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El fracaso sirio

Enrico Tomaselli


El fracaso sirio, por tanto, se ha revelado para Mosc煤 mucho m谩s como una oportunidad que como una derrota, permiti茅ndole relanzar su penetraci贸n estrat茅gica en 脕frica, cuya relevancia global es probablemente a煤n muy subestimada en Occidente (excepto probablemente por los franceses…), pero que en cambio podr铆a resultar de enorme importancia.



Es interesante observar la evoluci贸n de los acontecimientos tras la repentina ca铆da del r茅gimen de Assad, y el consiguiente ascenso de los yihadistas moderados, que parecen producir efectos ligeramente diferentes de los esperados e imaginados en las canciller铆as occidentales.

Incluso hoy, la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, que vol贸 a Damasco junto con su colega franc茅s Jean-No毛l Barrot, repiti贸 el mantra de que “Rusia debe ser expulsada de las bases de Hmeimim y Tartus”, demostrando obstinadamente el infantilismo pol铆tico que caracteriza a los liderazgos europeos.

De hecho, el nuevo r茅gimen sirio, con la evidente aportaci贸n de su principal patrocinador turco, ya ha dejado claro que los intereses estrat茅gicos de Damasco excluyen tal evoluci贸n de la situaci贸n.

Aunque inmediatamente celebrada en Occidente como un duro golpe para Mosc煤 y Teher谩n, la ca铆da de Assad se revela m谩s bien como un acontecimiento capaz de sacudir el equilibrio regional, pero no necesariamente en el sentido deseado por Washington y Bruselas.

Por un lado, de hecho, la situaci贸n interna en Siria sigue siendo extremadamente inestable, con el Ej茅rcito Nacional Sirio -estrictamente turco- claramente mucho m谩s comprometido con el tratamiento de la cuesti贸n kurda que con un proceso de construcci贸n nacional, Hayat Tahrir al-Sham debati茅ndose entre los empujes extremistas de sus flecos m谩s radicales y la construcci贸n de credibilidad internacional, Estados Unidos (claramente poco dispuesto a ceder el control del petr贸leo sirio a Ankara) cada vez m谩s alineado con las SDF, mientras Israel sigue campando a sus anchas, ocupando trozos de territorio y bombardeando donde quiere.

En este marco general, parad贸jicamente la posici贸n m谩s estable parece ser precisamente la rusa. Habiendo asegurado esencialmente el mantenimiento de sus dos bases principales, Mosc煤 procede tranquilamente al desmantelamiento de las diversas bases menores presentes en el pa铆s, encontr谩ndose en la situaci贸n de poder liberarse de la carga del apoyo econ贸mico y militar a Siria (lo mismo puede decirse de Teher谩n), y disponiendo por tanto de recursos log铆sticos y militares para desplegar en otros lugares.

En esta etapa, por lo tanto, los 煤nicos que est谩n manteniendo un di谩logo dial贸gico y no confrontacional con Turqu铆a son Rusia e Ir谩n, quienes, dentro del llamado formato de Astan谩, est谩n discutiendo el futuro de Siria, mientras que Estados Unidos ha asumido una posici贸n de claro enfrentamiento hacia los turcos, apoyando (al menos por el momento…) a las fuerzas kurdas.

En los primeros d铆as del nuevo a帽o, se han reportado enfrentamientos cada vez m谩s intensos entre las SDF y el SNA en las cercan铆as de Manbij, donde los kurdos han contraatacado, haciendo retroceder a las milicias pro-turcas hasta los pueblos de Al-Atshana y Al-Masataha. Mientras tanto, mientras Ankara afirma que se est谩 preparando para atacar Ayn al-Arab (Kobane), Estados Unidos est谩 respondiendo, enviando refuerzos log铆sticos r谩pidamente y parece estar decidido a construir su propia base en la ciudad.

