Desde finales del siglo pasado, en ocasiones he repetido cinco o seis ejercicios muy simples en salones de clase de distintos pa铆ses con estudiantes de distintas culturas, edades y clases sociales―con el mismo resultado.
Uno (inspirado en 脕frica) se refiere a la clasificaci贸n de figuras geom茅tricas, donde siempre vemos las diferencias y nunca lo que tienen en com煤n.
En otro, en Estados Unidos, les dibujo un cubo en la pizarra y, al preguntar qu茅 ven, por unanimidad afirman que se trata de un cubo. Obviamente, no es un cubo, sino tres rombos juntos.
A la pregunta de qu茅 colores son el cielo y el sol, las respuestas tambi茅n han sido un谩nimes, por a帽os. Pero la respuesta repetitiva es una pregunta: “¿Profesor, tambi茅n nos va a decir que el cielo no es celeste y el sol no es amarillo?” Al fin y al cabo, as铆 son en las banderas, en los dibujos infantiles y en cualquier otra representaci贸n que no sea arte moderno―eso que le hac铆a hervir la sangre a Hitler. Algo que no ha cambiado mucho hoy.
Est谩 de m谩s decir que no siempre el cielo es celeste y que el Sol nunca es amarillo. No s贸lo es blanco, sino que los colores dominantes son el azul y el violeta. En cualquier caso, los ejemplos demuestran que no podemos ver el mundo objetivo sin pasarlo por el lente de nuestra comprensi贸n, el cual est谩 te帽ido por los prejuicios de una sociedad, de una civilizaci贸n. Un caso m谩s biol贸gico radica en la percepci贸n del inexistente color amarillo en las pantallas de televisi贸n, pero a煤n as铆 es una ilusi贸n.
La pregunta “¿por qu茅 el Sol es amarillo?” inocula al interlocutor con un hecho falso, distray茅ndolo con la b煤squeda de la respuesta correcta. Lo mismo ocurre ante la pregunta “¿por qu茅 muri贸 el socialismo?” A煤n m谩s decisivo que en la f铆sica cu谩ntica y relativista, en el mundo humano el observador cambia la realidad que observa. M谩s cuando usa un lenguaje plagado de ideol茅xicos.
Hoy, un estudiante me pregunt贸: “¿Por qu茅 Brasil est谩 al borde de una dictadura?” ¿Por qu茅 no Argentina o Ecuador? ¿Por qu茅 el Sol es amarillo? Record茅 los repetidos ataques de Elon Musk al presidente Lula de Brasil por su osad铆a de cuestionar los efectos medioambientales de la empresa tiracuetes del magnate.
Esta discusi贸n escal贸 con la investigaci贸n y orden de un fiscal brasile帽o de bloquear algunas cuentas en X (Twitter), por considerarlas “milicias digitales”. Como comandante en jefe de las milicias digitales, Elon Musk solicit贸 la renuncia del ministro del Supremo Tribunal Federal de Brasil, Alexandre de Moraes, y volvi贸 a repetir el discurso sobre La libertad―carajo.
No voy a volver sobre los mercenarios que deciden elecciones desde principios de siglo y cuya avanzada en 2010 estuvo en Ucrania, seg煤n advirtieron los especialistas antes de la guerra de 2022. S铆, quiero repetir que no hay democracia con una concentraci贸n extrema de capitales y sin trasparencia de los medios, por lo cual propusimos comit茅s internacionales de expertos para monitorear algoritmos, etc.
“Soy un absolutista de la libertad de expresi贸n”, repiti贸 Musk. ¿La prueba? En sus redes, un humilde maestro de Angola tiene la misma posibilidad de publicar que 茅l. Nada dice sobre lo m谩s obvio: cada vez que 茅l promociona su ideolog铆a mercantilista en X, la red m谩s pol铆tica del mundo, autom谩ticamente es consumida por millones de personas. Es el mismo concepto de libertad de los esclavistas: por libertad se refer铆an a su libertad, que es la que garantizaba el bienestar universal.
