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Los ecos de Sykes-Picot en Siria

Francesc-Xavier Soria Jofra


Larga vida a la guerra en Oriente Medio, tierra donde el “poder duro” teorizado por John Mearsheimer medra sin tapujos en el a帽ejo territorio de asirios, acadios, sumerios, jud铆os y babilonios. M谩s a煤n: esta guerra multipolar como la actual quiz谩s s贸lo sea el entrem茅s de una guerra de mayores dimensiones que, a tenor del aumento de los presupuestos militares, ya se perfila en las canciller铆as de Europa y de medio mundo.

Mapa de los acuerdos Sykes-Picot de 1916 sobre el reparto de Oriente Medio. Autor Degeefe @ es.wikipedia.org sobre un mapa en blanco del dominio p煤blico (CIA)


Cualquier estudio sobre el desastroso panorama actual de Oriente Medio deber铆a hundir sus ra铆ces en la Primera Guerra Mundial cosa que dilucidar铆a como culpables seminales de la actual situaci贸n a las grandes potencias europeas occidentales de ese tiempo, en especial a Francia y Gran Breta帽a. Un vistazo a las fronteras rectil铆neas de algunos de estos pa铆ses en eterno conflicto —Siria, Iraq— atestigua c贸mo de arbitraria y euroc茅ntrica fue la toma de decisiones que, en una fecha tan temprana como 1916, reparti贸 el Imperio Turco mucho antes de su ca铆da- Turqu铆a hab铆a regido la zona durante m谩s de 400 a帽os —600, en el caso de “la gran siria”, territorio que comprend铆a las actuales Israel, Gaza y Cisjordania.

Conviene recordar que despu茅s del fiasco de Gallipoli en 1915, los ingleses buscaron desesperadamente aliados en la zona para hostigar a los turcos y alejarlos del canal de Suez y de los codiciados pozos petrol铆feros de Irak. Las potencias de la Entente encontraron receptividad tanto en una comunidad 谩rabe, que se sent铆a desplazada por los turcos —y que tenia como l铆der Sheik Sharif Hussein, el Emir de la Meca—, como en el movimiento Sionista internacional, liderado por Lord Rothschild and Chaim Weizmann. Ni 谩rabes ni jud铆os fueron en un primer momento conscientes de la vacuidad de las promesas que el imperio ingl茅s y franc茅s hacia a unos u otros. Sykes-Picot fue, por tanto, un acuerdo secreto, interesado, entre dos potencias que se repart铆an preventivamente un territorio extra-europeo en dos esferas de influencia. Eso sucedi贸 en medio de una guerra mundial que, para disgusto de muchos, tardar铆a todav铆a dos a帽os m谩s en finalizar.

¿C贸mo se dividi贸 el territorio? Inicialmente se ten铆a la intenci贸n de dividir el Levante de acuerdo a criterios religiosos (L铆bano para cristianos, una Palestina jud铆a, el valle de la Bek谩 para chi铆es, y Siria para los sun铆es) pero la divisi贸n se hizo de manera m谩s brutal, sobre un mapa en una oficina de Londres. Simplemente se trato de dibujar “una l铆nea en la arena del desierto”; desde Acre hasta Kirkuk. El norte de esa l铆nea para los franceses, el sur para los ingleses, con la excepci贸n de Palestina, que quedar铆a en manos internacionales. Posteriormente a esa divisi贸n pasaron muchas cosas: la aprobaci贸n del texto por el aliado ruso —Imperio todav铆a regido por el Zar—; la inesperada irrupci贸n de T.E. Lawrence en Damasco junto con los beduinos de Hussein (sirviendo a las ordenes de su hijo Feisal) —cosa que complic贸 extraordinariamente la ejecuci贸n del acuerdo—; y el estallido de la revoluci贸n a finales de 1917 y la toma del poder por parte de los bolcheviques, que no tardaron en dar a conocer este acuerdo, tanto a 谩rabes como jud铆os, tan pronto ocuparon los despachos del gobierno ruso.

EN 1918, con la ca铆da del imperio Otomano, todas las promesas pasaron a ser apenas susurros en el desierto, en especial las promesas de esos prestigiosos arabistas del Foreign Office como T.E. Lawrence —el Lawrence de Arabia de Hollywood— o Gertrude Bell, partidarios ambos de que la palabra escrita no difiriera de la palabra dada. La realidad es que, si bien Sykes-Picot ofrec铆a vagamente la independencia a los 谩rabes, no cumpl铆a en su totalidad las promesas verbales de Lawrence, ni las promesas epistolares realizadas por el diplom谩tico Henry McMahon al rey Hussein, emir de la Meca. Tampoco el acuerdo mencionaba una “patria jud铆a”, una fragrante omisi贸n insinuada dentro de la Declaraci贸n Balfour de noviembre de 1917. “El pueblo de Inglaterra ha sido conducido en Mesopotamia a una trampa de la que ser谩 dif铆cil escapar con dignidad y honor”, afirm贸 T.E. Lawwrence. Por su parte, los franceses tampoco estuvieron muy contentos de descubrir que gran parte de las promesas inglesas a los 谩rabes afectaba directamente a su zona de influencia.

