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El olor de los jazmines

Alexandra Vega-Rivera. Ciudad de Buenos Aires, Argentina 

Recuerdo. Vuelvo a un momento: despu茅s de enterarme de la muerte de mi amiga Silvia camin茅 muchas calles hasta casa, aturdida bajo una noche de fin de primavera porte帽a y el imponente olor de los jazmines. El perfume de las flores, que es el perfume de la tierra, desplaz贸 con tal contundencia la presencia de la muerte, que no supe diferenciar por qu茅 lloraba m谩s, si por el final de la vida de mi amiga o por el incontenible olor a jazm铆n en las calles, aunque con seguridad haya sido por las dos cosas.

No tengo idea si oficialmente es temporada de jazmines en Buenos Aires, pero para m铆, lo es. Habito la esperanza porque el primer ramo comprado hace unas semanas, luego de marchitar sus flores, tuvo la estupenda idea de seguir viviendo en los floreros de mi casa. Le han salido hojas nuevas y ha parido unas espl茅ndidas ra铆ces que cada vez exigen con m谩s 铆mpetu ser puestas en tierra. Todas las ma帽anas me despierto y corro a revisar si sigue ah铆, con esa fragancia y sus tremendas ganas de vivir.

Los jazmines –a pesar de su art铆culo plural masculino– son regias se帽oras altaneras porque pueden tener mil apariencias en flores distintas, pero gritan e imponen su aroma inconfundible a metros de distancia. Creo que inevitablemente a todas las personas, algo nos hacen recordar. Entonces vuelvo a mi infancia, al amor y olor de Medell铆n antes de que esa ciudad, toda, cayera en desgracia. Voy tambi茅n a la enorme planta de jazm铆n que consegu铆 tener hace muchos a帽os y la que regaba mes a mes con la sangre de mi cuerpo. Am茅 profundamente a ese jazm铆n porque ol铆a a m铆, pero las flores son m谩s listas que los humanos y bien supo marchitarse en el momento exacto en el que predijo mi separaci贸n. Transitamos ahora el momento en el que en las esquinas se venden de a seis o de a doce y dependiendo del barrio, cambiar谩 su precio. Pero es, sobre todo, el momento en el que caminando por ah铆 cualquier d铆a, cualquier tarde, pero sobre todo cualquier noche, el olor a jazm铆n entra y prende la luz del cuarto m谩s oscuro del alma.

Hace un par de d铆as tropec茅 con un video en mi computadora, un video en el que Silvia hablaba y sonre铆a. Est谩bamos celebrando un cumplea帽os. El d铆a del hallazgo mi casa estaba felizmente tomada por el olor de los jazmines y el almanaque del estudio me avis贸 que se cumpl铆an, exactamente ese d铆a, cuatro a帽os de su muerte. Me pregunto entonces c贸mo funciona el mecanismo a trav茅s del cual recordamos y empiezo a sospechar que quiz谩 haya sido el jazm铆n de casa con sus ra铆ces, el que busc贸 ese video y le dio play frente a mis ojos explotados de l谩grimas, extra帽谩ndola: vi茅ndola en movimiento y escuch谩ndola otra vez. Tembl茅.

El jazm铆n de mi florero ser谩 plantado en tierra, ser谩 cuidado y se convertir谩 en objeto de todas mis expectativas. Pasar谩 el oto帽o y el invierno del a帽o pr贸ximo, apocado, sobreviviendo. Y entonces vendr谩 otra primavera con temporada de jazmines anunciando la proximidad del verano, pregunt谩ndome que tan leal he sido a los olores que me comandan y me conmueven, qu茅 tan valiente he sido para seguirlos o no y record谩ndome, tambi茅n, a Silvia. Pero este no es un texto sobre la muerte o extra帽ar a nuestros muertos, sobre la amistad o la est煤pida idea de que se mueran las mejores amigas. En absoluto.

Se trata del olor de los jazmines y la fragancia de la tierra, la de la desnudez compartida, se trata de los olores que recordamos y conocemos, a los que podemos y queremos volver, que nos insuflan motivos y nos sujetan a esta vida.


*Pressenza. Alexandra Vega-Rivera. Feminista, formada en Antropolog铆a (Universidad de Buenos Aires, Argentina), escribe para diferentes medios de comunicaci贸n en la regi贸n, se desempe帽a como docente e investigadora y coordina para Am茅rica Latina campa帽as en defensa y promoci贸n de los DDHH. Integrante del portal y del Equipo de Estudios de G茅nero en Am茅rica Latina desde su conformaci贸n

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