El mismo d铆a, Musk public贸 una gr谩fica donde se ve la ca铆da de audiencia de la Radio P煤blica Nacional de Estados Unidos, festejando que la 煤nica cadena no comercial de Estados Unidos que sobrevive, se est茅 muriendo, gracias a los recortes de los sucesivos gobiernos.
NPR es la 煤nica que todav铆a tiene programas period铆sticos con contenido y de investigaci贸n, m谩s all谩 de que discrepemos con muchos de sus criterios al exponer algunos temas. En sus inicios, y luego de d茅cadas de desarrollo, la mayor铆a de las estaciones de radio en Estados Unidos eran p煤blicas o estaciones universitarias, no comerciales. A pesar de que la mayor铆a de la poblaci贸n se opon铆a, un lobby agresivo logr贸 privatizarlas en los a帽os 30 y luego cre贸 una nueva mayor铆a a su favor. Cl谩sico.
Cerremos con una reflexi贸n sint茅tica. El modelo ideol贸gico y cultural de la derecha es el modelo econ贸mico en el cual la prosperidad no es un juego de suma cero. La prosperidad de un grupo dominante podr铆a significar una prosperidad menor de otros grupos. La idea es razonable: en una plantaci贸n pr贸spera del siglo XVIII o XIX los esclavos eran mejor alimentados que en otra mal administrada o menos cruel. Pero en ambos casos eran esclavos, y la libertad de expresi贸n estaba protegida por la Constituci贸n. Incluso la constituci贸n de la Confederaci贸n esclavista inclu铆a la protecci贸n de esta libertad, porque era bienvenida siempre y cuando fuese una decoraci贸n democr谩tica y no una amenaza real al poder dominante. Cuando los escritos antiesclavistas se convirtieron en una amenaza, los esclavistas le pusieron precio a las cabezas de los escritores y cerraron sus peri贸dicos. Lo mismo hacen los libertarios del siglo XXI. En Estados Unidos llevan prohibiendo m谩s de 4.000 libros inc贸modos, porque sus ideas comenzaron a ser aceptadas por demasiada gente.
Diferente, en una democracia real no funciona ese modelo, por lo cual las dictaduras han sido los sistemas preferidos del capitalismo, excepto cuando pod铆a controlar las democracias, como fue el caso de imperios vampirescos de Noroccidente.
Una democracia real es un juego de suma cero. Cuanto m谩s poder tiene un grupo, ese poder es en desmedro del poder de los dem谩s. La libertad depende del poder que un grupo o un individuo tienen en una sociedad. Desde la Era Moderna, el poder depende del dinero virtual. Cuanto m谩s dinero, m谩s poder. Cuanto m谩s poder, m谩s libertad propia y menos libertad ajena. De ah铆 la incomodidad de la igual-libertad, porque 茅sta exige distribuci贸n del poder (pol铆tico, econ贸mico y social).
A la Era Progresista en Estados Unidos sigui贸 una org铆a privatizadora y cleptocr谩tica de los millonarios en los 20, la que termin贸 con la Gran Depresi贸n y el fascismo en Europa. Luego otra ola de izquierda socialdem贸crata para salir del caos, desde el F. D. Roosevelt de la preguerra, los Estados de bienestar en la Europa de posguerra y la rebeli贸n de los marginados y colonizados del mundo en los 50. Hasta que se logr贸 detener los peligrosos a帽os 60 e imponer la dictadura de “la libertad conservadora” de los a帽os 80. La libertad del esclavista, del due帽o de los medios y de los fines que vivimos hoy.
Pero, cuidado. Todo eso tambi茅n tiene fecha de vencimiento. El fin de la cleptocracia de los Jeff Bezos, Elon Musk y BlackRock tiene los d铆as contados. Si es por las buenas mejor. Si no, ser谩 por las malas, como nos ense帽a la historia que los profetas del poder se encargan siempre de negar.
Jorge Majfud, abril 2024.