Jorge Majfud
El 4 de setiembre de 2004 se desat贸 una tormenta tropical sobre Jacksonville. La conversaci贸n con Jill Stein en el auditorio de la universidad estaba fijada para las 5:30 de la tarde, que a esa hora se hab铆a vuelto noche cerrada debido a la tormenta. Para restarnos p煤blico (es mi especulaci贸n), el Comit茅 del Partido Dem贸crata de Florida hab铆a decidido organizar un discurso de los candidatos de Kamala Harris al senado en el mismo campus, en la Facultad de Negocios de Jacksonville University, una hora antes, cuando casi no queda espacio para estacionar.
Al final de la conversaci贸n, alguien desde la platea protest贸 porque yo hab铆a sido “demasiado amable” con Stein. A la salida lo reconoc铆 como un votante dem贸crata, una persona amable hasta donde yo lo hab铆a conocido.
―No soy periodista ―le dije―; aqu铆 la idea era profundizar en sus ideas.
La verdad es que me desagrada el juego de hacerse la estrella, tipo Jorge Ramos de Univisi贸n, acosando al entrevistado. Tal vez por eso siempre consider茅 al espa帽ol Jes煤s Quintero un maestro del g茅nero, de aquellas entrevistas llenas de silencios casi psicoanal铆ticos.
Del auditorio fuimos a compartir una cena frugal en un sal贸n del museo de un edificio cercano, reservado por mis colegas para agradecerle a Jill, al excongresista y coordinador del Partido Verde Jason Call y a su equipo el esfuerzo de llegar hasta all铆.
La cena, austera, hab铆a sido dejada all铆 por el catering de la universidad. Sin meseros y sin p煤blico, mis colegas y yo pudimos compartir una interesante conversaci贸n que no detallar茅 por haber sido hecha en un espacio privado. S铆 creo que puedo conectar una sola idea con las elecciones y con la tragedia global en la que nos vamos hundiendo cada d铆a m谩s.
Le coment茅 a Jill, sentada a mi lado, que hac铆a unos a帽os estuve en la Deutsche Welle de Berl铆n y la periodista principal con la que cen茅 despu茅s de la actividad me mencion贸 que era esposa de l铆der del Partido Verde de Alemania, Cem 脰zdemir, por entonces congresista y actualmente ministro de Agricultura de Alemania. 脰zdemir acept贸 mi invitaci贸n para dar una conferencia en JU a finales del 2019, pero la polic铆a alemana descubri贸 un plan de la rama estadounidense del grupo neonazi m谩s violento del siglo, Atomwaffen Division (AWD), para atentar contra su vida y el viaje se frustr贸.
Hasta ah铆 nuestra solidaridad. Pero Jill nos coment贸 una importante diferencia que el Partido Verde de Estados Unidos ten铆a con el de Alemania: Ucrania.
Hasta aqu铆 llega mi infidencia. Puedo agregar que la evaluaci贸n del problema y la posici贸n de Jill Stein en ese tema coincide completamente con la m铆a. Ah铆 s铆 puedo elaborar m谩s, para entender qu茅 dijo Stein aquella noche.
Cuando el presidente Biden retir贸 las tropas estadounidenses de Afganist谩n, dej贸 en su desbande millones de d贸lares en tanques de guerra y otros arsenales militares. Luego de veinte a帽os de ocupaci贸n, luego de casi diez a帽os de haber (supuestamente) encontrado y ejecutado a Osama bin Laden, de repente el ej茅rcito estadounidense sal铆a tan apresurado como de Vietnam. Luego de veinte a帽os, los estadounidenses perdieron 14 billones de d贸lares (siete veces Brasil) s贸lo en Afganist谩n, no por fundar escuelas y hospitales sino por un proyecto de dominaci贸n militar que s贸lo benefici贸 al tr谩fico de drogas y a las compa帽铆as privadas, tal como lo demostr贸 el Wall Street Journal.
Luego de 20 a帽os Washington volv铆a a poner en el gobierno de Afganist谩n a los hijos pr贸digos de la CIA, los Talib谩n, luego de haber eliminado a otro de sus hijos pr贸digos, Osama bin Laden. Negocio redondo: crear m谩s problemas para invertir m谩s en nuevas soluciones b茅licas.
