La brecha ultraderechista entre norte y sur
La extensi贸n geogr谩fica del derechismo extremo
Emilio Cafassi (Profesor Titular e Investigador de la Universidad de Buenos Aires). cafassi@uba.ar
Quienes nos sentimos agobiados por la pand茅mica contaminaci贸n ultraderechista en nuestras latitudes, podr铆amos fantasear con una suerte de exilio en alg煤n rinc贸n noroccidental que nos ampare de su presencia pol铆tica con la consecuente percusi贸n segregacionista, racista y violenta. Algo as铆 como lo que d茅cadas atr谩s permiti贸 un asilo, formal o no, frente al terrorismo de estado del cono sur. Si la intenci贸n fuera concretarla habr铆a que apurarse porque en Europa quedan tres islas sin partidos con alg煤n peso significativo de esa orientaci贸n: s贸lo Malta, Chipre e Irlanda. En el resto del mundo, se extiende como peste incontrolada, particularmente agrav谩ndose desde la crisis financiera del 2008, con tasas de crecimiento hasta la actualidad. Si bien podemos escandalizarnos frente a la inquina de Milei en Argentina, ni es pionero ni, menos a煤n, actor solitario.
El continente que incub贸 y alumbr贸 el fascismo y el nazismo exhuma hoy sus despojos, le impele resurrecci贸n y los proyecta rejuvenecidos y aggiornados, cual Dorian Gray, al resto del mundo. La maquinaria usada en el ascensor es mayoritariamente el dispositivo electoral previsto en cada pa铆s, aunque no descarta el golpismo, que en el continente americano se experiment贸 con 茅xito dispar en Bolivia, Brasil, EEUU, Ecuador y Venezuela. Al igual que los virus, van forjando adaptaci贸n a las particularidades no solo institucionales sino culturales de cada pa铆s, incluyendo la construcci贸n de liderazgos que pueden parecer dis铆miles entre el pintoresquismo de Trump, Bolsonaro o Milei y otros m谩s circunspectos como Lacalle Pou o Milani en Uruguay. Sin embargo todos ellos se vertebran a partir de una espina dorsal: el odio a toda otredad, particularmente si es notoriamente vulnerable, cuya delimitaci贸n crece conforme se consolida su poder, en ocasiones geom茅tricamente.
La deriva hacia la extrema derecha en Europa y los or铆genes citados, podr铆an estimular correlaciones mecanicistas o simplistas. Una primera gran diferencia es que tanto Hitler como Mussolini lograron imponerse frente a la posibilidad revolucionaria de los movimientos obreros de entonces, que estaban fuertemente organizados y eran part铆cipes de organizaciones con posibilidades de 茅xito ciertas. No es el caso del proletariado actual, cada vez m谩s desmembrado, precarizado y poroso a la tentaci贸n del emprendedorismo y su aparente “libertad”. La violencia fascista de entonces respond铆a a la capacidad movilizatoria de fuerzas revolucionarias. Por el contrario, la actual es hija de la desmovilizaci贸n y la pasividad. Hasta en la m铆nima forma participativa como es el acto electoral, se advierte una tendencia abstencionista. Sin pretensi贸n alguna de exhaustividad ni orden de prelaci贸n, intentar茅 puntualizar algunos de los objetivos de su m(ira)da hacia esa otredad:
Como identidad, el movimiento LGTBIQ+ y, como concepci贸n, el feminismo. Con muletillas tales como el adoctrinamiento y la desviaci贸n de lo natural, detentan un culto a la heteronormatividad y la divisi贸n sexual del trabajo, mientras condenan los derechos de las mujeres y la perspectiva de g茅nero. Se trata del primer eslab贸n de la cadena formatizadora y uniformizadora de la subjetividad.
Los migrantes, tanto los refugiados como los que llegaron en busca de mejores condiciones de supervivencia, m谩s acentuadamente al norte del ecuador que por nuestras geograf铆as. Culpables no solo de amenazar el empleo, sino tambi茅n de contaminar las costumbres y culturas locales.
Las protecciones medioambientales, orient谩ndose hacia un retroceso conservador en las grandes cuestiones de la transici贸n clim谩tica y energ茅tica, con argumentos como la crisis econ贸mica, entre otros. Como m铆nimo postergan los posibles acuerdos de reducci贸n de da帽os con consecuencias impredecibles.
La secularizaci贸n. Reaparece un reforzamiento de los auxilios discursivos teol贸gicos, apelaciones a fuerzas divinas y en t茅rminos comparativos con el auge original, la sustituci贸n del “enemigo” jud铆o por el islam.
El conocimiento y la ciencia. Particularmente en relaci贸n al imperio de la duda, la diversidad y la multidisciplinariedad, con extremos en el negacionismo ante cat谩strofes como las pandemias o el cambio clim谩tico.
La movilizaci贸n en ocasi贸n del poder. Amantes del orden, el liderazgo verticalmente autoritario, el gatillo f谩cil y el disciplinamiento, desestimulan desde el denuesto hasta la represi贸n f铆sica, toda forma expresiva y organizaci贸n participativa.
