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Ecos del balotaje: memoria recuperada tras la curva de la historia

Fidelidades y fugas para una br煤jula de gesti贸n pol铆tica 


Cuando los monopolios digitales deciden quienes hablan


Emilio Cafassi (Profesor Titular e Investigador de la Universidad de Buenos Aires). cafassi@uba.ar






En una curva arrinconada del sur continental, donde la memoria colectiva logr贸  desplegarse como un eco compartido, la tensi贸n en el aire se transform贸 en una euforia incontenible. Las calles se inundaron de blanco, azul y rojo entre abrazos, l谩grimas y el eco ensordecedor de bocinazos, mientras los discursos quedaban relegados por gestos de reconocimiento. Uruguay estall贸 en un grito irreductible de esperanza, fruto de cinco a帽os de lucha y sacrificio, reflejado en banderas agitadas y rostros marcados por interminables jornadas militantes. Cada paso en el asfalto fue una proclama vibrando con el eco de voces que celebraban no solo un triunfo, sino la certeza de que la historia pod铆a ser escrita nuevamente cambiando las manos fuertemente apretadas de la codicia y la rigurosidad agresiva, por palmas abiertas, solidarias y sensibles. All铆, en ese instante infinito, la multitud se descubri贸 tejida por un hilo com煤n: el de la resistencia para dar paso a un ma帽ana diferente. A pesar de que la tormenta se insinuaba con rel谩mpagos y truenos, como un presagio ambiguo, cada estr茅pito fue celebrado como salva de honor a esta curva, ya no geogr谩fica sino de su historia. Incluso mojadas por la lluvia, las banderas ondeaban con una ligereza que parec铆a reflejar el alivio colectivo.  Vali贸 la pena llegar hasta Montevideo a vivir la descarga celebratoria. Festejamos la despedida de un gobierno carcomido por la corrupci贸n, gestor de una crisis que empuj贸 a miles a la desesperaci贸n, mientras a un pu帽ado de amigos, a su exclusiva guarida paradis铆aca por asalto. Cada paso en las calles fue tambi茅n un acto de memoria, con la afirmaci贸n de que ser谩 necesaria una guardia permanente ante la posibilidad de retorno de la pesadilla.

La jornada previa arranc贸 con un tropiezo inesperado que parec铆a marcar el tono de los desaf铆os por venir para un peque帽o crisol de empujes y afectos que cruzaba latitudes, con un coraz贸n rioplatense compartido: quienes nos propusimos acompa帽ar la actividad popular compartiendo datos, reflexiones, emociones y registros. No es la primera vez que impulso una iniciativa de este tenor. Funcion贸 muy bien para la primera vuelta y en esta oportunidad me propuse ampliarla a cerca de 300 amigos. No termin茅 de cargar manualmente cada contacto que Whatsapp coloc贸 un banner con el cl谩sico 铆cono de prohibici贸n y la leyenda: “Este grupo ya no est谩 disponible, solicita una revisi贸n”. Varios recibieron el aviso que cay贸 como una sentencia definitiva porque -dicho textualmente- “Whatsapp usa tecnolog铆a avanzada de aprendizaje autom谩tico para evaluar la informaci贸n de los grupos, incluidos los asuntos, las fotos de perfil y las descripciones” y mucho m谩s a煤n, no menos espeluznante que omitir茅 en este texto. Abr铆 un n煤mero de caso de apelaci贸n que en la ma帽ana de los comicios fue aceptada y el grupo reabierto sin explicaci贸n por parte de la empresa de Mark Zukerberg, Meta Platforms Inc., antes conocida como Facebook. En futuros art铆culos abundar茅 sobre la intervenci贸n de la vida p煤blica en general y pol铆tica en particular de los monopolios digitales, muy particularmente luego del triunfo frenteamplista porque resulta indispensable establecer medidas para defender y ampliar los derechos humanos y la libertad de expresi贸n, actualmente restringidos por estas corporaciones supranacionales. He creado y participado de centenares de grupos. Nunca vi algo igual. En los 15 a帽os de gobierno frentista, la pol铆tica sobre tecnolog铆a digital ha sido ejemplar y en esta gesti贸n a iniciar, no puede quedar ajena la elaboraci贸n de medidas que detengan las formas ileg铆timas de censura promoviendo el respeto por las diferencias culturales y los derechos humanos. El caso de X (ex tweeter) en Brasil es claro ejemplo de estas formas de violencia manipulatoria. La empresa, aunque devolvi贸 finalmente la administraci贸n del grupo, lo hizo con menos de la tercera parte de sus integrantes convocados. Reinvitarlos en medio de la jornada electoral, se torn贸 imposible. Pongamos seguidamente la elecci贸n en el centro, pero con el eco persistente de este caso, que reclama atenci贸n en futuras contribuciones.

