Uruguay en pie: resistencia docente y la batalla por la seguridad social.
Emilio Cafassi (Profesor Titular e Investigador de la Universidad de Buenos Aires). cafassi@uba.ar
En el R铆o de la Plata, la cuesti贸n educativa avanza hacia el centro de la escena. Si bien en la margen oriental el eje est谩 marcado por la pr贸xima contienda electoral nacional, no deja de impactar la sorprendente agitaci贸n argentina, donde las brasas de la protesta universitaria, a煤n incandescentes, dibujan un horizonte de incertidumbre. La marcha universitaria que comentamos la semana pasada encendi贸 una mecha cuya cercan铆a al explosivo es a煤n incierta, aunque su impulso est谩 doblemente alimentado: por un lado, por la vasta geograf铆a federal de las movilizaciones, y por otro, por el combustible que las provocaciones discursivas del presidente Milei le aportan. Ya sea desde el atril en un acto p煤blico o autoconvoc谩ndose a entrevistas complacientes, cada declaraci贸n incendiaria del presidente no solo polariza, sino que radicaliza el conflicto a cada paso. En el marco de las Jornadas Monetarias y Bancarias, que se desarrollaron el martes en el Palacio Libertad (ex Centro Cultural Kirchner), Milei vuelve a mostrar su mano dura, defendiendo con fervor un programa econ贸mico que se sostiene sobre el supuesto e inamovible “equilibrio fiscal”. Con esta premisa, justifica su veto a la movilidad jubilatoria (contra el que tambi茅n logra reunirse una importante movilizaci贸n) y a la ley de financiamiento universitario, calificando la maniobra como un acto de valent铆a y declarando estar dispuesto a “pagar todos los costos” por enfrentar lo que 茅l llama los “curros” de las universidades. Los ataques no cesan: “Si no quieren ser auditados es porque est谩n sucios”, lanza en referencia a las instituciones educativas. Sus palabras resuenan como una amenaza: la Sindicatura General de la Naci贸n (SIGEN), a trav茅s de un dictamen reci茅n salido de la Procuraci贸n del Tesoro, podr谩 auditar a las universidades p煤blicas, sum谩ndose a la Auditor铆a General de la Naci贸n (AGN), el organismo que siempre ha cumplido esa funci贸n, aunque recientemente afectado por la par谩lisis de su propio sistema, consecuencia de la eliminaci贸n de una resoluci贸n y porque Milei no completa las designaciones en este organismo responsable de la auditor铆a. As铆, en medio del caos institucional, la figura del “chorro” emerge de su boca, omnipresente en el discurso oficial, como un espectro que acecha a una academia que, seg煤n Milei, vivir铆a de mentiras.
Personalmente, adhiero sin reservas a toda iniciativa que busque el control y la transparencia en las instituciones p煤blicas, y las universidades no deben ser la excepci贸n. Celebro que se profundice a煤n m谩s la pr谩ctica de auditor铆as. Pero convertir esta herramienta en una coartada para disfrazar el conflicto como una lucha contra intereses mezquinos o directamente venales es, en realidad, una maniobra torpe y grotesca. Tan grotesca como las generalizaciones y los insultos que el presidente lanza con su habitual desparpajo. Las cuentas auditables refieren a los gastos de funcionamiento (hospitales, sedes, bibliotecas, institutos de investigaci贸n, etc.), no a los salarios, que dependen de planillas fijas y representan un promedio del 90% del presupuesto, y que son el epicentro de la actual disputa. Ya en la primera confrontaci贸n, cuando las universidades obtienen un aumento del 270% tras la hist贸rica movilizaci贸n de abril, se abordan estos gastos operativos, permitiendo que las instituciones puedan seguir funcionando. Si alguna vez hubo lugar para sembrar sospechas o exigir auditor铆as, debi贸 ser en ese momento, no ahora, cuando lo que est谩 en juego es el salario, la descomposici贸n del tejido acad茅mico y la consiguiente fuga de intelectuales. Esta dilaci贸n en enfrentar lo esencial -el vaciamiento por el 茅xodo de los acad茅micos- no es m谩s que una estrategia de desgaste, una cortina de humo para evitar abordar el verdadero problema.
