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Denunciantes usufructurios: el viaje circular de la ultraderecha

Entre el acting del cambio y la perpetuaci贸n

Asesores y la 茅tica de los favores

Emilio Cafassi
(Profesor Titular e Investigador de la Universidad de Buenos Aires). cafassi@uba.ar


El aquelarre dist贸pico que impregna gran parte del globo se cierne como un torbellino sobre el gradualismo neoliberal, asedi谩ndolo, presion谩ndolo y jact谩ndose de ser su versi贸n consecuente, descendencia fiel y valiente, carente de titubeos. En un reciente reportaje televisivo en el 煤nico canal al que le concede entrevistas, propiedad del diario m谩s rancio del pa铆s, “La Naci贸n”, el presidente Milei expuso sinceramente la autopercepci贸n de ser “el pol铆tico m谩s relevante del planeta Tierra junto al expresidente estadounidense Trump”. El 煤ltimo, en su reciente contienda con Kamala Harris, mostr贸 una vez m谩s su estilo combativo, aunque contenido en comparaci贸n con la ponzo帽a que destilaba en enfrentamientos pasados, como con Hillary Clinton. Aunque las garras de Trump no llegaron a desgarros personales, su ret贸rica cargada se centr贸 en la descalificaci贸n de la competencia de Harris, en el cuestionamiento de su capacidad para liderar. Su mordacidad se volc贸 m谩s hacia las pol铆ticas de la administraci贸n Biden, dejando a Harris apenas rozada por su veneno. Milei en cambio, lejos de la contenci贸n, contin煤a su cruzada incendiaria, code谩ndose con los titanes del capital global para desde帽ar por “intrascendentes” a los pol铆ticos vern谩culos, a quienes describe como “ratas invisibles que jam谩s van a poder aspirar a eso (…) ¿Qu茅 visi贸n puede tener una rata -se interroga- respecto de un gigante?”. Con una ret贸rica que recuerda el momento c煤lmine de la f谩bula del escorpi贸n y la rana, Milei envenena su propio entorno pol铆tico, atacando no solo a sus adversarios, sino al tejido mismo que sostiene la esfera p煤blica, los medios de comunicaci贸n y la informaci贸n. Como escribe Eduardo Fidanza en el diario Perfil desde una indignada 贸ptica liberal, lo de Milei no es solo delirio, es la embestida desbocada de un pacto suicida, donde el escorpi贸n no puede evitar picar a la rana, incluso cuando es su 煤nica oportunidad de cruzar al otro lado.




Los pol铆ticos a los que denomina despectivamente “la casta”, son se帽alados, no sin fundamentos, como par谩sitos aferrados al acceso privilegiado a los recursos p煤blicos, para beneficios privados. Figuras que se aprovechan del lazo representativo para anteponer intereses personales mediante diversos mecanismos de tr谩fico de haciendas e influencias. A los periodistas que velan este oscuro juego o bien los exalta y cobija, Milei los acusa de estar “ensobrados”, es decir coimeados por el poder. Sin embargo, m谩s all谩 de que presuntamente preferir铆a prescindir de toda divisi贸n de poderes y representaci贸n plural, ejerciendo una suerte de monarqu铆a decretista, requiere de la propia casta para impulsar leyes y pol铆ticas o al menos que se le permita decretar a voluntad, como de hecho viene haciendo. Para ello construy贸 un espacio pol铆tico peculiar donde cada candidato debi贸 autofinanciarse la campa帽a, en una grotesca exhibici贸n de supuesta austeridad low cost, cosa que inmediatamente deriv贸 en una suerte de r茅gimen de franquiciado pol铆tico, con denuncias diversas de venta de candidaturas. Acusaciones provenientes de personajes insospechados de no estar alineados con la derecha, como Carlos Maslat贸n o Juan Carlos Blumberg. Aunque la causa judicial fue archivada, lo fue despu茅s de su asunci贸n al poder, dejando un rastro de sospechas y deudas pol铆ticas.

El caso del senador Abdala, vicepresidente provisional del senado y tercero en la l铆nea sucesoria es un claro ejemplo de c贸mo la ret贸rica anti casta de Milei se desploma ante las pr谩cticas reales dentro de su espacio pol铆tico. En una entrevista condescendiente, Abdala admiti贸 sin rodeos que contaba con 15 asesores pagos por el Congreso, quienes trabajaban en su provincia natal, San Luis, para abonar el terreno a su futura candidatura a gobernador. Sin embargo, investigaciones posteriores y una causa judicial abierta revelaron que en realidad son 20 los contratados, todos financiados con fondos p煤blicos. Este "sincericidio" no hizo m谩s que evidenciar la hipocres铆a de un discurso que se autoproclama disruptivo y anticorrupci贸n, pero que en realidad amplifica las peores pr谩cticas de la “vieja” pol铆tica. Buena parte de ellos, provenientes del c铆rculo de Adolfo Rodr铆guez Saa, ex gobernador cuasi vitalicio de San Luis (junto a su hermano), ex presidente ef铆mero durante las sucesiones a repetici贸n de la crisis de 2001 e inclusive ex senador. Abdala, quien lleg贸 al Senado como reemplazo de Rodr铆guez Saa, no ha dejado prebenda sin aprovechar para su propio beneficio, incluyendo la afiliaci贸n al partido libertario de ciudadanos fallecidos, un dato que emergi贸 como parte de la causa judicial. Conspicuo integrante de la casta que denuncia, Abdala es la viva imagen de la contradicci贸n pol铆tica: un hombre que utiliza las mismas herramientas que condena en su propio beneficio y en detrimento de la confianza p煤blica.