Mientras la columna de la semana pasada aterrizaba en los kioscos, las encuestadoras desgranaban su 煤ltimo or谩culo, bordeando la infracci贸n a la veda electoral. Con las cifras en mano, y tras revisar cuidadosamente la metodolog铆a publicada por cada empresa, elabor茅 la tabla que exige varias salvedades. Como las encuestadoras juegan solo con porcentajes y la Corte Electoral prefiere hablar en absolutos, constru铆 un puente entre ambos mundos. Calcul茅 los porcentuales de los datos absolutos de la Corte y, en un ejercicio de ajuste metodol贸gico que roza lo alqu铆mico, proyect茅 los votos absolutos que las previsiones de las encuestadoras habr铆an arrojado si tomamos como constante la totalidad de votos emitidos, con excepci贸n de los observados. Es decir, aqu铆 est谩n los n煤meros traducidos para dialogar con cualquier interpretaci贸n posible. Cabe recordar que el resultado de la Corte a煤n es preliminar, ya que excluye 35.761 votos observados, equivalentes al 1.46% del total, que probablemente se distribuyan con ligera ventaja para el candidato conservador. En tal sentido, tal vez algo de la diferencia entre el FA y el PN se reducir谩 m铆nimamente en el escrutinio definitivo, o m谩s precisamente crecer谩n los votos absolutos de ambos pero podr铆a reducirse apenas la diferencia tanto porcentual como en votos absolutos, ya que entre los observados hay una proporci贸n importante de votos militares y policiales que participan del funcionamiento y seguridad de los comicios.

La fuente utilizada para las 7 empresas fueron sus informes en las respectivas p谩ginas web. En ning煤n caso, transcripciones period铆sticas. Salvo Opci贸n, todas erraron. Si bien ninguna coloc贸 a Delgado por sobre Orsi, la diferencia fue siempre menor al margen de error, y si bien podr铆a pensarse que acierta 脕gora, lo hace sin ponderar un 6% de indecisos, mucho m谩s que el margen de error o Usina que padece lo exiguo de su muestra. Entre las siete empresas, las cuatro tradicionales destacan, y resulta llamativo que tres hayan sido ambiguas, adem谩s de errar mucho m谩s all谩 de los m谩rgenes previstos, con la hist贸rica Factum como m谩ximo ejemplo. No obstante, estas empresas realizan mediciones rigurosas dentro de las limitaciones de sus recursos. Su tarea no es teorizar: al igual que a un director de laboratorio cl铆nico no se le exige diagnosticar el estado metab贸lico de un paciente, sino registrar valores con las herramientas disponibles, para que otro realice el diagn贸stico.

