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Byung-Chul Han: El espíritu de la esperanza

Una nueva etapa en el pensamiento de Byung-Chul Han


El espíritu de la esperanza nos presenta a un nuevo Han: el análisis sociológico cede en favor del filosófico, y la fase crítica da paso a una fase constructiva. Frente al miedo, la angustia y el pasado, la esperanza, lo imprevisto y el porvenir.


Fecha de lanzamiento: 3 de septiembre de 2024





Herder Editorial


TRAS LOS VALLES VIENEN LAS MONTAÑAS

Los libros de Byung Chul-Han no suelen ser muy reconfortantes. Al contrario: hasta ahora, cada uno ha sido un diagnóstico certero y contundente de alguno de los males que el neocapitalismo inflige a nuestra sociedad. La progresiva extinción de lo otro y la proliferación de lo igual (La expulsión de lo distinto), la pérdida de los rituales (La desaparición de los rituales) y de las narraciones que mantienen a una comunidad cohesionada (La crisis de la narración), la aparición de sistemas de sometimiento seductores que aceptamos con gozo, por los cuales cada cual ejerce de patrón encargado de explotarse a sí mismo (La sociedad del cansancio).

Que Han publique ahora un libro sobre la esperanza, por lo tanto, inaugura una nueva línea en su pensamiento. No se trata, sin embargo, de una contradicción, sino de un progreso natural. El propio Han lo explica con una imagen: «Desesperación y esperanza son como valle y montaña. La negatividad de la desesperación es inherente a la esperanza». De esta forma, El espíritu de la esperanza representa un paso decisivo hacia la completitud de la filosofía de Han.

CULTIVAR LA ESPERANZA CONTRA EL MIEDO Y AL MARGEN DEL OPTIMISMO

Para Han, el tópico del apocalipsis es uno de los grandes fetiches del imaginario contemporáneo. Nuevos virus, multitud de conflictos bélicos, inteligencias artificiales amenazantes y un ecosistema herido de gravedad; sobran motivos para la desesperación, y el miedo nos disgrega, nos paraliza y amenaza nuestras democracias. ¿Cómo puede reivindicarse, en tiempos como estos, el espíritu de la esperanza?
Confundimos optimismo con esperanza. Para Han, el optimismo carece de negatividad, es puramente positivo. A ojos del optimista, el futuro no es más que una prolongación del presente. Solo imagina lo que ya existe, por lo que representa un tiempo cerrado. El optimismo «se tiene sin más como algo obvio», y «el optimista no arriesga nada».

Por el contrario, la esperanza hay que conquistarla, exige el dolor de un alumbramiento, nace de la desesperación. Supone «un movimiento de búsqueda […] hacia lo abierto, hacia lo que todavía no es, porque no se queda ni en lo ya sido ni en lo que ya es. […] Sale en busca de lo nuevo, de lo totalmente distinto, de lo que jamás ha existido». Ahí está, dentro del giro que representa, el vínculo de El espíritu de la esperanza con la obra anterior de Han. El presente adolece de males severos: necesita un cambio radical, y solo puede proporcionarlo la esperanza.

LAS TRES DIMENSIONES DE LA ESPERANZA: ACCIÓN, CONOCIMIENTO Y FORMA DE VIDA

La crítica que más habitualmente se le ha hecho a la esperanza es que conduce a la pasividad. Sin embargo, como hemos visto, para Han es justamente lo contrario. Lo que inhabilita tanto la acción como la palabra es el miedo. Quien tiene miedo «es incapaz de narrar» y entra en estado de parálisis. «La esperanza», en cambio, «es elocuente», y ofrece un sentido para actuar en la doble acepción de la palabra: da una razón y una dirección. Cabe recordar la distinción que hacía Unamuno entre aguardar y esperar. El que aguarda se queda en su casa, pero el que espera —el que tiene esperanza— sale y actúa para que ocurra lo esperado, aunque aún no sepa lo que es.

En el plano del conocimiento, la esperanza supone una respuesta a Platón. Según su modelo epistemológico, conocer es recordar lo que el alma sabía cuando habitaba, antes de encarnarse, en el mundo de las ideas. Frente a este modo de conocer retrospectivo, la esperanza propone un modo prospectivo: «no atiende a lo sido, sino a lo venidero, y conoce lo que todavía no es».

Finalmente, la esperanza también es dueña de una forma de ser, de una ontología. Han presenta la esperanza como una alternativa a la angustia de Heidegger. Esta termina reduciendo el sujeto al ensimismamiento, mientras que la esperanza trasciende al yo: «Quien tiene esperanza, está camino del otro. Cuando tiene esperanza, confía en algo que lo trasciende».

UN DIÁLOGO ENTRE BYUNG-CHUL HAN Y ANSELM KIEFER

El discurso de Han sobre la esperanza se ve enriquecido por el diálogo con las obras de Anselm Kiefer incluidas en la edición. Esta inclusión es el fruto de una colaboración directa entre el pensador surcoreano y el artista alemán. No es que Kiefer haya realizado las obras con motivo del libro de Han, sino que entre ambos han realizado la selección.



A primera vista, las pinturas matéricas, las instalaciones y los collages de Kiefer no se dirían esperanzadores. Tienen un aire devastado, y sus elementos positivos no se desmarcan de una apariencia y un fondo de negatividad. Pero esa es, precisamente, la razón por lo que Han y Kiefer los han seleccionado para dialogar con el texto. La esperanza de Han abraza la negatividad, nace de la desesperación, y su aspecto no puede ser limpio y reluciente. Ha de estar manchada con los restos del derrumbe, el incendio, la catástrofe; con las pruebas del dolor, igual que lo está un recién nacido con la sangre del parto.

EXTRACTO DEL LIBRO

La esperanza se opone a la angustia por su carácter. Se opone incluso como sentimiento, porque no aísla, sino que vincula y mancomuna. Por eso, escribe Gabriel Marcel: «“Pensando en nosotros, he puesto mis esperanzas en ti”: acaso sea esta la forma más adecuada y más perfecta de expresar aquel acto que el verbo esperar solo describe confusa y veladamente». Y sigue diciendo: «Se diría que, de alguna manera, la esperanza está magnetizada por el amor, o quizá, mejor dicho, por todo un conjunto de imágenes que ese amor evoca e irradia». El amor y la angustia se excluyen mutuamente. En cambio, en la esperanza anida el amor. La esperanza no aísla, sino que reconcilia, vincula y une. La angustia es incompatible con la confianza y con la comunidad, con la proximidad y con el trato. Provoca alienación, soledad, aislamiento, desorientación, desamparo y desconfianza.


EL AUTOR:

Byung-Chul Han (Seúl, Corea del Sur, 1959) estudió Filosofía en la Universidad de Friburgo y Literatura alemana y Teología en la Universidad de Múnich. En 1994 se doctoró con una tesis sobre Martin Heidegger. Ha dado clases en la Universidad de Basilea, en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe y en la Universidad de las Artes de Berlín. Es autor de más de una decena de títulos, la mayoría de los cuales se han traducido al castellano en Herder Editorial.

Algunos de sus libros de mayor repercusión internacional:La sociedad del cansancio. Herder Editorial (2010).
La sociedad de la transparencia. Herder Editorial (2012).
Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder Editorial (2014).
La desaparición de los rituales. Herder Editorial (2019).
La expulsión de lo distinto. Herder Editorial (2022)
La crisis de la narración. Herder Editorial (2023).






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