El nuevo embate de Milei contra las universidades p煤blicas no tarda en recibir una respuesta tan r谩pida como contundente. Los estudiantes, guardianes del propio futuro y de la memoria colectiva, se alzan hoy como un solo cuerpo, multiplicando las tomas de facultades y rectorados en todo el pa铆s. En proximidades de cada sede, el conocimiento sale a la calle: clases p煤blicas, marchas de antorchas y otras formas de resistencia hacen del espacio p煤blico un escenario donde la lucha por la educaci贸n p煤blica, gratuita y de calidad, se enciende con renovado fervor. Como brasas avivadas por el viento, las manifestaciones no solo defienden las universidades, sino que le devuelven al conflicto su car谩cter de s铆mbolo y resistencia en un pa铆s que se niega a que el conocimiento sea corro铆do por las pol铆ticas de mercado. Las fragmentarias direcciones gremiales parecen debilitarse frente a la din谩mica unitaria que brota de las bases.
En Uruguay, mientras cierro esta columna, se inicia el paro de 48 horas convocado por la Federaci贸n Nacional de Profesores de Educaci贸n Secundaria (Fenapes) “por la educaci贸n y por trabajo”, una respuesta que visibiliza la pol铆tica de demolici贸n educativa implementada por el gobierno de coalici贸n multireaccionaria que encabeza Lacalle Pou. Ignoro a煤n los resultados de esta jornada, pero no deja de parecerme alentadora la posibilidad de que la vasta movilizaci贸n argentina influya en la forma de lucha anticipada por el vicepresidente del sindicato en La Diaria. Con movilizaciones de diversas caracter铆sticas, ocupaci贸n de centros educativos, asambleas internas, encuentros con padres y estudiantes, actos p煤blicos y marchas, junto a actividades de reflexi贸n sobre los recortes presupuestales y la llamada transformaci贸n educativa, el movimiento sindical se lanza a las calles. Simult谩neamente, el centro de estudiantes del Instituto de Profesores Artigas (IPA) decide ocupar el Consejo de Formaci贸n en Educaci贸n (CFE) en rechazo a la proyecci贸n de menos grupos para el pr贸ximo a帽o y los cambios en la modalidad de cursada, entre otros reclamos. Este doble frente de resistencia refleja el malestar generalizado en el 谩mbito educativo, que no solo desaf铆a las medidas de ajuste, sino tambi茅n la precarizaci贸n del trabajo docente y las condiciones de estudio. A ello se suma el respaldo firme de la central 煤nica de trabajadores, el PIT-CNT, que decide acompa帽ar el paro con una movilizaci贸n en el coraz贸n de Montevideo, reafirmando que la resistencia no se libra solo en las aulas, sino tambi茅n en las plazas y avenidas de la ciudad.
Por si la porosidad hipotetizada entre ambas luchas no fuera suficiente, el tema previsional en Argentina, o de seguridad social en Uruguay, encuentra otra convergencia en la confrontaci贸n. La inmejorable iniciativa y la consecuente disputa que impulsa el PIT-CNT busca introducir cambios fundamentales en la seguridad social dentro de la carta magna uruguaya, coincidiendo con las elecciones nacionales del 27 de este mes, tal como prev茅n las normas electorales mediante el instituto pol铆tico del plebiscito. Resulta sumamente interesante que, tras la brutalmente regresiva reforma impuesta por el oficialismo -v谩lida solo por la mayor铆a simple parlamentaria que la coalici贸n de partidos le garantiza-, se geste una verdadera contraofensiva. Esta no solo revierte la vida expropiada, sino que eleva el derecho jubilatorio a un plano constitucional como derecho humano, con implicancias profundas, incluyendo la prohibici贸n de ser objeto de lucro. El texto propuesto por el movimiento social incluye, en lo esencial, el restablecimiento de la edad jubilatoria a los 60 a帽os con 30 a帽os de servicios, frente a los 5 a帽os extra que despoja de disfrute y derecho la actual ley, la equiparaci贸n de las jubilaciones y pensiones m铆nimas al salario m铆nimo nacional, y la eliminaci贸n, v铆a reforma constitucional, de las disposiciones legales de la Ley 16.713 de septiembre de 1995, que regulan la existencia de las Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional (AFAPs). Con ello, el PIT-CNT no solo desaf铆a la reforma del presente, sino tambi茅n el coraz贸n del sistema que se ha impuesto desde hace casi tres d茅cadas.
