"La alimentación es un bien eminentemente geopolítico" Un prólogo suministra información explícita (quién es el autor del libro, de qué va, cuáles son sus virtudes, etc.), pero también implícita: la del estilo mismo del prólogo, su tono, su lenguaje, y, sobre todo, su autoría. Que el de Geopolítica de la alimentación, de Gilles Fumey, lo haya escrito Edward Mukiibi, presidente de Slow Food International, es muy significativo. El movimiento Slow Food se fundó en 1986, en Italia, y actualmente se ha expandido a más de 160 países. Su misión es defender la diversidad biológica, promover la educación alimentaria e influir en las decisiones políticas para conseguir una alimentación más sana, limpia y justa. El movimiento está integrado por más de un millón de personas, 4500 huertos ecológicos y 6000 productores de alimentos y 1200 cocineros. Herder Editorial Así, al señalar la relevancia de Geopolítica de la alimentación en su prólogo, Edward Mukiibi aleja del libro toda sospecha de aislamiento academicista, y salva la distancia entre texto y realidad tratada al señalarlo como fuente de inspiración y agente de cambio. |
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Para Gilles Fumey, la alimentación no se reduce a la necesidad de comer: «Alimentarse no es solo una necesidad vital, sino también una de nuestras relaciones más íntimas con el mundo». Sin embargo, tras esta intimidad hay toda una complejísima red de actores, factores e intereses que permite inscribir la alimentación en la geopolítica. Política y alimentación se han cruzado, se cruzan y se seguirán cruzando de incontables maneras, porque alimentarse es una actividad (también) política. El hambre en los países pobres, las leyes de exportación e importación, las políticas agrícolas, las condiciones laborales en que se desarrolla la producción alimentaria, sus efectos medioambientales, los intereses estatales que cortan el suministro de determinadas materias, la guerra entre agricultores e industriales… El tema de la alimentación es poliédrico, y sus múltiples caras ponen de manifiesto el funcionamiento integral de nuestras sociedades. No hay que ser un sociólogo experto en la materia como lo es Fumey para tomar consciencia de la dimensión geopolítica de la alimentación. Las protestas agrícolas, por ejemplo, han sido noticia y lo seguirán siendo, y qué decir del aumento del precio de la cesta básica, en el que la guerra de Rusia con Ucrania ha jugado un papel decisivo. Ucrania es uno de los principales exportadores de cereales, y con el bloqueo ruso de los puertos del mar Negro, las exportaciones prácticamente se paralizaron y los precios de los cereales subieron irremediablemente. |
¿ES POSIBLE UNA NUEVA GEOPOLÍTICA ALIMENTARIA? |
Para Fumey, «cada generación reinventa la alimentación», y esa tarea, reelaborar nuestras dinámicas de producir y consumir alimentos, es uno de los mayores retos de nuestro tiempo. Ello implica afrontar problemas tan acuciantes como el hambre mundial, la crisis climática, la explotación animal y los problemas de salud derivados de la mala alimentación.
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Detrás de estos conflictos aparecen todos los problemas relacionados con el tipo de alimentación que deseamos para el día de mañana. No se trata de pensar en una alimentación universal, sino de ver cómo garantizar el acceso más amplio posible a una alimentación de calidad, no sometida a las reglas del beneficio. Alimentarse no es solo una necesidad vital, sino también una de nuestras relaciones más íntimas con el mundo. |
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Gilles Fumey (Francia, 1957) es profesor de Geografía cultural en la Universidad París-Sorbona e investigador en la UMR Sirice del CNRS. Es el fundador de la Especialización en alimentos y culturas alimentarias en la Sorbona. Su área de investigación gira en torno a la alimentación como centro neurálgico de problemáticas geopolíticas y a la historia cultural del medioambiente. Ha publicado una docena de obras dedicadas al estudio de la cultura de la alimentación. |