Eduardo Madro帽al Pedraza
“Una jaula sali贸 a cazar un p谩jaro”. Kafka
Necesitamos a Kafka, porque Kafka desnuda a un poder que nos impone una pesadilla cotidiana, una barbarie a escala industrial. Esa es la raz贸n por la que su obra sigue sacudiendo saludablemente nuestras conciencias hoy con igual o m谩s vigor que hace un siglo. La imprescindible furia revolucionaria que impregna la obra de Kafka, su af谩n por se帽alar a un poder castrador para poder demolerlo, es hoy m谩s urgente.
Porque para Kafka “un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que llevamos adentro”, y anticip谩ndose al mayo del 68, Kafka nos dijo que para liberarnos “hay que matar al polic铆a que llevamos dentro”.
Hoy nosotros necesitamos a Kafka. Necesitamos libros que nos duelan, que desvelen la horrenda verdad escondida tras bellas y falsas palabras, que nos sacudan para liberarnos de la narcotizaci贸n de nuestras conciencias, y que nos rebosen de indignaci贸n para conminarnos a actuar.
Kafka est谩 aqu铆 y ahora
El diccionario de la Real Academia de la Lengua define “kafkiano” como “una situaci贸n absurda y angustiosa”. Pocos escritores han obligado a acu帽ar una palabra, que se ha popularizado, para definir su particular mirada. Kafka lo ha conseguido.
Todos entendemos al momento cuando alguien dice haber vivido una situaci贸n “kafkiana”. Nos vemos arrastrados por algo que no entendemos, ahogados por un poder que nos ignora y aplasta. Y nos sentimos como Gregorio Samsa, cuando al despertar se ha transformado en un inmundo insecto.
La concepci贸n de la literatura de Kafka afirma: “Necesitamos libros que surtan sobre nosotros el efecto de una desgracia muy dolorosa”.
“Alguien deb铆a de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo, fue detenido una ma帽ana”. As铆 comienza “El proceso”, un asfixiante retrato de como el Estado destroza al individuo para devorarlo.
Polic铆as, jueces y abogados, aquellos que deber铆an “protegernos”, son aparatos cuya sustancia es dominarnos. Y nos vemos sometidos a un demencial callej贸n sin salida donde somos culpables por decreto.
Se repite que “El proceso” denuncia la arbitrariedad que caracteriza a los totalitarismos. Es una tranquilizadora explicaci贸n. Que Kafka pulveriza en las primeras l铆neas de la novela, al especificar que “K. viv铆a bien en un Estado de derecho, la paz reinaba en todas partes, todas las leyes estaban en vigor, ¿qui茅n se atrev铆a pues a asaltarle en su casa?”.
La pesadilla del Estado dominante
La pesadilla de “El proceso” no sucede en una dictadura. No se trata de ning煤n estado de excepci贸n. Es la normalidad que sufrimos bajo los actuales Estados burgueses. No es la “m谩quina del fango de la ultraderecha”, es la criminal actuaci贸n de los Estados m谩s “avanzados” y “democr谩ticos”. Kafka tritura la fantas铆a, que narcotiza nuestras conciencias, de “la igualdad ante la ley”, “la separaci贸n de poderes” y “el Estado como protector de los m谩s d茅biles”.
La odisea de Joseph K. en “El Proceso” es la m谩s alta expresi贸n del car谩cter aniquilador de los modernos Estados burgueses, que Kafka vio desarrollarse, y que hoy han multiplicado su capacidad de intervenci贸n en nuestras vidas. Joseph K. somos cada uno de nosotros en muchas situaciones de nuestra vida cotidiana. Y de la misma manera, el terror en Kafka nos inquieta profundamente porque sabemos que tambi茅n es el nuestro.
Imperialismo o liberaci贸n
Kafka desarrolla una aguda sensibilidad contra toda forma de opresi贸n, frente a toda manifestaci贸n del dominio que se nos impone sobre nuestras vidas. En cada cosa, en las m谩s cotidianas, ve la fuerza aplastante del poder, pero tambi茅n la torrencial rebeli贸n que engendra.
Kafka asisti贸 al nacimiento del imperialismo, la hiperconcentraci贸n de poder econ贸mico y pol铆tico. Frente a las poderosas burgues铆as monopolistas, armadas de unos mastod贸nticos Estados, el individuo se ha convertido en poco m谩s que un insecto, cuya vida no vale nada, que puede ser aplastado sin compasi贸n.
Pero la obra de Kafka no es una desgracia que nos paraliza. Es un dolor que nos impulsa a hacer, a rebelarnos. 脡l mismo nos dijo: “yo, que muy a menudo he carecido de independencia, tengo una sed infinita de autonom铆a, de independencia, de libertad en todas direcciones”. Y ese impulso revolucionario es la esencia de Kafka, de nosotros.
Eduardo Madro帽al Pedraza