Más al oeste, a pesar de la adopción por parte de la Unión Europea (UE) de la primera legislación sobre libertad de los medios (EMFA) y de que los tres primeros puestos siguen ocupados por países europeos (Noruega, Dinamarca, Suecia), los partidos políticos se esfuerzan en reducir el terreno de juego del periodismo independiente.
Esta peligrosa dinámica la encarnan, entre otros, el primer ministro húngaro prorruso, Viktor Orban, y su homólogo en Eslovaquia (29º), Robert Fico. Las mayorías en el poder en Hungría (67º), Malta (73º) y Grecia (88º), el trío en el furgón de cola de la UE, están poniendo a prueba la libertad de prensa. La Italia de Giorgia Meloni (46º) desciende cinco puestos.
Intereses políticos asfixian al periodismo en varios países candidatos a la adhesión a la UE: Bosnia y Herzegovina (81º), Serbia (98º) y Albania (99º). Mientras, Turquía (158º) sigue encarcelando a periodistas y debilitando a los medios practicando la censura de Internet y el control judicial.
El contexto político para el periodismo ha mejorado en Polonia (47º, +10) y Bulgaria (59º, +12), con nuevos gobiernos más considerados con el derecho a la información. Alemania, que irrumpe entre los diez primeros países de la Clasificación, mejora su indicador político, y registra un relativo descenso de las agresiones a periodistas por parte de grupos de extrema derecha. Aunque la libertad de prensa en Francia (21º) y Reino Unido (23º) no se ve amenazada por ataques políticos de envergadura, sigue siendo necesario estar vigilante, como demuestra la detención de la periodista francesa Ariane Lavrilleux, tras ser denunciada por el Ministerio de Defensa, y el mantenimiento en prisión de Julian Assange en el Reino Unido, un país en el que los periodistas exiliados, en particular los iraníes, se ven amenazados desde su país de origen sin que las autoridades de acogida brinden una protección eficaz.