Jorge Majfud
Con el fulminante (y arreglado) derrocamiento de Bashar al-Assad, la guerra civil en Siria, promovida desde el exterior, no ha terminado. Por el contrario, entrará en una nueva fase, a medida que continuamos avanzando hacia a una Guerra total por sobre el Anillo de Fuego.
Es cuestión de meses, tal vez semanas, el reagrupamiento de combatientes voluntarios con el ejército sirio en milicias y de un caos que no podrá controlar el eje Washington-Tel Aviv tan fácil, fanáticos supremacistas expertos en demoliciones pero incapaces de construir nada. Desde los muyahidines, los talibán, Al Qaeda y el Isis, los “rebeldes” y “luchadores por la libertad”, entre otros, nunca ningún Frankenstein creado por Occidente terminó bien, ni siquiera para sus propios intereses.
Mientras, China, que es el primer y último objetivo de esta ofensiva imperialista, continúa durmiendo la siesta de su prosperidad económica. Más allá de su incremento en gasto militar y tecnológico, parece no querer ver que a largo plazo el ajedrez geopolítico la puede encontrar no tan bien parada como el mundo presume.
Con el fulminante (y arreglado) derrocamiento de Bashar al-Assad, la guerra civil en Siria, promovida desde el exterior, no ha terminado. Por el contrario, entrará en una nueva fase, a medida que continuamos avanzando hacia a una Guerra total por sobre el Anillo de Fuego.
Siria, en manos de Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Ghaith Alsayed/AP
Es cuestión de meses, tal vez semanas, el reagrupamiento de combatientes voluntarios con el ejército sirio en milicias y de un caos que no podrá controlar el eje Washington-Tel Aviv tan fácil, fanáticos supremacistas expertos en demoliciones pero incapaces de construir nada. Desde los muyahidines, los talibán, Al Qaeda y el Isis, los “rebeldes” y “luchadores por la libertad”, entre otros, nunca ningún Frankenstein creado por Occidente terminó bien, ni siquiera para sus propios intereses.
Mientras, China, que es el primer y último objetivo de esta ofensiva imperialista, continúa durmiendo la siesta de su prosperidad económica. Más allá de su incremento en gasto militar y tecnológico, parece no querer ver que a largo plazo el ajedrez geopolítico la puede encontrar no tan bien parada como el mundo presume.