La resistencia intelectual: conocimiento frente a mercado
Emilio Cafassi (Profesor Titular e Investigador de la Universidad de Buenos Aires). cafassi@uba.ar
Desde los m煤ltiples ojos de las pantallas medi谩ticas y los controles policiales, el gobierno de Milei observ贸, con tensa contenci贸n, la masiva marcha que recorri贸 las arterias de varias ciudades argentinas. Por segunda vez, las pulsiones represivas fueron contenidas. Esta manifestaci贸n, la segunda en magnitud contra su gobierno, tuvo nuevamente un motivo claro: la defensa de la universidad p煤blica. Frente al continuo desangramiento de los fondos educativos, erosionados por la inflaci贸n, una mayor铆a simple en ambas c谩maras logr贸 aprobar la Ley de Financiamiento Universitario. Sin embargo, Milei, fiel a su ret贸rica confrontativa, anunci贸 su veto, detonando as铆 la movilizaci贸n y efectiviz谩ndolo de inmediato. Ya en columnas anteriores ("Comenzando a despertar de la pesadilla" y "Elogio de la protesta", Caras & Caretas 26/4/24 y 10/5/24), hab铆amos destacado el car谩cter in茅dito y transversal de estas movilizaciones, no solo en Argentina, sino tambi茅n como parte de un fen贸meno global cuya represi贸n denuncia la creciente militarizaci贸n del control social. Este proceso no solo invisibiliza las injusticias, sino que ataca el ejercicio de un derecho humano fundamental: la protesta, que en este caso, por su masividad, fue excepcionalmente admitida. El gobierno subraya que sin embargo fue menor a su antecesora de abril y la prensa complaciente que por tratarse de una reivindicaci贸n salarial no tuvo aquel amplio apoyo. Creo, sin embargo, que aunque la cuesti贸n gremial tuvo un 茅nfasis mayor, en la cuesti贸n universitaria expresa mucho m谩s que una demanda puntual.
Mientras estas l铆neas llegan a imprenta, los 87 votos necesarios para blindar el veto a煤n no est谩n asegurados. Se trata de aquellos mismos "87 h茅roes" que convalidaron el -¡otro!- veto a la ley de movilidad jubilatoria que apenas compensaba las migajas de haberes previsionales, tambi茅n erosionados por la inflaci贸n. Pese al respaldo expl铆cito del expresidente Macri y su partido, el PRO, la oposici贸n -integrada por fuerzas provinciales, radicales, peronistas y de izquierda- intenta articularse para rechazarlo, buscando las dos terceras partes necesarias en la C谩mara de Diputados.
Podr铆a pensarse que la obstinaci贸n de Milei frente a la Ley de Financiamiento Universitario responde exclusivamente a su dogma econ贸mico del equilibrio fiscal. Sin embargo, sospecho que esta impugnaci贸n va mucho m谩s all谩. No solo desaf铆a la valoraci贸n social profundamente enraizada de la universidad p煤blica, sino que tambi茅n colisiona con los par谩metros de evaluaci贸n acad茅mica internacional y atenta contra la autonom铆a universitaria. En su discurso ante el Foro de Madrid, realizado en el ex Centro Cultural Kirchner, ir贸nicamente rebautizado como "Palacio Libertad", Milei no solo enalteci贸 al mercado como el gran regulador econ贸mico, sino que lo elev贸 al trono de juez y verdugo de la calidad acad茅mica. “Los supuestos cient铆ficos e intelectuales creen que una titulaci贸n los convierte en seres superiores, y por ello debemos subsidiarles su vocaci贸n. Si tan valiosas son sus investigaciones, los invito a enfrentarse al mercado, como cualquier hijo de vecino. Publiquen un libro y vean si realmente le interesa a la gente, en lugar de escudarse cobardemente tras la fuerza coercitiva del Estado”. As铆 como es un outsider en la pol铆tica, Milei tambi茅n lo es en el 谩mbito acad茅mico. Solo posee un t铆tulo de grado de una universidad privada cuya ubicaci贸n en el ranking internacional es inversamente proporcional al valor de su matr铆cula. Carece de publicaciones en revistas cient铆ficas, no est谩 categorizado como investigador y jam谩s ha superado el cargo m谩s elemental de ayudante de c谩tedra. Si estas carencias no fueran lo suficientemente elocuentes, basta con escucharlo: su dificultad para leer fluidamente y con m铆nima correcci贸n los discursos que le escriben es evidente. Del mismo modo en que desaf铆a a la pol铆tica desde afuera, tambi茅n lo hace con el sistema universitario. La diferencia es que su ingreso en el campo pol铆tico fue legitimado electoralmente, mientras que en el 谩mbito cient铆fico existen reglas riguros铆simas de convalidaci贸n y pertenencia, ex谩menes, evaluaciones de pares, concursos, jerarqu铆as y movilidad, opuestas al mercado y alejadas del "inter茅s de la gente". Por eso, no solo lo desconoce, sino que a sus miembros los considera "supuestos".
