 en 2021 haber mentido por el FBI y haber conseguido inmunidad judicial.
Assange no hizo de esp铆a en modo alguno, sino de periodista, y como tal, est谩 sujeto a protecci贸n especial
Imaginemos el caso con los roles invertidos: pongamos que un periodista australiano hubiera publicado cr铆menes de guerra cometidos por las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia rusos y buscase protecci贸n en un pa铆s europeo occidental. ¿Considerar铆an seriamente los tribunales el procedimiento de extradici贸n a Mosc煤 por espionaje, m谩xime cuando el testigo clave es un delincuente condenado?
Assange se enfrenta a una sentencia descabellada de 175 a帽os en Estados Unidos. Es de temer que no sobreviva a las dur铆simas condiciones del infame sistema penitenciario estadounidense. Por eso, el Tribunal de Magistrados de Londres detuvo en primera instancia su extradici贸n en 2021. El Gobierno de Estados Unidos, entonces, public贸 unos documentos que afirmaban que no someter铆an a Assange a r茅gimen de aislamiento. Pero seg煤n Amnist铆a Internacional, esas declaraciones “son papel mojado”, porque la nota diplom谩tica no vinculante reserva el derecho del Gobierno estadounidense a cambiar de postura en cualquier momento.Al Tribunal de Apelaciones, no obstante, le pareci贸 suficiente el documento para dar v铆a libre a la extradici贸n: una tergiversaci贸n de la justicia, como apunta Amnist铆a.
La audiencia, que se celebr贸 el 20 y 21 de febrero en el Tribunal Superior de Londres y cuyo veredicto se espera en marzo, es la 煤ltima oportunidad de Assange de recurrir la decisi贸n de extradici贸n. Sin embargo, existe un riesgo muy alto de que le vuelvan a dar la vuelta a las leyes otra vez. Seg煤n indica la plataforma de investigaci贸n Declassified UK, uno de los dos jueces, Jeremy Johnson, trabaj贸 previamente para los servicios secretos brit谩nicos del MI6, estrechamente vinculados con la CIA y cuyas actividades ilegales se dieron a conocer gracias al trabajo de Julian Assange.
Para Julian Assange, el propio juicio ya se ha convertido en un castigo. En abril de 2020, el Relator Especial de la ONU sobre Torturas, Nils Melzer, concluy贸 tras minuciosas investigaciones que Assange llevaba a帽os sometido a tortura psicol贸gica sistem谩tica. El hecho de que Estados Unidos estuviera preparado para ir todav铆a m谩s all谩 sali贸 a la luz en septiembre de 2021: seg煤n informaciones de The Guardian, altos cargos de inteligencia, incluido el entonces director de la CIA y posteriormente secretario de Estado Mike Pompeo, planearon secuestrar y asesinar a Assange en 2017. Pong谩monos en antecedentes: Wikileaks hab铆a publicado documentos aquel a帽o que se dieron a conocer como “Vault 7”. Estos revelan la ingente actividad de la CIA en el campo de la guerra cibern茅tica y demuestran que los servicios secretos intervienen sistem谩tica y exhaustivamente en navegadores web, sistemas inform谩ticos de autom贸viles, smart TV y smartphones, incluso cuando est谩n apagados. Fue una de las revelaciones de Wikileaks que m谩s sensaci贸n causaron desde las filtraciones de Edward Snowden, que destap贸 la vigilancia ilegal y descomunal que ejerc铆a la Agencia de Seguridad Nacional. La CIA no iba a perdonarle el golpe a Assange y no tardaron en clasificar Wikileaks de “servicio de inteligencia hostil no gubernamental”, un neologismo trascendental que permit铆a declarar a periodistas enemigos del Estado. Cuando Pompeo se convirti贸 en secretario de Estado en 2018, el Gobierno de Estados Unidos inici贸 el proceso de extradici贸n. Esta jugada sustitu铆a el plan original de Pompeo de secuestro y asesinato, pero el objetivo segu铆a siendo el mismo: acabar con un periodista inoportuno.