El caso de la senadora Vilma Bedia, que tuve ocasi贸n de exponer en este espacio en mayo, es el ejemplo perfecto de c贸mo, bajo la apariencia de una misericordiosa pastora evang茅lica, se ha construido un feudo familiar en las entra帽as del poder legislativo. Aparentemente guiada por una moral cristiana que, incapaz de multiplicar panes y peces, opt贸 por multiplicar empleos en el senado, incorporando a tres hijos, un hermano, una sobrina y una cu帽ada. Bendito nepotismo.


El polit贸logo Andr茅s Malamud, con su habitual enfoque conservador dentro de una perspectiva liberal, denomin贸 a los integrantes del partido de Milei “La libertad Avanza” (LLA) como “casta aspiracional”. Entrenado en la experiencia de columnista televisivo, seg煤n 茅l, se trata de un grupo de improvisados que anhelan integrarse a la casta supuestamente denostada. En un proceso que no concibe necesariamente irreversible, aludiendo a la posibilidad de superaci贸n a trav茅s del conocimiento y la experiencia, su cr铆tica apunta a que, mientras tanto, el equipo de gobierno se comporta como un "corso a contramano", desplegando torpezas en cada paso. Personalmente, creo que si bien hay aspectos (a)morales indispensables a nivel individual para sostener este tipo de pr谩cticas, pues ayudan a evitar la repulsi贸n 茅tica y ejercer resistencia al uso, sin embargo, la explicaci贸n es material y sist茅mica, no subjetiva. Estas aberraciones son posibles porque el dispositivo pol铆tico las permite y estimula.

Con datos de mayo de este a帽o en el Senado hay 1.314 asesores distribuidos entre los 72 senadores, lo que da un promedio de 18,25 por legislador. Sin embargo, algunos se alejan notablemente de la media. Hay senadores que, habiendo iniciado su mandato en diciembre de 2023, ya cuentan con m谩s de 30 asesores. El sistema funciona a trav茅s de “m贸dulos”, donde cada senador cuenta con 7.338 m贸dulos para asignar a sus “agentes” en la planta transitoria. En t茅rminos monetarios esta cifra casi duplica la escandalosa dieta que perciben. En consecuencia, pueden combinar esos m贸dulos para asignar salarios que van desde el m谩s bajo (categor铆a A14) hasta el m谩s alto (A1), dependiendo de c贸mo decidan favorecer a cada asesor. Esta flexibilidad genera desigualdades: algunos prefieren tener m谩s asesores con salarios modestos, mientras que otros optan por menos asesores, pero altamente favorecidos, con toda una amplia variedad intermedia. Adem谩s de esos asesores, cada senador puede “heredar” personal de planta permanente, y para esos no utilizan la cantidad de m贸dulos que reciben. En la c谩mara de diputados, si bien cambian las proporciones y algunos detalles, el sistema es relativamente similar ¿Sobre qu茅 materia creer谩 el lector que asesorar谩n este ej茅rcito de consultores? Como m铆nimo, para perpetuarse como tales, incluyendo a sus benefactores.

La actitud acr铆tica hacia estos mecanismos o dispositivos institucionales, que no son m谩s que maquinarias clientel铆sticas al servicio de intereses propios o fraccionales, se ha manifestado tanto en las izquierdas como en los progresismos por igual. Estos sistemas no fueron concebidos para defender la 茅tica p煤blica, sino para someterla. En Argentina, la autoproclamada izquierda revolucionaria no solo ha guardado silencio ante estas prebendas institucionalizadas, sino que, en muchos casos, ha recurrido a ellas para retribuir a sus militantes. ¿Es acaso sorprendente que, desde la adolescencia, las agrupaciones estudiantiles se disputen la fotocopiadora del centro de estudiantes como recurso para solventar su organizaci贸n? Este silencio aquiescente explica buena parte de la raz贸n por la cual la ultraderecha logra presentarse como una alternativa antisist茅mica, cr铆tica y revulsiva, impulsora del “cambio”. Al menos, hasta que el tiempo -siempre irritantemente incierto- revele a esa misma ultraderecha como la nueva usufructuaria y, peor a煤n, como una depredadora exponencial de la moral p煤blica y sost茅n pr谩ctico de la mec谩nica corrupta que dice condenar.

Al momento de entregar estas l铆neas, se dar谩 inicio a la sesi贸n de la c谩mara de diputados para debatir el veto de Milei a la nueva ley de movilidad jubilatoria ¿Ser谩n los asesores quienes inclinen la balanza, aconsejando persistir en la postura original aprobatoria, o, por el contrario, impidiendo que se recree la mayor铆a original de m谩s de dos terceras partes mantenga la ley votada revocando el veto? La propia naturaleza del v铆nculo entre el consejero y su designante induce a desechar la influencia en este caso. Aqu铆 se juegan otros intereses m谩s sustanciosos aunque no menos espurios.

En el sue帽o de la 茅tica se desarrollan las pesadillas de la denigraci贸n. El peor destino es despertar sin su recuerdo.

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