Ilka Oliva-Corado
Sale del supermercado con su bolsa llena de verduras, compr贸 un manojo de berro para hacerlo en caldo, su amigo Joaqu铆n le dijo que, para los d铆as fr铆os en el largo invierno estadounidense, el caldo de berro era lo mejor. Mar铆a solamente ha probado el berro en ensaladas y en las tortitas de carne, a las que algunas veces agrega acelga y en otras el berro, aunque 煤ltimamente tambi茅n las revuelve con tofu.
En una mano lleva una libra de uvas que se va degustando una por una, solamente come esta fruta para diciembre porque le recuerdan sus a帽os de adolescencia en su natal Guatemala, teme que si las come en otra 茅poca del a帽o desaparezca el hechizo y olvide para siempre aquella 茅poca de olor a ponche, hoja fresca de pl谩tanos, tamales reci茅n cocidos y el sereno goteando de la l谩mina de la casa en las madrugadas. Le pasa igual con las manzanas rojas de Washington que s贸lo llevan a vender en diciembre al mercado de su natal Camot谩n. En donde vive las venden todo el a帽o, pero s贸lo las compra cuando se acerca la navidad.
Eso tiene Estados Unidos, que Mar铆a siente que perdi贸 la magia de comer frutas s贸lo para la estaci贸n, ah铆 hay frutas todo el a帽o pues llegan de distintas partes del mundo, cuando es invierno en un lugar, es verano en otro. Mangos hay todo el tiempo, como papayas, sand铆as, naranjas, pi帽as, aunque nunca tienen el sabor natural porque las cortan demasiado tiernas para que aguanten el viaje, igual pasa con las verduras. Se come desabrido pero las estanter铆as siempre est谩n llenas, es la abundancia del pa铆s. Pi帽as enormes, pero sin sabor. Una cosa por otra dice siempre y suspira.
En el estacionamiento del centro comercial se detiene frente a los 谩rboles navide帽os que tienen en venta, como lo hace a帽o tras a帽o est谩 buscando desesperadamente los pinos y cipreses, pero no hay, en su vida de extranjera los 谩rboles navide帽os est谩n hechos de ramas de abetos y los hacen al tama帽o que la clientela guste. Los 谩rboles m谩s grandes no entrar铆an en la puerta de su casa.
Una casa de tres habitaciones donde vive con tres hijos y su esposo Ibrahim, para quien de religi贸n musulmana todo es distinto al catolicismo en el que creci贸 ella. Y tan distinto tambi茅n a la religi贸n jud铆a de sus empleadores. D铆as van a misa y d铆as a la mezquita. Su Ibrahim es de la tercera generaci贸n en el pa铆s, su entendimiento del islam es m谩s relajado que el de sus abuelos, acept贸 que sus hijos tuvieran el apellido materno como primer apellido, de esa forma Mar铆a honra a su abuelo materno que fue quien la crio, cuando su pap谩 abandon贸 a su mam谩 cuando estaba embarazada.
Mar铆a ha tenido la enorme suerte de haber encontrado en su camino a un hombre que no le pega y no la violenta psicol贸gicamente, como le ha pasado por desgracia a la mayor铆a de las mujeres de su familia. Que adem谩s es responsable y que la trata cari帽osamente y con el mayor de los respetos. Mismo que cuando va a Guatemala se pone a rajar le帽a, a componer la l谩mina de la casa y a orde帽ar las vacas. Que en diciembre se va con los hombres de la familia a cortar las hojas de guineo para los tamales y es el encargado de cocer la masa. El a帽o pasado 茅l hizo la paleta a puro machete cuto.
Cuando van a Bosnia-Herzegovina, pa铆s de los abuelos de Ibrahim, Mar铆a se deleita con la comida de por all谩, donde todos se han enamorado de su color de piel tonalidad barro se adobe ore谩ndose. Los hijos les salieron caf茅 con leche, pues Ibrahim tiene los ojos verdes tir谩ndole a azul, que en momentos se le ponen turquesa. Y es blanco como la leche reci茅n orde帽ada.
Ma帽ana, -piensa Mar铆a mientras observa las ramas de abetos-, me traigo a todos a escoger el 谩rbol de navidad y se dirige hacia su casa a preparar la sopa de berro, que ense帽ar谩 a cocinar a los cuatro hombres de la casa, porque eso s铆, en su casa todos cocinan, lavan, planchan y hacen limpieza. Los roles de g茅nero en la familia han quedado como un recuerdo de generaciones pasadas.
Ilka Oliva-Corado. Cr贸nicas de una Inquilina
8 de diciembre de 2024.