En la columna de la semana pasada se帽al茅 que solo una reversi贸n completa de las trayectorias hist贸ricas de la Coalici贸n -en todas sus formas y versiones, t谩citas hasta 2020 y formalizadas ahora- y del Frente Amplio podr铆a haber dado la victoria a Delgado. No hac铆an falta encuestas: en los tres escenarios considerados, Orsi emerg铆a siempre como ganador, y el primero de ellos reflej贸 con acierto la realidad, incluso teniendo en cuenta el elevado nivel de fidelizaci贸n de la Coalici贸n, particularmente en los n煤cleos urbanos de Montevideo y Canelones. El primer escenario proyectado anticipaba un triunfo del FA por cien mil votos, resultado que se verific贸 con una precisi贸n casi total. No por un crecimiento excepcional del Frente Amplio, sino por un desempe帽o acorde a su promedio hist贸rico. Por el contrario, la excepci贸n fue la Coalici贸n, que alcanz贸 el menor nivel de fuga en sus 煤ltimas cuatro experiencias, todas protagonizadas por candidatos blancos. De no haber sido as铆, la diferencia habr铆a alcanzado los ciento treinta mil votos anticipados en la segunda hip贸tesis. Pero la mayor diferencia frentista con el pasado no es tanto cuantitativa, cuanto cualitativa. En primera vuelta, el desempe帽o del FA fue hist贸rico en el interior y lo vuelve a reiterar en este balotaje, con matices. Nunca se hab铆an ganado tantos departamentos. No estoy en condiciones de hipotetizar cu谩nto se debe al 茅nfasis de Orsi por el interior olvidado, proviniendo de 茅l, cu谩nto a la din谩mica de la presidencia del FA de Pereira y sus recorridas, o, por 煤ltimo, cu谩nto a las defecciones, crisis y corrupci贸n en las gestiones departamentales coaligadas.

La segunda tabla, que examina crecimientos y fugas -incluyendo a los partidarios de Lust, quien apoy贸 al oficialismo-, evidencia una disminuci贸n significativa en la fuga, salvo en la candidatura de Batlle en 1999, que atribuyo a que blancos admiten de mejor grado votar colorados que a la inversa. Mi estimaci贸n inicial sobre la deserci贸n, calculada en un 0,1%, result贸 imprecisa, ya que el nivel registrado fue m谩s del doble. No obstante, mi proyecci贸n fue m谩s ce帽ida en cuanto a la magnitud de votos en blanco y anulados, que la mayor铆a de las encuestadoras -excepto Opci贸n- hab铆an estimado por encima del 5%. De los 118.725 votantes que no respaldaron ning煤n lema en la primera vuelta, apenas 15.784 se inclinaron esta vez por alguna opci贸n, quedando a la espera del conteo de los votos observados. Entre los 102.941 votos detectados hasta ahora -siempre sin el definitivo-, se encuentra un n煤cleo ciudadano duro, caracterizado por una sensibilidad cr铆tica y una disconformidad manifiesta. Este grupo ser谩 clave para consolidar el futuro crecimiento del FA, pues sospecho que en ellos podr铆an hallarse aquellos votantes que en 2004 aseguraron el triunfo en primera vuelta, pero que, con el tiempo, se escurrieron por los resumideros de la decepci贸n. Para reconquistar ese terreno, ser谩 crucial profundizar en la hospitalidad organizativa, la integraci贸n y el pluralismo, junto con el dise帽o de una pol铆tica concreta de izquierda sin remilgos elusivos.

La coalici贸n se encuentra ahora a la defensiva, con serias dudas sobre la solidez de su aglutinamiento. Aunque logr贸 reducir al m铆nimo los valores de fuga, no puede ignorarse que este fen贸meno se manifest贸 con mayor intensidad en el interior, donde las rivalidades hist贸ricas, forjadas a lo largo de dos siglos, se hacen m谩s evidentes y dif铆ciles de contener. ¿Se reagrupar谩 para las elecciones departamentales de mayo?

Hemos vivido una semana cargada de emociones, reflexiones deductivas y golpes de realidad. Incluso en 茅pocas marcadas por la inestabilidad, la frustraci贸n y la volatilidad electoral, el pensamiento no puede rendirse d贸cilmente ante los fr铆os veredictos de la encuestolog铆a. No porque sean falaces, sino porque, para que puedan nutrir el an谩lisis, requieren una verificaci贸n emp铆rica que, inevitablemente, llega siempre con retraso. Lejos de absolutismos empiristas o racionalistas, resulta 煤til reconocer que los tiempos de validaci贸n de ambos enfoques divergen, y que el 煤nico punto de apoyo s贸lido es la teor铆a, hasta que el movimiento de lo real exija revisarla para su reformulaci贸n actualizada. La trampa m谩s peligrosa no reside en la raz贸n misma, sino en la b煤squeda de atajos que pretenden acortar sus tediosos pasos o convertir deseos en certidumbres. Poco importa se es con o sin facturaci贸n. 

















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