El acuerdo Feisal-Weizmann

Ante este c铆nico proceder franco-brit谩nico, los l铆deres jud铆os y 谩rabes tomaron el asunto en sus propias manos y buscaron soluciones ad-hoc. El acuerdo Feisal-Weizmann es fruto de ese esp铆ritu que estableci贸, por primera vez, la idea de un estado jud铆o y uno 谩rabe, gest谩ndose lo que hoy en d铆a conocemos como la soluci贸n de dos estados. El acuerdo pronto se torci贸 debido a los cortocircuitos diplom谩ticos ingleses y franceses —una verdadera l谩stima porque el acuerdo entre Feisal, futuro rey hachemita de Irak, y el movimiento sionista compromet铆a a ambas partes en un esp铆ritu de buen entendimiento que no se volvi贸 a dar ni siquiera en el periodo que va desde la firma del tratado de Oslo hasta el asesinato de Issac Rabin. Vale la pena resaltar las palabras de Feisal despu茅s de firmar ese acuerdo ahora plenamente olvidado: “Nosotros los 谩rabes… miramos con la m谩s profunda simpat铆a al movimiento sionista. Nuestra delegaci贸n aqu铆 en Par铆s est谩 plenamente familiarizada con las propuestas presentadas ayer por la Organizaci贸n Sionista a la Conferencia de Paz, y las consideramos moderadas y apropiadas… Deseamos a los jud铆os una cordial bienvenida a casa… Mi futuro hacia el futuro en el que os ayudaremos y vosotros nos ayudar茅is, para que los pa铆ses en los que estamos mutuamente interesados puedan volver a ocupar su lugar en la comunidad de los pueblos civilizados del mundo”.

La ca铆da del r茅gimen de Ashad


Mucho tiempo ha pasado y mucha sangre se ha vertido en el medio oriente fruto de las fronteras pre-establecidas por Mark Sykes y Fran莽ois Georges-Picot en ese sistema de reparto de zonas de influencia. El ultim铆simo episodio ha sido la ca铆da, en apenas 11 d铆as, del r茅gimen de Bashar al-Ashad, una autocracia que apenas se sosten铆a por la corrupci贸n, la ayuda de los rusos y la mera violencia policiaca con la que aplac贸 la sacudida pol铆tica de la primavera 谩rabe de 2010. Abu Mohammed Jawlani es ahora el hombre fuerte del grupo islamista sun铆 que controla Damasco. Jawlani se sac贸 ahora el turbante de su milicia integrista y negocia con todos para poder afianzarse en el sill贸n del ex presidente Al Assad, ahora exiliado en Rusia. Sus primeros pasos ha sido di谩fanos: negociar con los rusos la presencia rusa en la costa siriana y paralelamente negociar la salida de su organizaci贸n, la HTS —la Organizaci贸n para la Liberaci贸n del Levante, una escisi贸n de la Al-Qaeda de Abu Musab al Zarqaui— de las listas de organizaciones terroristas de muchos gobiernos occidentales, del Medio Oriente y del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Para los nuevos inquilinos del sill贸n presidencial pacificar Siria y mantener su ficticia integridad territorial es una quimera —el proceso de divisi贸n territorial y de atomizaci贸n ser谩 an谩logo al de la Libia post-Gadafi, un pa铆s ahora dividido, despedazado y sin rumbo alguno. Mientras, los turcos amasan tropas cerca de Kobane para atacar a los Kurdos, Israel se ha expandido desde el Golan y Benjamin Netanyahu se hace fotos desde la cima del monte Hermon. Israel, de hecho, planea doblar la poblaci贸n israelita en Golan en muy pocos a帽os. Lo mas curioso de todo es que la poblaci贸n drusa de los Altos –que es 谩rabe– prefiere tener la ciudadan铆a de Israel antes que pertenecer a una dictadura siria de corte islamista.
 

Una compleja situaci贸n 

La progresi贸n del conflicto ser谩 larga porque el vac铆o de poder promete, indefectiblemente, una violencia de muy largo recorrido. Ni los sunitas ni los chiitas, ni los drusos, ni los kurdos pueden ni podr谩n generar una paz inmediata ni duradera. Tampoco iran铆es y turcos estar谩n dispuestos a quedarse expectantes. El premier turco, Recep Tayyip Erdo臒an, proyecta a su ciudadan铆a peligrosos apetitos tardo-imperiales hacia el sur y hacia el este, hacia la zona kurda. Por su parte, Ir谩n, la gran perdedora de estos 11 d铆as de combate, pierde la l铆nea terrestre con la que aprovisionaba a a los chiitas de Hezbolla en el sur del L铆bano; pero a su vez mantiene la amenaza de un tercer ataque a Israel desde suelo iran铆. Como guinda a esta situaci贸n tenemos a las tropas israelitas a s贸lo 40 kil贸metros de Damasco; y a los rusos, que finalmente no abandonaran sus dos bases en el mediterr谩neo —la a茅rea de Hmeimim y la naval de Tartus. Los estadounidenses, por su parte, mantienen el control la zona petrol铆fera del este del pa铆s. Previsiblemente, pues, en esta endiablada encrucijada de conflictos cruzados solo se podr谩n abrir cortos altos el fuego que ser谩n aprovechados por los diferentes actores para prepararse, a煤n m谩s, para la guerra.