El sistema de Seguridad Social ser谩 organizado y gestionado exclusivamente por el Estado y por entidades p煤blicas no estatales, quedando prohibidos los sistemas de ahorro individual con fines jubilatorios. La administraci贸n del patrimonio de las actuales AFAPs se transferir谩 a un fideicomiso, garantizando que, bajo ninguna circunstancia, esto implique p茅rdida o menoscabo en los derechos o beneficios establecidos por leyes anteriores en materia de prestaciones. Asimismo, se impedir谩 al Estado introducir cambios que perjudiquen a los afiliados del Sistema de Seguridad Social, prohibiendo la concesi贸n de prestaciones inferiores a las estipuladas en la ley original o sus modificaciones. El texto tambi茅n establece que ninguna jubilaci贸n o pensi贸n podr谩 ser menor al valor del Salario M铆nimo Nacional. Adem谩s, se acoplan las prestaciones con los salarios, disponiendo que los ajustes en las jubilaciones y pensiones no podr谩n ser inferiores a la variaci贸n del 铆ndice medio de salarios, efectu谩ndose en las mismas oportunidades en que se ajusten o aumenten las remuneraciones de los funcionarios de la Administraci贸n Central. En todo caso, dicho ajuste no podr谩 ser inferior a cero, asegurando as铆 una protecci贸n constante y vinculada al ritmo salarial.
Frente a esta iniciativa, el Frente Amplio (FA) ha adoptado una pol铆tica displicente, por decir lo menos, dejando a sus militantes en libertad de acci贸n. Esta ambig眉edad ha permitido, por caso, una irresponsable declaraci贸n de 112 economistas frentistas en contra de la reforma, a pesar de que la amplia mayor铆a de la base del FA milita por la papeleta blanca del “S铆”. No es la primera vez que el FA, con su conocida mec谩nica de alto consenso y pluralidad, retrasa procesos de lucha y movilizaci贸n de los movimientos sociales, especialmente del PIT-CNT. De hecho, algo similar ocurri贸 con el refer茅ndum contra la Ley de Urgente Consideraci贸n (LUC), donde el arribo tard铆o a una postura clara debilit贸 la contienda. El argumento de que es preferible ganar mayor铆as parlamentarias para reescribir una nueva ley de seguridad social no deber铆a ser incompatible con el apoyo a este plebiscito constitucional. Despu茅s de todo, ser谩 necesario redactar una ley espec铆fica que regule e implemente lo que la nueva norma constitucional dicte. Pero la vacilaci贸n del FA revela una incomodidad que resulta, en 煤ltima instancia, una dilaci贸n m谩s en el camino de las reformas profundas.
Debido al car谩cter apartidario de la iniciativa, la propaganda concluye con el lema: “Votes lo que votes, pon茅 la papeleta blanca”. Por supuesto, recomiendo a la ciudadan铆a incluir en el sobre la papeleta blanca, pero no dir茅 que el voto sea indiferente. Solo votando al FA, aun con las posibles dudas o desencantos que algunos puedan sentir, la seguridad social podr谩 erigirse como un verdadero derecho humano. Y junto a este, tantas otras conquistas que, por la falta de espacio, debo dejar para una mejor oportunidad.