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Democracias imperiales, dictaduras solidarias

Jorge Majfud

La historia no deja mucho lugar a las excepciones: al grito de democracia se practic贸 el despojo de otras naciones; al grito de libertad se esclaviz贸 y se expandi贸 las formas m谩s brutales e industriales de imperialismo. Todo esto, casi siempre fue perpetuado por democracias, no por dictaduras. No por casualidad, Theodore Roosevelt escribi贸 que “la democracia de este siglo no necesita m谩s justificaci贸n para su existencia que el simple hecho de que ha sido organizada para que la raza blanca se quede con las mejores tierras del Nuevo mundo”.[i]

Por lo general, las dictaduras coloniales y poscoloniales (casi todas dictaduras funcionales y casi por excepci贸n dictaduras resistentes) fueron la consecuencia l贸gica de estos imperios democr谩ticos. Todo bajo una vieja l贸gica. En la antigua Grecia, Atenas era una democracia muy similar a las democracias de los 煤ltimos siglos: ten铆a esclavos temporales, toleraba cierta diversidad y se vanagloriaba de aceptar inmigrantes de otros pueblos; unos pocos votaban y su imposici贸n sobre otros pueblos griegos, como Esparta, se basaba en la fuerza de su dinero. Dos mil a帽os despu茅s, los imperios modernos siempre se dieron el lujo de presumir democracia, tolerancia a la diversidad y a las opiniones diferentes en sus calles… Claro, mientras su poder no tenga competencia y mientras se siga imponiendo y practicando lo opuesto en las colonias (donde la cr铆tica era m谩s peligrosa) para beneficio econ贸mico de la civilizada metr贸poli.

La historia moderna de las llamadas democracias como sistemas-de-poder-compartido-de-la-clase-dominante, cohesionado por sus capitales y oligopolios, fueron m谩s dictatoriales, imperialistas y brutales con otras naciones que las mismas dictaduras. Tal vez porque se sent铆an impulsadas por la misma arrogancia de considerarse ben茅volos. Tal vez porque casi todos esos imperios fueron capitalistas. As铆 ocurri贸 (por ambas razones) con los brutales imperios brit谩nicos, holandeses, franceses y estadounidenses. As铆 contin煤a ocurriendo con el belicismo de la OTAN, compuesta de pa铆ses con sistemas de democracia liberal―todas secuestradas por la elite financiera, como antes lo estaban por los capitales industriales. Un poco m谩s en la periferia, por ejemplo, uno de los argumentos m谩s recurrentes que justifican el largo y brutal apartheid de los gobiernos israel铆es consiste en que ese pa铆s “es la 煤nica democracia en Oriente Medio”. Aunque fuese una democracia plena y no limitada, esto no la autoriza ni justifica a su gobierno para disponer de otra naci贸n, la palestina, a su antojo y por la fuerza de sus armas―negando en los hechos la existencia pol铆tica a todo un pueblo bajo la excusa de que algunos en su resistencia independentista no reconocen su existencia.

¿Por qu茅 las mayores dictaduras globales fueron democracias nacionales, cuando a煤n dictduras como la cubana o la libia, por el contrario, se solidarizaron con las colonias y los oprimidos del mundo? ¿A qu茅 se debe esta (aparente) paradoja? ¿Tal vez los dictadores fueron m谩s precavidos por temor a perder el poder? ¿Tal vez porque esas dictaduras nacieron de la lucha contra la brutalidad genocida de los imperialismos? ¿Tal vez eso que llamamos democracia no es la democracia de los nativos americanos (como la Confederaci贸n Iroquesa antes que la destruyeran los civilizados colonos), sino algo muy distinto: la democracia seg煤n la entendieron y fosilizaron los anglosajones, basada en el despojo, el desplazamiento del otro y la defensa de nuestra propiedad privada?

Ocurri贸 con la antigua democracia ateniense y con las democracias noroccidentales de la Era Modera. Las v铆ctimas siempre son culpables de amenazar a sus amos quienes, ante cualquier cambio, son compensados por sus p茅rdidas econ贸micas, como cada vez que se aboli贸 la esclavitud o alguna colonia logr贸 su independencia. As铆, los invadidos son los invasores. Los masacrados son los violentos. Los corrompidos son los corruptos. Los asaltados, hambreados y exterminados por siglos en beneficio de los pa铆ses desarrollados, son los 煤nicos responsables de su pobreza.

Jorge Majfud, del libro Moscas en la telara帽a (2023)


[i] Roosevelt, Theodore. “National Life and Character.” (1894) Teaching American History: teachingamericanhistory.org/document/national-life-and-character/

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