Altos cargos de inteligencia en EE.UU. planearon secuestrar y asesinar a Assange en 2017
Las revelaciones de informantes como Edward Snowden y Chelsea Manning y periodistas como Julian Assange han demostrado que, a la sombra de la denominada guerra al terrorismo, ha surgido un vasto universo paralelo en las 煤ltimas d茅cadas que est谩 obsesionado con el espionaje ilegal a sus propios ciudadanos y el encarcelamiento, torturas y asesinato arbitrarios de adversarios pol铆ticos. Ese mundo se escapa en gran medida al control democr谩tico, es m谩s, est谩 socavando el orden democr谩tico desde dentro.
Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos no es del todo nuevo. En 1971, unas filtraciones revelaron un programa secreto del FBI para espiar movimientos de derechos civiles y en contra de la guerra, infiltrarse en ellos y reventarlos, conocido como COINTELPRO. Ese mismo a帽o, The New York Times public贸 “Los archivos del Pent谩gono”, filtrados por el informante Daniel Ellsberg, que demostraban que cuatro administraciones consecutivas de Estados Unidos hab铆an mentido sistem谩ticamente a sus ciudadanos acerca del alcance y la motivaci贸n de la guerra de Vietnam y de los cuantiosos cr铆menes de guerra cometidos por el ej茅rcito estadounidense. En 1974, Seymour Hersh revel贸 los programas secretos de la CIA para perpetrar magnicidios contra dirigentes de Estado extranjeros y la operaci贸n encubierta para espiar a cientos de miles de opositores a la guerra, que operaron con el nombre en clave de Operaci贸n CAOS. Empujado por estas informaciones, el Congreso de Estados Unidos convoc贸 en 1975 el Comit茅 Church, que llev贸 a cabo un an谩lisis exhaustivo de las operaciones secretas y condujo a un mayor control parlamentario de los servicios.
Portada de The New York Times en la que Seymour Hersh desvel贸 los programas secretos de la CIA contra disidentes, el 22 de diciembre de 1974.
Julian Assange forma parte de esta venerable tradici贸n period铆stica y ha contribuido de manera determinante a su renovado florecer. Sin embargo, hay una diferencia importante con los a帽os setenta: hoy, el periodista de investigaci贸n m谩s importante de su generaci贸n est谩 siendo abiertamente perseguido, criminalizado y privado de libertad. Cuando los Estados declaran delictiva la investigaci贸n de cr铆menes, la sociedad cae en una peligrosa espiral, al final de la cual pueden surgir nuevas formas de totalitarismo. Ya en 2012, Assange se帽alaba en relaci贸n con el aumento del dominio de las tecnolog铆as de vigilancia: “Tenemos todos los ingredientes para un Estado totalitario y carcelero”.
Si las autoridades estadounidenses consiguen condenar a un periodista por revelar cr铆menes de guerra, habr铆a otra consecuencia grave. En el futuro, ser铆a todav铆a m谩s dif铆cil y peligroso sacar a la luz la s贸rdida realidad de las guerras, sobre todo de las guerras que a los gobiernos occidentales les gusta vender como misiones civilizadoras con la ayuda de periodistas adheridos a la causa. Si no conocemos la verdad de las guerras, resulta mucho m谩s sencillo librarlas. La verdad es la herramienta m谩s importante para la paz.
Si no conocemos la verdad de las guerras, resulta mucho m谩s sencillo librarlas
Julian Assange todav铆a no ha sido extraditado ni condenado. A lo largo de los a帽os, se ha creado un movimiento internacional extraordinario para su liberaci贸n y la defensa de la libertad de prensa. Muchos parlamentarios en todo el mundo tambi茅n se est谩n pronunciando. El Parlamento australiano, por ejemplo, apoyado por el primer ministro Anthony Albanese, aprob贸 una resoluci贸n por amplia mayor铆a que exig铆a la liberaci贸n de Assange. Un grupo de m谩s de ochenta miembros del Parlamento alem谩n se han unido. Aun as铆, el Gobierno alem谩n todav铆a se niega a ejercer ning煤n tipo de presi贸n significativa sobre el Gobierno de Joe Biden, que contin煤a persiguiendo a Assange. La ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, que como candidata a canciller del Partido Verde se hab铆a manifestado a favor de liberar a Assange, evita constantemente preguntas sobre el tema desde que se uni贸 al Gobierno. Su Ministerio se pasa meses sin contestar las preguntas de los diputados sobre el caso, para luego limitarse a formular excusas ret贸ricas y esquivas. Los pol铆ticos destacados de la coalici贸n de gobierno alemana, que gustan de presentarse a bombo y platillo como los guardianes de la democracia y del estado de derecho, tienen que tomar cartas de una vez por todas en este asunto de justicia pol铆tica y exigir inequ铆vocamente la liberaci贸n de Julian Assange antes de que sea demasiado tarde. Pero claro, eso requerir铆a superar la actitud medrosa hacia el padrino en Washington y defender de verdad los valores tan cacareados de la democracia.
