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Mujer caminante: una historia de lucha para la reconstrucci贸n de su vida y la de su familia

Alianza por la Solidaridad

Rumbo a la capital colombiana. Diana Rangel, junto a su hijo, marido y primo de este 煤ltimo, transitan por la v铆a Panamericana a la altura de la ciudad de Popay谩n (Departamento del Cauca). Lo hacen con sus “piernas” como pr谩cticamente 煤nico medio de transporte, envueltos en la frondosidad de los 谩rboles y de unas pocas construcciones de madera con techo de zinc, propias del paisaje colombiano. Esta calzada de doble sentido, altamente congestionada y que da acceso a las principales urbes del pa铆s en direcci贸n norte, es el camino en busca de un futuro mejor. Para muchos migrantes y refugiados, como Diana y su familia, es la 煤nica v铆a para la esperanza.

Hace ocho d铆as, esta familia originaria de Venezuela parti贸 de Santo Domingo (Ecuador) en una exhaustiva traves铆a en busca de protecci贸n, seguridad y una segunda oportunidad para rehacer sus vidas. Hasta ahora, permanec铆an establecidos en esta ciudad ecuatoriana; sus precarias condiciones laborales y de explotaci贸n los han impulsado a emprender nuevamente camino hacia nuevos horizontes que puedan volver a llamar hogar. Su historia de desplazamiento forma parte del flujo migratorio que miles de personas refugiadas venezolanas emprendieron desde 2018 y que, todav铆a hoy en d铆a, siguen en constante movimiento. Hoy, 20 de junio, en el D铆a Mundial de las personas refugiadas recuperamos el testimonio de Diana Rangel, que representa el relato de fuerza y resiliencia de muchas otras mujeres que decidieron migrar con miras a prosperar en sus comunidades de acogida.

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Cr茅dito fotograf铆a: Laura R铆os

La v铆a Panamericana acoge a personas refugiadas que se desplazan en solitario o acompa帽adas de familiares, amigos o nuevos compa帽eros de viaje. El de Diana constituye el caso de mayor complejidad: viajar con un menor a cargo. El proceso migratorio se ralentiza, son necesarias m谩s pausas y con lapsos de tiempo m谩s largos para el descanso de los peque帽os.

“Cuando nos coge la noche, intentamos estar en centro poblado, encontrar un techo para resguardarnos de la lluvia”, explica Diana. El anochecer y las condiciones meteorol贸gicas adversas se tornan obst谩culos para las personas caminantes que anhelan llegar a buen puerto.

“Seguir guerreando como venimos haciendo”

Esta no es la primera vez que Diana y su familia se ven obligados a desplazarse en busca de unas condiciones econ贸micas y de seguridad m谩s propicias. Durante el 茅xodo masivo de su pa铆s en 2018, esta mujer, que encarna la lucha y la resistencia, recuerda su partida de Acarigua (Venezuela) destino a C煤cuta departamento de Norte de Santander), en un recorrido donde se demoraron cinco d铆as a pie, cuando lo habitual es hacerlo en un d铆a, en carro.

De aquellos tiempos, le asaltan a la memoria recuerdos de las interminables horas de marcha, cargados, sorprendidos por los aguaceros del Pac铆fico y las noches tormentosas. “Nosotros preferimos hacer el viaje solos, no nos gusta viajar con otros caminantes”, indica Diana. Para ella, lo mejor de la traves铆a, aparte de conocer una infinidad de parajes de la tierra colombiana, es la gente buena con la que se ha encontrado en el trayecto. No obstante, asegura que nunca se saben las verdaderas intenciones de las personas que llegan a Colombia.

En aquella ocasi贸n, el destino final fue Armen铆a (Quindio), donde la familia permaneci贸 cuatro a帽os como empleados de una finca de la zona. “Primero vino mi marido, y una vez recaud贸 el dinero, viaj茅 con mi hijo, que por aquel entonces ten铆a solo 2 a帽os”, explica Diana. Sin embargo, la inestabilidad econ贸mica, la precariedad laboral y la insuficiencia de recursos los ha llevado siempre rumbo a otros destinos. “Seguir guerreando como venimos haciendo”, afirma Diana.

Ahora, su sue帽o es llegar a Bogot谩, trabajar honradamente y poner a estudiar a su hijo. “Me destaco mucho en la cocina, hacer mis platos venezolanos, salir a venderlos, trabajar de forma honrada”, dice Diana. Regresar a Venezuela no es una opci贸n. “No tengo qui茅n me espere all谩, uno siempre espera que la mam谩 lo reciba, que es lo que m谩s anhela uno, pero ella ya no est谩”, concluye.

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