El ingreso leg铆timo al campo pol铆tico le ha permitido a Milei desplegar su pol铆tica de demolici贸n sistem谩tica. En una entrevista concedida en San Francisco, Estados Unidos, al medio Free Press, confes贸 abiertamente el oscuro coraz贸n de su objetivo: “Amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que lo carcome desde las entra帽as mismas. Es como estar infiltrado en las filas enemigas. La reforma del Estado tiene que ser llevada a cabo por alguien que odie al Estado, y yo lo odio tanto que estoy dispuesto a soportar todas las calumnias, injurias y mentiras, tanto sobre mi persona como sobre mis seres m谩s queridos, que son mi hermana, mis perros y mis padres, con tal de destruir al Estado”. Y sin duda, est谩 avanzando en esa direcci贸n. Sin embargo, cuando extiende su cruzada destructiva al 谩mbito acad茅mico y cient铆fico, se encuentra con un tipo de resistencia diferente, una que no cede f谩cilmente ante su ret贸rica incendiaria ni su desprecio visceral por lo p煤blico.
Utilizo el concepto de "campo" en los t茅rminos que Pierre Bourdieu, el soci贸logo franc茅s, desarroll贸 para describir las distintas esferas de la vida social, como la educaci贸n, el arte o la pol铆tica. Cada campo es un universo relativamente aut贸nomo, regido por sus propias reglas, valores y formas de competencia. Dentro de estos espacios, individuos y grupos luchan por posiciones de poder e influencia, utilizando diversos tipos de "capital": econ贸mico, cultural, social o simb贸lico. Las disputas por la integraci贸n o exclusi贸n en estos campos, aunque en constante transformaci贸n, son esencialmente luchas entre los agentes dominantes, que buscan mantener su posici贸n privilegiada, y los reci茅n llegados, que intentan irrumpir o ascender en la jerarqu铆a. Esas estas tensiones no solo redibujan los contornos del campo, sino tambi茅n sus reglas, determinando qui茅nes son admitidos y qui茅nes son condenados a la exclusi贸n.
Milei ha dado algunos indicios de su risible pretensi贸n de ser incluido en el campo acad茅mico. Entre sus delirios, se arrog贸 sin pudor la candidatura al Premio Nobel de Econom铆a, y en la solapa de un libro publicado por la editorial Planeta, se present贸 como graduado de la Universidad de Buenos Aires con un doctorado en California. Ante semejante papel贸n, la editorial se vio obligada a retirar la obra de circulaci贸n. Adem谩s, arrastra denuncias por plagio en varios de sus escritos. La flexibilidad relativa de los campos dif铆cilmente sea tal como para permitirle replicar en el 谩mbito acad茅mico lo que pretende hacer con el Estado: infiltrarse y destruir desde adentro. Ser铆a un desprop贸sito tan descomunal como la incorporaci贸n de alguien analfabeto en la Real Academia Espa帽ola.
