Jorge Majfud
A partir del triunfo de Ronald Reagan en las elecciones de 1980, la ola de atentados terroristas y ejecuciones perpetradas por el exilio cubano en Estados Unidos comenz贸 a disminuir. La confianza perdida con la invasi贸n de Bah铆a Cochinos y, m谩s a煤n, con el frecuente silencio de la CIA en los a帽os 70, se renov贸 en una nueva y necesaria ola de confianza en el gobierno.
A pocos meses de la asunci贸n de Reagan, el empresario Jorge Mas Canosa fund贸 la Cuban American National Foundation, una copia del lobby proisrael铆 American Israel Public Affairs Committee (Aipac), a su vez derivado del American Zionist Council. De forma autom谩tica, el Canf obtuvo el respaldo directo y activo del nuevo presidente, que tanto le hab铆a costado a los lobbies de la extrema derecha estadounidense poner en la Casa Blanca luego de la traum谩tica experiencia de la pol铆tica exterior de Derechos Humanos de Jimmy Carter y de un congreso posicionado a煤n m谩s a la izquierda, siempre tan dispuesto a investigar los excesos de la CIA y dejar de lado los excesos de Fidel Castro en Cuba.
Las donaciones de las grandes empresas en Am茅rica Latina (por entonces bajo r铆gidas dictaduras militares capitalistas promovidas por Washington) y las empresas cubanas en Estados Unidos comenzaron a fluir. Jorge Mas Canosa se nombr贸 presidente de la nueva fundaci贸n y design贸 a Frank Calz贸n como su director ejecutivo. Entre sus inversiones de propaganda, el Canf canaliz贸 varios millones en donaciones al conglomerado estatal estadounidense Radio y Televisi贸n Mart铆, el que tambi茅n recibi贸 dinero del gobierno para promover la eficiencia de la empresa privada a trav茅s de la NED. A veces el Estado y el dinero de los impuestos sirven para algo.
Como lo hab铆an hecho antes las organizaciones paramilitares con base en Miami, su objetivo no solo continuaba siendo el cambio de r茅gimen en Cuba, sino tambi茅n otras intervenciones internacionales contra cualquier grupo o gobierno desalineado que no respetase la sacralidad del derecha a la libre empresa por sobre cualquier otro derecho. El Canf apoy贸 conglomerados medi谩ticos aliados, intervenciones pol铆ticas y militares, como la invasi贸n de Granada en 1983. Apoy贸 a los reaccionarios contra el nuevo gobierno de la descolonizada Rep煤blica Popular de Angola y al apartheid de Sud谩frica. Todo, en l铆nea con la pol铆tica de Londres y Washington de incluir al prisionero Nelson Mandela en la lista de peligrosos terroristas internacionales mientras su partido pol铆tico, el Congreso Nacional Africano, era clasificado por Washington como una “organizaci贸n que se dedica al terrorismo”.[i]
Las bombas no se apagaron. Las extorciones tampoco. Una noche de 1989, respondiendo a una intensa campa帽a medi谩tica del exilio de Miami, agentes del Departamento del Tesoro entraron en la casa del director del Museo de Arte Contempor谩neo de Miami, el cubano anticastrista Ram贸n Cernuda, y secuestraron una colecci贸n de obras pintadas por artistas residentes en Cuba. Cernuda no pudo ser acusado de ning煤n delito, por lo que meses despu茅s una bomba explot贸 frente al museo, destruyendo obras expuestas y una parte considerable del edificio. Al director Cernuda se lo acus贸 de exponer pinturas de artistas residentes en Cuba y de estar a favor de un di谩logo entre Washington y La Habana.[ii] Los cr铆ticos que volaron la sala de exposici贸n prefer铆an los paisajes buc贸licos de Cuba pintados por Luis Posada Carriles, Orlando Bosch y Jos茅 Dionisio Su谩rez.
Para principios de los a帽os 90, las bombas y las extorciones a estilo de la mafia batistera sumaban solo algunas docenas por a帽o, pero la cultura y la estructura financiera que se hab铆a desarrollado por cuarenta a帽os continuaba intacta. Gracias a nuevas fundaciones legales, el flujo de d贸lares se multiplic贸. Como es pr谩ctica conocida por la CIA, aparte de las donaciones privadas, la Cuban Fundation recibi贸 medio mill贸n de d贸lares del gobierno a trav茅s de la Fundaci贸n Nacional para la Democracia, la NED, un organismo gubernamental muy generoso con todos aquellos entrepreneurs y periodistas independientes que comparten su misma ideolog铆a de los negocios y del control ajeno.
Mientras, los representantes y congresistas del exilio continuaban creciendo en n煤mero y en poder. La influyente representante cubana en el Congreso, Ileana Ros-Lethinen, no necesit贸 eufemismos para cristalizar un dogma social que en las d茅cadas anteriores hab铆a sido un plan secreto de la CIA y que el mismo Congreso nacional de los a帽os setenta hab铆a investigado y condenado como un proyecto ilegal y criminal ante todas las leyes nacionales e internacionales:
―Apoyo cualquier intento de asesinar a Fidel Castro.[iii]
En Miami y en Union City continuaron el acoso, las bombas y las ejecuciones. Por no ser suficientemente anticastrista, el semanario R茅plica sufri贸 siete atentados con bomba, hasta que cerr贸 en 2005. Su propietario, el cubano Max Lesnik, fue rescatado varias veces por el FBI sin que 茅l mismo lo supiera. Todos los teatros o clubes que invitaban artistas de la isla sufrieron explosiones con bomba, desde Nueva York hasta Miami.