Como dijimos antes, parte de los hist贸ricos fracasos de Estados Unidos en las guerras que no sean meros bombardeos a茅reos se debe no s贸lo a su ineficiencia, sino a que perder guerras es un gran negocio para las corporaciones privadas que domina la pol铆tica y la narrativa en el pa铆s. Por entonces, en un art铆culo advertimos que s贸lo hab铆a que esperar una nueva guerra, que ese misterioso desbande s贸lo se explicaba por la urgencia de un nuevo plan en marcha.
Entonces vino la invasi贸n de Rusia a Ucrania. Antes, muchos coincidimos en que se hab铆a hecho todo lo posible para que eso ocurriese, logrando que Zelensky (la marioneta de Washington, de profesi贸n payaso) confirmase el proceso de membrec铆a de Ucrania a la OTAN. La OTAN, el sue帽o de Hitler (dos de sus directores fueron asistentes de Hitler), una vez m谩s se sal铆a con su objetivo de aumentar las tensiones para extender la hegemon铆a del Macho Alfa, el occidente anglosaj贸n, algo que comenz贸 apenas terminada la Segunda Guerra y pudo ser resuelto con la propuesta de Stalin de 1952, conocida como “Stalin notes”.
En marzo de 2022, Le Monde de Par铆s public贸 una p谩gina describi茅ndonos a Paco Ignacio Taibo II y a m铆 como “intelectuales de izquierda pro Putin”, a pesar de que antes y despu茅s de ese informe no perd铆 oportunidad de dejar claro que no aprobaba la invasi贸n pero me parec铆a una hipocres铆a criminal querer escribir la historia a partir de ese d铆a, sin considerar el largo acoso, las matanzas de la poblaci贸n rusa del Donbas y el golpe de Estado contra el presidente democr谩ticamente electo Viktor Yanukovych promovido por Occidente.
No soy “pro-alguien” sino “pro-causas”, como la causa de la No-Injerencia de un pa铆s en las pol铆ticas de otro, como si se tratase de un problema entre cowboys e indios, donde los agresores siempre se describen como las v铆ctimas de la recci贸n. Los viejos y permanentes intervencionismos, madre de todos los problemas en los pa铆ses del Sur Global… B谩sicamente 茅sta fue la coincidencia, aquella anoche del 4 de setiembre.
El primero de noviembre, un comunicado de los Verdes de Europa inst贸 a Jill Stein a bajarse de las elecciones y apoyar a Kamala Harris para evitar un gobierno fascista de Trump. “Jill Stein y el Partido Verde de Estados Unidos no est谩n afiliado a los Verdes del Mundo… Todos quienes est谩n a favor de los ‘principios verde’ deben votar a Kamala Harris” declar贸 el congresista finland茅s Oras Tynkkynen. Les preocupa el caos que crearon en Ucrania, no el genocidio que crearon en Palestina.
Los dem贸cratas han insistido en culpar a Jill Stein de una posible derrota, pero no han hecho nada para evitar un suicidio electoral, ignorando de forma expresa los reclamos de millones de dem贸cratas que est谩n furiosos con el genocidio en Palestina. Cada vez que Kamala Harris fue interpretada en alguno de sus m铆tines pol铆ticos, ha silenciado estas protestas diciendo “Estoy hablando yo”, para luego continuar como si se tratase de un libreto aprendido de memoria: “cierto, es un tema importante, pero ahora no estoy para hablar de eso sino de otros temas importantes, como el costo de los alimentos en el supermercado”.
M谩s insensible hipocres铆a, m谩s arrogancia no es posible. Para rematarla, su esposo anunci贸 feliz que a la entrada de la Casa Blanca colocar铆an una mezuzah, lo cual no tiene nada de malo en una casa privada si no fuera por el momento y el lugar. Luego Bill Clinton intent贸 calmar las protestas sobre Gaza diciendo que Israel tiene derechos especiales porque el Rey David hab铆a estado all铆 hace 3.000 a帽os.
Entonces, amables dem贸cratas, dejen de llorar por el fascismo nacional que se viene si son ustedes los primeros responsables del fascismo global.
Jorge Majfud, 2 de noviemrbe de 2024