Sin embargo, parte de su batalla cultural busca poner en jaque la valoraci贸n del sistema universitario, presentando la existencia del campo acad茅mico como una burbuja corporativa que flota en la superficie del sudor de los trabajadores. Detr谩s del cuestionamiento a la gratuidad y al ingreso irrestricto, se oculta una embestida velada a la autonom铆a universitaria. El gobierno lanz贸 su ofensiva contra la Ley de Financiamiento Universitario con una serie de falacias que fueron r谩pidamente desmentidas por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), la confluencia de los rectores de todas las universidades p煤blicas del pa铆s. La primera fue la acusaci贸n de que las universidades "inventan estudiantes" para obtener m谩s fondos. El CIN aclar贸 que el financiamiento no se basa en la cantidad de estudiantes, sino en un presupuesto consolidado que considera salarios, gastos de funcionamiento e inversi贸n en ciencia y tecnolog铆a. En segundo lugar, el gobierno afirm贸 que los pobres no acceden a las universidades, a lo que el CIN respondi贸 que el 48,5% de los dos millones de estudiantes se encuentra por debajo de la l铆nea de pobreza, y casi el 70% proviene de familias sin antecedentes universitarios. Tambi茅n fue necesario desmentir la aseveraci贸n de que las universidades carecen de auditor铆as y que los salarios universitarios habr铆an crecido m谩s que en el resto del sector p煤blico. Finalmente, el CIN refut贸 la tesis del d茅ficit fiscal, se帽alando que la ley representa apenas el 0,14% del PBI, una cifra comparable a los beneficios fiscales que el gobierno otorg贸 a los sectores m谩s ricos con la reducci贸n de impuestos sobre los bienes personales. Continuando con su cruzada recortadora, el presidente hizo uso de las facultades delegadas por la Ley de Bases y dispuso el fin del fondo que sostiene el sistema de becas para miles de estudiantes en distintos niveles: el plan Progresar.
Cualquiera sea el desenlace del veto de Milei -que, a diferencia de quien escribe, el lector ya conocer谩 al leer estas l铆neas- el tema universitario se perfila como un hueso mucho m谩s duro de roer que otras 谩reas sobre las que ejerce su asfixiante presi贸n econ贸mica, respaldada por una concreta y feroz represi贸n f铆sica ante cualquier resistencia. En primer lugar, porque atraviesa estratos sociales, intereses corporativos, etarios y de diversa 铆ndole. Pero, sobre todo, porque en la aspiraci贸n universitaria se deposita buena parte de las expectativas de movilidad social, no solo econ贸mica, sino tambi茅n de realizaci贸n personal. En este terreno, las universidades p煤blicas han superado ampliamente al sistema privado, el cual, parad贸jicamente, carece de evaluaciones rigurosas, concursos, rendiciones de cuentas y producci贸n cient铆fica, y est谩 regido casi exclusivamente por las leyes del mercado. Aunque la Universidad de Buenos Aires (UBA) est谩 categorizada muy por encima del resto del sistema p煤blico, este 煤ltimo arrasa con el sistema privado, que no cuenta con ninguna instituci贸n entre las primeras 500 del mundo. Sus aulas con aire acondicionado carecen del ox铆geno intelectual que brota de las rajaduras edilicias de la UBA y des sus goteras. El ranking brit谩nico QS ubic贸 a la UBA en el puesto 69 a nivel mundial, mientras que las ciencias sociales del CONICET alcanzaron el primer lugar en Iberoam茅rica y el d茅cimo a nivel mundial, seg煤n el ranking Scimago, de un total de 1.870 organismos de Ciencia y Tecnolog铆a. Estos reconocimientos desmienten por completo cualquier cuestionamiento sobre la productividad del sistema p煤blico.
Incluso antes de la reforma universitaria de 1918, Florencio S谩nchez estrenaba, hace ya 121 a帽os, la obra M'hijo el dotor, una aguda s铆ntesis de las leg铆timas aspiraciones de las clases populares por alcanzar el ascenso y el reconocimiento social, algo que hoy dif铆cilmente pueden ofrecer los lujosos "ense帽aderos" con certificaciones al mejor postor, como es el caso de la Universidad de Belgrano (UB), formadora del mism铆simo Milei.