El periodista de investigaci贸n m谩s importante de su 茅poca est谩 siendo criminalizado y privado de libertad. Si EE.UU. consigue condenarlo, ser谩 m谩s dif铆cil y peligroso sacar a la luz la s贸rdida realidad de las guerras.
“Los que dicen la verdad necesitan un caballo r谩pido”, reza un proverbio estadounidense. O necesitan una sociedad que proteja la verdad y a sus mensajeros. Pero esta protecci贸n, que deber铆an ofrecer nuestras democracias, est谩 en peligro. Como periodista, Julian Assange ha publicado cientos de miles de archivos que documentan cr铆menes de guerra cometidos por Estados Unidos y sus aliados en Afganist谩n, Irak, Guant谩namo y otros lugares. La autenticidad de los documentos es incuestionable. Sin embargo, ninguno de los responsables ha sido llevado ante la justicia ni condenado. En cambio, el mensajero lleva cinco a帽os encarcelado en una prisi贸n de alta seguridad en Londres, con problemas de salud que ponen en riesgo su vida, tras haber pasado siete a帽os encerrado en la embajada ecuatoriana. No ha sido acusado de ning煤n delito en el Reino Unido, en ning煤n pa铆s de la Uni贸n Europea ni en su pa铆s de origen, Australia. El 煤nico motivo de su rigurosa privaci贸n de libertad es que el Gobierno de Estados Unidos ha iniciado un proceso de extradici贸n al acusar al periodista de espionaje, apelando a una ley que se remonta m谩s de cien a帽os, a la Primera Guerra Mundial: la Ley de Espionaje.
Nunca se hab铆a acusado a un periodista al amparo de esta ley. El proceso de extradici贸n, por lo tanto, sienta un precedente peligroso. Si sale adelante, todos los periodistas del mundo que revelen cr铆menes de guerra de Estados Unidos habr铆an de temer que les depare el mismo destino que a Assange. Eso supondr铆a el fin de la libertad de prensa tal como la conocemos. Porque se basa en poder sacar a la luz el lado oscuro del poder sin miedo a represalias. Si se acaba con esta libertad, no solo muere la libertad de los periodistas, sino la libertad de todos nosotros: la que nos libra de la arbitrariedad del poder. PUBLICIDAD
Solo por este motivo, los tribunales de un sistema jur铆dico funcional nunca deber铆an aceptar el proceso de extradici贸n. Julian Assange no hizo de esp铆a en modo alguno, sino de periodista, y como tal, est谩 sujeto a protecci贸n especial. Casualmente, el testigo clave en la acusaci贸n de espionaje era el conocido estafador y ped贸filo convicto Sigurdur Ingi Thordarson, que admiti贸 en 2021 haber mentido por el FBI y haber conseguido inmunidad judicial.
Assange no hizo de esp铆a en modo alguno, sino de periodista, y como tal, est谩 sujeto a protecci贸n especial
Imaginemos el caso con los roles invertidos: pongamos que un periodista australiano hubiera publicado cr铆menes de guerra cometidos por las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia rusos y buscase protecci贸n en un pa铆s europeo occidental. ¿Considerar铆an seriamente los tribunales el procedimiento de extradici贸n a Mosc煤 por espionaje, m谩xime cuando el testigo clave es un delincuente condenado?