Estados Unidos.
Sale del supermercado con su bolsa llena de verduras, compr贸 un manojo de berro para hacerlo en caldo, su amigo Joaqu铆n le dijo que, para los d铆as fr铆os en el largo invierno estadounidense, el caldo de berro era lo mejor. Mar铆a solamente ha probado el berro en ensaladas y en las tortitas de carne, a las que algunas veces agrega acelga y en otras el berro, aunque 煤ltimamente tambi茅n las revuelve con tofu.
En una mano lleva una libra de uvas que se va degustando una por una, solamente come esta fruta para diciembre porque le recuerdan sus a帽os de adolescencia en su natal Guatemala, teme que si las come en otra 茅poca del a帽o desaparezca el hechizo y olvide para siempre aquella 茅poca de olor a ponche, hoja fresca de pl谩tanos, tamales reci茅n cocidos y el sereno goteando de la l谩mina de la casa en las madrugadas. Le pasa igual con las manzanas rojas de Washington que s贸lo llevan a vender en diciembre al mercado de su natal Camot谩n. En donde vive las venden todo el a帽o, pero s贸lo las compra cuando se acerca la navidad.
Eso tiene Estados Unidos, que Mar铆a siente que perdi贸 la magia de comer frutas s贸lo para la estaci贸n, ah铆 hay frutas todo el a帽o pues llegan de distintas partes del mundo, cuando es invierno en un lugar, es verano en otro. Mangos hay todo el tiempo, como papayas, sand铆as, naranjas, pi帽as, aunque nunca tienen el sabor natural porque las cortan demasiado tiernas para que aguanten el viaje, igual pasa con las verduras. Se come desabrido pero las estanter铆as siempre est谩n llenas, es la abundancia del pa铆s. Pi帽as enormes, pero sin sabor. Una cosa por otra dice siempre y suspira.
En el estacionamiento del centro comercial se detiene frente a los 谩rboles navide帽os que tienen en venta, como lo hace a帽o tras a帽o est谩 buscando desesperadamente los pinos y cipreses, pero no hay, en su vida de extranjera los 谩rboles navide帽os est谩n hechos de ramas de abetos y los hacen al tama帽o que la clientela guste. Los 谩rboles m谩s grandes no entrar铆an en la puerta de su casa.
Una casa de tres habitaciones donde vive con tres hijos y su esposo Ibrahim, para quien de religi贸n musulmana todo es distinto al catolicismo en el que creci贸 ella. Y tan distinto tambi茅n a la religi贸n jud铆a de sus empleadores. D铆as van a misa y d铆as a la mezquita. Su Ibrahim es de la tercera generaci贸n en el pa铆s, su entendimiento del islam es m谩s relajado que el de sus abuelos, acept贸 que sus hijos tuvieran el apellido materno como primer apellido, de esa forma Mar铆a honra a su abuelo materno que fue quien la crio, cuando su pap谩 abandon贸 a su mam谩 cuando estaba embarazada.
Mar铆a ha tenido la enorme suerte de haber encontrado en su camino a un hombre que no le pega y no la violenta psicol贸gicamente, como le ha pasado por desgracia a la mayor铆a de las mujeres de su familia. Que adem谩s es responsable y que la trata cari帽osamente y con el mayor de los respetos. Mismo que cuando va a Guatemala se pone a rajar le帽a, a componer la l谩mina de la casa y a orde帽ar las vacas. Que en diciembre se va con los hombres de la familia a cortar las hojas de guineo para los tamales y es el encargado de cocer la masa. El a帽o pasado 茅l hizo la paleta a puro machete cuto.
Cuando van a Bosnia-Herzegovina, pa铆s de los abuelos de Ibrahim, Mar铆a se deleita con la comida de por all谩, donde todos se han enamorado de su color de piel tonalidad barro se adobe ore谩ndose. Los hijos les salieron caf茅 con leche, pues Ibrahim tiene los ojos verdes tir谩ndole a azul, que en momentos se le ponen turquesa. Y es blanco como la leche reci茅n orde帽ada.
Ma帽ana, -piensa Mar铆a mientras observa las ramas de abetos-, me traigo a todos a escoger el 谩rbol de navidad y se dirige hacia su casa a preparar la sopa de berro, que ense帽ar谩 a cocinar a los cuatro hombres de la casa, porque eso s铆, en su casa todos cocinan, lavan, planchan y hacen limpieza. Los roles de g茅nero en la familia han quedado como un recuerdo de generaciones pasadas.
Ilka Oliva-Corado. Cr贸nicas de una Inquilina
8 de diciembre de 2024.
Estados Unidos.