Sin embargo, llegados a este punto, debemos hacer una distinci贸n que, aunque no es taxativa, diferencia enf谩ticamente a las ultraderechas de norte y sur. Mientras las primeras tienen una impronta nacionalista, de resguardo proteccionista y de reforzamiento identitario, las otras, a excepci贸n de Bolsonaro, presentan d贸ciles genuflexiones ante los imperios, imponiendo un liberalismo extremo, arrasador y entreguista.
Sint茅ticamente pueril. En el caso de Milei expresado de manera textual por su vocero, como alineamiento autom谩tico con EEUU e Israel no s贸lo en el 茅nfasis comercial propio, despojado de todo control, sino en auxilio al conflicto americano con Rusia y China. Aunque el caso uruguayo es m谩s discreto, no dejar铆a de bucear en alguna otra oportunidad en los gobiernos de Lacalle Herrera y su hijo Lacalle Pou como antecedentes inspiradores de Milei en varios planos legislativos y ejecutivos. Alentadores sin duda, adem谩s, para Pe帽a en Paraguay y Noboa en Ecuador.
No obstante, sin que resulte un consuelo, la hegemon铆a derechista no es eterna, pero tampoco lo es la de los progresismos. Ambos permanecen como opciones basculantes. Con mucha mayor frecuencia las oposiciones (liberales o progresistas frente a las derechas o viceversa) terminan sustituyendo a los oficialismos en una recurrente pendulariad, dado que ni unos ni otros logran conjurar la ruina de sus gestiones, o en otros t茅rminos, garantizar una tasa de acumulaci贸n de capital en proporci贸n que permita alg煤n tipo de pol铆tica distributiva. No es impensable que este a帽o el Frente Amplio gane en Uruguay, ni que Trump lo haga en EEUU, si la justicia no lo impugna por su participaci贸n golpista en la toma del Capitolio.
Tras el fat铆dico eco del Brexit en 2016, el tel贸n pol铆tico europeo se ti帽贸 de incertidumbre y posterior radicalizaci贸n.
Avances electorales llegan a estos d铆as como los destacados de figuras como Le Pen en Francia y Alternativa en Alemania y m谩s dram谩tico a煤n es en el caso de Hungr铆a donde el partido Fidesz, como un tit谩n pol铆tico, obtuvo un respaldo del 54% en las legislativas asegurando de este modo el cuarto mandato consecutivo de Viktor Orb谩n. En esta repsodia de triunfos europeos, Giorgia Meloni, l铆der del partido posfascista Fratelli d'Italia, ya lleva un a帽o al frente del gobierno. En Suecia, los Dem贸cratas Suecos liderados por Jimmie 脜kesson lograron el segundo lugar en las elecciones generales de 2022, algo menos esperado que las auroras borales, obteniendo el 20,5 % de los votos. Este mosaico de movimientos de ascenso de la extrema derecha tambi茅n se evidencia en otros pa铆ses europeos como Portugal, Espa帽a, Finlandia, Austria y B茅lgica, donde estas formaciones consolidan su presencia en el panorama pol铆tico central. En Polonia, el partido conservador radicalizado PiS (Prawo i Sprawiedliwo艣膰) alcanz贸 la mayor铆a de votos en las elecciones legislativas de octubre, con un respaldo del 35,38 %. Aunque no lograron la mayor铆a absoluta, esta situaci贸n abre la posibilidad de que la oposici贸n pueda formar gobierno. Adem谩s, la Confederaci贸n, un grupo radical heterog茅neo, obtuvo un respaldo del 7,16 % de los votos, agregando matices y complejidad al panorama pol铆tico polaco. En Europa del Este, el fen贸meno se intensifica en naciones como Estonia, Croacia, Rumania y Bulgaria. En el escenario pol铆tico europeo, marcado por un a帽o electoral en varios pa铆ses, se vislumbra un desplazamiento significativo hacia la ultraderecha en el Parlamento Europeo, lo cual plantea una amenaza palpable a los principios fundacionales de la Uni贸n Europea. A煤n fuera de la Uni贸n no podemos excluir de este breve menci贸n a los derechistas Putin de Rusia y Zelensky de Ucrania, y menos a煤n a un genocida terrorista extraeuropeo como Netanyahu de Israel. Pero volviendo al futuro del parlamento europeo, la polifon铆a pol铆tica se extiende adem谩s a quienes han logrado representaci贸n parlamentaria en Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, Grecia, Holanda, Letonia, Rep煤blica Checa y Rumania. Y saliendo de Europa se verifica en todo el continente americano, donde estos grupos han dejado de ser meramente opositores para convertirse en opciones de poder.
No debiera abrumarnos la magnitud, ni menos a煤n, desistir de la resistencia, aunque es indispensable comenzar a perge帽ar nuevos modos de lograrla eficaz y superadora.