En 1996, solo por poner un ejemplo m谩s, El Centro Vasco (un pub y restaurante de la Calle 8, frecuente organizador de eventos de recaudaci贸n de fondos de la derecha cubana) invit贸 a la popular actriz cubana Rosita Forn茅s a ofrecer una show en sus instalaciones. Radio Mamb铆 lanz贸 una campa帽a de desacreditaci贸n del restaurante. Poco despu茅s, una bomba destruy贸 las instalaciones que lo oblig贸 a permanecer cerrado por meses. Sus due帽os, la familia Saizarvitoria, fueron calificados como traidores comunistas y debieron vender el negocio. El comprador, Felipe Valls, amigo de Jorge Mas Canosa y due帽o de otro restaurante, el Versailles, fue uno de los encargados de desacreditar a los Saizarvitoria por su traici贸n, los cuales continuaron recibiendo amenazas de muerte.[iv]
Emilio y Gloria Estefan, Jon Secada y Julio Iglesias mantuvieron un silencio ensordecedor. Julio Iglesias ten铆a al menos dos razones: su hijo Enrique Iglesias estaba haciendo una carrera exitosa en Miami y 茅l mismo sab铆a d贸nde estaba. En 1972, en un club nocturno de Miami, Julio Iglesias hab铆a dicho que no ten铆a problemas de cantar en Cuba. Minutos despu茅s la polic铆a debi贸 rescatarlo. Casi dos d茅cadas despu茅s, cuando Ver贸nica Castro visit贸 Cuba, destruyeron su estrella en la Calle 8 y la orinaron, aunque esto 煤ltimo es solo un detalle, sobre todo porque orinar en la Calle 8 es una tradici贸n consagrada que merece respeto.[v]
Miami segu铆a contra la censura y a favor de la libertad de expresi贸n ―s贸lo en Cuba. Los mismos nombres, la misma estructura y la misma cultura se reconvirti贸. No abandonaron la costumbre de considerar a cualquiera que pensara diferente como un combatiente enemigo, ni la costumbre de poner bombas contra propios y ajenos, pero muchos tomaron la opci贸n pol铆tica y les impusieron sus propias leyes.
El enroque pol铆tico no signific贸 que las bombas y las ejecuciones hubiesen quedado proscriptas de los planes patriotas. En 1995 se dieron a conocer documentos del gobierno donde consta que Guillermo Novo, aparte de ser guardaespaldas y de tener una muebler铆a en Miami, continuaba enviado explosivos a Cuba.[vi] Muchos de estos atentados fueron abortados a tiempo. Aunque en menor n煤mero y con menos recursos, en Miami hay esp铆as de la isla como en la isla los hay de la CIA. Seg煤n el gobierno de La Habana, desde 1959 hubo 3.400 cubanos asesinados a manos del exilio en Miami.[vii] Claro que, como todo en esta historia, los n煤meros totales son siempre un dato discutible.
En 1989, Miami todav铆a era conocida como La capital del terrorismo en Estados Unido.[viii] Sus miembros continuaron teniendo m煤ltiples privilegios. No s贸lo eran refugiados y legalizados de forma autom谩tica apenas pon铆an un pie en Florida, sin importar su historial criminal, sino que eran protegidos a煤n despu茅s de cometer cualquier delito, por grave que fuse. Seg煤n la ley de Estados Unidos, los criminales extranjeros deben ser deportados, pero la Cuban American National Foundation presion贸 para que se hiciera una excepci贸n, argumentando de que si eran extraditados a Cuba podr铆an sufrir alguna forma de tortura por parte del gobierno de la isla, violando as铆 el mandato de la convenci贸n de la ONU contra la tortura. El mismo argumento ser谩 usado para permitir que otros terroristas como Luis Posada Carriles sea liberado para pasar su jubilaci贸n en Miami. No contar谩 para los torturados inocentes en Guant谩namo o en los cientos de c谩rceles secretas que la CIA y el Mossad mantienen a gusto y antojo por todo el mundo.
―La diferencia aqu铆 ―dijo el escritor argentino del Miami Herald, Andr茅s Oppenheimer―, es que los disidentes no son silenciados por el Estado, como en Cuba. Sin duda, hay intolerancia y represi贸n, pero no es por culpa del gobierno.
La censura privada es censura de la libertad―protegida por el gobierno.
[i] Windrem, R. “US government considered Nelson Mandela a terrorist until 2008”. NBC News, 7 de diciembre de 2013.
[ii] Torres, Mar铆a de los Angeles. In the Land of Mirrors: Cuban Exile Politics in the United States
“Cuban Exile Politics at the End of the Cold War”. University of Michigan Press, 1999, p. 140.
[iii] Alan McPherson. Ghosts of Sheridan Circle. How a Washington Assassination Brought Pinochet‘s Terror State to Justice. University of North Carolina Press, 2018, p. 286
[iv] Bardach, Ann Louise. Cuba Confidential: Love and Vengeance in Miami and Havana. United Kingdom, Knopf Doubleday Publishing Group, 2007, p. 111.
[v] Idem, 112.
[vi] Alan McPherson. Ghosts of Sheridan Circle. How a Washington Assassination Brought Pinochet‘s Terror State to Justice. University of North Carolina Press, 2018, p. 286
[vii] Bardach, Ann Louise. Cuba Confidential: Love and Vengeance in Miami and Havana. United Kingdom, Knopf Doubleday Publishing Group, 2007, p. 109.
[viii] Idem, 113.