...Y ya estarán los esteros
rezumando azul de mar.
¡Dejadme ser, salineros,
granito del salinar!
¡Qué bien, a la madrugada,
correr en las vagonetas,
llenas de nieve salada,
hacia las blancas casetas!
Dejo de ser marinero,
madre, por ser salinero.
Se cumplen 100 años de la publicación de Marinero en tierra, título de un libro de poemas de Rafael Alberti publicado en 1924 y que obtuvo el Premio Nacional de Poesía en la que fue la primera convocatoria de dichos premios y, por lo tanto, primer ganador. La obra la escribió durante su estancia en la localidad segoviana de San Rafael debido al tratamiento para mejorar una dolencia que sufría en el pulmón derecho con ayuda del clima tan puro de la sierra. Pertenece a la primera etapa de la producción de Alberti, caracterizada por el popularismo, es decir, la adopción de formas populares, en especial las del cancionero tradicional. La temática y el tono general de la obra es de nostalgia, producida en el poeta por el recuerdo de su tierra natal, lejana durante el proceso de escritura de la obra. Marinero en tierra es probablemente una de las obras más difundidas y estudiadas de Alberti.
Cádiz, (EFE).- La poesía española, y la Bahía de Cádiz, celebran esta semana el centenario de la publicación de Marinero en Tierra, el libro que recogió los primeros poemas publicados de Rafael Alberti. Fue la obra que le encumbró con un Premio Nacional de Poesía. También la que descubrió que “la vanguardia podía ser también un diálogo con la tradición”.
Así lo define, en declaraciones a EFE, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero. Montero participa en una mesa redonda y en una travesía poética por el mar que enlaza Cádiz con El Puerto de Santa María. Es la localidad natal de Rafael Alberti.
Su infancia y adolescencia en esa costa hizo que ese mar se convirtiera para siembre en “su paraíso perdido”, en “el telón de fondo de toda su obra”. Es lo que dice a EFE su viuda, María Asunción Mateo.
Un fondo, la nostalgia del mar, que comenzó cuando a los 15 años se trasladó con su familia desde El Puerto de Santa María a Madrid.
Allí se dedicó en principio a lo que entonces era “su locura”, la pintura, recuerda su segunda esposa y viuda.
Rafael Alberti
La poesía española, y la bahía de Cádiz, celebran esta semana el centenario de la publicación de “Marinero en Tierra”, el libro que recogió los primeros poemas de Rafael Alberti, que le encumbró con un Premio Nacional de Poesía y que descubrió que la vanguardia podía dialogar con la tradición. EFE/Román Ríos
Una afección respiratoria le llevó a combinar su residencia en la capital con la sierra de Madrid, dos espacios en los que entre 1920. Fue cuando la muerte de su padre le llevó a escribir su primer poema -que no conservó-. En 1924 compuso los poemas que unió bajo el título “Mar y Tierra”.
Sin fe como poeta
“En esa época no tenia fe en sí mismo como poeta. Un amigo le animó a presentar el libro al Premio Nacional de Poesía y le dieron el primer premio. Con las cinco mil pesetas que le dieron se dedicó a invitar a los amigos y se compró un abrigo”, recuerda su viuda.
Cuando, tras la concesión del premio, Alberti fue a recoger el manuscrito vio cómo de sus páginas se caía una nota que Antonio Machado. Era, miembro del jurado. Lo había olvidado dentro y que elogiaba la obra. Tiempo después, al encontrarle en la calle, le quiso agradecer el comentario y éste le dijo “era el mejor”.
En 2020 un particular compró por cuatro millones de pesetas, su precio de salida en una subasta en Madrid, el manuscrito original de “Marinero en tierra”.
Luis García Montero explica que este poemario supuso “un acontecimiento”. Lo fue porque Rafael Alberti descubrió que la vanguardia “podía ser también un diálogo con la tradición, una lectura modernizadora de la tradición”.
Conexión con la vanguardia española
Alberti “había conectado con los movimientos de vanguardia española, sobre todo con el ultraísmo”. Tiene en su primer poemario un recuerdo de las estrofas clásicas, de los cancioneros medievales, del soneto y del terceto. Al mismo tiempo hay “un lenguaje muy renovador y muy en contacto con la juventud poética de principios del siglo XX”.
En opinión de García Montero, la obra del autor de El Puerto de Santa María fue “un éxito”. Ello porque supuso “un reconocimiento de la calidad” poética de Rafael Alberti y “le abrió todos los caminos” y consiguió inmediatamente el apoyo de poetas como Juan Ramón Jiménez.
Supuso también un camino muy importante después para la generación del 27.
La utilización de estrofas clásicas “con una voluntad modernizadora” caracterizó también la poesía de otros poetas jóvenes que formaron parte en Madrid del grupo de amigos de Rafael Alberti, como Federico García Lorca.
“Marinero en tierra”, el título que finalmente tuvo el libro, tuvo siempre “un significado especial” para Alberti. “No es que fuera su libro preferido, pero fue el primero”, cuenta su viuda, que destaca que sus versos están “llenos de pureza, de lo que se llamó la difícil sencillez”.
Yo, marinero, en la ribera mía,
posada sobre un cano y dulce río
que da su brazo a un mar de Andalucía,
sueño en ser almirante de navío,
para partir el lomo de los mares
al sol ardiente y a la luna fría.
¡Oh los yelos del sur! ¡Oh las polares
islas del norte! ¡Blanca primavera,
desnuda y yerta sobre los glaciares,
cuerpo de roca y alma de vidriera!
¡Oh estío tropical, rojo, abrasado,
bajo el plumero azul de la palmera!
Mi sueño, por el mar condecorado,
va sobre su bajel, firme, seguro,
de una verde sirena enamorado,
concha del agua allá en su seno oscuro.
¡Arrójame a las ondas, marinero:
-Sirenita del mar, yo te conjuro!
Sal de tu gruta, que adorarte quiero,
sal de tu gruta, virgen sembradora,
a sembrarme en el pecho tu lucero.
Ya está flotando el cuerpo de la aurora
en la bandeja azul del océano
y la cara del cielo se colora
de carmín. Deja el vidrio de tu mano
disuelto en la alba urna de mi frente,
alga de nácar, cantadora en vano
bajo el vergel añil de la corriente.
¡Gélidos desposorios submarinos
con el ángel barquero del relente
y la luna del agua por padrinos!
El mar, la tierra, el aire, mi sirena,
surcaré atado a los cabellos finos
y verdes de tu álgida melena.
Mis gallardetes blancos enarbola,
¡oh marinero!, ante la aurora llena
¡y ruede por el mar tu caracola!