Assange se enfrenta a una sentencia descabellada de 175 a帽os en Estados Unidos. Es de temer que no sobreviva a las dur铆simas condiciones del infame sistema penitenciario estadounidense. Por eso, el Tribunal de Magistrados de Londres detuvo en primera instancia su extradici贸n en 2021. El Gobierno de Estados Unidos, entonces, public贸 unos documentos que afirmaban que no someter铆an a Assange a r茅gimen de aislamiento. Pero seg煤n Amnist铆a Internacional, esas declaraciones “son papel mojado”, porque la nota diplom谩tica no vinculante reserva el derecho del Gobierno estadounidense a cambiar de postura en cualquier momento.Al Tribunal de Apelaciones, no obstante, le pareci贸 suficiente el documento para dar v铆a libre a la extradici贸n: una tergiversaci贸n de la justicia, como apunta Amnist铆a.
La audiencia, que se celebr贸 el 20 y 21 de febrero en el Tribunal Superior de Londres y cuyo veredicto se espera en marzo, es la 煤ltima oportunidad de Assange de recurrir la decisi贸n de extradici贸n. Sin embargo, existe un riesgo muy alto de que le vuelvan a dar la vuelta a las leyes otra vez. Seg煤n indica la plataforma de investigaci贸n Declassified UK, uno de los dos jueces, Jeremy Johnson, trabaj贸 previamente para los servicios secretos brit谩nicos del MI6, estrechamente vinculados con la CIA y cuyas actividades ilegales se dieron a conocer gracias al trabajo de Julian Assange.
Para Julian Assange, el propio juicio ya se ha convertido en un castigo. En abril de 2020, el Relator Especial de la ONU sobre Torturas, Nils Melzer, concluy贸 tras minuciosas investigaciones que Assange llevaba a帽os sometido a tortura psicol贸gica sistem谩tica. El hecho de que Estados Unidos estuviera preparado para ir todav铆a m谩s all谩 sali贸 a la luz en septiembre de 2021: seg煤n informaciones de The Guardian, altos cargos de inteligencia, incluido el entonces director de la CIA y posteriormente secretario de Estado Mike Pompeo, planearon secuestrar y asesinar a Assange en 2017. Pong谩monos en antecedentes: Wikileaks hab铆a publicado documentos aquel a帽o que se dieron a conocer como “Vault 7”. Estos revelan la ingente actividad de la CIA en el campo de la guerra cibern茅tica y demuestran que los servicios secretos intervienen sistem谩tica y exhaustivamente en navegadores web, sistemas inform谩ticos de autom贸viles, smart TV y smartphones, incluso cuando est谩n apagados. Fue una de las revelaciones de Wikileaks que m谩s sensaci贸n causaron desde las filtraciones de Edward Snowden, que destap贸 la vigilancia ilegal y descomunal que ejerc铆a la Agencia de Seguridad Nacional. La CIA no iba a perdonarle el golpe a Assange y no tardaron en clasificar Wikileaks de “servicio de inteligencia hostil no gubernamental”, un neologismo trascendental que permit铆a declarar a periodistas enemigos del Estado. Cuando Pompeo se convirti贸 en secretario de Estado en 2018, el Gobierno de Estados Unidos inici贸 el proceso de extradici贸n. Esta jugada sustitu铆a el plan original de Pompeo de secuestro y asesinato, pero el objetivo segu铆a siendo el mismo: acabar con un periodista inoportuno.
Altos cargos de inteligencia en EE.UU. planearon secuestrar y asesinar a Assange en 2017
Las revelaciones de informantes como Edward Snowden y Chelsea Manning y periodistas como Julian Assange han demostrado que, a la sombra de la denominada guerra al terrorismo, ha surgido un vasto universo paralelo en las 煤ltimas d茅cadas que est谩 obsesionado con el espionaje ilegal a sus propios ciudadanos y el encarcelamiento, torturas y asesinato arbitrarios de adversarios pol铆ticos. Ese mundo se escapa en gran medida al control democr谩tico, es m谩s, est谩 socavando el orden democr谩tico desde dentro.