As铆 pues, la estrategia estadounidense parece centrada en mantener el control de las zonas petrol铆feras (que llevan saqueando desde hace diez a帽os) y, m谩s en general, en poner obst谩culos al nacimiento de una nueva Siria en posesi贸n de plena integridad territorial.

Independientemente de qui茅n gobierne en Damasco, Washington -en esto en total acuerdo con Tel Aviv- prefiere mantener el pa铆s dividido, y con su propia presencia militar.

Mientras las distintas fuerzas comprometidas sobre el terreno se enfrentan, por tanto, para definir el futuro equilibrio de poder en el pa铆s, Mosc煤, en cambio, parece haber aprovechado pragm谩ticamente la oportunidad abierta por el cambio de r茅gimen, para desarrollar una mayor penetraci贸n estrat茅gica en una zona en la que est谩 invirtiendo fuertemente.

Los recursos liberados en Siria, de hecho, se est谩n transfiriendo masivamente al este de Libia, con un puente a茅reo continuo entre la base de Hmeimim y la de Al Khadim, cerca de Tobruk. Y la propia Libia parece perfilarse como un nuevo gran centro log铆stico para la presencia militar rusa en 脕frica.

De hecho, los rusos est谩n construyendo una gran base a茅rea en el sur de Libia, en Ma’tan as Sarah, cerca de la frontera con Chad, mientras que las fuerzas del general Haftar han tomado el control del campamento de Tindi, situado al oeste de Ubari, tambi茅n en el sur de Libia, que proporcionar谩 una puerta de entrada para las fuerzas rusas a los pa铆ses africanos del Sahel.

La posici贸n del este de Libia es estrat茅gicamente central, con respecto a la creciente zona de influencia rusa en el norte de 脕frica.

De hecho, en la regi贸n subsahariana ya hay presencia militar en N铆ger, Mal铆 y Burkina Faso, mientras que Chad, Senegal y Costa de Marfil tambi茅n se han liberado de la presencia de las tropas de Par铆s.

Al noroeste, en la costa mediterr谩nea hay una importante presencia de Argelia, naci贸n hist贸ricamente amiga de Mosc煤, mientras que los acontecimientos m谩s interesantes se refieren al este.

En efecto, los rusos (y los iran铆es) apoyan al gobierno de Jartum en su lucha contra los rebeldes de las Fuerzas de Apoyo R谩pido (FSR). Mosc煤 intenta obtener la autorizaci贸n del gobierno sudan茅s para construir una base naval en el Mar Rojo, lo que reforzar铆a su proyecci贸n estrat茅gica en una zona de gran importancia.

As铆 pues, adem谩s de las excelentes relaciones con Sud谩frica, Rusia est谩 desarrollando una estrategia africana [1] destinada no s贸lo a consolidar las relaciones con los pa铆ses ricos en materias primas (uranio, oro, fosfatos, manganeso), sino sobre todo a crear una s贸lida red de relaciones en un cuadrante que permite una presencia significativa tanto en el Mediterr谩neo como en el Mar Rojo, y que tiene su propia profundidad estrat茅gica.

Por esta raz贸n, en conjunto, la ca铆da de Assad ha sido mucho menos problem谩tica para los rusos de lo que Occidente quiere hacer creer. Obviamente, sigue habiendo problemas log铆sticos, pero mientras Hmeimim y Tartus sigan activos, 茅stos son en gran medida contenibles.

La presencia directa en Oriente Pr贸ximo se est谩 reduciendo -y Rusia siempre ha tenido un inter茅s relativo en la regi贸n-, pero esto se compensa en gran medida, por un lado, con las excelentes relaciones dentro de la OPEP con Arabia Saud铆 y, por otro, con la presencia de Ir谩n, que ahora se ha convertido en un aliado estrat茅gico.