Las soluci贸n imposible 

Aunque habr谩 v铆as para recuperar ese di谩logo que hilvanaban actores relevantes para la zona, como Qatar o Arabia Saud铆 —a destacar esa primera visita a Arabia Saud铆 de un ministro israel铆, el de turismo, que se produjo en septiembre de 2023, un logro conscientemente boicoteado por el 7 de octubre de Hamas. La reanudaci贸n de ese di谩logo tardar谩 en retomarse. Ahora el problema no solo es Gaza o Cisjordania: es toda la zona que va de Ankara a San谩 y de Jerusal茅n a Teher谩n la que esta al rojo vivo. Una de las soluciones futuras, a largo plazo, pasar铆a por liquidar las fronteras actuales de Siria e Irak y abrir la llave de la autodeterminaci贸n de los muy diversos pueblos que habitan la zona. Cuatro Estados posibles aparecen en escena: Kurdos al norte, Drusos al sur, Chiitas al este y sunitas al oeste. Pero romper las fronteras que el tratado de Sykes-Picot gener贸 —y que dividi贸 el territorio ignorando identidades locales y diferencias 茅tnicas y religiosas— es un tab煤 muy arraigado. Abrir la llave de la autodeterminaci贸n es una decisi贸n demasiado compleja ante la falta global de valent铆a pol铆tica. La piedra de toque es el Kurdist谩n: reconocer su existencia como Estado tendr铆a repercusiones no solo en Turqu铆a o Ir谩n sino en todo el globo. Con un Kurdist谩n libre habr铆a, de buen seguro, una segunda ola de descolonizaci贸n para toda esa larga lista de naciones sin estado que, lamentablemente, todav铆a existe.

Pero todo ese proceso auto-determinante para Siria no existe ni puede existir ahora. Para ellos solo existe una amalgama infernal de disputas, de conflictos inter-茅tnicos, inter-religiosos e inter-谩rabes que escapan del reduccionismo con el que el p煤blico y la prensa internacional encara los conflictos de la zona. Exteriormente, tambi茅n hay una profunda desconfianza de que los sirianos o iraqu铆es puedan solucionar sus conflictos. M谩s con la extinci贸n del Baazismo, esa adaptaci贸n 谩rabe de un nacionalismo pseudo-socialista, de trist铆simo e escatol贸gico car谩cter autoritario. Esas suspicacias diplom谩ticas hunden sus ra铆ces en ese sentir decimon贸nico europeo del que hizo gala Mark Sykes cuando afirm贸 que los 谩rabes era tribus “incapaces de gobernarse a s铆 mismas” y que para el Imperio brit谩nico era preferible no insistir en su occidentalizaci贸n y solo aprovechar los vastos recursos de la zona a trav茅s de la cuidadosa manipulaci贸n de las tribus 谩rabes locales. Aun m谩s expeditivo fue Fran莽ois Georges-Picot, responsable del acoso —y de la ejecuci贸n— de parte de la intelligentsia 谩rabe en Siria y L铆bano que conspir贸 contra la colonizaci贸n francesa.

Cabria preguntarse si el mundo ha cambiado mucho, m谩s all谩 de las formas, en esa mentalidad de patronazgo y de tutela efectiva que algunos estados —occidentales y no occidentales— tienen sobre el Medio Oriente y otras partes del mundo. S煤mese, a eso, a una ONU impotente, an茅mica y te帽ida de desprestigio y de irrelevancia. Las analog铆as con la Sociedad de Naciones de los a帽os 30 del siglo pasado son demasiado preclaras: la falta de pulso internacional, en este a帽o 2025 que se acerca, no augura nada bueno. Las piezas del domin贸 mundial caen y cada vez son fichas m谩s grandes. Pareciera un proceso que nadie puede frenar. Larga vida, pues, a la guerra en Oriente Medio, tierra donde el “poder duro” teorizado por John Mearsheimer medra sin tapujos en el a帽ejo territorio de asirios, acadios, sumerios, jud铆os y babilonios. M谩s a煤n: esta guerra multipolar como la actual quiz谩s s贸lo sea el entrem茅s de una guerra de mayores dimensiones que, a tenor del aumento de los presupuestos militares, ya se perfila en las canciller铆as de Europa y de medio mundo.

Francesc-Xavier Soria Jofra

Historiador y docente

C贸rdoba 20 de diciembre de 2024


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