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Siria

Carlos Luna Arvelo


Lo que se vive hoy en Siria recuerda lo que paso en Libia en el 2011, con el derrocamiento de Gadaffi; pero tambi茅n lo de la invasi贸n a Irak, en 2003, y la ca铆da de Saddam Hussein.



A prop贸sito de lo de Siria y las similitudes con Libia y antes Irak, circula en X el relato de un iraqu铆 que entre otras cosas dice “Yo derrib茅 la estatua de Saddam y me alegr茅 de la ca铆da de su r茅gimen, pero ahora es peor, solo hay corrupci贸n, saqueos y matanzas, antes hab铆a un Saddam, ahora hay mil. EE UU y Reino Unido nos destruyeron y nos han llevado a la Edad Media”. Este conmovedor relato de Kadhim al-Jabbouri, recrea el drama que viven hoy la mayor铆a de los “opositores” a los reg铆menes imperantes que creyeron en el falso relato de la lucha por la libertad y la democracia en sus pa铆ses.
Al d铆a de hoy los medios occidentales no mencionan a Libia y menos a Irak, ni menos los procesos de destrucci贸n a los que han sido sometidos estos pa铆ses despu茅s de las ca铆das impuestas a sus “reg铆menes tir谩nicos”.  
Es claro que 24 a帽os continuos en el poder, como en el caso de Bashar al Assad, es tiempo m谩s que suficiente para que los “promotores de la democracia y la Libertad” en el mundo, dispusieran (e impusieran) un cambio de “r茅gimen”, especialmente si el gobernante manten铆a un control pleno de los recursos del pa铆s y este est谩 enclavado en una zona geogr谩ficamente estrat茅gica, caso de la Republica 脕rabe Siria. No podemos obviar que Bashar hab铆a sucedido a su padre Hafez al-Assad, quien ostento el poder en el pa铆s desde el a帽o 1970 hasta su muerte (2000). 


Seria incomprensible que en Siria no existieran presos y especialmente presos pol铆ticos. Imposible que un gobierno, desde 2011sometido a las llamadas “revoluciones de colores”, no haya recurrido al encarcelamiento de opositores no pac铆ficos como respuesta a quienes de manera violenta apostaban a derrocarlo. Lo que esta oficialmente confirmado es la falsedad del mito de la “c谩rcel de Sednaya”, seg煤n el cual en ese lugar hab铆a miles de personas atrapadas en celdas ocultas entre s贸tanos. Los miles de mensajes que circularon, en las RRSS, denunciando la existencia de miles de prisioneros del r茅gimen en Sednaya quedaron desmentidos por la Defensa Civil Siria. De donde no se podr谩 revertir nunca esto es del imaginario de los millones de personas, en el mundo entero, que fueron persuadidas de las “atrocidades” del “carnicero de Damasco”. 
Operaciones psicol贸gicas se le llama a esto y da resultados favorables a quienes las aplican. No hay manera de convencer hoy a mi vecino, que vio a trav茅s de las redes y de los medios las “atrocidades del dictador sirio”, que todo ha sido parte de estas operaciones que justifican la ca铆da de un tirano.   
Hoy es m谩s claro, por si alguno llego a dudarlo, que el gobierno de Assad pudo mantenerse m谩s all谩 de 2015 como resultado del apoyo militar y pol铆tico de los rusos, de Ir谩n y de Hezbolla. No porque necesariamente el gobierno de Al Assad fuera tir谩nico y dictactorial, seg煤n el relato oficial occidental impuesto, sino por lo que representa este territorio y su control para sus poderosos enemigos.   
Algunos “tendenciosos” desempolvaron viejas declaraciones del General estadounidense Wesley Clark, quien afirmo, por el 2003, “Vamos a acabar con siete pa铆ses en cinco a帽os, empezando por Irak, y luego Siria, L铆bano, Libia, Somalia, Sud谩n y, para terminar, Ir谩n”. Es verdad que han pasado 20 a帽os y aun no han alcanzado plenamente su objetivo, pero m谩s all谩 del detalle del tiempo, es m谩s que evidente que se acercan cada d铆a al final previsto, en cuanto acabar con pa铆ses no alineados con los Estados Unidos.
No faltan quienes se empe帽an en opacar la ca铆da de Al Assad y del “r茅gimen criminal” de 54 a帽os, se帽alando al l铆der de HTS, Abu Mohamed Al Jolani, de fundamentalista por pertenecer a los yihadistas y por su pasado por Al Qaeda, aunque el “nuevo gobierno” sirio ya dejo clara sus pretensiones de adoptar el modelo de “libre mercado” basado en la competencia a los fines de superar el modelo de econom铆a estatal controlada, donde impero la corrupci贸n durante d茅cadas.
Desde los m谩s de 10.000 km de distancia que nos separan de los hermanos sirios no nos queda m谩s que desearles que la llegada de la “libertad y democracia” a su pa铆s no le signifique lo que a Irak y a Libia. Que puedan continuar existiendo como Naci贸n y que, a pesar de sus diferencias, los poderosos no los conviertan en fracciones, manipulables al antojo de sus designios e intereses. 

  Carlos Luna Arvelo

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