(Otro art铆culo perdido por este sitio, todav铆a localizable en P谩gina12, 2007 , republicado aqu铆 debido a su resignificaci贸n a la luz de 20 a帽os de cambio ideol贸gico en el mundo)
Jorge Majfud
Veinte o treinta a帽os atr谩s en el Cono Sur era suficiente declararse izquierdista para ir a la c谩rcel o perder la vida en una sesi贸n de tortura. Casi la mayor铆a de los ciudadanos y casi todos los medios de prensa cuidaban –de formas diversas– de identificarse con la derecha. Ser de derecha no s贸lo era pol铆ticamente correcto sino, adem谩s, una necesidad de sobrevivencia.
La valoraci贸n de este ideol茅xico ha cambiado de forma dram谩tica. Lo demuestra un reciente juicio que tiene lugar en Uruguay. B煤squeda, un semanario muy conocido, ha entablado juicio contra un senador de la rep煤blica, Jos茅 Korzeniak, porque lo defini贸 como “de derecha”. Si esta actitud fuera generalizada, tendr铆amos que decir que la censura ya no procede del poder pol铆tico hacia los medios de comunicaci贸n, como antes, sino de los medios de comunicaci贸n hacia los pol铆ticos en el poder. Lo cual ser铆a una interesante rareza hist贸rica.
Otra rareza la constituye el proceso. La jueza del caso debi贸 llamar a diferentes testigos para definir qu茅 es derecha y qu茅 es izquierda. Se asume que el proceso judicial debe resolver un problema filos贸fico que nunca ha quedado cerrado ni resuelto. El ejercicio dial茅ctico es totalmente saludable, pero la forma y el lugar resultan por lo menos surrealistas.
Supongo que si se demostrase que B煤squeda no es de derecha el senador perder铆a el juicio, pero si se demostrase lo contrario, ser铆a absuelto de su delito. No obstante, de aqu铆 se desprende otro problema. ¿C贸mo es delito la libertad de expresi贸n? ¿Qu茅 importa si B煤squeda es de derecha o es de izquierda para la ley? ¿Por qu茅 se deber铆a considerar un insulto o un delito civil ser de derecha? ¿No es de derecha toda la oposici贸n al gobierno y qui茅n sabe si no tambi茅n el gobierno mismo desde alg煤n punto de vista m谩s radical?
Descartamos las pretensiones de independencia, de neutralidad o de objetividad, porque esas supersticiones ya fueron demolidas por pensadores como Edward Said. Nada en la cultura es neutral, aunque la voluntad de objetividad sea una virtud ut贸pica a la que no debemos renunciar. Parte de la honestidad intelectual consiste en reconocer que nuestro punto de vista es humano y no necesariamente el punto de vista de Dios. Hist贸ricamente se prescribe neutralidad pol铆tica s贸lo cuando se trabaja a favor de un statu quo, ya que todo orden social implica una red de valores pol铆ticos impuesta por la violencia de su pretendida neutralidad.
Si el senador es de izquierda o de derecha, si este o aquel diario son de izquierda o de derecha, eso le corresponde juzgar a cada ciudadano. Lo 煤nico que cada ciudadano debe exigirle a la ley, a la justicia, es que respete y proteja su derecho de opinar lo que se le antoje y su derecho a hacerlo en cualquier medio. En una sociedad abierta, la censura s贸lo deber铆a proceder de la raz贸n o de la fuerza de los argumentos. Si fuese posible un consenso social sobre un tema x, 茅ste deber铆a derivar de la m谩s absoluta libertad de expresi贸n y no de la imposici贸n de la fuerza de alguna autoridad o del miedo al “delito de opini贸n”.
¿Es que los uruguayos, que tanto nos enorgullecemos de nuestra tradici贸n democr谩tica, todav铆a no podemos superar los par谩metros mentales de la dictadura? ¿Por qu茅 ese miedo a la libertad?
En muchos de nuestros pa铆ses todav铆a proliferan los juicios por razones de “honor”. La impronta del duelo a muerte –herencia de los violentos caballeros de la Edad Media– proyecta sus trazas sobre una mentalidad anacr贸nica. Como el c茅lebre “honor de las armas”, ideol茅xico parad贸jico si los hay, ya que nada menos indicado para ostentar honor que los instrumentos de la muerte.
Alguien podr铆a argumentar que si Juan me insulta eso mancha mi honor. Sin embargo, aun en ese extremo, en una sociedad abierta yo tendr铆a el mismo derecho a responder al hipot茅tico agravio usando los mismos medios. Pero la misma idea de que alguien puede agraviar a otra persona recurriendo al insulto es una construcci贸n equ铆voca: quien insulta gratuitamente insulta su propia inteligencia. Si supi茅semos desarrollar una cultura de la libertad y desterrar el impl铆cito miedo al debate y la disidencia, el insulto ser铆a un recurso indeseado como lo es hoy batirse en un rid铆culo duelo de armas. Por la misma raz贸n, dejar铆amos de confundir las cr铆ticas con el agravio personal.
Puedo entender que la apolog铆a del delito sea considerada un delito en s铆, pero todav铆a no hemos podido demostrar cabalmente que llamar a alguien o a un medio de prensa con el t铆tulo de “derecha” sea una apolog铆a del delito. Primero, porque ser de derecha no induce necesariamente (de forma directa y deliberada) al robo o al crimen. Segundo, porque conocemos personas que creen honestamente que ser de derecha es una virtud y no un insultante defecto. Tercero, porque nadie est谩 a salvo de actos y de opiniones de derecha.
* Escritor uruguayo. Profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Georgia, EE.UU. Entre otros libros, public贸 La reina de Am茅rica y La narraci贸n de lo invisible.
University of Georgia, 2007. P谩gina12, Argentina, 18 de junio de 2007. https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-86778-2007-06-18.html