Jorge Majfud
Me voy un domingo a mi oficina para recoger unos documentos que me olvid茅 antes del receso de invierno y me encuentro con una colega en un pasillo que volv铆a de la sala de impresiones.
Nos saludamos al pasar.
“Hi, Emily” le digo (el nombre no es el real).
Ella se detiene un momento y piensa. Por alguna raz贸n, en Estados Unidos, los colegas que se cruzan en sus caminos apurados siempre buscan en sus memorias algo que no se ha dicho por email.
Me responde con una sonrisa triste.
“Tu Jill Stein sac贸 menos de un mill贸n de votos”, me dice. “Mi esposo la detestaba porque nos iba hacer perder contra Trump. Ahora que Trump arras贸 nadie puede culparla a ella. S贸lo nos queda lamentarnos de que todo va de mal en peor”.
“Ya te dije que los Dem贸cratas hab铆an cometido suicidio electoral en Gaza…”
“Pero 茅ste es un psic贸pata, un convicto premiado…”
“Harris no iba a ser mucho mejor”, le digo, como consol谩ndola.
Me mira a煤n m谩s triste y me dice:
“You are lucky… Qu茅 suerte tienes. Siempre est谩s peleando varias batallas al mismo tiempo…”
No entiendo” le digo, “¿d贸nde est谩 la surte?”
“Es que tienes otros pa铆ses donde invertir tus esperanzas”, me dice.
Entonces pens茅: cierto, hoy se vota en el ballotage en Uruguay y tengo muchas esperanzas all铆.