Sabemos que ya se han transferido a Teher谩n sofisticados sistemas de guerra electr贸nica (vistos en funcionamiento durante el 煤ltimo ataque israel铆), as铆 como sistemas antia茅reos S-400. La entrega de los cazabombarderos SU-35 se completar谩 la pr贸xima primavera, mientras que en un par de semanas se firmar谩 en Mosc煤 el acuerdo de asociaci贸n estrat茅gica global, en la l铆nea del ruso-coreano.

Esta asociaci贸n, que no impide la persistencia de posiciones diferentes incluso en cuestiones no secundarias (como el conflicto palestino-israel铆), representa un importante activo para ambos; para Mosc煤, Ir谩n garantiza una importante presencia aliada en dos 谩reas cruciales, como Oriente Medio y Asia Central, mientras que para Teher谩n el paraguas ruso se convierte en un elemento central de su capacidad de defensa y (por tanto) de disuasi贸n.

El fracaso sirio, por tanto, se ha revelado para Mosc煤 mucho m谩s como una oportunidad que como una derrota, permiti茅ndole relanzar su penetraci贸n estrat茅gica en 脕frica, cuya relevancia global es probablemente a煤n muy subestimada en Occidente (excepto probablemente por los franceses…), pero que en cambio podr铆a resultar de enorme importancia.

Egipto, Etiop铆a y Uganda, adem谩s de Sud谩frica, ya son pa铆ses miembros del BRICS+, pero est谩 claro que el atractivo de esta agrupaci贸n est谩 destinado a crecer exponencialmente, y 脕frica -que Occidente siempre ha considerado una tierra de conquista y explotaci贸n- tiene un enorme potencial de desarrollo econ贸mico y est谩 destinada a asumir una importancia estrat茅gica cada vez mayor.

Y Mosc煤 parece haberlo entendido mejor que otros.


*Enrico Tomaselli es Director de arte del festival Magmart, dise帽ador gr谩fico y web, desarrollador web, director de video, experto en nuevos medios, experto en comunicaci贸n, pol铆ticas culturales, y autor de art铆culos sobre arte y cultura.

Notas

[1] Adem谩s de los pa铆ses mencionados, la presencia africana de las fuerzas rusas, y m谩s en general de la pol铆tico-diplom谩tica, es muy significativa, e incluye la Rep煤blica Centroafricana, Madagascar, Zimbabue, las Comoras, Eritrea, Guinea, Camer煤n (todos ellos principalmente a trav茅s del antiguo grupo Wagner). Mosc煤 es tambi茅n el principal proveedor de armas del continente africano. Examinando 27 acuerdos de defensa entre Rusia y pa铆ses africanos (fuente abierta en las bases de datos del gobierno ruso), result贸 que 10 incluyen «el intercambio de informaci贸n clasificada y comunicaciones entre ministerios de defensa” (Botsuana, Burkina Faso, Burundi, Chad, Congo-Brazzaville, Egipto, Mali, N铆ger, Nigeria y Ruanda). Seg煤n Ivan U. Klyszcz (Ver «Quel r么le pour les services de renseignement russes en Afrique?»Le Rubicon) investigador del Centro Internacional para la Defensa y la Seguridad (ICDS) de Tallin, la RCA y Madagascar son ahora “plataformas para la inteligencia rusa en 脕frica”. Cuando la Asamblea General de la ONU vot贸 para condenar la agresi贸n rusa en Ucrania, la mitad de los pa铆ses que no apoyaron el texto eran africanos (17 abstenciones de 35, un voto en contra), mientras que 8 Estados del continente ni siquiera participaron en la votaci贸n. Le Monde Diplomatique afirma que “脕frica es a la vez la regi贸n m谩s reacia a seguir el movimiento de condena y la m谩s dividida en su reacci贸n al conflicto, ya que s贸lo cerca del 50% de sus capitales aprueban los textos sometidos a su consideraci贸n” (Ver «La guerre en Ukraine vue d’Afrique», Anne-C茅cile Robert, Le Monde Diplomatique).

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