Sin embargo, el desarrollo de los acontecimientos no es del todo nuevo. En 1971, unas filtraciones revelaron un programa secreto del FBI para espiar movimientos de derechos civiles y en contra de la guerra, infiltrarse en ellos y reventarlos, conocido como COINTELPRO. Ese mismo a帽o, The New York Times public贸 “Los archivos del Pent谩gono”, filtrados por el informante Daniel Ellsberg, que demostraban que cuatro administraciones consecutivas de Estados Unidos hab铆an mentido sistem谩ticamente a sus ciudadanos acerca del alcance y la motivaci贸n de la guerra de Vietnam y de los cuantiosos cr铆menes de guerra cometidos por el ej茅rcito estadounidense. En 1974, Seymour Hersh revel贸 los programas secretos de la CIA para perpetrar magnicidios contra dirigentes de Estado extranjeros y la operaci贸n encubierta para espiar a cientos de miles de opositores a la guerra, que operaron con el nombre en clave de Operaci贸n CAOS. Empujado por estas informaciones, el Congreso de Estados Unidos convoc贸 en 1975 el Comit茅 Church, que llev贸 a cabo un an谩lisis exhaustivo de las operaciones secretas y condujo a un mayor control parlamentario de los servicios.
Portada de The New York Times en la que Seymour Hersh desvel贸 los programas secretos de la CIA contra disidentes, el 22 de diciembre de 1974.
Julian Assange forma parte de esta venerable tradici贸n period铆stica y ha contribuido de manera determinante a su renovado florecer. Sin embargo, hay una diferencia importante con los a帽os setenta: hoy, el periodista de investigaci贸n m谩s importante de su generaci贸n est谩 siendo abiertamente perseguido, criminalizado y privado de libertad. Cuando los Estados declaran delictiva la investigaci贸n de cr铆menes, la sociedad cae en una peligrosa espiral, al final de la cual pueden surgir nuevas formas de totalitarismo. Ya en 2012, Assange se帽alaba en relaci贸n con el aumento del dominio de las tecnolog铆as de vigilancia: “Tenemos todos los ingredientes para un Estado totalitario y carcelero”.
Si las autoridades estadounidenses consiguen condenar a un periodista por revelar cr铆menes de guerra, habr铆a otra consecuencia grave. En el futuro, ser铆a todav铆a m谩s dif铆cil y peligroso sacar a la luz la s贸rdida realidad de las guerras, sobre todo de las guerras que a los gobiernos occidentales les gusta vender como misiones civilizadoras con la ayuda de periodistas adheridos a la causa. Si no conocemos la verdad de las guerras, resulta mucho m谩s sencillo librarlas. La verdad es la herramienta m谩s importante para la paz.
Si no conocemos la verdad de las guerras, resulta mucho m谩s sencillo librarlas
Julian Assange todav铆a no ha sido extraditado ni condenado. A lo largo de los a帽os, se ha creado un movimiento internacional extraordinario para su liberaci贸n y la defensa de la libertad de prensa. Muchos parlamentarios en todo el mundo tambi茅n se est谩n pronunciando. El Parlamento australiano, por ejemplo, apoyado por el primer ministro Anthony Albanese, aprob贸 una resoluci贸n por amplia mayor铆a que exig铆a la liberaci贸n de Assange. Un grupo de m谩s de ochenta miembros del Parlamento alem谩n se han unido. Aun as铆, el Gobierno alem谩n todav铆a se niega a ejercer ning煤n tipo de presi贸n significativa sobre el Gobierno de Joe Biden, que contin煤a persiguiendo a Assange. La ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, que como candidata a canciller del Partido Verde se hab铆a manifestado a favor de liberar a Assange, evita constantemente preguntas sobre el tema desde que se uni贸 al Gobierno. Su Ministerio se pasa meses sin contestar las preguntas de los diputados sobre el caso, para luego limitarse a formular excusas ret贸ricas y esquivas. Los pol铆ticos destacados de la coalici贸n de gobierno alemana, que gustan de presentarse a bombo y platillo como los guardianes de la democracia y del estado de derecho, tienen que tomar cartas de una vez por todas en este asunto de justicia pol铆tica y exigir inequ铆vocamente la liberaci贸n de Julian Assange antes de que sea demasiado tarde. Pero claro, eso requerir铆a superar la actitud medrosa hacia el padrino en Washington y defender de verdad los valores tan cacareados de la democracia.
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*Fabian Scheidler es escritor aut贸nomo y trabaja para Berliner Zeitung, Le Monde diplomatique, Taz Die Tageszeitung, Bl盲tter f眉r deutsche und internationale Politik entre otros medios. En 2009 obtuvo el Premio de Periodismo Cr铆tico Otto Brenner.
Este art铆culo fue publicado originalmente en Scheerpost.
Traducci贸n de Ana Gonz谩lez Hortelano